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Medio Oriente

1 de julio del 2002

Iraq, la próxima guerra de EEUU

Comité de Solidaridad con la Causa Árabe. 27 de junio de 2002
Tras haber respaldado la ofensiva israelí en las Áreas Autónomas, el apoyo de la Administración Bush a la creación de Estado palestino tutelado allanaría el camino para el asalto final contra Iraq
El 14 de mayo, pocos días antes de que concluyera la decimoprimera fase del programa "petróleo por alimentos" [1], el Consejo de Seguridad (CS) de Naciones Unidas (NNUU) aprobaba por unanimidad (con "fuertes reservas" por parte de Siria, en la actualidad miembro no permanente del mismo) una nueva resolución sobre el embargo a Iraq, la número 1409 [2] que ha sido presentada como "el segundo mayor cambio" en el programa humanitario para Iraq desde la aprobación de la resolución 1284 en septiembre de 1999 [3]. Sin embargo, la nueva resolución tan solo revisa aspectos muy limitados del programa "petróleo por alimentos" Por el contrario, la resolución mantiene, si no refuerza, los mecanismos básicos del control estratégico —financiero, comercial y tecnológico— de Iraq y otorga a EEUU tiempo para preparar su asalto final contra este país.
Resolución 1409: engañar a la opinión pública
En primer lugar, la resolución 1409 mantiene el control financiero del país, que es el núcleo central de las sanciones. Desde que entrara en vigor el programa "petróleo por alimentos", en enero de 1997, e Iraq pudiera reanudar la exportación limitda de su crudo, el dinero con ello obtenido es ingresado en una cuenta bancaria sometida (literalmente, secuestrada) al exclusivo control del secretario general de NNUU, a la que el gobierno de Iraq no tiene acceso. De esta cuenta se pagan distintas partidas (la más cuantiosa, antes el 30%, desde hace un año, el 25% de los ingresos obtenidos, la destinada al pago de la "deuda de guerra", estimada en varios cientos de miles de millones de dólares), quedando finalmente en torno a la mitad del dinero ingresado para poder comprar productos. La nueva resolución mantiene este procedimiento de reparto porcentual del dinero iraquí, de igual manera que mantiene el control tecnológico del país, que no solo no se alivia con la nueva resolución, sino que se atornilla aún más. El CS ha aprobado al tiempo que la nueva resolución una extensa y prolija lista (denominada "Lista Revisada de Productos") [4] de artículos considerados de "doble uso" (civil y militar) y, por ello, prohibidos. Esta lista incluye todo producto mínimamente manufacturado o de tecnología media, muchos de ellos inexcusables para la recuperación socioeconómica del país: "La lista incluye productos que son necesarios para tratamientos médicos, el tratamiento de aguas, las comunicaciones, el transporte, la educación, la producción agrícola... en resumen: productos indispensables para vivir dignamente", ha señalado Hans von Sponeck, dimitido coordinador de NNUU para Iraq [5].
La única novedad de la resolución 1409 hace referencia a algunos aspectos comerciales. Hasta ahora, todo contrato firmado por Iraq con empresas de un tercer país tenía que ser aprobado por el denominado Comité de Sanciones (o Comité 661), que reproduce la estructura del CS —es decir, con sus miembros permanentes con derecho de veto. Todo contrato que EEUU y Gran Bretaña consideran que incluye productos susceptibles de doble uso es paralizado. Resultado: en la actualidad más de 5 mil millones de dólares están bloqueados en la cuenta de Iraq de NNUU, y no pueden ser empleados para pagar otros contratos y adquirir otros productos. La resolución 1409 introduce algunos elementos correctores de esta situación, al procurar agilizar el procedimiento de aprobación de los contratos de bienes que no estén incluidos en la lista de productos prohibidos ahora aprobada. Sin embargo, la amplitud y el carácter prolijo de esta lista, la complejidad del procedimiento aprobado y, en última instancia, la pervivencia del Comité de Sanciones como instancia final decisoria [6], permiten imaginar que ni van a entrar más productos en Iraq ni más rápidamente, y que persistirán los "cuellos de botella" administrativos que hasta ahora afectaban incluso a los bienes estrictamente humanitarios. Como sintetiza von Sponeck: "La resolución [1409](...) no cambiará nada (...) la catástrofe humanitaria en Iraq no tendrá fin". [7]
Ganar tiempo para la guerra
La resolución 1409 no va a determinar en absoluto un alivio apreciable de la situación humanitaria de la población iraquí. Si es así, ¿cuáles han sido los objetivos de Gran Bretaña y EEUU al proponer el primero y apoyar el segundo el borrador de esta resolución? En primer lugar, estadounidenses y británicos procuran aliviar la presión pública internacional, preocupada por el impacto humanitario de la sanciones sobre la población iraquí [8], presentado la aprobación de la resolución —como hicieran en su día con la 986— como un beneficio para el pueblo iraquí, que habrá de ver mejorada su situación cotidiana, y como un mejor ajuste del régimen de sanciones contra Sadam Husein. En segundo lugar, EEUU y Gran Bretaña logran alejar el debate en el seno del CS sobre el fin del embargo, desactivando al tiempo —y esto es lo relevante— el diálogo abierto entre Iraq y Kofi Annan, con el apoyo y aval de la Liga Árabe [9], diálogo que viene desarrollándose en Nueva York en varias citas desde comienzos de año, tras un largo paréntesis de un año impuesto por el ataque de EEUU a Bagdad de febrero de 2001.
