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Medio Oriente

1 de abril del 2002

¿Vuelve el fascismo?

Y. Herrero
La memoria histórica tiene sentido cuando otorga la capacidad de reconocer determinados procesos y relacionarlos con otros que fueron similares. Este reconocimiento es los que puede impedir que los episodios más negros de la historia de la humanidad vuelvan a suceder.
En nuestro momento histórico actual se dan procesos similares a aquellos que culminaron con el ascenso de Hitler y el partido nacionalsocialista en Alemania y la implantación del régimen fascista. La ofensiva imperialista que los EEUU ha llevado a cabo a partir de la excusa de los atentados del 11 de Septiembre, va acompañada de hechos económicos, políticos y sociales que recuerdan a las que se dieron en el marco de la república alemana (república de Weimar), entre 1918 y 1933. Existe, obviamente, una diferencia de ámbito, lo que entonces irrumpió en Alemania, ahora amenaza a la comunidad global gobernada y dirigida por el imperio norteamericano y los grandes accionistas de las empresas transnacionales.
Nos vamos a detener sobre algunos de los puntos básicos que posibilitaron el ascenso del fascismo y que se repiten en el momento actual.
- Concentración del poder y la riqueza en pocas pero inmensas transnacionales
En Alemania, después de la 1ª GM, se produce una concentración de las empresas en manos de unos cuantos capitalistas que desarrollan grandes oligopolios. Estos grandes capitales acaparan las fuentes de energía después de la privatización del carbón. Se producen igualmente grandes movimientos en la bolsas que terminan con la ruina de pequeños inversores a favor del gran capital, que se ve reforzado con la crisis. 107 sociedades, que constituían el 2% de las totales, acumularon más de la mitad de las sociedades por acciones.
Esta situación en la actualidad es mucho más acusada, las grandes empresas trascienden las fronteras de los estados. Los gobiernos de la mayoría de los estados cumplen el único papel de proporcionar a las multinacionales mano de obra flexible y desregulada, así como ejercer la función de control policial de todo movimiento que ponga en peligro el sistema.
Las fuentes de energía se encuentran privatizadas. Las eléctricas y petroleras pertenecen a los mismos dueños que las bancas, las químicas y las industrias de la guerra. Las bolsas suben y bajan arruinando a las confiadas clases medias y a las pequeñas empresas que son fagocitadas por los grandes capitales.
- Crisis del estado de bienestar
El estado de bienestar es el modelo de convivencia que surge dentro del marco capitalista-liberal y es administrado fundamentalmente por socialdemócratas con el ánimo de repartir los beneficios de una forma más igualitaria.
En Alemania, con posterioridad a la 1ª GM los partidos socialdemócratas que concurren a las elecciones lo hacen basados en un modelo de estado de bienestar que concede el papel central al mercado. Este modelo se fue a pique a raíz de la crisis de 1929. A partir de este momento, entre 1929 y 1932, en Alemania, se produce una fuerte convulsión síntoma de la decadencia del sistema capitalista. El gasto social disminuyó drásticamente, ya que la lucha de clases y el conflicto social quedaban subordinados a los dictámenes del mercado. Los pequeños empresarios alemanes perdieron sus bienes invertidos en los mercados bursátiles y de la noche a la mañana sufrieron una proletarización que les arrojó a los brazos de las tesis nacionalsocialistas. Bertolt Bretch ya denunció en aquel momento la manipulación que llevaban a cabo los nazis de la miseria y desesperación de los obreros y clases medias diciendo que "los trataban igual que un chulo a su prostituta". La socialdemocracia que ascendió con el apoyo de las masas obreras que anhelaban un cambio social y político al estilo ruso, contribuyó a frenar e imposibilitar las reformas sociales. Se encontraba más preocupada por mantener tranquilo a un ejército, un estamento judicial y a un poder económico que no había cambiado desde la época del Kaiser Guillermo.
El nacionalsocialismo apareció como resultado del capitalismo monopolístico que se fortalece hasta alcanzar su plenitud en el III Reich. Entre 1914 y 1945 no se modificaron ni un ápice las estructuras económicas alemanas.
