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Medio Oriente

6 de abril del 2002

Bush no entiende la tragedia

Robert Fisk
The Independent
Ariel Sharon no lo hubiera hecho mejor. La culpa arrojada sobre el pueblo invadido, el uso obsesivo de la palabra terror -según mi cuenta aproximada fueron 50 referencias en sólo 10 minutos- y las breves y tímidas referencias a la "ocupación", a los asentamientos judíos (una sola mención) y a la necesidad de la "compasión" israelí, constituyeron la prueba final de que el presidente Bush no ha sabido comprender la tragedia que supuestamente trata de resolver.
El villano se volvió víctima y viceversa. ¿Cuál es, me pregunto, la verdadera distancia entre el Jardín de las Rosas y Belén? Conque el secretario de Estado, Colin Powell, viajará a "la región" la próxima semana. ¿La próxima semana? ¿Y por qué no ahora? Pero claro, la Casa Blanca, que según la prensa israelí ha estado preguntando repetidas veces a Sharon cuánto tiempo piensa mantener ocupadas las ciudades palestinas de la Franja Occidental, va a dar al primer ministro más tiempo para completar su invasión, destruir la infraestructura palestina y desmantelar a la Autoridad Nacional Palestina.
El discurso estuvo ribeteado de todas las obsesiones de la "guerra contra el terror": Irak patrocina el terrorismo porque dona dinero a familias de "mártires" palestinos; Siria, porque no se decide a declarar si está "a favor o en contra del terrorismo". La Unión Europea, temerosa de los crecientes precios del petróleo y su efecto en la economía de la zona del euro, había enviado antes una misión a Israel; con típica soberbia, Sharon dijo a sus miembros que no podrían visitar a Arafat en Ramallah. Los delegados, que al principio habían afirmado que Estados Unidos había fracasado en su misión de paz en Medio Oriente, simplemente empacaron y en cuestión de horas partieron de Tel Aviv.
¿Acaso Powell logrará mejores resultados? El dólar ha perdido valor frente a las divisas del mundo a causa de la crisis en Medio Oriente, lo cual debería ser una buena razón para que Bush actuara, y las posibles restricciones a la producción petrolera regional, aunque más dañinas para Europa, probablemente contribuyeron a la decisión del presidente estadunidense de enviar al secretario de Estado.
Sin embargo, el meollo del discurso de Bush fueron los bombarderos suicidas. Habló de la joven palestina de 18 años que se inmoló y mató a una jovencita israelí de 17; del "sueño" de paz de Israel con sus vecinos. "Hay que detener el terror... ninguna nación puede negociar con terroristas... liderazgos, no terror... están con el mundo civilizado o con los terroristas... todos en Medio Oriente... deben actuar de palabra y obra contra el terrorismo... Llamo a la Autoridad Nacional Palestina a hacer todo lo que esté en sus manos para detener las acciones terroristas". Arafat se había comprometido a controlar el "terrorismo" y "falló". La reocupación de la Franja Occidental es una "medida temporal", anunció Bush, confiando en la palabra de los invasores israelíes. "Las misiones de bombarderos suicidas bien pueden hacer que vuele por los aires la única esperanza de un Estado palestino". Y así sucesivamente: una filípica estilo 11 de septiembre aplicada al Medio Oriente. Los enemigos de Israel deben ser eliminados: Al-Aqsa, Hamas, la Jihad Islámica y el Hezbollah, que ayer tundió a un observador de Naciones Unidas en la frontera de Líbano en lo que ha sido el incidente más peligroso de su tipo desde la retirada israelí en 2000. Todo el discurso de Bush giró en torno al bienestar israelí, con apenas tres minutos dedicados a los palestinos y a sus 35 años sometidos a ocupación. Israel debe, expresó Bush, mostrar "respeto" e "interés" por el pueblo palestino.
Hubo alguna mención ritual de las resoluciones 242 y 338 del Consejo de Seguridad de Naciones Unidas, que demandan la retirada israelí de los territorios ocupados en la guerra de 1967, las cuales Sharon ha dicho que ya no puede aceptar, y un llamado a detener la construcción de asentamientos. Pero aún se construyen colonias judías en territorio palestino, y a un ritmo más acelerado que nunca.
Sólo un corazón de piedra no reaccionaría ante el sufrimiento de las familias israelíes cuyos seres queridos han sido asesinados en forma perversa por bombarderos suicidas palestinos. Pero, ¿dónde está la compasión de Bush hacia los números mucho muy superiores de palestinos que han sido muertos por los israelíes en los pasados 19 meses, o su condena de los escuadrones de la muerte de Tel Aviv, de la demolición de casas o el despojo de tierras? Simplemente no existieron en el discurso presidencial. El dinero para los "mártires" no sólo va a los parientes de los bombarderos suicidas: va a las familias de todos los asesinados por los israelíes, la mayoría de los cuales fueron heridos por armas de fabricación estadunidense. Es verdad, claro, que Washington nunca ha ofrecido reparaciones por los inocentes muertos por los misiles aire-tierra y proyectiles que ha vendido a Israel.
Mucho más instructiva que el mensaje de Bush fue la forma mesurada e imparcial en que Terje Larson, enviado especial de la ONU al Medio Oriente, y Nigel Roberts, director local del Banco Mundial, trataron de describir la tragedia. En una breve conferencia de prensa instaron a ambas partes a poner fin a la violencia y respetar el derecho internacional, y citaron como violadores de ella tanto a Israel como a los palestinos. Las llamadas "zonas militares cerradas" israelíes son "ilegítimas", expresó Larson, "y constituyen una violación directa de los acuerdos (de Oslo)". Roberts señaló que la escalada de violencia es una amenaza que puede "hacer pasar a la historia la única oportunidad de reconciliación".
Sin embargo, las "zonas militares cerradas" lograron otra victoria para Israel en los sistemas satelitales de televisión de Occidente. Ayer, la BBC, Sky y CNN, a cuyos enviados se les ha impedido filmar en las ciudades palestinas reocupadas, transmitieron escenas de la batalla de Belén tomadas por soldados israelíes. En vez de negarse a utilizar esas cintas a menos que se permitiera a sus reporteros el acceso al lugar de la matanza, los tres canales se prestaron sumisamente a difundir el material grabado por el ejército de ocupación. Un hito más en el colapso del periodismo en Medio Oriente. No tan grave, sin embargo, como el desplome del esfuerzo de paz de Estados Unidos.
Traducción para La Jornada: Jorge Anaya © The Independent