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Medio Oriente

Zimbabwe: el problema de la tierra

La República

"La tierra es nuestra", dijo el lunes el presidente de Zimbabwe, Robert Mugabe. "Nosotros, la gente con principios de Zimbabwe, los verdaderos dueños de esta tierra, no debemos ceder", agregó. Aludía a EEUU, que criticó la decisión de expulsar a los hacendados blancos; a Gran Bretaña --la antigua potencia colonial-- que planteó medidas a favor de los británicos radicados en tierras del país; y a Nueva Zelanda que reclamó su expulsión de Commonwealth. Estas naciones, además de las integrantes de la Unión Europea, más Australia y Canadá, ya habían impuesto sanciones contra Mugabe en ocasión de su reelección como presidente en marzo y congelaron fondos del gobierno, a la vez que decretaron restricciones a sus propios ciudadanos para viajar al país africano.
Tierra para los negros
La fecha límite del 8 de agosto se mantuvo. El martes Mugabe volvió sobre el tema de la reforma agraria y la expulsión de los terratenientes blancos, declarando que "el programa de redistribución de tierras que coloca en su legítimo lugar a la mayoría negra, hasta ahora marginalizada, está próximo a culminar". Le Monde destaca que en ningún momento el presidente habló del uso de la fuerza, y que no se verificó ninguna acción violenta contra los colonos blancos. Las instrucciones fueron obedecidas por un 40% de los agricultores, de un total estimado de 2.900. Los demás resistieron, o esperan recibir un indulto de la justicia, y en ese sentido han movilizado a sus abogados. Un grupo de ellos, denominado Justicia para la Agricultura, subrayó que si no obtenían una decisión favorable llevarían el tema al ámbito internacional.
En la visión del gobierno, el proceso debería estar finiquitado a fin de mes, fecha a partir de la cual se instalarían los colonos negros con plazo suficiente de prepararse para la nueva temporada de cosechas, que comienza en octubre.
Con anterioridad, las ocupaciones de tierras de los hacendados blancos por ciudadanos negros, y en particular por veteranos de guerra, que produjeron muertes y escenas de violencia, habían sido calificadas por Mugabe como "actos de valentía y de desafío al imperialismo occidental". Este condenó las ocupaciones y volvió a condenar ahora la entrega de parcelas a los negros. Pretende volver a los viejos tiempos de la dominación colonial.
Ni el oro ni la plata
Quien viene haciendo punta en el rechazo a la confiscación de tierras es el primer ministro laborista británico Tony Blair. A él se dirigió Mugabe en primer término. "Ni el oro ni la plata alcanzan para comprar nuestra soberanía. No estamos a la venta. Zimbabwe es para los zimbabwenses. No estamos disponibles para el mejor postor de Europa o de cualquier otra parte", señaló. Y luego, en referencia directa: "Que lo escuche el señor Blair. Tampoco estamos a disposición de los postores británicos". También se dirigió a los países que le impusieron sanciones económicas y políticas después que ganara su reelección en los comicios de marzo pasado.
Los cables recuerdan que Mugabe guió a su país hacia la independencia de Gran Bretaña desde 1980. Tal es el trasfondo de la convulsa situación actual.
Rhodes, el colonialista
El territorio que hoy ocupa Zimbabwe fue colonizado a fines del siglo XIX por el millonario y aventurero negociante inglés Cecil B. Rhodes, quien se hizo dueño del país (incluso la policía estaba bajo su mando) y de sus riquezas para su compasión British South Africa Co. (BSA). No sólo se apoderó del territorio sino que le dio su nombre, comenzando a aparecer en los mapas como Rhodesia del Sur. Hacia 1060, los colonos de origen británico (y europeo en general) constituían apenas el 5% de la población pero poseían el 70% de las tierras cultivables. En esa época cobró impulso el movimiento de descolonización en Africa. Zambia y Malawi, que formaban una federación con Rhodesia, se independizaron en 1964. En ésta tenía una fuerte impronta el gobierno racista sudafricano, pero también operaban las fuerzas independentistas del Congreso Nacional Africano (ANC). Se desplegó la lucha armada a cargo de dos organizaciones posteriormente unificadas (el ZANU y el ZAPU, dirigidas por Robert Mugabe y Joshua Nkomo), cuya acción se intensificó tras la independencia de Mozambique en 1975. Este país, junto con Zambia, Angola, Rostwana y Tanzania constituyeron la Línea del Frente en combate al racismo. La lucha guerrilla en Zimbabwe (bautizada con ese nombre por el obispo negro Abel Muzorewa) forzó las elecciones de febrero de 1980, ganadas ampliamente por el ZANU de Mugabe, quien firmó con Gran Bretaña los acuerdos de Lancaster House y, asumido el gobierno, eliminó toda la legislación racista y se dedicó a reconstruir la economía, arruinada por siete años de guerra, con sensibles éxitos iniciales. De inmediato aparecieron problemas cruciales derivados de la tenencia de la tierra.
Pasado y futuro
Las aspiraciones de los campesinos negros, lograda la independencia, por una profunda reforma agraria, chocaron con las limitaciones impuestas por los acuerdos de Lancaster House, que impedían expropiar haciendas de blancos. Mugabe volvió a ganar las elecciones legislativas de junio de 1985. A esta altura, 4.500 agricultores, casi todos blancos, eran dueños del 50% de las tierras productivas, mientras 4:500.000 campesinos vivían en áreas rurales de propiedad comunal, asiento de poblaciones negras desplazadas durante la época colonial.
La Unión de Agricultores Comerciales (CFU), formada por blancos, la misma que actúa ahora, tenía fuerza para impedir toda modificación alegando que sus miembros generaban 90% de la producción agrícola y 40% de las exportaciones, y pagaban un tercio de los salarios. Así operan el impulso y el freno.
Esta es la situación que se tata de revertir. *