Sin embargo, al parecer Gran Bretaña tuvo que esforzarse inicialmente en convencer a EEUU del interés en que se aprobara la nueva resolución, que a su vez hubo de convencer a Moscú de que votara a favor de ella [10]. Lo cierto es que la estrategia dominante hoy respecto a Iraq en la Administración Bush —como ya lo era en la etapa final de la de Clinton— es la de asaltar militarmente el país y cambiar su régimen político cuando las circunstancias lo permitan, el próximo otoño o en los primeros meses del año 2003. EEUU ha abandonado lo que se ha venido denominado "política de contención" de Iraq, cuya última formulación fue la pretensión estadounidense —defendida principalmente por el secretario de Estado Colin Powell— y británica de imponer en el CS un nuevo y reforzado sistema de sanciones, las llamadas "sanciones inteligentes". En última instancia, la aprobación de esta nueva resolución, al tiempo que —como decíamos— distrae la atención y confunde a la opinión pública internacional, otorga a EEUU tiempo en sus preparativos militares contra Iraq. Hans von Sponeck lo sintetiza de la siguiente manera:
"En octubre de 1998 el Congreso de EEUU definió la política estadounidense respecto a Iraq y aprobó el Acta de Liberación de Iraq. Esta ley contiene un pasaje que confirma que el objetivo último de las autoridades estadounidenses es acabar con Sadam Husein y con su gobierno, lo cual sitúa en su perspectiva real el tira y afloja que mantienen los Departamentos de Estado y de Defensa [en relación a la resolución de la cuestión iraquí]. Con el reciente abandono por parte de la Administración estadounidense de la política de contención de Iraq, la cuestión ya no es si Iraq debe ser o no el siguiente país de la lista [a ser atacado], sino cómo se puede justificar esto y cómo hacer que lo acepten los gobiernos de Oriente Medio y los denominados 'socios de coalición', especialmente los europeos." [11]
Ciertamente, heredada del mandato Clinton, la decisión de atacar Iraq y promover un cambio de régimen en el país se ha ido consolidando dentro de la nueva Administración Bush a lo largo del año 2001, y cristaliza tras —y gracias a— el 11 de septiembre (11-S). En este tránsito, la pretensión del secretario de Estado Powell de seguir recurriendo al CS para endurecer el régimen de sanciones contra e Iraq y abortar el proceso paulatino, pero imparable, de reintegración regional e internacional de Bagdad, ha tenido que dar paso a la opción militar que defendían el vicepresidente Dick Cheney, el secretario de Defensa Donald Rumsfeld y su vicesecretario Paul Wolfowitz, además de la consejera de Seguridad Nacional Condoleezza Rice.
La pretensión de EEUU durante el pasado año 2001 de que el CS aprobara las "sanciones inteligentes" tenía como objetivo estrechar el control estratégico de NNUU sobre los ingresos petrolíferos iraquíes y someter al país a un embargo tecnológico definitivo que impidiera su recuperación y reinserción económica regional. [12] Estadounidenses y británicos estaban entonces preocupados por el debilitamiento del embargo: la mayoría de los países árabes y la propia Turquía habían ido recuperado en los años 2000 y 2001 sus relaciones económicas y —parcialmente— diplomáticas con Iraq. De especial trascendencia fue la recuperación de relaciones entre Siria e Iraq, que reabrían en noviembre de 2000 su oleoducto común de 750 kilómetros, fuera del control de NNUU. Iraq, pese al rígido sistema de sanciones, gracias a las cantidades de crudo que exportaba en el marco del programa "petróleo por alimentos", había recuperado un papel central económico en Oriente Medio y era un socio comercial prioritario para Rusia y codiciado por los países europeos [13].
