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Medio Oriente

27 de julio del 2002

La alianza entre Israel y la extrema derecha estadounidense

Dinero y votos: 'A Dios rogando y con el mazo dando'
Phyllis Bennis y Jaled Mansur
Comité de Solidaridad con la Causa Arabe

El pasado 9 de junio, menos de un millar de personas se manifestaban ante la embajada de Israel en Madrid en apoyo del gobierno de Sharon y contra el "terrorismo palestino". Lo relevante de esta convocatoria es que, por primera vez, se movilizaban públicamente a favor de Israel organizaciones evangelistas y judías españolas. Esta asociación entre organizaciones sionistas y de extrema derecha protestante ni es nueva ni debe sorprender. Este texto de Phyllis Bennis y Jaled Masur explica la conexión política y económica entre el tradicional lobby sionista y sectores ultraconservadores estadounidenses vinculados al Partido Republicano, una alianza que está trasladándose a otros países occidentales. [CSCAweb, 22-07-02]
Los análisis sobre la relación EEUU-Israel se centran habitualmente sobre el manido tema de 'la influencia': ŋtiene más poder el lobby pro-israelí o el conjunto de expertos estrategas de Washington? En realidad, esta cuestión ni siquiera es clave. Mas bien se podría afirmar que los intereses israelíes y estadounidenses coinciden en los mecanismos políticos y estratégicos de la toma de decisiones de EEUU. La pasada década fue testigo de la consolidación estratégicamente inamovible de la hegemonía estadounidense postsoviética en Oriente Medio. Durante este periodo de transición global, la continuidad y el cambio han caracterizado las acciones políticas y militares en la relación EEUU-Israel, particularmente durante los primeros dos años de mandato de Benjamin Netanyahu.
Las relaciones de ambos países han sido complejas desde el principio, abarcando intereses y prioridades internas y de carácter internacional. Los asuntos internos, especialmente el interés de la comunidad judía en la asistencia a los supervivientes del holocausto mal recibidos en Europa o EEUU, influenciaron inicialmente el tono de estas relaciones bilaterales. Pero tras la victoria israelí de 1967, el elemento clave en esta relación pasó a ser el abanico de posibilidades que Israel podía ofrecer a los intereses de EEUU en la región. Sin embargo, el apoyo político, amplio y sostenido por republicanos y demócratas, se enraíza desde siempre en el hecho de que los objetivos de las redes del lobby confirmaban más que retaban los intereses nacionales de EEUU (tal y como los define el Pentágono y el Departamento de Estado). Israel ha jugado un papel decisivo durante muchos años como suplente estratégico y aliado en la Guerra Fría, tanto en el ámbito regional como en escenarios globales: Asia, África, América Latina.
El colapso de la URSS, y la victoria militar de EEUU en la Guerra del Golfo, definieron un nuevo mapa político en Oriente Medio. Los principales intereses estadounidenses (proteger el suministro de petróleo y mantener la capacidad estratégica) permanecieron, mientras que los regímenes locales adquirieron una nueva importancia en tanto mantuvieran una disposición de mercado abierta y estable. Aunque los objetivos estaban claros, los medios de protección de dichos intereses durante el periodo de transición estuvieron menos definidos. El papel estratégico de Israel comenzó a ser analizado desde otra perspectiva. Con el final de los conflictos inherentes a la Guerra Fría en África, Asia y otras zonas en tensión, el énfasis anteriormente depositado en la fuerza militar se decanta en favor del realineamiento económico y de mercado.
Durante la operación Tormenta del Desierto, la presión de EEUU sobre la coalición árabe contra Iraq -un componente clave para Washington en el Nuevo Oriente Medio de la Postguerra Fría- requirió que Israel permaneciese al margen del conflicto. La protección de Israel devino pieza decisiva, y por ello la Administración Bush puso a disposición de Tel Aviv sus sistemas antimisles Patriot, junto con otros costosos sistemas tecnológicos de defensa. Aunque sin duda el Pentágono y el Departamento de Estado están definiendo los nuevos requisitos para la defensa de los intereses de EEUU en Oriente Medio, es improbable que se produzca ninguna modificación en sus relaciones con Israel. Las realidades políticas, tanto tiempo acordes con sus intereses estratégicos, tienden a tomar vida propia.
'La Alianza Profana'
La mayor de estas realidades es el nexo inamovible entre los políticos estadounidenses y los círculos de apoyo a Israel a la hora de financiar campañas y obtener votos. La creciente inquietud y división entre los judíos estadoundenses respecto a Israel ha comenzado, a pesar de todo, a generar apoyos a dicho Estado fuera de la mayoritariamente demócrata y a menudo liberal comunidad judía, para hacerlo en la derecha cristiana y sionista, mayoritariamente republicana.
