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Medio Oriente

2 de mayo del 2002

El EE.UU. de las corporaciones y la ocupación israelí de Palestina

Sam Bahour
Yellow Times
Traducido para Rebelión por Germán Leyens

El EE.UU. de las corporaciones y los consejos de administración de las grandes empresas en todo el mundo poseen una inmensa influencia política. En realidad se puede decir que en el mundo material de nuestros días, los intereses corporativos son los principales factores motivadores para la acción política. En el conflicto israelí-palestino, ese poder, por una multitud de razones, ha sido injustamente movilizado para ayudar a sostener 35 años de una dominación militar y económica ilegal de Israel sobre el pueblo palestino.
A la luz de esto y de la situación en deterioro en el Oriente Próximo, ha llegado el momento de que los consejos de administración corporativos de las compañías que están involucradas en esa región reevalúen su papel, incluso si ese papel ha sido el de mantener el silencio durante todos estos años. El mundo corporativo debe canalizar su influencia para terminar con la ocupación israelí. El conflicto israelí-palestino ha alcanzado un punto peligroso que posee el potencial de perturbar la actividad empresarial, especialmente los intereses de negocios de EE.UU. en todo el Oriente Próximo. Los intereses estratégicos nacionales de EE.UU. en la región están también en peligro, es decir el costo y el flujo sin interrupción del petróleo. Millones de dólares corporativos y del dinero de los contribuyentes estadounidenses invertidos en la construcción de la economía palestina fueron perdidos en la reciente ofensiva israelí contra la infraestructura civil y nacional palestina. Sería negligente si el EE.UU. de las corporaciones guardara silencio mientras su gobierno vuelve a asignar aún más dólares impositivos a la región sin enfrentar la fuente del conflicto. La terminación de la ocupación israelí es la única solución para volver a poner en marcha la región.
Mientras estaba obteniendo mi maestría en ciencias empresariales en las Universidades de Tel Aviv y del Noroeste, el Profesor de Liderazgo y Ética, David Messick, asignó dos lecturas a la clase. Una, de Milton Friedman, argumentaba que los ejecutivos corporativos no tenían una responsabilidad social pero que debían ajustarse a las "reglas básicas de la sociedad, tanto a aquellas incorporadas en el derecho, como a aquellas incorporadas en la costumbre ética." La segunda lectura, de Kenneth Goodpaster, argumentaba que los gerentes corporativos tenían un "doble rol" en su competencia: tomar decisiones que fueran lo mejor para sus corporaciones y considerar la forma en la que sus decisiones empresariales afectaban el medio externo a sus firmas. Ambos escritores, aunque presentaban puntos de vista en conflicto, son buenos puntos de referencia para el argumento que las corporaciones en todo el mundo tienen un rol que jugar en la ayuda para terminar con la ocupación israelí.
Tanto si uno sólo se basa en principios legales para tomar decisiones o si tiene una mayor conciencia de su responsabilidad social, o la de su corporación, el resultado es el mismo -tener conciencia de cómo sus acciones podrían apoyar la opresión de otros. Para los ejecutivos menos inclinados a la responsabilidad social, las leyes de EE.UU. que gobiernan el comercio exterior de EE.UU. deben ser la guía. Existe una serie de leyes que constituyen una obligación legal para las corporaciones de EE.UU., tales como las Leyes de Ayuda al Exterior y de Control de la Exportación de Armas. La ley de EE.UU. estipula, entre otras cosas, que cualquier artículo militar o servicios militares a cualquier país deben ser provistos "sólo para la seguridad interna, [o] para la legítima autodefensa" (<22U.S.C>. 2302 y 2754).
El excesivo y desproporcionado uso de la fuerza por Israel para reprimir al pueblo palestino, y su reciente ofensiva contra las ciudades palestinas con armas suministradas por EE.UU., excede claramente los límites de lo que puede ser considerado legítima autodefensa y es por lo tanto una violación de la ley de EE.UU. Las corporaciones cometerían un error si continuaran ignorando este hecho, basadas en la esperanza que las personas que están siendo dañadas por sus decisiones empresariales no emprenderán acciones legales en el futuro. Los fantasmas legales han rondado alrededor de numerosas compañías, especialmente en Europa, muchos años después de su desdén por el derecho humanitario. La toma de decisiones proactivas de hoy que posiciona a una firma en oposición directa a la ocupación israelí le ahorrará la potencial agonía de confrontar acusaciones penales en el futuro.
Además, según la ley de EE.UU., "no se podrá suministrar ayuda de seguridad a ningún país cuyo gobierno esté implicado en un patrón consecuente de flagrantes violaciones de los derechos humanos internacionalmente reconocidos" (<22U.SC>).2304. El Departamento de Estado de EE.UU. ha documentado repetidamente en sus informes anuales que Israel realiza "tortura o trato cruel, inhumano, o degradante de castigos, detención prolongada sin acusaciones y juicio, causando la desaparición de personas mediante el rapto y la detención clandestina de esas personas, y otras flagrantes denegaciones del derecho a la vida, a la libertad, o a la seguridad de personas." Hace tiempo que el EE.UU. corporativo hubiera debido tomar nota y actuar correspondientemente.
