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Medio Oriente

Hamas líder de los palestinos

RESUMEN LATINOAMERICANO

Israel aumentó sus operaciones en la Franja Oeste y Gaza el pasado mes después de dos exitosas operaciones llevadas a cabo por muyahidines palestinos: una contra las fuerzas israelíes en Al-Jalil el 15 de noviembre y otra operación mártir con bomba en Jerusalén.
La respuesta de Israel incluyó incursiones en Nablus, Yenin, Al-Jalil y Tulkarem, incrementando el acoso sobre los palestinos y el asesinato de presuntos activistas. Más de 20 palestinos murieron en la semana posterior al 15 de noviembre, casi la mitad de ellos niños. La intensidad de la respuesta israelí fue en parte debida a que Sharon quiere poner de manifiesto su mano dura antes de las elecciones israelíes; por otra parte no había nada nuevo con respecto a otras operaciones de respuesta. La determinación palestina a resistir la ocupación y la determinación de Israel para aplastarla son realidades bien definidas.
Más interesante resulta el movimiento político entre los palestinos. El mes pasado tuvieron lugar en el Cairo conversaciones entre el grupo de Al-Fatah, quien continúa dominando la administración de la Autoridad Palestina, y representantes de Hamas.
En informaciones provenientes de las conversaciones se ha hecho saber que éstas se centraron en el cese de las hostilidades hasta después de las elecciones israelíes en la esperanza de influir en los resultados. Estas esperanzas resultan vanas, tanto porque los políticos de Israel saben que matar palestinos es el mejor camino de ganar adeptos, como porque Israel ha repetido claramente que no llegará a ningún acuerdo, incluso táctico, con grupos islámicos.
En julio, por ejemplo, Al-Fatah y Hamas acordaron ofrecer condiciones de guerra similares a las que dirigían las actuaciones de Hizbullah en Líbano: no atacar a no combatientes y no atacar en los territorios ocupados en 1948, si Israel se retiraba de las ciudades palestinas y detenía sus asesinatos. La respuesta de Israel llegó en 12 horas: el ataque de un bloque de apartamentos en Gaza el 22 de julio en el que perdieron la vida 16 palestinos.
Las conversaciones del Cairo se entienden mejor como unas conversaciones entre los 'líderes históricos' del movimiento, es decir Arafat y sus aliados, y la 'joven guardia', a saber, Hamas, Yihad Islámica, elementos de Al-Fatah y otras milicias cuyas posiciones cada vez están más cerca de los movimientos islámicos, aunque formalmente sigan incluidas dentro de la estructura formal de la Autoridad Palestina. Este debate se centra en los objetivos de la lucha palestina, su estrategia, y la estructura de su liderazgo dentro del movimiento palestino. La mayoría de los palestinos reconocen el fracaso absoluto del liderazgo actual en temas fundamentales: en el trato con los israelíes, en la administración de Palestina y en la protección del pueblo. También es de todo el mundo sabido que la infraestructura de la Autoridad Palestina tan solo es efectiva para mantener a Arafat y a la vieja guardia en el poder.
Hamas está demandando la formación de un nuevo movimiento de liberación, basado en los movimientos islámicos, las milicias y en los grupos populares que han llegado a ser las principales bases de la organización social. A lo que Hamas se opone, ahora y antes, es a entrar en un conflicto abierto con la Autoridad Palestina y con los viejo líderes. Esta ha sido una de sus dos líneas permanentes de actuación y la otra su negativa al cese de la resistencia armada y el reconocimiento de Israel. Desde la primera Intifada Hamas se ha movido entre su oposición a los planteamientos de la OLP y su deseo de no fragmentar al movimiento palestino. Esto se ha mantenido en momentos en los que el objetivo del aparato de seguridad de la Autoridad Palestina era la búsqueda del conflicto. Pero la determinación de la vieja guardia de permanecer en el poder, y su deseo de ser útil a los israelíes para conseguir sus fines, está forzando a resolver la situación. Hay una percepción generalizada que antes o después la joven guardia tendrá que barrer la madera muerta a un lado y hacerse con el mando. Esto sería lo último que Israel y Occidente desearían. Gran parte de su estrategia consiste en mantener la madera muerta en su sitio, de aquí la detención de Mustafa Barguti, la principal alternativa a suceder a Arafat dentro de la OLP, y también su interés en mantener a Arafat para conservar su credibilidad entre los palestinos. Pero también tienen planes a largo plazo: la expansión de los asentamientos y la nueva marcación de la 'Línea Verde', particularmente alrededor de Jerusalén. El objetivo de Israel es destruir la solución de dos estados y consolidar sus realidades, necesarias para gobernar toda Palestina, tan solo posible por medio de la expulsión de todos los palestinos de la Franja Oeste. El punto muerto aparente actual les satisface plenamente; ellos no tienen el más mínimo interés en reanudar el diálogo político. La resistencia armada, tal como la demostró Hizbullah y tal como la propone Hamas, es la única estrategia por la cual los palestinos pueden impedir todo lo anterior; todos aquellos que argumentan en otro sentido no hacen más que servir a los fines sionistas.