Por ello, y por el diálogo recién abierto entre Iraq y el secretario general de NNUU, en clara advertencia a los nuevos interlocutores del régimen de Sadam Husein y en una nueva combinación de unilateralismo militar y utilización pragmática de las instituciones internacionales, EEUU y Gran Bretaña atacaban Bagdad en febrero de 2001, para presentar inmediatamente después al CS un borrador de resolución que suponía sustituir el vigente régimen de sanciones por el reforzado de las "sanciones inteligentes" [14]. El núcleo central de las "sanciones inteligentes" se basaba en el reforzamiento de los mecanismos de control financiero, tecnológico y comercial de Iraq sin límite temporal alguno, al tiempo que se introducían nuevas medidas de control sobre Jordania, Siria y Turquía a fin de impedir el contrabando. La propuesta fue rechazada de plano por Rusia, que veía amenazas sus privilegiadas relaciones comerciales con Iraq. Finalmente, tras un mes de deliberaciones, mientras que China se mostró sensible a las argumentaciones comerciales de EEUU, la amenaza de veto por parte de Rusia determinó que el CS renunciara a aprobar cualquier nuevo sistema de sanciones, limitándose a prorrogar el 3 de julio el programa "petróleo por alimentos", solución que se consideró entonces como un grave revés de la nueva Administración Bush —y un fracaso personal de Powell— en su política de asedio contra Iraq [15].
Iraq y el 11-S: la expansión de la 'guerra contra el terrorismo'
Pocos meses después, el panorama internacional había cambiado radicalmente tras los atentados del 11-S. A finales de noviembre, cuando debía renovarse de nuevo las sanciones y el programa humanitario para Iraq, EEUU estaba en plena campaña contra Afganistán, materializando manu militari su presencia en un área muy sensible para Moscú, la amplia zona del Cáspio-Cáucaso. Por ello, el CS simplemente renovó entonces el programa humanitario para Iraq, sin que EEUU pretendiera de nuevo enfrentarse a Rusia a fin de imponer en el Consejo las "sanciones inteligentes": la lógica predominante tras el 11-S de "ofensiva global contra el terrorismo" arrumbaron la idea de Powell de recurrir al CS para reforzar el control de Iraq y fortalecieron al sector más militarista, anti-iraquí y pro-israelí de la Administración Bush. Como señala Phyllis Bennis, del Institute for Policy Studies de Washington:
"El abandono por parte de Powell de su propuesta de 'sanciones inteligentes' ante NNUU era ya una señal. Adoptada en principio como estratagema de relaciones públicas para acabar con la creciente preocupación que provocaban las horribles sanciones sobre los civiles iraquíes, las 'sanciones inteligentes' únicamente habrían tratado de reparar el impacto de las sanciones, pero no habrían contrarrestado sus efectos. Después del 11 de septiembre, Washington dejó de sentirse obligado a responder al modo en que el mundo percibía el impacto de las sanciones. Las 'sanciones inteligentes' fueron reemplazadas por una extensión del régimen de sanciones vigente y un acuerdo con el CS para negociar nuevas normas de importación de bienes hacia el interior de Iraq." [16].
EEUU ha procurado sin éxito implicar a Iraq en los atentados del 11 de septiembre, primero en los propios ataques suicidas a través de la conexión checa (los ya desmentidos contactos entre un funcionario de la embajada iraquí en Praga y uno de los pilotos suicidas) y después en los atentados con ántrax (de origen interno) [17]. Sin embargo, miembros del sector más duro de la Administración Bush se expresaron reiteradas veces tras los ataques del 11-S a favor de que la campaña bélica antiterrorista iniciada por EEUU en Afganistán incluyera en una segunda fase a Iraq, y ya antes de concluida la intervención contra ese país, este sector de la Administración y los medios de comunicación estadounidenses consideraban que no era necesario hallar una conexión entre los ataques del 11 de septiembre o la red al-Qaeda e Iraq.
