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Latinoamérica

2 de marzo del 2002

Los desempleados piqueteros argentinos

Pedro Echeverría V.

México cuenta con grandes experiencias de luchas campesinas, obreras, de colonos, estudiantiles, sobre todo de batallas indígenas en estados como el de Oaxaca, Guerrero, Chiapas y muchos más. Los innumerables levantamientos armados, las tomas de tierra, las batallas por el crédito, las luchas por precios de garantía, las huelgas de fábrica, los combates por la democracia sindical, los bloqueos de calles, las huelgas universitarias, las grandes manifestaciones de masas, los bloqueos de carreteras, son formas de lucha que se han dado los trabajadores a través de las décadas. Hoy, el más conocido a escala internacional es, sin duda, el levantamiento rebelde del Ejército Zapatista de Liberación Nacional el 1 de enero de 1994, precisamente el día en que el Tratado de Libre Comercio se pondría a funcionar.
Sin embargo en México no se conoce alguna experiencia de lucha organizada o colectiva de los trabajadores desempleados o desocupados, a pesar de que el país durante los últimos veinte años ha sufrido un enorme desempleo. Basta con saber que los gobiernos sucesivos de De la Madrid, Salinas, Zedillo y Fox han reconocido públicamente la necesidad de crear un millón docientos mil empleos anuales para resolver el crecimiento de la población económicamente activa (PEA) y, al final de cada uno de sus sexenios de gobierno también han informado no haber creado ni la mitad de los empleos necesarios. Durante el gobierno de Fox la situación empeoró: no solo no creó los empleos que se necesitaban abrir en su primer año de gobierno sino que se perdió casi medio millón de ellos.
En Argentina, el país más desarrollado de centro y sudamérica, desde el punto de vista capitalista, también cuentan con una enorme tradicion y experiencia en batallas sindicales y en acciones colectivas. Como diría James Petras, las huelgas generales son más comunes en Argentina que en cualquier otro país del mundo, y, al mismo tiempo que esta nación es uno de los países productores de carne y grano más grande del orbe, Argentina hoy tiene la concentración más grandes de trabajadores desempleados organizados y comprometidos por la acción directa. Si bien Brasil, Chile, Colombia, Cuba, etc., han enriquecido al mundo en experiencias de lucha campesina, Argentina ha mantenido su papel de vanguardia en las luchas obreras desde que se inician en los años veinte.
Una de las experiencias más interesantes en los últimos cinco años, desde el gobierno de Menem, es representada por los trabajadores desempleados de decenas de provincias Argentinas. El grueso de los trabajadores industriales está hoy desempleado, escribe Petras; ellos solían ser el 40 por ciento de la fuerza laboral, hoy en día son menos del 20 por ciento. Dicen los jóvenes de Neuquén: sómos parte de los miles de jóvenes que sufrimos la desocupación, algunos de nosotros nunca pudimos trabajar y los que tuvimos la oportunidad lo hicimos por dos mangos y sin ningún derecho. "Sómos jóvenes desocupados cansados de que nos repriman en los barrios o en las calles por manifestarnos por nuestros derechos". Pero son las mujeres, las esposas de los desempleados, las que han impulsado a los esposos en los piquetes y sostenido el movimiento.
Fue en 1996 cuando se produjo el primer piquete en una provincia de Neuquén. Raúl Zibechi señala que la privatización de la petrolera estatal YPF dejó en la calle a todo un pueblo, lo que llevó a exobreros y vecinos desocupados a cerrar la carretera durante semanas. Durante la protesta fue asesinada la pobladora Teresa Rodríguez, convertida hoy en emblema de resistencia de una de las organizaciones de desocupados. Al año siguientes se produce el primer piquete en Buenos Aires, en Florencio Varela. Tuvo el éxito de conseguir subsidios estatales. Estos subsidios fueron creados luego de los saqueos de 1989 y fueron extendiéndose en todas las regiones del país a medida que avanzaba la desocupación y la protesta. En seis años, entre 1993 (el Santiagazo) y 1999, se contabilizó 685 bloqueos de carreteras y calles.
Una de las experiencias más importantes en esta lucha es la del Movimiento de Trabajadores Desempleados (MTD) de Solano, conurbado ubicado a unos 35 kilómetros de la ciudad de Buenos Aires. Ante la acusación de ser un movimiento "muy limitado y aislado", responden: "El MTD de Solano no es "sólo" un grupo piquetero. Entre corte y corte de ruta se manifiestan los proyectos más potentes del movimiento: las talleres de formación y capacitación, y las formas de contrapoder desde abajo, que se extienden y consolidan más allá, incluso de los planes trabajar y las acciones de lucha.
