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Medio Oriente

19 de abril del 2002

¿Debemos hacer la guerra a estos niños?

John Pilger
ZNet en español

La prensa obediente está preparando el terreno para un ataque generalizado a Irak, aunque nunca mencione a las víctimas: los jóvenes, los viejos y los vulnerables.
El ataque previsto a Irak pondrá a prueba a la libertad de prensa como nunca antes. La opinión generalizada en los medios es que el ataque es sólo cuestión de tiempo. "Las conversaciones pueden haber acabado ya", dice el Observer, "Bush y Blair lo han dejado claro...". " El repicar de tambores de guerra es tan habitual, que el eco de la última ronda de tum-tums de los medios se oye todavía, junto con la conveniente "justificación" de haber tenido que hacer una vez más el trabajo sucio de la gran potencia.
He sido periodista en demasiados sitios en los que las mentiras públicas han servido para encubrir la responsabilidad del tremendo sufrimiento, de Indochina a Sudáfrica, de Timor Oriental a Irak, simplemente cambiando de página o apagando las noticias-sermón, y aceptando que el periodismo debe ser esto: "esperar detrás de puertas cerradas a que te mientan", como dijo una vez Russell Baker del New York Times. Las honrosas excepciones levantan el espíritu. Un artículo de Robert Fisk lo hace, sin importar el tema que trate. El informe de primera mano sobre Palestina de Peter Beaumont en el Observer permanece en el recuerdo como verdad singular, así como al valiente trabajo de Suzanne Goldenberg para el Guardian.
Los mentirosos, las voces del Murdochismo y especialmente los contables liberales del rampante poder occidental pueden decir, sin temor a equivocarse, que el Pravda nunca publicó a un Fisk. "¿Cómo lo hacen?", preguntó un editor del Pravda, en su gira por los Estados Unidos junto con otros periodistas soviéticos durante el apogeo de la guerra fría. Después de leer todos los periódicos y ver la tele, estaban pasmados al ver que todas las noticias internacionales y las opiniones eran más o menos las mismas. "En nuestro país metemos a la gente en prisión y les arrancamos las uñas para lograrlo. ¿Cuál es vuestro secreto?"
El secreto es la admisión, a menudo inconsciente, de un legado imperial: la regla implícita de describir a sociedades enteras según su utilidad para los "intereses" occidentales, minimizando y oscureciendo la responsabilidad de "nuestros" crímenes. "¿Qué debemos hacer?" es el clamor infalible de los medios, y rara vez se pregunta quiénes somos "nosotros" y cuáles son "nuestras" verdaderas intenciones, con una historia de conquista y violencia. La doble moral del imperio moderno, reflejada en Blair, podrá ofender a la sensibilidad liberal, incluso escandalizarla, pero los límites invisibles de cómo se informa sobre eso no están en discusión. Es raro que se siga el rastro de sangre, no se hacen conexiones, "nuestros" criminales, que matan o cooperan en la matanza de gran número de seres humanos desde una distancia segura, no se nombran, exceptuando algún símbolo ocasional, como Kissinger.
Una larga serie de operaciones criminales del Estado secreto norteamericano, identificadas y documentadas, como la conspiración que supervisó la "olvidada" matanza de casi un millón de personas en Indonesia en los años 65 y 66, sesgan más cantidad de vidas inocentes que el Holocausto. Sin embargo, para el periodismo de actualidad, esto es insignificante. El apadrinamiento de cientos de tiranos, asesinos y torturadores por parte de "nuestros" aliados más cercanos, incluyendo el entrenamiento de los fanáticos islámicos de la guerra santa en los campos de la CIA en Virginia y Pakistán, no acarrea ninguna consecuencia. También carece de interés, para aquellos que hacen guardia frente a la Casa Blanca para informarnos, con la cara larga, sobre la "Guerra de Estados Unidos contra el terrorismo", el hecho que Estados Unidos sea el lugar donde se hospeden más terroristas que en cualquier otro lugar de la Tierra, incluyendo a los secuestradores de aviones y barcos de Cuba, los jefes de los escuadrones de la muerte salvadoreños y algunos políticos a quienes las Naciones Unidas consideran cómplices de genocidio.
Que George Bush padre, ex director de la CIA y ex presidente, sea bajo cualquier aspecto del derecho internacional, y prima facie, uno de los mayores criminales de guerra, y que el gobierno ilegítimo de su hijo un producto de su dinastía mafiosa, es algo que no debe mencionarse.
