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Medio Oriente

Con Nkosinathi Biko
Tras la huella de Steve Biko

La Sudáfrica pos "apartheid" enfrenta la perpetuación de las diferencias sociales que consolidaron años de segregacionismo. La gestión de la Comisión de la Verdad no fue capaz de fundar las bases de una reconciliación nacional.

Diego Sempol / BRECHA

Nkosinathi, hijo del legendario Steve Biko, estuvo en Buenos Aires del 10 al 12 de octubre a efectos de participar en la conferencia Memory Across Generations: the future of "Never Again" (La memoria a través de las generaciones: el futuro del "Nunca Más"), organizado por la Universidad de Wisconsin/Madison, el Ides, y el Núcleo de Estudios sobre Memoria.
-¿Por qué no comenzamos por algún recuerdo que tenga de cuando aún su padre vivía?
-No puedo decir mucho; tenía sólo seis años y medio cuando mi padre murió, lo que implica que pude compartir con él un período muy limitado de tiempo. La mayor cantidad de recuerdos son del período que estuvo bajo arresto domiciliario, y sólo podía recibir una visita por vez. Paradójicamente esta limitación a su libertad, que tanto lo molestó, a mí me puso contento en ese entonces ya que toda la familia tuvo mucho más tiempo para compartir. Fue en ese momento en que pudimos hablar y jugar al fútbol muy seguido. Pero el recuerdo más especial que tengo es de la vez en que me enseñó a volar una cometa. Con el tiempo ese hecho, que podría haber sido menor, se convirtió en algo muy simbólico, ya que en cierta medida siento que existe un enorme paralelismo con la significación que su vida cobró para mí. Entendí rápido el sentido de que el cielo no es sólo para mirar sino también para tocar. Otro recuerdo fuerte que tengo es del día de su muerte, porque nuestra casa fue rápidamente inundada por ríos de amigos, conocidos y correligionarios. El aire que se respiraba no era de paz, o de celebración, sino de ira contenida, desasosiego y frustración profunda. A medida que pasaron los años pude trabar relación con muchas personas que lo conocieron de cerca, y eso también me permitió conocerlo mucho más y entender profundamente el significado de la presencia de toda esa gente en mi casa el día de su muerte. Pero tal vez lo más importante de toda esta historia es que puede llegar a ser la de muchos niños sudafricanos. Muchos de mis amigos perdieron durante este período a sus dos padres por medidas represivas del régimen racista.
-¿A partir de qué momento comenzó a comprender la significación política de la trayectoria de su padre?
-Después de su muerte mi madre comenzó a tener un mayor perfil público. Ella era tan joven como él, tenía sólo 30 años cuando quedó viuda. Y fue entonces cuando comencé a acompañarla cada vez que iba a alguna reunión o encuentro en espacios públicos. El tiempo fue pasando y a los 13 años subí por primera vez a un estrado para dar un discurso público. Todo este proceso llevó a que el aspecto político de su trayectoria terminara siendo cada vez más visible en mi vida.
-¿Cuáles son las principales tensiones entre sus recuerdos y el carácter público de la figura de su padre?
-Hay tensiones naturales, ya que Biko en tanto figura pública sigue generando ciertas expectativas en la comunidad negra. Y a veces la familia reclama o tiene un conjunto de expectativas y necesidades más reducidas o totalmente diferentes. Algo que vi frecuentemente a través de los años en Sudáfrica, era como todos los funerales de una figura pública, o de alguien que moría en cautiverio, dejaban de ser un luto privado para convertirse en una verdadera manifestación política que todos, incluso la familia, aceptaban. Creo que esto es un claro ejemplo de cómo muchas veces se debe procesar esta tensión entre lo público y lo privado, incluso en los momentos más duros de nuestras vidas. Creo que esto es un concepto universal. Antes de comenzar con la Fundación Biko viajé a Atlanta, a visitar el centro Martin Luther King, y pude observar los rastros precisamente de esta tensión entre el King público y el privado.
-¿Le resultó muy difícil conciliar el peso de una herencia familiar tan definida con los intereses y tanteos propios de su despertar a la adultez?