Remitiéndose a las declaraciones de un alto funcionario estadounidense, Newsweek informaba en su edición del 28 de enero que se había alcanzado un "consenso general" en el seno de la Administración Bush entre los secretarios de Estado Powell y el de Defensa Rumsfeld para un "cambio de régimen" en Iraq [18]. La estrategia de la Administración Bush aparece clara: "Sadam [Husein] —señalaba en su artículo Evan Thomas— no será atacado 'mañana o unilateralmente'. Más bien, pronostica este responsable [de la Administración Bush], Powell y Rumsfell trabajarán para lograr un 'compromiso'. EEUU incrementará su presión sobre Sadam para que admita [el retorno de] los inspectores de desarme de Naciones Unidas para buscar las armas de destrucción masiva de Iraq. Nadie [en la Administración Bush] espera que Sadam cumpla plenamente, pero el proceso permitirá ganar tiempo: mostrar la intransigencia de Sadam, ganar el apoyo de los aliados de EEUU, encontrar y apoyar a los luchadores de la libertad [opositores] en Iraq, y preparar una invasión si fuera necesario. El tiempo requerido podrá ser, en cualquier caso, de seis a 18 meses, indica el responsable" (pág. 36).
En la actualidad, la Administración Bush considera que ni tan siquiera un eventual retorno a Iraq de los inspectores de desarme de NNUU sería determinante para evitar la intervención. El principal asesor del secretario de Defensa y jefe del Defense Policy Board del ministerio, Richard Perle, declaraba a la edición alemana del Financial Times, durante la celebración de la Conferencia de Seguridad de Munich, en la primera semana de febrero, que incluso si Iraq aceptaba la exigencia de EEUU del retorno al país de los inspectores, la Administración Bush desencadenaría una guerra contra Iraq si así lo considera necesario: "No hay nada que Sadam Husein pueda hacer para convencernos de que en el futuro no vendrá ningún peligro de Iraq" [19]. Quizás por ello, ante la certeza de que EEUU tiene intención de atacar Iraq y a fin de desactivar una posible justificación, el régimen iraquí no se opone ahora tan categóricamente como antes al retorno de los inspectores, si se establece un procedimiento adecuado para ello y en el marco de una evaluación integral y ponderada de lo que han sido estos 12 años de embargo, que es el que se está procurando establecer en los encuentros entre el ministro iraquí de Exteriores y Kofi Annan [20].
Cuando apareció el artículo en Newsweek, la fecha más temprana para el lanzamiento de la intervención contra Iraq se situaba antes del verano, precisamente tras la conclusión de la fase XI del programa "petróleo por alimentos", a finales de mayo. Perle en las declaraciones antes referidas de febrero indicó que la entonces recién concluida guerra contra Afganistán podría ser un buen modelo para la nueva intervención contra Iraq: campaña masiva de bombardeos aéreos, operaciones especiales de comandos en el interior del país y el recurso a las fuerzas opositoras, que habrían de llevar el mayor peso de la guerra terrestre hasta Bagdad. "Las potenciales fuerzas combatientes serían los kurdos en el Norte y los chiítas en el Sur [del país]", indicó Perle, bajo un liderazgo unificado, el Congreso Nacional Iraquí .[21].
Este modelo impone, por una parte, un notorio despliegue regional que cuente, necesariamente, con el apoyo de algunos Estados árabes de la zona y de Turquía, así como el reestructurar una oposición débil, dividida, corrompida y sin apenas presencia interior, exceptuando la zona del Kurdistán iraquí fuera del control gubernamental. La cadena norteamericana NBC informaba el 11 de abril que el Pentágono pretendería iniciar su intervención contra Iraq en noviembre o diciembre próximos [22], si bien la más plausible es comienzos del año 2003. Cuatro son los factores —por lo demás todos ellos relacionados entre sí— que están determinando posponer la intervención: a) las necesidades logísticas, de orden militar para desencadenar un ofensiva masiva, b) la necesidad de contar con contingentes opositores sobre los que hacer recaer la ofensiva terrestre hasta Bagdad, c) la explícita oposición de los aliados regionales de EEUU, y c) el deterioro de la situación en Palestina.
