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Latinoamérica

9 de septiembre del 2002

Brasil: Lula y la ilusión de la mudanza

Miguel Urbano Rodrigues
resistir.info

Antes de visitar Índia, Brasil me aparecia como el país del mundo más dificil de comprender.
Vivi allí 17 años y me siento en casa siempre que vuelvo. La intimidad con el paisaje fisico y humano no derrumbó, sin embargo, la gran barrera. El mistério brasileño permanece para mi intacto. Me identifico con el pueblo, lo amo, casi adivino en él los contornos de una humanidad rehumanizada. Me movimiento con familiaridad entre los hechos y la gente. Pero es enorme la dificultad en entender el rumbo que allá sigue la história. Brasil derrota el esfuerzo para ser comprendido a través de la razón.
Si la história se cumpliera con un minimo de lógica, Brasil seria en este inicio del Siglo XXI, no solo un país desarrolado, sino el paradigma de una sociedad de abundancia y de convivencia armoniosa entre comunidades de culturas y origenes raciales diferentes.
El austríaco Stefan Zweig, al descubrirlo, en visperas de la II Guerra Mundial, vislumbró alli «El País del Futuro». La profecía no se concretó. El sentido del movimiento de la história se invertió. Brasil, en circunstancias conocidas, empezó a caminar hacia atrás. Y la involución prosigue.
Un sociólogo sueco, al visitar São Paulo recientemente sintetizó en un breve comentário su espanto: «Acompañé un debate televisivo, leí la prensa, estuve en la Universidad y hablé con mucha gente. Me senti espectador de una comédia aparente que oculta el desarrollo de una tragédia.»
LA GRAN CONTRADICCIÓN
Creo que no existe en América otro pueblo que tenga afinidades tan profundas con el cubano como el brasileño. La historia y el idioma los han alejado. Un abismo los separa hoy en lo que concierne a la educación, a la salud y al sistema politico- institucional. A la desigualdad social de Brasil — casi un record mundial — se le contrapone un regimen que se propone reducirla al minimo. Pero el abismo entre los vários Estados y las estructuras socio económicas no impide una aproximación entre las idiosincrásias y los pueblos. Las raices euro-africanas de ambos están presentes en mundividencias, actitudes y formas de comportamiento cultural que, por su convergencia, impresionan.
Se puede decir que mientras la violencia, la droga y la marginalidad infantil señalan dramaticamente el cotidiano de las megalopolis brasileñas, La Habana es la capital más segura de América, una ciudad que tiene el culto de los niños, en la cual los toxicodependientes son una infíma minoria traída por el Turismo.
La contradicción no elimina el parentesco cultural. Nos empuja hacia una pregunta: como explicar los procesos que en Brasil provocaron rupturas en la tela social muy profundas aunque insuficientes para contaminar la esmagadora mayoria del pueblo? Este generó los anticuerpos que le han permitido preservar su especificidad cultural. Sobrevivió a la doble amenaza de minorias formadas en los dos extremos de la sociedad: una burguesia que renunció al desarrollo autónomo sostenible, transformandose en instrumento y en apendice del sistema de poder imperial, y una capa lumpen, en acelerado aumento, resultante del funcionamiento del mismo engrenaje de la explotación, es decir una masa de docenas de millones de párias, fuente de la violencia endémica, del crimen organizado, de las tramas de la droga, de la prostitución, el fango social cuyos hilos terminan en el Poder.
El pueblo brasileño, mejor dicho la gran mayoria de los brasileños, permaneció fiel a las raices. Gubernado como si fuese un protectorado, oprimido por los de arriba, agredido por la invasión de valores culturales asimilados por los sectores sociales más contaminados por la máquina trituradora de la globalización neoliberal, y en simultâneo, victima de la violencia, de la inseguridad y de la presión de la masa de párias y de las máfias del crimen que brotan de los subterraneos de la sociedad capitalista — el brasileño que aprendi a respectar y amar, el «hombre cordial» definido por Sérgio Buarque de Holanda, ese ha resistido. Pero pagó un precio colosal por la sobrevivencia.
LULA
La campaña electoral concentra en estos dias la atención de docenas de millones de brasileños y es acompañada con absorvente interés en todo el Continente Americano.
Nunca he sentido atracción por los ejercícios de futurologia política. No hago previsiones sobre quien será el adversário de Lula en el segundo turno —Serra o Ciro Gomes— ni sobre el probable resultado.