-Creo que eso se puede transitar naturalmente, pero lo que decide qué y cómo va a ser es el carácter del niño. En mi caso siento mucho orgullo por mi padre, y por eso dejé que muchos aspectos de su ideología y su vida me influyeran. Creo que una de las cosas en que estoy en mayor deuda con él es en su interés en desarrollar la comunidad negra. Buena parte de su trabajo social logró cambios importantes pero aún queda mucho por hacer en mi país. Por eso decidí involucrarme en esta Fundación Biko. Estoy feliz de poder hacerlo, de luchar por lo que creo, y al mismo tiempo hacerlo rindiendo honor a mi padre. El proyecto tiene ya casi tres años y busca la promoción de la población joven negra. A partir de 1994 se crearon nuevos espacios económicos, políticos y culturales, y estamos intentando construir un futuro en que los jóvenes negros puedan llegar a ocuparlos.
-¿Cuál es la vigencia actual del Movimiento Conciencia Negra?
-A nivel de organización política el movimiento está en un estado caótico. Pero sigue siendo muy fuerte su poder en todo aquello que tiene que ver con la vida cotidiana de nuestra comunidad. Creo que cuando adquirimos la democracia en Sudáfrica, tuvimos que enfrentar nuevas formas de racismo. El desafío pasó a ser intentar estimular a la comunidad negra a convertirse en agente del cambio. Y cuando el gobierno pasó a estar bajo las órdenes de una mayoría negra se hizo esencial definir el rumbo a seguir. Nosotros no sólo tenemos derecho a la igualdad de derechos, sino que también tenemos la responsabilidad de garantizar a todos los mismos derechos.
-¿Por qué nunca participó en alguna organización política sudafricana?
-Siempre fui miembro del sector estudiantil del Movimiento de Conciencia Negra. Pero después de esa militancia no quise ser miembro de ninguna organización política. Algunas de ellas han intentado apropiarse de la figura de mi padre, utilizándolo como una suerte de tesoro nacional. Creo que existen además otras vías para beneficiar a mi país. La fundación es una de ellas, una organización con la que muchas personas se pueden identificar más allá de su posición política personal.
-¿Qué comentarios le merece la recurrente crítica de violentista con la que fue rotulado el Movimiento de Conciencia Negra?
-Creo que la situación en Sudáfrica requirió una militancia y organización como las que tuvo el Movimiento de Conciencia Negra. La población blanca no era capaz de expresar exactamente las necesidades de la gente negra. Hay en ese sentido miles de ejemplos. Recuerdo que en una oportunidad mi padre fue a dar una conferencia a una universidad localizada en una zona exclusiva para la población blanca. La ley sudafricana establecía que los negros no podían permanecer en zonas blancas por un tiempo mayor a las 72 horas, pero la conferencia que iba a dar mi padre duraba más. La organización en la que militaba en ese entonces era multirracial y se plantearon dos posiciones para resolver el problema. Los estudiantes blancos consideraron que la conferencia debía interrumpirse, y que mi padre y sus acompañantes abandonaran la zona exclusiva durante la noche para volver a la mañana siguiente. Mientras que los negros planteamos en ese entonces permanecer y enfrentar la ley segregacionista. Y exigimos a los estudiantes blancos una posición clara: o nos apoyaban o quedaban excluidos del encuentro. Fue en ese momento en que mi padre planteó la necesidad de que la comunidad negra tomara las riendas de nuestra lucha contra el apartheid. Ese viaje que él inició hace años aún hoy continúa. Seguimos todavía luchando por una Sudáfrica no racial.
-¿Qué comentarios le merece el trayecto de Mandela?
-Creo que Mandela se volvió una figura simbólica a partir de cierto momento. Pero muchos desconocen o quieren acallar que en su pasado también tuvo planteos bastante radicales. Mi padre se opuso siempre a la lucha armada, ya que la consideraba inviable en las condiciones sudafricanas. Lo que quiero decir con esto es que el Mandela que se ve ahora es radicalmente diferente al que era antes.
-¿Cuáles son los principales problemas de Sudáfrica pos apartheid?