A finales de 2001 el Pentágono comenzó a desplazar desde sus bases en EEUU a la región del Golfo a los máximos mandos de las Fuerzas Aéreas, Navales, Cuerpo de Marines y del Ejército del Comando Central estadounidense. Asimismo, durante todos estos meses, se han intensificado los contactos de distintas instancias oficiales estadounidenses con la oposición iraquí, mientras se reiteran los rumores de que ya hay presencia de personal de la CIA y cuerpos especiales estadounidense en el Kurdistán iraquí [23]. Sin embargo, parece claro que no hay una "Alianza del Norte iraquí" que, como fue el caso de Afganistán, pueda soportar exitosamente el peso de la ofensiva terrestre hasta Bagdad. Por ello, el Pentágono parece haber asumido que tendrá que haber una decisiva participación de soldados estadounidenses en la invasión terrestre: según fuentes del departamento de Defensa, EEUU tendrá que estacionar previamente en la zona entre 200.000 y 250.000 soldados para la invasión de Iraq, una cifra sin embargo inferior a la de la Guerra del Golfo de 1991, debido a la reducción en un 40% de los efectivos que ejército iraquí tenía entonces, y a un mayor uso de armas de alta precisión, lo cual incrementaría la eficacia de los bombardeos previos a la ofensiva terrestre. En cualquier caso las altas temperaturas de la zona en verano y la necesidad de reabastecer los arsenales vaciados —al parecer— en Afganistán, sitúan como muy pronto en el otoño el inicio de la guerra [24].
Palestina e Iraq: destinos entrelazados
El último factor a considerar es la capacidad de EEUU de implicar a sus aliados en la agresión a Iraq, hasta ahora abiertamente reticentes. En este sentido, un antecedente preocupante ha sido el cambio de actitud de Rusia. La clave para la aprobación de la resolución 1409 ha sido la aceptación final por parte de Rusia de la lista de productos prohibidos antes mencionada. El apreciable cambio de postura de Moscú, que —como veíamos— hace un año amenazó con recurrir al veto por tal motivo, ha sido la promesa estadounidense de dar luz verde a los contratos firmados por Rusia e Iraq que, por valor de 700 millones de dólares, EEUU y Gran Bretaña tienen bloqueados en el Comité de Sanciones por considerar que son susceptibles de uso militar por Bagdad. La decepción iraquí ha sido mayúscula, tras haber favorecido comercialmente a Rusia durante todos estos año: la Rusia de Putin modificaba así radicalmente la línea mantenida en estos años de defender una negociación entre NNUU e Iraq que condujera al fin del embargo. Los acuerdos firmados a finales de mayo con EEUU, la OTAN (incluido la creación del Consejo OTAN-Rusia) y la UE pueden convencer definitivamente a una Rusia, ansiosa de recuperar el estatuto de "potencia mundial" que oponerse a la guerra contra Iraq sería un grave error estratégico.
Pero el factor crítico que ha de afrontar EEUU en los próximos meses es vencer la oposición de sus tradicionales aliados árabes en la región y, asociado a ello, lograr una resolución rápida de la crisis en Palestina tras el fracaso definitivo del proceso de Oslo y el colapso de la Autoridad Palestina (AP) tras la ofensiva del gobierno Sharon de los meses pasados. A mediados de marzo, antes de que se iniciara el asalto del ejército israelí a las Áreas Autónomas en Cisjordania, el vicepresidente estadounidense Cheney, en su primera salida al exterior tras el 11-S, visitaba varios países europeos y la práctica totalidad de los países árabes de Oriente Medio —además de Turquía e Israel— a fin de discutir con sus aliados "los futuros pasos en la guerra global contra el terrorismo", según fuentes oficiales citadas por Reuters; en suma, reconstruir una nueva coalición bélica similar a la de 1991 comprometiéndolos en la nueva agresión contra Iraq. Pese a que la argumentación predominante en los últimos meses para justificar el asalto final a Iraq es que su régimen sigue constituyendo una amenaza para sus vecinos, éstos —con la excepción de Israel— mostraron al menos públicamente su abierta oposición a la decisión de Washington de atacar Iraq. Por ejemplo, la oposición fue tan explícita en Arabia Saudí, que el Pentágono ha decidido establecer un segundo Comando Aéreo en la Península, en Qatar, desde el que se dirigirían todas las operaciones contra Iraq, tras la incertidumbre de que los saudíes permitan a EEUU que utilice en su ataque a Iraq la base Príncipe Sultán, donde tiene alojado el actual centro de mando regional de la Fuerza Aérea. Para mayor irritación de EEUU, en la cumbre de la Liga Árabe celebrada en Beirut pocos días después de realizada la gira de Cheney a la zona se formalizaba la reconciliación oficial entre Arabia Saudí e Iraq, y se sentaban las bases para hacer lo propio entre Bagdad y Kuwait. Tras todo ello, en lo que no debe dejar de considerarse como una clara llamada de atención a los regímenes árabes, la Administración Bush daba luz verde a la ofensiva del gobierno de Ariel Sharon contra las Áreas Autónomas , iniciada el 29 de marzo y que se prolonga prácticamente hasta el día de hoy.
