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Latinoamérica

Frontera del sur: el sueño roto

Alejandro Gutiérrez /PROCESO

Son casi 700 kilómetros de una frontera que es límite y no lo es. México y Guatemala sólo están separados por los grados
de miseria. No es, como lo dicen los funcionarios, políticos y expertos, una "frontera porosa". Es una frontera salvaje. Y para muchos, acaba siendo una frontera mortal. La moneda común
en esos confines ajenos a todo control está compuesta por la migración ilegal de los más empobrecidos de los países centroamericanos, por el narcotráfico, la corrupción, el asesinato, el contrabando, el comercio de armas, la prostitución, todo inmerso en una actitud de fatalidad: así es, y ni modo. Fatalidad que este reporte especial de Proceso refleja, con crudeza inevitable.
Tapachula, Chis.- En la estación Tapachula, donde para el llamado Tren de la Muerte, una lúgubre luminosidad permite ver numerosas siluetas que rondan en la noche. Son migrantes centroamericanos que buscan dejar la miseria que azota a sus países.
—Es que en Honduras está cabrón, men, no ganas nada —dice uno de ellos.
Todos son jóvenes, excepto uno, el más callado: es José Antonio Ibáñez, quien escucha atento la conversación, enfundado en su short y camiseta sucios, zapatos raspados, el cabello desaliñado.
—¿Y qué dices tú? —le pregunta el reportero.
Su timbre de voz, infantil y tímido, lo delata —quizá apenas llegue a los 10 años y no a los 13, como él asegura—. Dice que es guatemalteco y va para Monterrey, a buscar a su hermano mayor. Con su inocencia infantil, sin tener idea del tamaño de la capital de Nuevo León, agrega que al llegar allá preguntará por su hermano y lo buscará.
—¿Y tu familia?
—Mi mamá no sé dónde ande. Mi papá murió. Y mi tía, con la que vivo, me dijo: Si quieres largarte, lárgate.
Toño parece ignorar los peligros que existen en esta región, que ha sido secuestrada por la delincuencia, dedicada principalmente al tráfico humano y de drogas, la trata de blancas y la prostitución infantil.
Una zona en la que, además, la corrupción gubernamental propicia el mercado negro de armas, así como el tráfico de maderas, aves, ganado y productos agrícolas.
Lo que Toño sí entiende, y lo dice, es que aquí no puede confiar en nadie. Sabe, como sus demás "paisanos", que si lo agarra la policía o Migración lo van a extorsionar y a arrebatarle —si lo tiene— su dinero. O que, en el peor de los casos, lo deportarán, como le sucedió dos días antes, el sábado 20 de julio. Soldados del Ejército Mexicano lo detuvieron con otros migrantes en San Luis Potosí, como parte de un operativo del programa Repatriación Segura, mediante el cual el Instituto Nacional de Migración (INM) ha deportado a 52 mil centroamericanos este año y a más de 60 mil en 2001.
Pero apenas pisó Guatemala por la frontera de Talismán-El Carmen, Toño regresó para reintentar de nuevo su propósito. Ahora ya sabe que si se sube al tren debe llevar piedras y palos para defenderse de la "Mara Salvatrucha" —llamada también MS13 o "Salvatrucha Viva"—, una banda de centroamericanos que atraca, viola y mata a los migrantes, hombres y mujeres por igual.
"Chiapas es el estado más cabrón, más violento, porque en otros la policía sólo te chinga, te peina los bolsillos, pero aquí los maras te roban o te matan y la policía no les hace nada. A uno es al que jode", asegura el hondureño Joel Laydé.
"Aquí, en Huehuetán o en La Arrocera es donde asaltan los mareros; algunos nos disparan como tiro al blanco", complementa el salvadoreño Hernán Meléndez, quien ya ha logrado llegar hasta Estados Unidos.
Otro relato que mantiene atento a Toño es el del maquinista del tren, Óscar Muñoz, un chihuahuense que lleva 12 años como ferrocarrilero: "Nosotros sabemos dónde se sube la Mara Salvatrucha: en El Manguito, en La Arrocera, en Huixtla; a veces se escuchan los gritos de mujeres y hombres que son asaltados, atacados y violados. A los que se resisten al robo los matan, y a los que no traen qué robarles, de plano los avientan del tren en movimiento".
Todos los migrantes entrevistados manifiestan su temor por tener que atravesar México para llegar a Estados Unidos, pero la miseria en sus países los ha obligado a ello. Algunos comparan la violencia y vejaciones que sufren aquí con la que padecen los mexicanos en la frontera mexicano-estadunidense.