Actualmente el estado de bienestar de los países del norte se encuentra en un momento de crisis. La economía neoliberal exige mercados de consumo en crecimiento permanente. Para aumentar la ganancia es preciso aumentar la producción y abaratar los costes, por lo que a pesar de los avances tecnológicos, el empleo es cada vez más precario, trabajan menos personas y más horas. En todos los países las conquistas sociales se van perdiendo rápidamente y los sindicatos han asumido como parte de su discurso la competitividad de las empresas. El paro va aumentando en todos los países, proletarizando grandes masas de clase media que a su vez son los consumidores que tienen que sostener el sistema. La brecha social entre ricos y pobres cada vez se hace más profunda y aumentan las bolsas de exclusión en todas las ciudades occidentales.
La crisis de las nuevas tecnologías se ha incautado los ahorros de los pequeños inversionistas, ha terminado con pequeñas y medianas empresas y ha vuelto, como entonces a reforzar el gran capital. El trabajo humano cada vez es menos necesario. Se crea en el trabajador una situación de miedo permanente al paro y a la precariedad que posibilita y favorece la desregulación y la merma de las condiciones laborales ganadas con tanto esfuerzo .
Los países del sur mantienen una enorme deuda externa y para conseguir los préstamos que se destinan a pagar los intereses de la misma, las instituciones financieras el FMI y el BM imponen planes de ajuste basados en el recorte de un gasto social ya prácticamente inexistente y en la privatización de cualquier patrimonio público que proporcione a los estados cierta capacidad de decisión soberana.
- Traición de la socialdemocracia.
La república de Weimar supuso la traición de los partidos socialistas socialdemócratas a las exigencias de transformación social que los trabajadores alemanes planteaban al calor de la revolución rusa. Los partidos frenaron e impidieron los cambios en los estamentos judiciales, militares y económicos que años más tarde posibilitaron la ascensión de los nazis. Durante los años que duró la república ordenaron o consintieron las masacres de los movimientos comunistas, anarquistas o sindicalistas en aquellos momentos en que tenían visos de extenderse. En claro contraste, en varias ocasiones fueron liberados nazis detenidos después de asesinar y agredir a judíos, comunistas, trabajadores, etc.
Durante todo el proceso que transcurrió desde la instauración de la república hasta su caída, los partidos socialdemócratas alemanes fueron los peones del capital imperialista que avaló y consintió la llegada de Hitler al poder.
Actualmente, gran parte de la socialdemocracia que hace años se definía de izquierdas y en la actualidad de centro, se ha adherido con entusiasmo al neoliberalismo. Los gobiernos socialistas de Francia, Alemania, España, Italia o Inglaterra han llevado a cabo reformas laborales y económicas contrarias a los intereses de los trabajadores, sus políticas son difícilmente diferenciables de las que ponen en práctica los gobiernos más conservadores. Las mayores privatizaciones, flexibilización del mercado laboral o ventajas impositivas para los capitales han venido de la mano de los gobiernos socialistas socialdemócratas.
Cualquier radicalización a la izquierda es directamente aniquilada a través de toda una red de medios de comunicación que manipulan y mienten para mantener sujeta la independencia de criterio de la sociedad.
Esta traición ha supuesto un enorme desilusión y descrédito de las instituciones políticas y es abonar el terreno para que, igual que sucedió en Alemania, candidatos populistas apoyados en el discurso racista contra la inmigración consigan ser apoyados por masas obreras en paro, con empleo precario y desencantadas. Es el caso de varios países europeos en los que el fascismo empieza a tener un apoyo importante en las urnas.
- Economía basada en la guerra.
Heredada de la tradición bélica del ejército prusiano de la época imperial, y mantenida durante la república de Weimar, Alemania contaba con una buena parte de su economía basada en la industria de guerra. La sociedad alemana era militarista, los valores de disciplina y de la ciega obediencia del sujeto fueron seña de identidad en el ejército prerrepublicano, que se mantuvo durante la democracia parlamentaria sin renovación ninguna de personas o estructuras y se manifestó con toda su fuerza durante el III Reich. El rearme durante los últimos años de la república y todo el período hitleriano supuso una espectacular multiplicación de los beneficios de muchas empresas.