Pudiera pensarse que EEUU ha hecho una arriesgada apuesta permitiendo a Israel el asalto de los territorios palestinos, creyéndose que con ello ha complicado y retrasado su intervención contra Iraq. Pero igualmente cabe considerar que el mensaje enviado a la oficialidad árabe es demasiado contundente como para que no sea tomado en serio: al haber permitido que Israel invadiera las ciudades y campamentos palestinas y asediara la sede gubernamental de Ramala amenazando la integridad física del propio Arafat, la Administración Bush ha recordado a sus propios aliados árabes que nadie es imprescindible en Oriente Medio salvo Israel y que las reglas del juego regionales previas al 11-S ya no valen. El discurso pronunciado por el presidente George W. Bush sobre Oriente Medio el martes 25 de junio constituye la más clara formulación de esta lógica "guerra global contra el terrorismo" aplicable a la región tras el 11-S [26]. Bush se alinea definitiva y categóricamente con la exigencia del gobierno israelí de que la continuación del proceso de negociación con los palestinos y la creación de un Estado palestino han de supeditarse al cambio de liderazgo palestino, es decir, a la sustitución política de Arafat, abandonando la idea de convocar una conferencia de paz regional. No casualmente el discurso se produce en plena ofensiva del ejército israelí contra las Áreas Autónomas palestinas, con la reocupación, de nuevo, de todas sus ciudades.
Y es que ésta es la clave a valorar en los próximos meses: si el objetivo manifiesto de EEUU es la sustitución por la fuerza de un régimen árabe, el iraquí ¿hasta que punto los restantes regímenes árabes —todos ellos extremadamente débiles o internamente deslegitimados— que ahora se muestran refractarios a un ataque contra Iraq mantendrán su oposición al mismo si comprueban que EEUU está determinado a lanzarlo? La lógica de la "guerra global contra el terrorismo" de la Administración Bush es explícita y similar a la de 1990-91, antes de la Guerra del Golfo: "o conmigo o contra mí", y ningún régimen árabe podrá eludir el desafío —como se ha podido comprobar en Palestina con Arafat— de una sustitución fulminante en caso de disidencia. De hecho, permitiendo el salto israelí contra la AP, la Administración Bush ha podido ya constatar la debilidad de la respuesta oficial árabe a la ofensiva de Sharon, pudiendo imaginar su escasa resistencia ante un ataque a Iraq.
El final de la jugada es previsible. A fin de cerrar la cuestión palestina favoreciendo a su aliado estratégico en la región, Israel, y a fin de aliviar la presión interna sobre los gobiernos árabes, EEUU promueve ahora, tras la ofensiva israelí de mayo-abril y aprovechando la debilidad extrema de Arafat, un acuerdo rápido para la creación de un "Estado palestino" que no sería más que un protectorado estadounidense, que en estos días estarían diseñando el general retirado Anthony Zinni y el director de la CIA, George Tenet. Como señala el analista Mohamed Sid Ahmad, tenemos derecho a preguntarnos si las declaraciones de la Administración Bush a favor de la creación de un Estado palestino —efectuadas primero tras iniciarse la guerra contra Afganistán (y plasmadas después en la resolución 1397 del CS) y ahora una vez concluido el asalto israelí a las Áreas Autónomas— son la respuesta esperada a las aspiraciones nacionales del pueblo palestino o una mera "distracción para allanar el camino para un ataque decisivo contra Iraq" [27]. En este sentido el destino de los pueblos iraquí y palestino está hoy, más que nunca, dramáticamente entrelazado.
Notas:
1. El programa "petróleo por alimentos" se renueva semestralmente, junto con las propias sanciones.
2. http://www.un.org/News/Press/docs/2002/SC7395.doc.htm. Una evaluación detallada de esta resolución puede leerse en CSCAweb en: http://www.nodo50.org/csca/iraq/nota-csca_16-05-02.html.
