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Latinoamérica

 
9 de enero del 2002

Brasil: ¿Qué esperanza para el 2002?

Leonardo Boff
Servicio Informativo "Alai-amlatina"


U
ltimamente muchos me han preguntado: ¿Qué podemos esperar del año 2002? Frente a la dramaticidad de los días actuales guardé silencio obligado. Una entrevistadora me interpeló: "¿Pero Usted no es teólogo? El teólogo siempre tiene fe y esperanza". De mi parte pude haber recitado la lección del cristianismo: después que Jesús resucitó no nos es más permitido perder la esperanza. La vida y no la muerte fue la última palabra que Dios pronunció sobre la tragedia humana. De hecho, la esperanza cristiana garantiza el fin bueno de la historia. Mas no nos dice por qué caminos llegaremos allí. Por eso no osé recurrir a esa reserva espiritual de esperanza. Pues, pensé: para que la vida triunfase fue preciso pasar por "una noche obscura y terrible" como dirían los místicos. Los textos sagrados refieren que la crisis que gestó la vida nueva por Jesús resucitado fue tan radical que sacudió lo que existe de más consistente (el firmamento) y atropelló lo que hay de más sagrado (el velo del templo). A ese costo el Sol volvió a brillar.

¿No vivimos tiempos semejantes? Es mejor callar reverentemente que decir palabrerías endulzadas. Después, dando vueltas al asunto, pensé en dos puntos que nos podrán traer alguna esperanza: la no linealidad del proceso evolutivo y el efecto mariposa, argumentos derivados de la cosmología contemporánea.
El proceso de evolución no se hace linealmente, sino por rupturas. A partir de cierto momento, la complejidad aumenta, se acumula energía que proviene misteriosamente de vacío cuántico hasta que rompe todas las barreras, produciendo una ruptura, lo antiguo se desestructura y lo nuevo irrumpe con fuerza seminal. Surge una nueva virtualidad en el universo, en la sociedad o en la biografía de una persona y se traza un nuevo horizonte de esperanza.
No son pocos que ven en la actual situación los síntomas de grandes cambios que la evolución y la Tierra pasarán. Ellos representan una travesía que destruye un orden e induce a uno nuevo. ¿No estamos pasando de lo local a lo global? ¿Del Estado-nación a la sociedad planetaria? ¿De la sociedad planetaria a la sociedad de vida? ¿De la sociedad de vida al superorganismo vivo, Gaia? ¿De Gaia al cosmos? Un nuevo estado de conciencia está emergiendo, rumbo a lo que Teilhard de Chardin llamara noosfera, vale decir, la humanidad se reúne en un lugar único, en el planeta Tierra, con los corazones y las mentes (noos) buscando equilibrio y armonía más altos. ¿No estarían la catástrofe de noviembre y sus desdoblamientos acelerando la ruptura inevitable y abriendo espacio para lo nuevo emergente, portador de esperanzas para la humanidad? Ojalá 2002 nos lleve más adelante en ese proceso. Vale esperar.
El segundo argumento de esperanza reside en el así llamado efecto mariposa. Él es una derivación de la física cuántica que nos enseña: todo tiene que ver con todo y somos todos inter- retro-dependientes. Por eso cada individuo es un eslabón de la inmensa corriente de energía y de vida y cuenta mucho. El efecto mariposa representa una concreción de este principio. Fue identificado en 1960 por los que hacen previsiones meteorológicas. En ese campo como en otros funcionan sistemas caóticos, quiere decir, sistemas en los cuales domina la imprevisibilidad. Como un todo, tales sistemas también están sometidos a leyes matemáticas factibles de descripción; mas su comportamiento concreto no puede ser previsto. Pequeñas modificaciones pueden ocasionar grandes cambios. Entonces se dice: "Si una mariposa en Hong Kong bate sus alas, puede provocar una tempestad en Nueva York". O como en un estadio de fútbol: basta que algunos comiencen a hacer la ola y, de repente, todo el estadio es contaminado y surge una inconmensurable ola. Es el efecto mariposa: un pequeño gesto puede ocasionar grandes transformaciones.
Ese gesto puede estar escondido en cada uno de nosotros. Y está. Como estamos ligados a todo y a todos, puede desencadenar aquel proceso cuyo efecto es una inconmensurable transformación de la historia. El año 2002 se inscribe dentro de este arco y de esta esperanza posible.

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