Si fuera brasileño votaria por Lula. Pero solamente por la ausencia de una alternativa. Su candidatura suscitó inicialmente grandes esperanzas en amplios sectores de la izquierda brasileña. Lula apareció como el candidato natural de las fuerzas progresistas para decepcionarlas progresivamente.
En su cuarta tentativa para llegar al palacio del Planalto, Lula tiene más posibilidades de realizar su objectivo que en las anteriores. No es por merito propio que eso ocurre, pero si como consecuencia del total descrédito del sistema, y por una aspiración a profundos cambios. La convicción de que, nunca como ahora, las condiciones para ser elegido fueron tan favorables contribuyó — una paradoja — para que Lula, interesado en conquistar el apoyo de un amplio sector de la pequeña y la mediana burguesia, eliminara de su discurso mucho de lo que en él inspiraba confianza a los trabajadores.
Desde Cuba y Europa he acompañado su campaña. La desapruebo, más por las posiciones asumidas que por las omisiones. No seria razonable esperar de Lula un discurso como el de los dirigentes del Partido Comunista do Brasil — su más firme y leal aliado en la elección — un discurso prudente pero que refleja la imagen de un partido revolucionário. Pero Lula exageró tanto en las concesiones que perdió la confianza y el respecto de muchos brasileños que esperaban verlo asumir una postura muy diferente. El error, en la opción estratégica cabe sobretodo a la dirección nacional del Partido de los Trabajadores.
La persecución al voto, al hacerse una obsesión, conduce a la pérdida de la lucidez. La conquista de la Presidencia proporciona, en un país como Brasil la obtención de las insignias del Poder. Pero el Poder real, sea quien sea el vencedor, no cambiará de manos. El engranaje que lo controla, externo e interno, modeló el cuadro institucional de forma a impedir el cambio del sistema.
En una democracia representativa latino-americana de estructura presidencialista no es indiferente que el Presidentre sea un proconsul de Washington o un político patriota y progresista. Pero es una ingenuidad creer que instituciones ideadas e impuestas por la burguesia puedan servir para impulsar transformaciones profundas en el sistema, incompatibles con la lógica de su funcionamiento.
La idea de que las concesiones de la campaña electoral proporcionan los votos que pueden garantizar la victória y son irrelevantes porque una vez conquistado el poder un giro de timón señalaria, entonces si, el rumbo progresista de Lula — tal idea parte de un análisis ingénuo y falso de la realidad, para no decir oportunista.
No fue por casualidad que la embajadora de los EEUU en Brasilia expresó publicamente su aprecio por Lula y que Fernando Henrique ensayó una aproximación, admitiendo su eventual apoyo al candidato del PT, si Ciro Gomes es su adversario en el segundo turno. Por quê esa inesperada benevolencia?
La aceptación de Lula resultaria de la conclusión de que seria un presidente asimilable, es decir un presidente dispuesto a respectar las reglas básicas de la dominación imperial.
Tal conclusión es, sin embargo, prematura. La naturaleza de clase de un gobierno no depende exclusivamente de su jefe ni del proyecto de su partido. En el caso de Brasil pesaria mucho el entorno internacional en un contexto de crisis global latino- americana, problemas económicos aun impredecibles, y el comportamiento de las fuerzas sociales que apoyarian al gobierno y de las que se opondrian a su politica.
No dudo de la integridad personal de Lula, ni de su convicción de que «despues» podría cambiar de estilo y lenguaje, desplazandose para la izquierda.
Sus buenas intenciones, creo, cuentan sin embargo menos que las cedencias hechas al lo largo de la campaña. El tacticismo, ya lo decia Lenin, es una forma de oportunismo politico. Lula — cito algunos ejemplos más chocantes — nunca deberia haber afirmado que, si deviene presidente, no tolerará ocupaciones, tal como no deberia haberse comprometido a respetar los acuerdos con el FMI firmados por la actual administración. Para tranquilizar la derecha y el imperialismo, tomó distancia del Movimiento de los Sin Tierra, quizás hoy, el movimiento social más importrante de la izquierda latino-americana, y, lo que és aun más grave, abrió la puerta grande a los mecanismos de la dominación extranjera, los cuales, él lo sabe, son responsables por el ciclo dramático de la dependencia económica y politica e impiden un desarrollo autónomo del país.
La designación para su vice-presidente de un gran empresário minero del Partido Liberal, controlado por la mafiosa Iglesia Universal del Reyno de Dios, ha sido otra decisión que afectó su imagen, tal como el acuerdo con el ex-presidente Sarney. Llama la atención la iniciativa de la Conferencia Nacional de los Obispos de Brasil para criticar Lula por el oportunismo de las posiciones asumidas.