Hoy, los EEUU tienen una parte muy importante de su economía basada en la guerra, de hecho, los dueños de las empresas que diseñan y fabrican todo tipo de armas de destrucción masiva, son también dueños de entidades financieras, industrias de transformación alimenticia, petroquímicas, etc. Obviamente la industria de la guerra necesita de guerras que den salida a su producción.
- Rechazo al extranjero.
La mayor herramienta y más tristemente conocida que los nazis utilizaron para montarse en el carro del poder fue el estereotipo y prejuicio contra la población semita, los gitanos y los comunistas. La exacerbación del nacionalismo y la patria imperial contra el extranjero, la criminalización y la propaganda fueron armas siniestras y eficaces para implantarse sólidamente en las estructuras y consumar el Holocausto. Buscar un enemigo externo al que culpabilizar del hambre, de la miseria, del paro, de la precariedad y de la delincuencia, sirvió para conseguir el apoyo de las bases y legitimar la represión y la masacre de todo lo que pudiera en entorpecer la implantación del régimen del terror.
Entonces fue el antisemitismo y ahora, sobre todo, antiislamismo. El Islam es malvado y, para que esta idea llegue hasta el último rincón occidental, se dedican todos los esfuerzos propagandísticos que existen. Eso sí, el fundamentalismo sólo es malo si obstaculiza los negocios, por ello Arabia Saudí o Kuwait, que aplican la sharia hasta sus últimas consecuencias son buenos amigos. En la sociedad occidental, no digamos ya en EEUU, en donde a partir del 11 de Septiembre cualquier tipo que se atreva a salir a la calle con turbante y barba puede ser detenido acusado de terrorismo, la inmigración árabe se encuentra en estado de juicio. Sus costumbres, la condición de la mujer, la educación, etc. son absolutamente cuestionadas y condenadas, como si toda la cultura islámica y árabe estuviese dictada por los talibanes. Vuelve a ser muy útil tener enemigos externos, árabes, colombianos, subsaharianos que vienen a traer a nuestros paraísos la amenaza del fundamentalismo, el narcotráfico, los robos, etc. En España provoca más debate que una niña musulmana vaya al colegio con un velo en la cabeza que el hecho de que en lo que va de año decenas de empresas con beneficios despidan a miles de trabajadores a causa de la competitividad.
- Fuertes movimientos sociales
El ascenso de Hitler al poder vino precedido de una etapa de fuerte movimiento social. La organización de los trabajadores y el deseo de implantar en las empresas consejos de trabajadores al estilo de los soviet, provocó un movimiento social sin precedentes el Alemania. El mismo Lenin pensaba que era inminente la revolución alemana. Apoyado en la socialdemocracia que aplazaba las reformas a un momento en el que todo estuviese más tranquilo, el gran capital y el imperialismo guillermino vieron con muy buenos ojos que el partido nacionalsocialista aniquilase la clara amenaza que podía suponer una sociedad proletaria movilizada, por lo que ofrecieron su apoyo que se materializó en el apoyo financiero y garantía de impunidad a los grupos paramilitares que masacraban a todo el que se moviese en una dirección no adecuada.
Hoy, vivimos un importante momento en lo que a movimiento social se refiere. Los procesos que se están viviendo en Brasil, Ecuador, Argentina, Colombia demuestran que la discusión, el debate, la educación y la acción son capaces de articular alternativas de participación al sistema. El movimiento antiglobalización cada vez es más fuerte y está generando nuevos marcos de discusión y de acción que propicien el desarrollo de un nuevo modo de entender la acción política y la oposición al neoliberalismo, el imperialismo y la guerra. También al igual que en la Alemania prehitleriana y ya en el propio período fascista, el capital financia grupos paramilitares que acaben con la incómoda y peligrosa actividad de los movimientos sociales. En aquellos lugares en que por el momento no funcionan estos grupos paramilitares, ya se ocupan los medios de comunicación a sueldo (en Alemania también la propaganda fue una de las herramientas de los nazis) de criminalizar e identificar con el terrorismo la acción de manifestantes u opositores al sistema.
- Implantación de un estado policial
El auge de los movimientos sociales supuso en Alemania una amenaza para el orden económico de las grandes empresas y sus beneficios por lo cual el estado implantó un estado policial en el que se recortaron las libertades personales, identificando con subversión y terrorismo cualquier acto contra el sistema. El orden se aseguraba con la policía, el ejército y los grupos paramilitares que más tarde dieron lugar a la GESTAPO.