Apenas unas horas antes de su cita en el despacho oval con el presidente Bill Clinton, en Enero de 1998, Benjamin Netanyahu estrechaba la mano del reverendo Jerry Falwell, uno de los críticos mas feroces de Clinton entre el fundamentalismo cristiano. Netanyahu se encontraba en Washington captando todos los apoyos posibles para persuadir a la Administración Clinton acerca del uso de la presión (definida como cualquier declaración pública de los objetivos estadounidenses para la paz en Oriente Medio) para forzar a Netanyahu a volver a las atascadas conversaciones de paz. Después de su reunión con el líder israelí, Fallwell señaló que "hay alrededor de 200.000 pastores evangélicos en América, y estamos solicitándoles a través del correo electrónico, fax, carta y teléfono, que vayan a sus púlpitos, y que usen su influencia apoyando al Estado israelí y a su primer ministro". [1]
Este encuentro fue tan sólo el mas reciente episodio de una vieja alianza que dura ya dos décadas, establecida entre el derechista partido de Netanyahu , el Likud, y el no menos derechista fundamentalismo cristiano estadounidense. Un aspecto novedoso de esta alianza es la emergencia del fuertemente organizado movimiento cristiano sionista como un poderoso componente del apoyo al Estado israelí, que una vez se considerara liberal y eminentemente judío. Fue el primer ministro Menachem Begin la primera persona en reconocer el peso potencial del fundamentalismo cristiano en los ámbitos políticos estadounidenses. Begin condecoró a Falwell con la medalla Jabotinsky al principio de la década de los 80, pocos años después de que éste se hubiera introducido en la escena política con el establecimiento de su organización Moral Majority. [2]
Begin, cuya ascensión al poder en 1977 puso fin a un largo periodo de gobiernos laboristas, buscó aliados naturales en los círculos conservadores de EEUU. Durante su primer año de mandato, desarrolló los conductos necesarios para contactar con los fundamentalistas cristianos, "con el objetivo de sondear sus motivaciones proisraelíes". El resultado fue sorprendente: en 1977, comenzaron a aparecer en los principales periódicos y revistas de EEUU anuncios a toda página, declarando el apoyo de las organizaciones cristianas a Israel y a algunas de sus políticas como la inmigración de los judíos de la URSS. En 1981, después de que Israel bombardeara el reactor nuclear iraquí, Begin solicitó a Falwell algo de publicidad a favor de Israel, cuya acción fue duramente criticada por la Administración estadounidense. Falwell, en sus numerosas apariciones televisivas, "habló a favor de la incursión sobre Bagdad" [3] y Begin le volvió a recompensar con la medalla.
La alianza entre la derecha israelí y el fundamentalismo cristiano ha tomado forma debido a la intervención de diversos factores ideológicos, internacionales e internos. Ideológicamente, los protestantes fundamentalistas siempre han considerado las aspiraciones bíblicas de la segunda venida de Cristo, un suceso anunciado por el retorno de los judíos a Tierra Santa y la existencia de una entidad judía preparada para recibir al Mesías.
En un plano interno, parece claro que la influencia de grupos conservadores cristianos está creciendo rápidamente en los círculos políticos de EEUU. Sara Diamond, autora de Spiritual Warfare: The politics of the Christian Right, percibió los primeros signos: "desde antes de 1980, los expertos en planificación del Partido Republicano estimaron que sólo el 55% de todos los fundamentalistas cristianos estaban censados como votantes, comparando con el 72% de la población general. Esta situación cambió en 1980, cuando los esfuerzos combinados de Christian Voice, Moral Majority y los comités de acción política de la nueva derecha obtuvieron al menos dos millones de nuevos votantes en la esfera del fundamentalismo, una significativa 'minoría moral' que hizo que Ronald Reagan resultara elegido con sólo el 26% del electorado. El experto en encuestas Louis Harris estimó que los votantes fundamentalistas blancos contribuyeron con dos tercios a los diez puntos que marcaron el margen de la victoria sobre Jimmy Carter".
Mas recientemente, el columnista del Washington Post Richard Cohen describe cómo "el Partido Republicano ha ido mostrándose convenientemente devoto. Esto se debe a la influencia impuesta de conservadores religiosos de gran poder en la política, como Gary Bauer del Family Research Council o el Dr. James Dobson del programa de radio Focus on the family". [4] La limpieza republicana de 1994 en la Cámara de Representantes, trajo al poder a un número de cristianos conservadores, y ayudó a convertir al Congreso en el mas importante sostén de Israel, calificado como "amigo mas favorecido" en la política exterior de EEUU.