Tampoco el MTD de Solano es una experiencia ailada. El país entero se conmueve frente a la lucha piquetera. La pluralidad de formas, grupos y perpectivas entre quienes cortan rutas para reclamar similares reivindicaciones es evidente. Incluso este MTD integra instancias abarcativas de otros movimientos, como la Coordinadora de Trabajadores Desocupados Anibal Verón. Pero aclara: mientras los burócratas de la política luchan por apoderarse del movimiento piquetero, reduciéndolo a botín y plataforma de lanzamiento, desde una perspectiva del contrapoder resulta fundamental desplegar una mirada situacional, experiencial, que centre su comprensión en la soberanía práctica y de pensamiento que cada movimiento desarrolla.
La realidad es que en la Argentina de hoy, país en el que los piqueteros representan un fuerza y una alternativa importante de lucha contra el capitalismo y su manifestación más alta, el neoliberalismo privatizador, están interviniendo decenas de grupos, partidos, sindicatos, que han querido adueñarse de la dirección del movimiento. Por eso el MTD de Solano ha señalado que la política pensada desde un eje jerárquico pretende la organización de las experiencias sectoriales a partir de un determinado deber ser del mundo. El grupo político habla en nombre de todos, sin poder constatar jamás el consentimiento de cada uno. El contrapoder, a partir de la singularidad de las experiencias productoras de nuevos valores más potentes a los producidos por el capitalismo, se resiste a la organización centralizada de la burocracia revolucionaria.
Los políticos, reiteran los del MTD, por más revolucionarios que se crean, actúan impidiendo la apropiación del todo por la experiencia singular, imponiendo una y otra vez a la globalidad como esfera de pensamiento y de la acción. No se trata de quitarle el poder a la política para dárselo a otra estructura de prácticas. El problema es que los militantes políticos querrían que todo pasase por ahí y que todos y cada uno se transformasen en militantes políticos. Nosotros desde la investigación militante, no deseamos de ninguna forma que el resto de las modalidades prácticas de intervención se transformen en investigaciones. No nos declaramos "anti", ni "anti" políticos, ni "anti militantes de la articulación, ni "anti" partidos revolucionarios. Simplemente aceptamos la existencia de estas formas de la vida humana y social, a la vez que postulamos que no son las que nos interesan ni las que nos organizan. Y advertimos, al mismo tiempo, de las catastróficas consecuencias de tomar el poder para centralizar el resto de las prácticas" (Situaciones 4)
A los jóvenes del Movimiento de Trabajadores Desempleados de Neuquén -una provincia a más de 1000 kilómetros de Buenos Aires- cuando se les pregunta sobre su lucha, responden:
Sómos jóvenes desocupados que decidimos organizarnos para luchar por trabajo genuino. Sómos parte de los miles de jóvenes desocupados víctimas de la política de hambre de los distintos gobiernos en turno; estamos cansados de los políticos getones que gobiernan para los de arriba; sómos desocupados cansados de que nos repriman en los barrios, en las calles por manifestarnos por nuestros derechos. Sómos jóvenes con mucha energía, ganas y capaces de trabajar, por eso no queremos asistencialismo. A pesar de eso, hoy defendemos los planes de empleo para poder subsistir -pero estos planes, que nos marginan de la posibilidad de tener seguridad social, una jubilación y otras conquistas arrancadas por los trabajadores- no es lo que queremos.
Los jóvenes desempleados de Neuquén, como los del MTD de Solano, se organizan democráticamente. "Todo lo decidimos en asambleas. Tenemos nuestros propios delegados con mandato de asamblea y revocables. Tomamos el ejemplo del movimiento obrero combativo y no de los sindicatos burocráticos atornillados a sus sillones decidiendo a espalda de los trabajadores". Esos movimientos de desempleados viejos, maduros, jóvenes, hombres y mujeres son un modelo y un ejemplo de las luchas anticapitalistas; luchas autónomas y autogestivas contra el poder centralizado, donde este se manifieste.
Está muy bien la advertencia de Petras: "Debemos tener presente que el liderato en Washington no descansará hasta que entierre este movimiento (argentino). Y pienso que lo que quizás veamos es la presenvación de la fachada civil y el regreso del ejército como un factor determinante en la política". O como la experiencia mexicana -digo yo- donde no ha habido necesidad de que el ejército tome directa o indirectamente el poder porque los gobierno civiles, al estar atados a las políticas dictadas desde Washington y Wall Street, administran con mayor efectividad los intereses de los grupos financieros internacionales. Me parece que México tiene mucho que enseñar, pero mucho más que aprender de las experiencias de pueblos que como Argentina, Colombia, Venezuela se están enfrentando en las calles y con las armas en la mano al poder de gobiernos y banqueros internacionales.