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Nuestro Planeta

10 de septiembre del 2002

Desde el 11 de septiembre del 2001 al 11 de septiembre de 2002
Trece millones de niños murieron de hambre en un año

Ignacio González Janzen (Peace News)

Trece millones de niños murieron de hambre en los países más pobres del mundo en los últimos doce meses, de acuerdo con datos proporcionados por la Organización de las Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación (FAO). El organismo señala que todos los días mueren 35,615 menores de edad víctimas del hambre y la desnutrición, en un marco de miseria extrema.
En contraste, los gastos militares y los negocios de la industria bélica a escala mundial, que superan un millón de millones de dólares por año, exhiben el enorme despilfarro de multiples recursos que evitarían lo que constituye una siniestra afrenta al género humano.
La información sobre los costos globales del gasto militar y armamentista, permite señalar que sus promotores y beneficiarios gastan dos millones de dólares por minuto. Y si estas sumas se repartieran entre todos los habitantes del planeta, a cada persona le corresponderían unos 200 dólares. Recordemos que un submarino Tridente cuesta más de mil 600 millones de dólares, y un bombardero B-1B supera los 400 millones de dólares.
En estos días en que se cumple el primer aniversario del deplorable atentado a las Torres Gemelas de Nueva York, en el que murieron tantas personas inocentes de muy diversas nacionalidades, es preciso tomar conciencia de la dimensión y gravedad de los conflictos de nuestro tiempo, y de la diversidad de violencias que reproducen todo tipo de confrontaciones con un desolador saldo de muerte.
El hambre, como un flagelo brutal en los países más pobres de nuestro Planeta, e incluso en los bolsones de miseria y despiadada marginación en las naciones ricas, es un subproducto combinado de la ideología de la indiferencia, la concentración absurda de la riqueza, la cruel desigualdad en la distribución de los recursos mundiales, el abuso de poder en las relaciones de intercambio, el dominio sobre las nuevas tecnologías, la expoliación del trabajo de las grandes mayorías, el hipócrita discurso de "la igualdad de oportunidades", y una corrupción muy generalizada en las clases políticas de distinto signo.
Trece millones de niños muertos de hambre por año, son mucho más que una cifra pavorosa. Un poco de memoria y matemáticas indican que es un número casi seis veces mayor al total de víctimas que provocó en cuatro años la Primera Guerra Mundial (1914-18) que fueron 9,000,000 de seres humanos, e incluso superior en el mismo lapso, a las que causó la Segunda Guerra Mundial (1939-45) en la que perecieron 40,000,000 de personas. Y cada dos días se mueren de hambre más niños pobres que todos los soldados estadunidenses caidos en la guerra de Vietnam (1957-75), sin que la industria cinematográfica occidental se acuerde de ellos.
El próximo 11 de septiembre, el único homenaje lógico a las víctimas de las Torres Gemelas, y a millones de víctimas de tantos otros atentados, conflictos y formas de violencia menos visibles, sería desterrar para siempre las causas de la miseria y la confrontación. Los estrategas y mercaderes que proponen nuevas guerras como "solución final", propician un espiral de muerte sin fin, que recicla una y otra vez las grandes penurias que padece la humanidad.