Israel y el fundamentalismo cristiano
La implicación ideológica del fundamentalismo cristiano en Tierra Santa se remonta al siglo XIX, cuando los protestantes americanos fueron testigos del resurgir del movimiento. Durante los últimos cien años, los evangélicos americanos han mirado hacia Palestina no sólo en calidad de misioneros y peregrinos, sino además como aliados de las políticas sionistas. A lo largo de este siglo han estado esperando y anticipando la segunda venida de Cristo. Muchos fundamentalistas de EEUU todavía siguen adhiriéndose a esta teología milenaria, que sostiene que el retorno de los judíos a Palestina es una condición previa necesaria para la aparición del Mesías. Con ello, los judíos e Israel afianzan la realización de esta visión escatológica de Oriente Medio.
Las presiones sobre el Congreso desde esta perspectiva bíblica han venido sucediéndose desde finales del pasado siglo. En 1891, William Blackstone, un metodista de Chicago y figura prominente en el joven movimiento cristiano pro sionista, logró reunir las firmas de 43 congresistas, gobernadores, alcaldes y empresarios en una petición dirigida al entonces Presidente Benjamin Harrison. Dicha petición solicitaba a Harrison que encabezara un movimiento internacional de apoyo a un Estado judío en Palestina.
Es difícil calibrar exactamente la influencia de la docena de grandes organizaciones conservadoras cristianas (la de Falwell entre ellas), las cuales apoyan de manera ciega y feroz todas las líneas políticas emprendidas por el Likud. Algunas estimaciones sitúan el número de seguidores y activistas miembros de estas organizaciones alrededor de los 61 millones de estadounidenses durante los años 80. [5] El incondicional apoyo cristiano a Israel no representa coste político alguno a los líderes fundamentalistas: "A pesar de lo que Israel haga, los creyentes cristianos verán la mano de Dios en ello, ya se trate de la construcción de un nuevo edificio o una autopista, ya del bombardeo de una instalación nuclear árabe". [6]
A mediados de los 80, el Comité Americano Israelí de Asuntos Públicos (AIPAC), el mayor lobby de Israel en el Capitolio, comenzó a realinear sus posiciones junto a las de la emergente nueva derecha estadounidense. El AIPAC supuso correctamente que el compromiso de la extrema derecha estadounidense con Israel difería considerablemente de los apoyos convencionales prestados al Estado sionista por las distintas Administraciones, apoyos históricamente enraizados en la estrategia global antisoviética de EEUU. Mas aún, la extrema derecha jamás había prestado atención al deplorable récord israelí en materia de derechos humanos. Un miembro de AIPAC incluso reconoció que "nos estamos volviendo más 'neoconservadores'. Queremos ampliar a la derecha el apoyo a Israel con gente que no le importa lo que está sucediendo en Cisjordania, pero que sí le preocupa la URSS".[7] La mayoría de estas personas eran protestantes fundamentalistas de derecha que percibieron el apoyo a Israel como una clave para la pervivencia política y espiritual de EEUU.
El fundamentalismo cristiano ha estado dispuesto a prestar su apoyo a Israel incluso después del hundimiento del Imperio diabólico (la URSS), ya que su postura estaba definida más por criterios teológicos que estratégicos. De acuerdo con Robert Kuttner, de la revista The New Republic, el beneficio ha sido mutuo. El AIPAC y sus controvertidos lazos con sectores locales proisraelíes fundamentalistas comenzaron "obteniendo apoyo financiero judío para los candidatos de la extrema derecha que defendían las posiciones que la mayoría de los judíos mantiene en muchos temas. Los republicanos conservadores implicados en este proceso han descubierto una cínica fórmula: basta con demostrar la suficiente lealtad a Israel para lograr un sustancial porcentaje de apoyo judío que puede incluso dejar fuera del juego político a sus competidores demócratas". [8] Viendo que los grupos derechistas cristianos han derribado uno tras otro a los candidatos liberales proisraelíes "debido a sus votos a favor del aborto, los derechos civiles y los gastos sociales (...) el dinero proisraelí se ha movido con agilidad hacia las posiciones derechistas de la mayoría de los votantes judíos". [9]
Bienvenidos los evangelistas
Es la realización de las profecías bíblicas respecto a la segunda venida de Cristo lo que motiva el apoyo fuertemente enraizado en lo religioso del fundamentalismo estadounidense a Israel. Tras el retorno de los judíos a Palestina, se esperan con expectación otros sucesos que aceleren el cumplimiento de la promesa bíblica. El punto clave entre las profecías será la conversión de los judíos. Este aspecto de la agenda sionista cristiana se mantiene en segundo plano tanto para los fundamentalistas como para los judíos. "Begin quiso a los evangelistas de visita y no de prédica" [10] y ambas partes parecen haber mantenido sus acuerdos en este aspecto.