En la noche, los jóvenes y Toño duermen bajo un furgón. Usan cartones para cobijarse. La noche del día siguiente, el martes 23 de julio, se aglutinan para intentar subir al tren que llegó procedente de Ciudad Hidalgo y se dirige a Veracruz. Son en total unas 300 personas, las que no pudieron pagar un "pollero".
"Se ve como tren de la revolución", dice el maquinista Óscar Muñoz, y comenta que en una sola corrida ha llevado colgados hasta 800 indocumentados.
Antes de que parta el tren, un grupo de policías municipales la emprende contra los inmigrantes para extorsionarlos. A cuatro salvadoreños les exigen 300 pesos por cabeza. Los demás corren.
Otro policía forcejea con una mujer embarazada y su compañero pide auxilio: "¡Paisas, está embarazada!". Enseguida, un grupo de migrantes se arma con piedras y palos y logra ahuyentar a los extorsionadores.
Jesús Adonei Guzmán, La Cotorra, es un hondureño que vive en Tapachula desde hace dos años. Ya no quiso seguir el viaje al norte, por peligroso. Es músico y compositor, y tiene la costumbre de ir a ver cómo sus paisas abordan el tren. Acompañado por su guitarra, les canta. Y ellos lo rodean, bailan y gritan: "Me vine de mojado,/ de mi tierra querida./ Crucé por Guatemala y a México le entré./ Crucé por Tapachula, Arriaga y Tonalá. /Y al llegar a Oaxaca, yo me voy en el tren. /Que me voy, que me voy, en el tren de la muerte..."
"Cuando menos que escuchen música antes de morir", expresa.
Cuando el ferrocarril se pone en marcha, los migrantes, con sorprendente agilidad, comienzan a treparse. El pequeño Toño corre como todos, pero su baja estatura le impide alcanzar el furgón, por más que se aferra a un tubo, hasta que un joven lo impulsa del brazo para subirlo.
El maquinista cuenta que muchos se caen y quedan bajo las ruedas de los vagones. Y dice que hay otros lugares desde donde cientos de indocumentados buscan emprender la marcha: en Ciudad Hidalgo; dos más en Tapachula; en el ejido Monte Cristo; el rancho Los Carlos, en Huixtla; en el poblado El Paraíso, de Arriaga, y en el crucero Canal 33, en Ciudad Ixtepec, Oaxaca.
Las rutas del tráfico
Estimaciones de autoridades y personal ferroviario señalan que de cada 100 indocumentados que logran irse en el tren, sólo tres o cuatro consiguen llegar a la frontera norte. Y tanto las autoridades de Guatemala como las de México comparten la estimación de que entre 40 mil y 60 mil centroamericanos buscan diariamente cruzar la frontera sur.
Pero el ferrocarril no es el único medio para el tráfico humano. Las bandas de polleros movilizan a muchas personas por los aeropuertos de Tapachula y de Tuxtla Gutiérrez hacia la Ciudad de México, y de ahí a la frontera norte, lo que supone la existencia de una amplia red de complicidades.
Algunos indocumentados afirman que los polleros les exigen mil 600 pesos por pasarlos a los aeropuertos de Tapachula o Tuxtla Gutiérrez.
"Para que las mafias del tráfico de personas florezcan, necesitan de la decidida colaboración de las autoridades (...) En Chiapas, el tráfico es un negocio compartido entre agentes de Migración y de la (Policía) Judicial Federal, oficiales de la Policía Federal Preventiva, algunos miembros del Ejército, los ministerios públicos y hasta las autoridades policiacas locales", establece un estudio elaborado a mediados de 2001 por el Centro de Investigación y Seguridad Nacional (Cisen) y el INM.
Investigadores de los fenómenos migratorios y fronterizos señalan que durante el actual gobierno se ha puesto especial atención al problema de la inmigración proveniente de Centroamérica, pero con un esquema mediante el cual parece reproducir la misma política que Estados Unidos impone en su frontera con México: mecanismos de sellamiento policiaco y militar, puestos en práctica por medio del llamado Plan Sur, que encabeza el INM.
Como parte de esta estrategia, se reforzó la vigilancia desde el Istmo de Tehuantepec hacia el sur, de manera que quien transite del centro de la República al sur, o viceversa, se encuentra con cerca de 26 puestos de control migratorio.
El INM informó que de enero a junio de este año logró "asegurar" a 68 mil 706 centroamericanos.
Las condiciones de los indocumentados en el centro de aseguramiento de Tapachula son infrahumanas debido al hacinamiento. "Sabemos que las condiciones son deplorables, pero es tal el número de gente que llega, que tenemos que repatriarla en menos de 10 horas", dice un oficial del INM.