No se trata de actitudes aisladas del candidato. En Noviembre pp, en La Habana, durante la Conferencia Anti-Alca, tuve la oportunidad de escuchar un discurso de Lula que, por su pesimismo, transmitia un mensaje desmobilizador en un momento en que el combate al plan de colonización continental de los EE UU es, en America Latina, un frente de lucha prioritário. Posteriormente, el PT decidió no participar en el plebiscito sobre la integración de Brasil en el Alca. Lula permaneció mudo ante ese gesto capitulador. No condenó frontalmente el Alca. Aceptaria incluso el proyecto recolonizador si le fueran introducidas algunas alteraciones (cosméticas). Sustentó publicamente que «Otra Alca es posible»...
NO AL FATALISMO
Brasil es potencialmente uno de los paises más ricos del mundo. Con excepción de Rúsia, quizás no exista otro que lo iguale en recursos naturales. Dispone además de un sector avanzado que lo coloca justo despues de los paises industrializados del G-7.
Los mecanismos de la dependencia lo empujan sin embargo hacia atrás. En las ultimas decadas acumuló fracasos. El balance de los dos mandatos de Fernando Henrique Cardoso es expresivo de lo que no debe hacerse.
FHC fue en su juventud uno de los más brillantes y talentosos sociólogos de América Latina. En la Universidad de São Paulo, cuando lo conoci, le llamaban «El Príncipe». Decía al tiempo ser marxista. La dictadura militar lo expulsó de la Universidad por subversivo y en el exilio escribió, con el chileno Enzo Faletto, un libro importante sobre la Teoria de la Dependencia, en el que desmontaba los mecanismos de la dominación imperialista. Ahora renega esa obra y en la Presidencia, despues de su sumisión al neoliberalismo, actua como aliado preferencial del sistema de poder de los EE UU.
Lula no desconoce el funcionamiento del engranaje de poder de los EE UU. Lo denunció desde la juventud como lider sindical. Sabe que el pueblo brasileño (como casi todos en América Latina) trabaja para pagar una deuda que aumenta siempre. El sistema, diabólico, tiene reglas rígidas. La falsa ayuda — recibida como préstamos y créditos, e inversiones que generan royalties enormes, etc, —absorbe los excedentes, condiciona las opciones estratégicas, y mantiene el país en la situación de colónia de nuevo tipo.
Lula combatió siempre esos mecanismos y las politicas que los imponian. Ahora, en su cuarto intento de conquista de la Presidencia, es el personaje de una estratégia que, al transforarlo en cúmplice del sistema, se choca con hondas aspiraciones de su pueblo.
La capitulación ocurre en un momento de crisis global de la civilización, cuando el sistema de poder imperial de los EEUU impulsiona un proyecto fasciszante de dictadura militar planetária.
La dirección del PT y su candidato están demostrando incapacidad de asimilar lecciones de la história. La tragédia chilena y el inquietante bloqueo del proyecto bolivariano de Hugo Chavez iluminan con nitidez una realidad que muchos insisten en ignorar. La llamada via pacífica para una transformación de la sociedad capitalista que la humanize no es viable en América Latina en el presente contexto histórico. El poder de la burguesia, indisociable del poder transnacional a que se encuentra sometido, no puede ser destruído en el cuadro institucional por ella concebido y montado para servir sus objectivos de clase y los intereses del sistema de poder imperial.
Es indispensable utilizar los mecanismos de la falsa democracia representativa para combatir, por todos los medios, el engranaje de dominación politica y económica que excluye la participación del pueblo, o sea el sujeto de la história. Pero sin ilusiones, sin confundir las insignias del poder con el poder real. El PT y Lula demuestran, con su campaña sembrada de concesiones oportunistas, no haber asimilado esa evidencia.
El despertar puede tardar un poco si Lula vence la elección. Pero será, en cualquier hipotesis, doloroso.
El lema del Forum Social Mundial — Otro Mundo es Posible — responde a la esperanza de la humanidad. La globalización neoliberal y el sistema de poder imperial que la impone no se perpetuarán. Son vulnerables, y, por su irracionalidad, contienen las semillas de su propia destrucción.
Combatirlos frontalmente es exigencia de la História. Luchar contra ellos, optando por el camino de las concesiones, es un error gravísimo.
Traducción de Ana Maria Tavares Rodrigues
El original portugués de este articulo se encuentra en http://resistir.info