-La cuestión del racismo sigue siendo un problema importante. Creo que los sudafricanos blancos aún no han aceptado las transformaciones que se vienen llevando a cabo. Es más, en repetidas oportunidades han amenazado con abandonar el país, y emigrar a lugares como Australia o Nueva Inglaterra. Lo bueno es que desde 1994 hemos visto la aparición de una gran cantidad de burócratas negros muy eficaces, lo que nos permite asegurar en este momento que si llegaran a cumplir con sus amenazas el país de todas maneras va a poder seguir adelante. Otro serio problema es la fuerte tasa de desempleo y la miseria que acarrea. Además toda la parte sur de África está enfrentando el crecimiento explosivo del sida. Sin lugar a dudas tenemos una gran cantidad de problemas por resolver.
-¿Cuáles son los principales problemas actuales dentro de la propia comunidad negra?
-Creo que así como aún está pendiente una paz real con la población blanca, también hemos tenido poco éxito en lograrla entre nosotros mismos. Este problema pendiente revela lo mucho que aún nos falta recorrer y también cómo nos vemos a nosotros mismos. La nueva imagen que queremos difundir de la gente negra es no ya como víctimas sino como personas victoriosas.
-¿Qué evaluación le merece el desempeño de la Comisión de Verdad y Reconciliación sudafricana?
-Las futuras generaciones son las que nos van a poder decir qué tan exitoso fue este intento. A mi juicio durante todo su desempeño no hemos podido ver, hasta el momento, ni siquiera la mitad de la verdad que estamos todos esperando, y tampoco ha sido muy exitosa en promover algún tipo de reconciliación nacional. Por eso creo que en realidad el mundo se quedó más fascinado con la Comisión de Verdad que la propia Sudáfrica. Hace mucho nos dimos cuenta de que para que existan condiciones reales para una reconciliación es imprescindible que se produzcan cambios efectivos a nivel de toda la sociedad sudafricana. Creo de todas formas que esta comisión logró resaltar la necesidad que tenemos los sudafricanos de encontrar algún camino real para llegar a una efectiva reconciliación.
-¿Cuáles serían los parámetros clave para que se lograra una verdadera reconciliación?
-Creo que bastaría con un simple reconocimiento de lo que nosotros hemos pasado. Hasta el momento ningún miembro del Partido Nacionalista, responsable directo de todas las medidas a favor del apartheid, ha aceptado su responsabilidad en todo esto. Sin lugar a dudas ése no puede ser un buen punto de partida para cualquier reconciliación.
-¿Cuántas víctimas produjo el Estado racista sudafricano?
-Creo que una de las limitaciones de la Comisión de Verdad y Reconciliación es que utiliza una definición muy reducida de lo que se conoce como violación de los derechos humanos. Restringir la violación de los derechos a cuando existe tortura, secuestro, prisión o muerte deja afuera muchas situaciones cotidianas que vivió la comunidad negra durante el apartheid. Tenemos que recordar el impacto de medidas como las que prohibían a los negros el acceso a trabajos decentes, a la educación terciaria, a la vivienda. La gran cantidad de personas que vivieron durante años la opresión de esta legislación totalmente arbitraria e injusta no fueron consideradas por la comisión en ningún momento como víctimas, porque no cumplían con los parámetros estrictos que manejaba.
-¿Es posible una reconciliación después de vivir una situación con estas características?
-Creo que lo mejor que tenemos es nuestro deseo de perdonar; si no, no hubiésemos apoyado a la Comisión de Verdad y Reconciliación. Pero del otro lado hay todavía una falta de reconocimiento del dolor por el que atravesó la mayoría. Esto crea una dificultad con la que se convive todos los días. Cuando abrí una oficina de la fundación en el pueblo donde vivió y murió mi padre, me encontré muchas veces teniendo que hacer tratos con empleados del Estado que eran enemigos claros de mi padre y le hicieron en su momento mucho daño. Creo que ésos son los desafíos de construir una nación y de buscar los caminos para una reconciliación.
-La segregación y la violencia contra la población negra vienen desde la época de la colonización inglesa y holandesa. En el cono sur se habla de trauma. ¿Existe una conceptualización similar en el caso sudafricano?