Lo que completa la respuesta a la incrédula pregunta de los editores del Pravda en Norteamérica es la censura por omisión. Cuando la información importante deja a las claras las verdaderas aspiraciones del "estado de seguridad nacional", un eufemismo para nombrar al estado mafioso, pierden credibilidad los medios de comunicación, y los confinan a la marginalidad, sino al olvido. Así, los falsos debates sobre si "debemos" atacar Irak pueden proseguir en los periódicos dominicales británicos, cuyos participantes son, a menudo, orgullosos liberales con un igualmente orgulloso récord de apoyo a las otras invasiones de Washington, que así respetan los límites.
Estos "debates" se estructuran de tal modo que Irak no es un país, ni una comunidad de 22 millones de seres humanos, sino un sólo hombre: Saddam Hussein. Una foto del diabólico tirano casi siempre domina la página. (El Observer preguntó el domingo pasado: "¿Debemos ir a la guerra contra este hombre?") Para apreciar el poder de esto, reemplacemos la foto de Hussein por una de niños iraquíes heridos, y al titular por: ¿Debemos ir a la guerra contra estos niños? Entonces, la propaganda se hace verdad. Cualquier ataque a Irak será llevado a cabo al estilo estadounidense, podemos estar tranquilos, con saturación de bombas racimo y uranio empobrecido, y las víctimas serán los jóvenes, los viejos, los vulnerables, como lo fueron los 5000 civiles, según se estima con certeza, los bombardeados en Afganistán. Y en cuanto al sanguinario Saddam Hussein, antiguo amigo de Bush padre y Thatcher, tiene la ruta de escape asegurada.
En el espacio que ocupa ahora Irak en la prensa, y en el que a menudo se presenta a manipuladores anónimos y mentirosos de los servicios de inteligencia, casi siempre se omite una verdad: la del embargo estadounidense y británico a Irak, desde hace trece años. Cientos de miles de personas, en su mayoría niños, han muerto como consecuencia de este asedio medieval. El periodismo más maligno y tendencioso ha pretendido restar importancia a este crimen, definiendo, incluso, a la muerte de niños iraquíes como una mera "elucubración estadística". Los hechos están documentados en un estudio internacional tras otro, desde las Naciones Unidas hasta la Universidad de Harvard. (Para un compendio de pruebas, véase el informe del Dr. Eric Herring de la Universidad de Bristol « Power, Propaganda and Indifference: an explanation of the continued imposition of economic sanctions on Iraq despite their human cost » (Poder, propaganda e indiferencia: una explicación a la constante imposición de sanciones económicas en Irak a pesar de su costo humanístico), disponible en eric.herring@bristol.ac.uk).
Entre aquellos que están discutiendo si debemos arrojar bombas racimo o no al pueblo iraquí, si debemos incinerarlo o no, no encontraríamos los nombres de Denis Halliday y Hans von Sponeck, quienes han hecho todo lo posible para abrir una brecha en toda esta propaganda. Nadie conoce el probable coste humano mejor que ellos. Como subsecretario general de las Naciones Unidas, Halliday comenzó el programa de "petróleo por alimentos" en Irak. Von Sponeck lo sucedió. Ilustres en el campo de cuidar de otros seres humanos, dimitieron de sus largas carreras en las Naciones Unidas llamando al embargo un "genocidio".
Su última aparición en la prensa fue en el Guardian, en noviembre pasado, donde escribieron: "El último informe del Secretario General de las Naciones Unidas de octubre de 2001 dice que el bloqueo a los 4 mil millones de dólares de ayuda humanitaria de los gobiernos británico y estadounidense es sin dudas la mayor limitación para la puesta en marcha del programa "petróleo-por-alimentos". El informe dice que, por el contrario, la distribución de ayuda humanitaria por parte del gobierno iraquí es ampliamente satisfactoria... La muerte de entre cinco y seis mil niños al mes se debe principalmente a la contaminación del agua, la falta de medicinas y la desnutrición. La demora de los gobiernos estadounidense y británico para autorizar el despacho del equipamiento y los materiales es la responsable de esta tragedia, no Bagdad."