No es necesario hablar de lo que ha supuesto el después de la caída de las Torres Gemelas en cuanto a recorte de derechos humanos. Cualquier tipo de rebelión es catalogada como terrorismo. El término lucha contra el terrorismo incluye detenciones ilegales, palizas en las comisarías, aviones de guerra que sobrevuelan las manifestaciones, cierres de periódicos, difamaciones, intoxicaciones en la prensa, en definitiva implantación de un estado policial. Con la excusa del terrorismo se pretende frenar un movimiento imparable. La decadencia del sistema capitalista y la inviabilidad de un estado de bienestar para todos base en el mercado libre, es un hecho. Los estados serviles al imperio de los EEUU no tienen más misión que frenar este movimiento a base de represión y propaganda.
El punto desencadenante de la instauración del terror nazi es la quema del Reichstag a manos de Hitler. A finales de febrero de 1933, una semana antes de las elecciones, el edificio del Parlamento en Berlín, el Reichstag fue incendiado. Mientras los bomberos apagaban las llamas, Hitler proclamó a los cuatro vientos que la amenaza comunista había despertado y que había que actuar contra ella. Esa misma noche la policía arrestó a varios miles de personas enemigas del nazismo. Ese mismo día Hitler asumió el papel de protector del pueblo y del estado. Los partidos de la oposición fueron disueltos. Se suspendieron la libertad de prensa, de correo, teléfono, se confiscaron los bienes privados a criterio del Gobierno y se suprimieron las libertades democráticas. Hitler no se erigió en el poder por la fuerza, la crisis y el desencanto creó una masa de pequeña burguesía y obreros que constituyeron la base en la que se apoyaron los nazis. Hitler ganó las elecciones el 5 de marzo, los comunistas fueron expulsados de la legislatura, se disolvieron los sindicatos, se comenzó la construcción de los primeros campos de concentración. El Tercer Reich estaba en marcha.
El 11 de Septiembre, un grupo terrorista, sobre cuya organización no existe aún ninguna prueba ni conocimiento derribó las Torres Gemelas y parte del Pentágono.
Horas más tarde, las televisiones de todo el mundo culpaban al fundamentalismo islámico de los atentados. Como un proceso imparable se multiplicaron las detenciones aleatorias, se modificaron las leyes de todos los países occidentales limitando los derechos sociales, de expresión, de asociación, de reunión.
La maquinaria de la propaganda se puso en marcha e igual que en Alemania, norteamericanos con banderitas en sus coches, en sus casas, en sus camisetas y en sus gorras, olvidaron formular las preguntas adecuadas.
Prácticamente todos los gobiernos del planeta dieron el visto bueno a una guerra que masacra a los afganos, basándose en unas pruebas que no usarían ni en el guión de una película de risa por lo simples. Todo el que no apoya la guerra es terrorista, todo lo que ponga en peligro los negocios es terrorista y ese discurso también es global, se extiende por todos los países amigos de los EEUU.
Los países europeos en la época del Tercer Reich comenzaron siendo tibios y permisivos con Hitler, miraron hacia otro lado mientras los nazis terminaban con lo que para ellos también era la amenaza comunista, cuando quisieron mirar el monstruo también se volvía contra ellos, había exterminado a seis millones de judíos y a gitanos en un genocidio sin precedentes.
Ahora también se consiente y en algunos casos se aplaude que Bush termine con "la amenaza del terrorismo", no preocupa Afganistán, ni Irak, ni ningún país de su eje del mal. Veremos quien los para después. No es un estudio exhaustivo, pero hay indicios más que evidentes de que se dan circunstancia similares a las que se dieron en Alemania. El gran capital fue responsable y avalista del régimen fascista de Hitler y vuelve a ser el garante de Bush.. El fascismo es la dictadura terrorista de los elementos más reaccionarios, chauvinistas e imperialistas del capital financiero y su fantasma, como el la república de Weimar vuelve a surgir como consecuencia de la decadencia del sistema capitalista y los movimientos fuertes de oposición, no permitamos que vuelva a suceder.