Además, hay una multitud de políticas y decisiones gubernamentales de EE.UU. que debieran servir de guía ética a las corporaciones en este conflicto. Por ejemplo, hay que considerar los asentamientos ilegales de Israel que continúa construyendo en tierras palestinas en Cisjordania, la Franja de Gaza y Jerusalén Este. Sucesivas administraciones de EE.UU. han declarado que esos asentamientos son o "ilegales", "obstáculos a la paz", "poco útiles", "provocadores", u "obstáculos" a la paz. Es hora de que los ejecutivos de corporaciones como Catee pillar, cuyo equipo es utilizado para construir esos asentamientos, comprendan las contribuciones negativas que hacen a la paz en el Oriente Próximo al no escuchar durante tantos años las advertencias de su propio gobierno. Esas contribuciones negativas van más allá de una violación potencial de la ley de EE.UU. La separación de las ramas ejecutiva, legislativa y judicial del gobierno, junto con los objetivos a corto plazo de poderosos grupos de intereses, pueden complicar o retardar la acción legal contra las corporaciones que apoyan la ocupación israelí, pero no hay que ser llevado a pensar que una tal demora durará para siempre.
Las corporaciones de EE.UU. relacionadas con lo militar, apoyan la ocupación israelí utilizando un mecanismo institucionalizado suministrado por el Congreso. El Congreso ha estipulado que un setenta y cinco por ciento de la ayuda militar extranjera de EE.UU. a Israel, que asciende a más de 2 mil millones de dólares por año, debe ser gastado en la compra de productos y servicios de EE.UU. Firmas como Lockheed, Boeing, United Technologies, Raytheon, ExxonMobil, Northrop, Pgsus, General Dynamics y Oshkosh, entre otras, contribuyen directamente a los pertrechos que Israel utiliza para violar el derecho internacional y humanitario. Los siguientes son algunos casos específicos:
· El fabricante de armas estadounidenses Lockheed Martin Aeronautics Company, que suministra los cazas jet utilizados para bombardear las ciudades palestinas que han estado bajo cerco militar durante 18 meses, anunció orgullosamente el 5 de septiembre de 2001, desde Fort Worth, Texas, que Israel había decidido la compra de otros 52 cazas jet F-16 Lockheed Martin. Se informó que el valor del contrato sólo por los aviones en sí era de aproximadamente 1.300 millones de dólares.
· Sikorsky Aircraft Corporation, subsidiaria de United Technologies Corporation, vende a Israel armamentos de EE.UU. utilizados para destruir ciudades palestinas y realizar asesinatos políticos de civiles palestinos desde el aire. "La relación de más de 40 años de nuestra compañía con Israel es una fuente de orgullo," dijo el Presidente de Sikorsky, Dean Borgman, en un comunicado de prensa del 1 de febrero de 2001, anunciando que su firma había recibido un contrato por 211,8 millones de dólares por 24 helicópteros Black Hawk adicionales para la Fuerza Aérea Israelí.
· Otros proveedores militares menos visibles son, por ejemplo, Federal Laboratories en Saltsburg, Pensilvania, que suministra gas lacrimógeno CS a los militares israelíes. Durante la primera Intifada palestina en 1988, Federal Laboratorios se vio expuesta a acciones de desobediencia civil en la puerta de su planta en Saltsburg y a un juicio en tribunales estadounidenses después que Israel abusó de su mortífero gas lacrimógeno disparándolo en áreas cerradas, lo que resultó en el asesinato de numerosos palestinos. Federal Laboratories dejó de exportar el gas durante seis meses en 1988 y envió un equipo indagatorio a Israel antes de recomenzar con las ventas.
· El apoyo de EE.UU. corporativo a la ocupación israelí no se limita a los proveedores de equipos militares. En el otoño de 1999, Burger King abrió un restaurante bajo licencia en un asentamiento israelí ilegal en Cisjordania, con el resultado que fue obligada por sus clientes a cerrar el negocio para evitar un boicot global.
· Sólo este mes tres compañías de EE.UU. han sido atraídas a colaborar con la ocupación ilegal por Israel. Esta semana, Fifth Third Bank Northeastern Ohio, compró 500.000 dólares en bonos israelíes. Robert King, presidente y director general de la filial de Cleveland de Fifth Third Bancorp en Cincinnati declaró orgullosamente en un comunicado de prensa que, "Este año es el 50 aniversario del Estado de Israel, y ahora más que nunca, está orientado a continuar su crecimiento como un líder del mundo industrial." Mr. King no mencionó en ninguna parte que dicho crecimiento resulta de flagrantes y sistemáticas violaciones de los derechos humanos por parte de Israel. Sospecho que un análisis más crítico de esos bonos israelíes mostrará que forman parte de una cartera de cientos de fondos de pensión públicos y privados de todo EE.UU. Los administradores de fondos de pensión y sus beneficiarios pueden tomar una parte activa en la terminación de la ocupación israelí desinvirtiendo de inmediato de esos bonos.