No dudan en que si Saddam Hussein viese alguna ventaja en no proporcionar ayuda humanitaria a su pueblo, dejaría de hacerlo. No obstante, las Naciones Unidas, desde su Secretario General en adelante, dice que a pesar de que el gobierno podría hacer más, no está reteniendo los suministros. De hecho, según la FAO, si no fuese por el sistema iraquí de racionamiento y distribución, el pueblo iraquí estaría expuesto a la hambruna. Halliday y von Sponeck señalan que Estados Unidos y Gran Bretaña pueden defenderse de las críticas a sus vetos, argumentando historias insostenibles acerca de que el régimen está "castigando" a su propio pueblo. Si estas historias son reales, dicen Halliday y von Sponeck, entonces ¿por qué Estados Unidos y Gran Bretaña lo castigan aún más reteniendo deliberadamente suministros humanitarios, como vacunas, calmantes o equipos de diagnóstico de cáncer? El bloqueo injustificado de envíos aprobados por la ONU raramente se informa en la prensa británica. Se calculan hasta ahora casi cinco mil millones de dólares en suministros para la ayuda humanitaria. Una vez más, el director ejecutivo del programa de petróleo por alimentos de la ONU rompió el silencio diplomático para expresar su "gran preocupación ante el incremento sin precedentes de la cantidad de restricciones impuestas a los contratos [por los Estados Unidos]".
Ignorando o suprimiendo estos hechos, y la campaña de bombardeo de la fuerza aérea estadounidense y británica que duró cuatro años (en 1999 y 2000, según el Pentágono, Estados Unidos envió 24000 "misiones de combate" a Irak), los periodistas han preparado el terreno para un ataque generalizado a Irak. La premisa oficial para esto: el hecho de que Irak cuente con armas de destrucción masiva, no se puso en duda. De hecho, en 1998 la ONU informó que Irak había cumplido con el 90% de las requisitos de sus inspectores. Jamás se informa que los inspectores de la ONU no fueron "expulsados" sino más bien sacados, luego de que se descubriese que entre ellos había espías estadounidenses que preparaban un ataque contra Irak. Desde entonces, el equipo de vigilancia más sofisticado del mundo ha sido incapaz de producir alguna evidencia real de que el régimen haya renovado su capacidad de construcción de armas de destrucción masiva. "El objetivo real de atacar Irak ahora", dice Eric Herring, "es reemplazar a Saddam Hussein por otro secuaz obediente".
El intento de los periodistas en Estados Unidos y Gran Bretaña de asociar a Irak al 11 de septiembre, haciendo las veces de canales para la inteligencia norteamericana, tampoco funcionó. Ya se demostró que la "conexión Irak" con el Antrax era una mentira, y que el culpable es, casi con certeza, norteamericano. El rumor de que un oficial de inteligencia iraquí se había reunido en Praga con Mohamed Atta, uno de los secuestradores del avión del 11 de septiembre, fue denunciado como falso por la policía checa. Sin embargo, las "investigaciones" periodísticas que sugieren, hacen señas, erigen a uno o dos don nadie, y después se retractan, mientras le dejan al lector la impresión de que Irak necesita un arreglo, se han vuelto moneda corriente. Un periodista añadió su "opinión personal" de que "el uso de la violencia es al mismo tiempo correcto y sensato". ¿Estará él allí cuando los racimos rocíen sus bombas?
A aquellos que hablan contra esta propaganda se los denosta como si fuesen apólogos del tirano. Hace dos años, en el ahora infame Newsnight, el traidor precoz Peter Hain embarró la imagen de Denis Halliday, un hombre cuya integridad es bien reconocida internacionalmente. Aunque el disenso ha podido salir a la luz recientemente, especialmente en el Guardian, dicho sea a su favor; aquel punto bajo en la televisión británica marcó el tono. Si las páginas de los medios hiciesen su trabajo, dejarían de promover las carreras de los gerentes y retarían a la ortodoxia a informar que esta guerra contra el terrorismo es un "fraude". Es lo menos que les deben a los jóvenes novatos que aspiran a ser periodistas. Recomiendo un nuevo sitio web editado por los escritores David Edwards y David Cromwell, con análisis precisos e inquisitivos sobre Irak, Afganistán y otros temas que dibujan ya la clase de pátina defensiva que muestra cuán poco habituados al desafío y a la obligación de dar cuentas se ha vuelto gran parte del periodismo, especialmente aquel que se hace llamar liberal. La dirección es http://www.medialens.org
Ya es hora de que tres temas urgentes se vuelvan noticias de primera plana. El primero es impedir que Bush y su colaborador Blair maten a innumerables personas en Irak. El segundo es un embargo de armas y tecnología militar para todo el largo del Golfo y Oriente Medio, tanto para Irak como para Israel. El tercero es poner fin a "nuestro" asedio a un pueblo que ha quedado de rehén después de algunos acontecimientos terribles, y sobre los cuales no tiene ningún control.
Enlace: http://www.zmag.org/content/MainstreamMedia/pilger_compliantpress.cfm
Título: Should We Go To War Against These Children?
Traducido por Tatiana de la O y revisado por Verónica Lassa
Origen: New Statesman , 23 de marzo, 2002