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Medio Oriente

Bush reorganiza el mapa de Medio Oriente

Robert Fisk

Al tiempo que los estadounidenses estarán tratando de recuperarse de las desgarradoras repeticiones televisivas del 11 de septiembre, su presidente lanzará la más grande reorganización de Medio Oriente desde que británicos y franceses dividieron las tierras árabes después de la guerra que tuvo lugar de 1914 a 1918. Cuando dirija un discurso a Naciones Unidas, el 12 de septiembre, Bush no sólo amenazará a Irak, sino a Siria y a Irán, y por extensión, a Arabia Saudita y Egipto.
La Ley de Responsabilidad Siria, que acusa a Damasco de respaldar el "terrorismo", entrará en vigor en momentos en que Bush esté hablando ante la ONU, a sólo unos días de que el Departamento de Estado catalogó a la guerrilla libanesa Hezbollah como "el principal equipo del terrorismo", y la consideró incluso más peligrosa que la organización Al Qaeda, de Osama Bin Laden.
Al igual que Irak, Hezbollah no tiene nada que ver con los ataques del 11 de septiembre -de hecho, estuvieron entre las primeras entidades en condenar los atentados- pero la Casa Blanca parece decidida a retratar como el centro de la maldad tanto a sus aliados como a sus enemigos en Medio Oriente.
De todos los periódicos y revistas estadunidenses, sólo The Nation se ha atrevido a señalar que gran número de ex cabilderos israelíes están actualmente trabajando con la administración estadunidense, y que los planes de Bush para Medio Oriente -mismos que podrían provocar una masiva agitación política en el mundo árabe- encajan perfectamente en los sueños que tiene Israel para la región.
La revista sostiene que el vicepresidente, Dick Cheney, se caracteriza por ser el mayor halcón entre los halcones de la administración, y agrega que John Bolton, quien ahora es secretario de Estado adjunto para el control de armas, y Douglas Feith, el ejecutivo con el tercer lugar de antigüedad en el Pentágono, fueron miembros del comité asesor del proisraelí Instituto Judío para Asuntos de Seguridad Nacional (JINSA, por sus siglas en inglés) antes de ser miembros del gobierno de Bush.
Richard Perle, presidente del comité del Pentágono para Políticas de Defensa, es aún asesor del JINSA, al igual que el ex director de la CIA, James Woolsey.
Michael Ledeen, a quien The Nation considera "uno de los más influyentes miembros de la JINSA en Washington, ha llamado a lanzar "la guerra total" contra "el terror", y a buscar el cambio de régimen en Siria, Irán, Irak, Arabia Saudita y la Autoridad Nacional Palestina.
Perle, a su vez, asesora al ministro de Defensa, Donald Rumsfeld -quien habla de los "así llamados territorios ocupados" cuando se refiere a Cisjordania y Gaza-, y fue él quien arregló el briefing antisaudita de Laruent Murawiec en el que se habló de la "semilla del mal" que tanto enfureció a la familia real saudita el mes pasado.
El régimen saudita bien puede estar en peligro en estos momentos, cuando los príncipes de la Casa Saud intentan apropiarse del poder, anticipando el pronto deceso del anciano y enfermo rey Fahd.
La página web de JINSA asegura que este instituto existe para "informar a quienes trabajan en asuntos de defensa y asuntos exteriores de Estados Unidos del importante papel que podría ejercer, y que de hecho ya desempeña Israel en el fortalecimiento de los intereses democráticos en las regiones del Mediterráneo y Medio Oriente".
En octubre, Michael Rubin, del derechista y proisraelí Instituto de la Empresa Estadunidense -quien tachó a la saliente comisionada de Derechos Humanos de la ONU, Mary Robinson, de "defensora del terrorismo", se unirá al Departamento de Defensa estadunidense como "experto" en las relaciones entre Irak e Irán.
Según The Nation, Irving Moskovitz, el magnate de los juegos de Bingo en California, y quien ha financiado asentamientos en los territorios ocupados por Israel, es no sólo benefactor, sino director del JINSA.
El presidente Bush, por supuesto, no hablará de la influencia de estos cabildos pro israelíes cuando presente su visión de Medio Oriente el próximo jueves en Naciones Unidas. Tampoco dejará entrever que dicha región es, en palabras de sus propios reyes y dictadores, un barril de pólvora, debido a la furia y el resentimiento que en ella imperan. Las placas tectónicas del mundo árabe chocan cada vez con mayor violencia. Es hacia esta zona sísmica política que Bush está dirigiendo a su país, al igual que a su leal aliado británico.
La mayoría de las naciones árabes actuales fueron construidas por Gran Bretaña y Francia sobre las ruinas del imperio Otomano después de la Primera Guerra Mundial, y los palestinos aún culpan a los británicos por apoyar la construcción de la patria judía en Palestina.
Ambas naciones esuropeas estacionaron a cientos de miles de tropas en toda la región, reprimiendo así revueltas árabes en Palestina, Siria y Líbano, está última nación creada, por cierto, por Francia, a petición de su comunidad cristiana maronita.
Toda la estructura colonial tuvo como consecuencia la pérdida de cientos de miles de vidas antes de que británicos y franceses se replegaran de Medio Oriente.
Ahora, el presidente Bush parece decidido a seguir a los poderes coloniales a esa misma región para otra aventura militar y política, sobre todo, para extender la "democracia" hacia las naciones que él más desprecia (Irak, Palestina e Irán), pero en realidad, es una empresa tendiente a incrementar el control estadunidense en un mundo árabe cada vez más antioccidental. Los mismos árabes han advertido que esto llevará a una inestabilidad masiva y a una violencia generalizada. Los israelíes y sus aliados dentro de la administración estadunidense se han encaprichado con esta situación.
FUENTE: The Independent