· Durante ese mes, Microsoft Israel puso a los ejecutivos de la compañía en Redmond, Seattle, en una difícil posición cuando auspiciaron dos grandes vallas publicitarias en una importante carretera israelí saludando a las fuerzas armadas israelíes, justo cuando esos militares israelíes estaban bombardeando indiscriminadamente el campo de refugiados de Yenín, en lo que está siendo considerado rápidamente como crímenes de guerra. Sólo después de una campaña de cartas del público, dirigida en parte por el grupo israelí por la paz Gush Shalom, los ejecutivos de Microsoft anunciaron que Microsoft Israel había actuado por su propia cuenta y que había sido instruida para que sacara los paneles publicitarios, lo que hizo rápidamente. Israel es el mayor emplazamiento de investigación y desarrollo de Microsoft fuera de EE.UU. Bill Gates haría un gran servicio a la paz del mundo si solicitara a Israel que termine con la ocupación para calificarse para futuras oportunidades comerciales. Lo mismo se puede decir de Intel Corporation, que tiene en Israel sus mayores instalaciones de producción fuera de EE.UU.
La desinversión en países que violan de manera flagrante el derecho internacional y humanitario no es nada nuevo. La campaña de desinversión que tuvo como objetivo a Suráfrica, es un ejemplo al respecto. Cuando los dirigentes empresariales surafricanos vieron que el apartheid estaba poniendo en peligro sus propios intereses comerciales, jugaron un papel importante convenciendo al gobierno para que se ajustara al derecho internacional, lo que llevó al fin del apartheid. Uno podría alegar que ninguna desinversión comercial básica en Israel puede ser suficientemente grande como para convencer al gobierno israelí de que cambie de orientación. Es discutible. Sin embargo, está en claro que una tal campaña enviaría las señales adecuadas de que ha llegado el momento de que Israel se una a la comunidad mundial terminando con su opresión de los palestinos. (Es interesante anotar que Israel fue uno de los mejores aliados del gobierno del apartheid surafricano.)
La responsabilidad corporativa es algo difícil de medir. Las decisiones empresariales más serias tienen lugar tras puertas cerradas, fuera de la vista del público. Como los ejecutivos rivalizan por ascender por el escalafón corporativo, detestan hacer comentarios que pudieran "hacer olas" respecto a Israel. Sin embargo, la ubicación al lado correcto del desarrollo histórico podrá ser la diferencia importante entre uno y otro dirigente en las corporaciones de EE.UU.. La separación entre las convicciones personales y la política corporativa es un deber y está siempre en función de los mejores intereses de la compañía. De otra manera, una convicción personal infundada puede poner innecesariamente a la corporación en las primeras líneas de una futura batalla legal que no le conviene. En la actualidad numerosas compañías europeas están aprendiendo esa lección a fuerza de golpes después que se demostró que apoyaron la discriminación y las atrocidades contra los judíos durante la II Guerra Mundial. Hasta la fecha, muchas siguen pagando el precio moral y económicamente.
Israel ha logrado sostener su ocupación ilegal sobre todo por dos razones. Primero, el gobierno de EE.UU., maniatado por grupos de interés específico tales como el lobby pro-Israel AIPAC, ha suministrado continuamente a Israel una inquebrantable protección política, económica y diplomática. Aunque sea el caso, las administraciones de EE.UU. han enviado sistemáticamente al mundo señales (SOS si se me permite) de que se está cometiendo un mal. Esto puede ser visto en repetidas declaraciones sobre los asentamientos israelíes y en los Informes por País del Departamento de Estado sobre Prácticas de Derechos Humanos. El gobierno de EE.UU. necesita la ayuda de las corporaciones de EE.UU. para realinear su política en el conflicto israelí-palestino. Después de todos estos años, las corporaciones de EE.UU. deben escuchar esas señales y actuar correspondientemente.
En segundo lugar, y con la misma importancia, los palestinos no han logrado, hasta ahora, traducir su lucha en una estrategia de base sostenible que involucre seriamente a los millones de personas en todo el mundo que apoyan su causa. El activismo de base jugó un rol importante en el éxito del movimiento surafricano contra el apartheid y la creación de una amplia campaña de base seguirá siendo una responsabilidad que debe ser aceptada por la dirección palestina. No basta con tener una causa justa; también hay que tener una estrategia realista y campañas que sirvan esa estrategia. En vista de la implacable campaña israelí contra los palestinos, no podemos permitir que la falta de una semejante estrategia sea una excusa para que las compañías de EE.UU. sigan violando las leyes estadounidenses o que las jurisdicciones internacionales sean intimidadas para que retarden una justicia que debiera haber sido hecha hace tiempo.
Los consejos de administración en EE.UU. y en todo el mundo están posicionados para contribuir a la terminación de la ocupación israelí. Hacerlo no es sólo parte de su obligación moral y legal, al fin de cuentas tendrá un buen sentido empresarial.
1 de mayo de 2002
Sam Bahour es un empresario palestino-estadounidense que vive en la sitiada ciudad palestina de Al-Bireh/Ramala en Cirjordania. Su correo es: sbahour@palnet.com