Muchos judíos liberales americanos han manifestado su desacuerdo con esta alianza entre los conservadores israelíes y estadounidenses. Los judíos liberales, que están a favor del aborto, la escuela laica y la separación de la iglesia y el Estado, se alarmaron ante el regreso de un gobierno de derechas en Israel y se sintieron conmocionados ante el apretón de manos del AIPAC y el conservadurismo fundamentalista cristiano. Según Robert Zimmerman, Presidente del Congreso Judío Americano (AJC), el programa fundamentalista "amenaza las mismas libertades que una vez protegieron a los judíos en América" [11]. Sin embargo, el punto de vista del AJC no es compartido por otras grandes organizaciones judías en EEUU. Este desacuerdo se extiende incluso a otros organismos. Nathan Pelmutter, director de la Liga Antidifamación de Bīnai Bīrith (LAD), rechazó las preocupaciones de los judíos liberales ante el apoyo fundamentalista a Israel con la frase A Dios rogando y con el mazo dando [12]. Pero Abraham Foxman, director ejecutivo de la LAD y una de las voces más influyentes del judaísmo estadounidense, expresó su rechazo ante el encuentro entre Netanyahu y Falwell, que calificó como "comportamiento tosco e insensible" [13]. Cuando Begin hizo frente a las críticas surgidas en el entorno liberal judío estadounidense a raíz de su reunión con Falwell en los 80 y su activa búsqueda de apoyos en el fundamentalismo cristiano, respondió: "Les digo que si los fundamentalistas cristianos nos apoyan hoy en el Congreso, yo haré lo mismo con ellos cuando el Mesías vuelva mañana". [14] Lenny Davis (conocido ahora como Lenny Ben David), primer jefe de investigación del AIPAC y actualmente segundo en la jerarquía de la embajada israelí en Washington, refleja mejor el peligroso cinismo subyacente en esta alianza profana entre la derecha israelí, sus lobbies y el fundamentalismo conservador cristiano: "hasta que yo no vea a Jesús bajando de la colina, estoy a favor de todos los amigos que Israel pueda obtener. Dejen que las organizaciones de defensa (AJC y LAD) se preocupen sobre los asuntos internos (oración en la escuela, aborto, antisemitismo) que pudieran surgir entre ellos". [15]
Entre tanto, la Casa Blanca y el Departamento de Estado discutían con Netanyahu en el vano intento de reanimar el proceso de paz y evitar la censura del Congreso. Los fundamentos de la relación EEUU-Israel se han trastocado con el fin de la Guerra Fría y, con ello, ha disminuido la necesidad de un aliado estratégico que ejecute trabajos sucios en el Tercer Mundo. Internacionalmente, el significado estratégico de las fuertes relaciones israelo-estadounidenses se ha situado en primer plano tras el colapso de la URSS, habida cuenta del la importancia de Israel como puente hacia un Oriente Medio rico en petróleo.
A pesar de todo, Washington no ha recibido este cambio de planteamientos con una disminución de su alianza con Israel. La relación entre política y el dinero de los apoyos proisraelíes permanece como una constante indiscutida. Es dudosa la posibilidad de desafiar el poder y la influencia del conservadurismo cristiano. El día en que hasta Washington se vea obligado a reconocer que el acuerdo de paz palestino-israelí de Oslo está muerto, el nexo entre los asuntos internos políticos y las exigencias globales determinará eventualmente qué es lo que se puede cambiar y qué debe permanecer en la alianza EEUU-Israel.
Notas:
1. Publicado en The New York Times, 21 de enero de 1998.
2. Edward Tivnan: The lobby: Jewish Political Power and American Foreign Policy, New York, Simon y Schuster, 1987, pág. 187.
3. Yossi Melman y Dan Raviv: Friends in Deed: Inside the US-Israel Alliance , New York, Hyperion, 1994, pág. 354.
4. The Washington Post, 2 de julio de 1998
5. Tivnan, op. c. pág. 182
6. Melman y Raviv, op. c. pág. 356
7. Tivnan, op. c. pág. 181
8. Citado en Richard Curtiss, Stealth PACs: Lobbing Congress for control of US Middle East Policy (Washington CD: The American Educational Trust, 1996), pp. 81-82
9. Ibid., op.c. pág. 82
10. Melman y Raviv, op. c. pág. 361
11. Ibid.
12. Tivnan, op. c. pág. 182
13. Curtiss, op. c. pág. 82
14. Thomas Friedman, From Beirut to Jerusalem (New York: Farrar Straus & Giroux, 1989), p. 486
15. Tivnan, pág. 182.
* Phyllis Bennis y Jaled Mansur son editora de la revista Middle East Report y profesora del 'Institute for Policy Studies', Washington DC (EEUU), y periodista egipcio residente en Washington, respectivamente.
Artículo publicado en Middle East Report en su número de otoño de 1998 con el título "Praise God and pass the ammunition! The changing nature of Israel's US Backers". Traducido del inglés por David San Martín y publicado en Nación Árabe núm. 39, verano de 1999.