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Latinoamérica

OPINION Argentina más cerca de Venezuela

Por Julio Torreguitart

Al norte de América del sur, Venezuela mostró la secuela dramática de la crisis de occidente. Esa crisis que no permite el desarrollo de los pueblos de América latina. Al sur del sur de esta América sufriente, Argentina espera su hora más trágica. Los tiempos determinados por los señores dueños del poder, están culminando en el sometimiento del imperio que domina a países disfrazados en una inexistente y tramposa democracia.
La sombra de asonadas militares sembrando el terror en América latina, ha comenzado a transitar los países esclavizados por el inhumano avance de la globalización que impulsa Estados Unidos para mantener su poder económico hegemónico, privilegiado e ignominioso.
Tal vez es el destino que tienen reservado para los pueblos de una América, sosteniendo la máscara de una falaz democracia para justificar la intromisión de los verdaderos poderes implementados desde el capitalismo salvaje.
Las multinacionales asfixiantes, las organizaciones financieras internacionales y los foros mundiales que luchan por un mundo mejor para el hombre, soportan el peso enorme que ejerce el imperio americano sobre sus organizaciones.
Hoy los golpes institucionales se disfrazan de golpes cívico-militares, pero significan lo mismo que ayer, tienen el mismo fin, son parte de un mismo plan ideado por décadas para primar intereses corporativos y no para salvaguarda de los sistemas democráticos, por el contrario, constituyen las piezas de sistemas totalitarios y alineados con el mismo patrón. La preeminencia de los monopolios y corporaciones están insertas en el objetivo fundacional de este estilo de estrategias exterminadoras.
México, Nicaragua, Perú, Venezuela, Colombia, ahora Argentina entre otros, no son crisis casuales, corresponden a crisis creadas con causales proyectadas para que así sucedan. El golpe a la dignidad humana primero, la degradación por la pobreza más tarde, y el golpe del remate final: la exclusión de la educación del individuo para dividir los pueblos y lograr la pelea entre hermanos, lo demás es previsible.
Y ahora quieren ir por Cuba, el bastión que les falta. Por eso la necesidad de que los latinoamericanos votemos en contra del régimen castrista. Estados Unidos requiere de la anuencia de todos los países que componen su orbita de dominación para intervenir en algún momento en Cuba sin ser enjuiciado por violación a los derechos humanos, discurso que tanto pregonan.
De allí la importancia del papel que les espera a los medios de comunicación alternativos –no contaminados por el poder -, su accionar permitirá evitar los golpes de estado orquestados por las minorías privilegiadas y respaldados por el poder hegemónico y fascista de los Estados Unidos.
Fidel Castro en la cumbre de Monterrey en el mes de marzo señalaba el desprestigio creciente que caracterizaba a las instituciones financieras internacionales. Este hecho se evidencia en la inversión de 100 dólares en especulaciones financieras, por cada dólar empleado en el comercio mundial.
También el presidente cubano denunciaba que la diferencia de ingreso entre los países ricos y los países pobres era de 37 veces en 1960, y en la actualidad llega a 74 veces.
El desprestigio de los organismos internacionales se ve hoy justificado en lamentables recetas de ajuste para ampliar aun más esa brecha entre ricos y pobres. El avance inescrupuloso de empresas multinacionales sobre los recursos naturales de los países pobres terminó por someter a niveles de esclavitud a los pueblos latinoamericanos.
En la Argentina de 2002, sus habitantes perdieron su derecho a la salud, el sistema educativo está a punto de colapsar por el desvío de fondos presupuestados, la inseguridad va in crescendo día a día, y los poderes del estado están virtualmente desmembrados con políticos y jueces que han perdido toda credibilidad. ¿Existe realmente la democracia?
Argentina espera el golpe a las instituciones impasible, como quien espera su hora final en una condena a muerte. Sus recursos están agotados, los servicios que creía haber mejorado en su aspecto cualitativo y cuantitativo están a punto de ser limitados (las empresas energéticas podrían realizar cortes), el petróleo se exporta, el campo tiene un gasoil caro para sus laboreos y los despidos amenazan con incrementar más aun los índices de desocupación, algunas empresas están pensando en irse del país...
No existe democracia sin determinación de los pueblos. Los habitantes de Argentina como en Venezuela, Brasil o Paraguay, tal vez elijan sus diputados, senadores, presidente..., tal vez pueda decirse sin temor a equivocarse que existe una participación ciudadana. Sin embargo, la decisión del futuro que tendrá cada país latinoamericano está amenazado. Si el pueblo no reacciona no dependerá de los latinoamericanos, sino de sus dueños: las instituciones financieras internacionales.
Sería tiempo de plantear seriamente en los foros mundiales el grado de culpabilidad en los asuntos latinoamericanos del F.M.I. De no mediar este razonable sinceramiento de la realidad latinoamericana las injusticias seguirán avanzando sin pausa. La evidencia está, en que el Fondo, sigue aplicando recetas de ajuste en una Argentina que precisa de crecimiento.
El secretario general de la ONU, Kofi Annan, expresó en México -en oportunidad de la Conferencia de las Naciones Unidas sobre Financiación para el Desarrollo-, su optimismo por los resultados, y aseguró que después de esta cumbre las cosas serían diferentes en el mundo.
Annan se preocupó por destacar que hay consenso en que los países pobres y endeudados no pueden seguir pagando el servicio de la deuda con recursos que deberían estar destinados a la salud y la educación, y aseguró que aunque no se ha encontrado la solución a ese problema, el mundo sigue pensando en ello.
A pesar de los buenos augurios de Annan, el gobierno de Argentina tiene muy poco tiempo para responder a su pueblo. La cercanía con los sucesos de Venezuela ha achicado tanto la distancia territorial entre los dos países por la similitud del escenario social, que la frontera de ambos parece chocarse las narices.