3. Una evaluación del programa "petróleo por alimentos" y de la resolución 1284 puede leerse en el texto de la ex directora del Programa Mundial de Alimentos para Iraq, Jutta Burghardt, en CSCAweb: http://www.nodo50.org/csca/iraq/petroleoxalimentos-ddhh.html.
4. Documento S/2002/515. Puede consultarse en:
http://www.un.org/Depts/oip/cpmd/GRLunofficial.pdf .
5. Hans von Sponeck: "UN Resolution 1409:... and then a mouse was born!, EWR 7, 31 May 2002.
6. Sobre el procedimiento establecido por la 1409, léase en CSCAweb
http://www.nodo50.org/csca/iraq/nota-csca_16-05-02.html.
7. Referencia nota 5.
8. Síntoma de esta preocupación se puede considerar el comunicado publicado en el International Herald Tribune el pasado 20 de marzo firmado por centenares de personalidades y organizaciones mundiales exigiendo el fin del embargo
(http://www.nodo50.org/csca/iraq/comunicado-int_20-03-02.html).
9. Tras una primera visita a Iraq de un secretario de la Liga Árabe desde la Guerra del Golfo, el egipcio Amr Musa transmitía a Kofi Annan un mensaje del gobierno iraquí para recuperar el diálogo con el organismo internacional: Wall Street Journal, 21 de enero de 2002.
10. Referencia nota 5.
11. Véase en CSCAweb: http://www.nodo50.org/csca/iraq/sponeck_29-01-02.html.
12. Véase en CSCAweb: http://www.nodo50.org/csca/iraq/nueva_estrat-mar01.html.
13. Léase al respecto el clarificador artículo de Raad Alkadiri, analista de la Petroleum Finance Company, traducido en CSCAweb: http://www.nodo50.org/csca/iraq/merip_27-05-02.html].
14. Véase en CSCAweb: http://www.nodo50.org/csca/iraq/res_embargo_5-01.html.
15. Véase en CSCAweb: http://www.nodo50.org/csca/iraq/sanciones_7-01.html.
16. Véase en CSCAweb el artículo de Phyllis Bennis "La amenaza iraquí: ¿realidad o conveniencia?": http://www.nodo50.org/csca/iraq/bennis_6-02-02.html].
17. Véase en CSCAweb:
http://www.nodo50.org/csca/agenda2001/ny_11-09-01/csca_15-10- 01.html.
18. Newsweek, de 28 de enero de 2002. Véase en CSCAweb:
19. Declaraciones recogidas en www.albawaba.com, en CSCAweb
http://www.nodo50.org/csca/iraq/nota-csca_11-02-02.html.
20. Declaraciones de Tareq Aziz, MIE, núm. 674, mayo de 2002.
21. http://www.nodo50.org/csca/iraq/nota-csca_23-01-02.html.
22. Véase la nota 18.
23. Defence & Security, 15 de abril de 2002. En la edición del domingo 16 de junio del Washington Post, el periodista Bob Woodward confirmaba que el presidente Bush había firmado a comienzos de este año una orden presidencial ordenando a la CIA desarrollar un programa global y encubierto para derrocar a Sadam Husein, que, más que pretender lograr tal objetivos, se considerada preparatorio del asalto militar contra Iraq
(http://www.nodo50.org/csca/iraq/nota-csca_19-06-02.html).
24. El pasado abril un equipo estadounidense —que incluía un alto oficial de la CIA y el general retirado Wayne A. Downing, viceconsejero de Seguridad Nacional de la Casa Blanca para la lucha antiterrorista, cargo creado tras el 11-S— mantuvo un encuentro secreto en Alemania con Massud Barzani y Jalal Talabani, dirigentes de los dos principales partidos kurdo-iraquíes, el PDK y la UPK, respectivamente: Al-Bawaba News, 14 de mayo de 2002. Véase en CSCAweb: http://www.nodo50.org/csca/iraq/nota-csca_11-02-02.html y http://www.nodo50.org/csca/iraq/nota-csca_22-03-02.html.
25. Véase en CSCAweb: http://www.nodo50.org/csca/iraq/nota-csca_17-04-02.html.
26. Véase en CSCAweb
:http://www.nodo50.org/csca/palestina/nota-csca_bush_25-06-02.html
27. Mohamed Sid Ahmad: ¿Palestina o Iraq?, Al Ahram Weekly Online, núm. 578, marzo 2002, traducido en CSCAweb:
http://www.nodo50.org/csca/palestina/sid-ahmad%20_26-03-02.html.)