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Medio Oriente

12 de septiembre del 2002

Oriente Medio a un año del 11-S:
comunicado del Comité de Solidaridad con la Causa Árabe


Gracia a los sucesos del 11 de septiembre, EEUU pretende ejecutar el proyecto más ambicioso del imperialismo estadounidense desde los años XX: un nuevo ordenamiento regional que garantice el efectivo control territorial y de los recursos energéticos de Oriente Medio y Asia.
A un año de los ataques del 11 de septiembre (11-S), las previsiones que emergieron entonces como posibles se han cumplido en su más brutal expresión como el peor de los vaticinios. Amparada en la sombra gigante que proyectaron los atentados de Nueva York y Washington, la Administración Bush ha puesto en marcha a gran escala toda su capacidad mediática, económica y militar para imponerse al mundo instaurando, primero en Afganistán, y desarrollando después, con el anuncio de un asalto final contra Iraq, la lógica de la barbarie y de la guerra mediante el discurso de la "guerra global contra el terrorismo".
Desde el 11-S, EEUU ha elevado el unilateralismo a las cotas de un imperialismo atroz que, suprimiendo por su efecto los referentes de la legalidad internacional y de las instituciones que lo representan, como Naciones (NNUU), no ha dejado escapar de su influencia a los gobiernos occidentales —la UE, particularmente— y todos aquellos otros que, como en el caso de los regímenes árabes, han aceptado la lógica del "conmigo o contra mi" determinada por Bush en este último año.
Si el Nuevo Orden Internacional inaugurado por Bush-padre en 1991 contra guerra contra Iraq sentó las bases del intervencionismo multifacético estadounidense en todos los escenarios internacionales —Mundo Árabe, Latinoamérica, Asia y Europa— la "campaña contra el terrorismo" viene oportunamente a promulgar y ejercer la doctrina de la fuerza en aquellos escenarios donde los pueblos (más que sus regímenes) se han negado a aceptar el imperativo hegemónico y la subyugación. Ello es así, especialmente y después de Afganistán, en el Oriente Medio árabe, donde las dimensiones adquiridas por la aplicación de la "guerra global contra el terrorismo" han sido determinantes. Posteriormente, sin duda, otros serán los escenrios.
El discurso utilitario de la "guerra global contra el terrorismo", asociado a la retórica de la "seguridad mundial amenazada", sirven ahora a la Administración Bush-hijo para imponer a la comunidad internacional el ordenamiento regional que desde hacía diez años EEUU estaba intentando ejecutar infructuosamente en la región árabe con el apoyo de Israel y de sus socios occidentales tras la Guerra del Golfo.
El fracaso que imprimió la Intifada palestina contra la ocupación israelí y la resistencia iraquí a diez años de sanciones y guerra echaron por tierra ese Nuevo Orden Regional ideado por Bush-padre y que el presidente Clinton procuró desarrollar a los largo de sus dos Administraciones. Las premisas del control energético mediante la desestructuración estratégica de Iraq; el intervensionismo económico (con la imposición de ajustes estructurales de brutales consecuencias para las poblaciones árabes) y el ordenamiento político favorable a la hegemonía regional de Israel a través de los fraudulentos Acuerdos de Oslo y el proceso de normalización árabe- israelí, no han logrado imponerse plenamente en estos últimos diez años. La Intifada y la resistencia iraquí han puesto punto final a un proceso que, utilizando interesadamente los resortes de la economía globalizada y los mecanismos de coerción política y diplomática, fue rechazado por los pueblos árabes, víctimas primeras del intervensionismo a ultranza de EEUU y de la cobardía de sus dirigentes políticos, plegados al dictado del imperio para asegurar sus posiciones de poder interno a costa de represión.
En respuesta, la Administración Bush ha sabido aprovechar oportunamente el 11-S para ejecutar sin dilación y sin complejos, esta vez por la fuerza militar y de la guerra, su proyecto hegemónico en Oriente Medio. El discurso de "guerra global contra el terrorismo" ha resultado extraordinariamente útil para EEUU, pues bajo su cobertura y una vez controlados Afganistán y su población militarmente, la Administración Bush puede ejecutar el proyecto más ambicioso del imperialismo estadounidense desde la década de los años 20: el efectivo control territorial y de los recursos naturales del conjunto de Oriente Medio. Para ello, y tras el fracaso que han supuesto los diez años de proceso de paz árabe-israelí y la incapacidad de neutralizar Iraq —a pesar del apoyo recibido por Occidente y por los regímenes árabes— EEUU ha dispuesto una resolución manu militari de los impedimentos que impidieron la imposición del Nuevo Orden Regional, pretendiendo ahora un reforzamiento del orden postcolonial que garantice el retorno de la región a un sistema de protectorado bajo el control unilateral de EEUU.
Para ello, al falso discurso de la paz promovido en la Conferencia de Madrid (1991) y en los Acuerdos de Oslo (1993) se superpone ahora la luz verde al gobierno de Ariel Sharon para que resuelva militarmente la cuestión palestina. E, igualmente, al referente del Consejo de Seguridad de NNUU y de la comunidad internacional que legitimó la intervención de 1991 contra Iraq y ha permitido durante 12 años aplicar a este país un régimen inédito de sanciones y control estratégico (comercial, financiero y tecnológico), se superpone ahora la determinación de la guerra para deponer militarmente a un gobierno y liquidar definitivamente el principio histórico de la soberanía nacional y el derecho internacional.
Tras la manifiesta oposición de la oficialidad árabe a un asalto final contra Iraq, EEUU ha dado carta blanca a Israel frente al pueblo palestino, al considerarle como su exclusivo aliado regional frente a los regímenes hasta reconocidos igualmente como tales por Washington —muy particularmente Arabia Saudí. El discurso pronunciado por el presidente Bush sobre Oriente Medio el 25 de junio constituyó la más clara formulación de esta estrategia de "guerra global contra el terrorismo" aplicada a la región árabe. La aplicación en Palestina del discurso antiterrorista de Bush ha permitido al Estado de Israel identificar como terrorismo el derecho legítimo a la resistencia palestina frente a la ocupación. Con el respaldo de EEUU, Israel ha aplicado en el último año la más basta y dramática represión contra los Territorios Ocupados palestinos y contra su población, reocupando las Áreas Autónomas e imponiendo a la Autoridad Palestina (AP) la lógica perversa de represión contra su propio pueblo a cambio de una muy precaria supervivencia política, que incluye el declive definitivo del presidente Arafat como líder y representante de su pueblo. Tras ello, EEUU se afana en formalizar en áreas de Cisjordania y Gaza de un Estado palestino tutelado, que no sería más que un protectorado estadounidense, pretendiendo con ello satisfacer a los dirigentes árabes y acallar las protestas populares cuando se produzca el ataque, invasión y ocupación de Iraq.
CSCAweb: 11-09-02