-Creo que las personas han asimilado la violencia en una forma muy poco feliz. Uno podría pensar que como la mayoría de la población africana ha sufrido tantos traumas en diferentes momentos, se encuentra ya en un punto en donde reacciona ante la injusticia y exige el fin de la violencia. Pero la realidad es muy diferente. Después de la época colonial muchos países africanos descubrieron la imposibilidad de romper realmente con su situación de dependencia y terminaron aceptando el problema en forma complaciente. Esto pasa en muchos países en África, y no sólo en Sudáfrica. Lo que tenemos nosotros, a diferencia de otros países africanos, son instituciones sociales bien establecidas, que son útiles para movilizarnos en función de nuestras necesidades. Eso es visible con el problema del sida, las organizaciones presionan y logran que el Estado responda.
-¿Cuáles son las principales trabas para el desarrollo futuro de un Estado no racial?
-Creo que todavía hay personas que tienen rabia, y es muy fácil hacerla crecer ya que el racismo blanco aún no ha terminado. Por un lado existe una democracia formal, pero basta alejarse un poco de las principales ciudades e ir a una hacienda para encontrar a una población negra que sigue viviendo en condiciones de esclavitud. Las dinámicas del poder en las zonas rurales no han cambiado casi nada hasta ahora. Las mismas personas que antes de 1994 no podían votar ahora lo hacen, pero en los hechos siguen aún fielmente las órdenes de sus jefes. Actualmente se incrementaron los crímenes contra la población blanca, pero a mi juicio, lejos de ser delitos inspirados por el racismo, obedecen a razones económicas. Los blancos son la población más expuesta a este tipo de problemas porque económicamente son los que están mejor. Es cierto que ningún criminal del apartheid es visible en este momento en ninguna organización y que algunos después de un largo juicio están en la cárcel. Pero todos sabemos que los que dieron las órdenes y fundamentaron una violencia estatal y racial aún caminan tranquilos por las calles.





Biko because Biko
Desde su adolescencia Stephen Bantu Biko formó parte del movimiento anti apartheid y al poco tiempo de ingresar en la sección negra de la universidad Natal Medical School se afilió en la National Union of South African Students (nusas), asociación controlada por estudiantes blancos liberales. Debido a fuertes divergencias estratégicas entre los estudiantes blancos y negros, Biko renunció a nusas en 1969 y fundó la South African Students Organization (saso), con la que se centró en los problemas de la comunidad negra más pobre, buscando estimular su desarrollo industrial y la calidad de su atención médica. En 1972 Biko fundó la Black Peoples Convention (bpc) para trabajar en una gran gama de proyectos sociales junto con más de 70 diferentes grupos de conciencia negra. Su elección como el primer presidente de la bpc le costó la expulsión de la universidad, comenzando a trabajar desde entonces a tiempo completo en el Black Community Programme (bcp).
En 1973 el Estado sudafricano restringió su accionar político y social sometiéndolo a arresto domiciliario, limitación que no impidió que continuara colaborando con la bpc y la Zimele Trust Fund, organización que asistía a presos políticos y familiares de detenidos. El apartheid endureció cada vez más su estrategia represiva y entre agosto de 1975 y setiembre de 1977 Biko fue arrestado e interrogado en cuatro oportunidades.
Finalmente, el 21 de agosto de 1977 fue detenido por la policía de Eastern Cape, y el 7 de setiembre fue golpeado brutalmente durante un "interrogatorio". Según el informe de la Comisión de Verdad y Reconciliación sudafricana el doctor que lo examinó en esa oportunidad, mientras permanecía desnudo y sujeto con grilletes, consideró que no había razón para pensar que hubiese sufrido algún tipo de daño neurológico. Cuatro días más tarde, cuando aún permanecía semiconsciente, se decidió trasladarlo a un hospital a 1.200 kilómetros de distancia en la caja posterior de una Land Rover. Doce horas más tarde, en el suelo de una celda de la Prisión Central de Pretoria, Steve Biko moría, un 12 de setiembre, completamente solo, a consecuencia de las complicaciones asociadas al daño cerebral que sufría hacía días. Su reconocida trayectoria como activista de la comunidad negra y la forma brutal en que encontró su muerte lo convirtieron en un símbolo nacional e internacional de la resistencia a la opresión del apartheid. En la era pos apartheid los tres médicos implicados en su muerte fueron exonerados de toda responsabilidad y los policías responsables del procedimiento consiguieron una amnistía ante la Comisión de Verdad y Reconciliación.