La delegación de Migración parece una central de autobuses, pues de ahí salen diariamente seis camiones, con alrededor de 350 centroamericanos, a los que dejan en el puente Talismán, en la frontera con Guatemala.
La investigación del Cisen y del INM analiza la red de complicidades en el tráfico de indocumentados en Chiapas, estado que "tendría que ser visto como el laboratorio desde donde se despliega las grandes líneas de la política migratoria (...) La ubicación fronteriza de Chiapas coloca a esta entidad como el primer filtro del tráfico de indocumentados y, por tanto, como el punto neurálgico desde donde el gobierno federal deberá combatir al crimen organizado y corregir las prácticas de corrupción entre sus funcionarios".
La investigación detectó cinco redes de protección a traficantes, que involucran a agentes de Migración, incluido el exdelegado Javier Jiménez Herrera, quien fue sustituido el año pasado por Javier Bolaños Sánchez. Y menciona los nombres de 26 agentes que se enriquecieron en forma presuntamente ilícita, pues sus salarios eran exiguos.
También documenta los nexos de funcionarios de la Procuraduría General de la República (PGR) con esa actividad, como el agente del Ministerio Público Miguel Rigoberto Zúñiga, entonces adscrito a Comitán, a quien también se le vincula con el tráfico de estupefacientes tanto en ese municipio como en Ciudad Cuauhtémoc y Carmen X’aan.
El estudio señala que entre los medios de transporte utilizados para el traslado de los migrantes, se encuentran los "aventones" que reciben de choferes de la Cruz Roja ("señalados en el tráfico de armas", según el informe), del Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Refugiados (ACNUR) —"cuyo representante, de nacionalidad peruana está vinculado al grupo extremista Sendero Luminoso"—, y de empresas como Bimbo, Cometra, Sabritas y de autobuses de pasajeros.
Migración identificó cuatro rutas terrestres: Palenque, Pacífico, Centro y Golfo, con 16 variantes. Un ejemplo es la que forman Tapachula, Mapastepec, Veracruz, Coatzacoalcos, Puebla, Distrito Federal y Ciudad Juárez. Otra de ellas parte también desde Tapachula y sigue por Palenque, Pichucalco, Villahermosa, Veracruz, Tampico, Matamoros o Reynosa.
Así mismo, identifica rutas que atraviesan zonas de influencia del Ejército Zapatista de Liberación Nacional —Ocosingo, Altamirano y Las Margaritas— para llegar a la capital del país. Y describe además rutas mixtas, que tocan lugares como Comalapa, Carmen X’aan, Benemérito de las Américas y Frontera Corozal.
Por la vía marítima, según la investigación, existe un paso alternativo que parte de Ocós, Guatemala, hacia el litoral chiapaneco, por donde se trasladan droga e inmigrantes asiáticos. El principal punto de acceso a Chiapas es la costa del municipio de Mazatán.
Otra ruta parte de la franja Talismán-Ciudad Hidalgo. Los indocumentados abordan lanchas cerca de Puerto Madero para navegar por la costa del Océano Pacífico y desembarcar en Mapastepec, Pijijiapan (Costa Azul), Tonalá (Boca del Cielo), Arriaga (La Línea y La Gloria), hasta llegar a Salina Cruz, Oaxaca. De esta manera evaden los puntos de revisión de Huehuetán, El Hueyate y Echegaray.
La Armada de México aseguró recientemente a 945 ecuatorianos que navegaban desde hacía varios días en un barco a la deriva.
La prostitución
En un helicóptero del gobierno chiapaneco los reporteros de Proceso recorrieron una parte de los casi 700 kilómetros de la línea fronteriza con Guatemala y estuvieron en Frontera Comalapa (Cuauhtémoc-La Democracia), Frontera Corozal y Benemérito de las Américas.
El escenario: Una selva impenetrable y zonas montañosas de exuberante vegetación, donde a veces se pierde la línea divisoria entre México y Guatemala.
La porción sur y oriental de la frontera es fluvial y la constituyen los ríos Usumacinta y Suchiate. Una amplia zona colinda con la espesa selva del Petén, en Guatemala, carente de infraestructura de comunicaciones. Del lado mexicano se localiza una red de ríos (Lacantún, Chixoy y de la Pasión) que conectan con el Usumacinta o con la extensa selva de Montes Azules. Así mismo, en el Soconusco la orografía es montañosa, y en ambos lados de la frontera se ven asentamientos humanos.
En esta región, el gobierno ha identificado alrededor de 130 pasos informales de indocumentados, muchos de los cuales se ubican en los 18 municipios fronterizos de Chiapas. Migración detectó 18 pasos altamente conflictivos y difíciles de vigilar. Por ejemplo, en el cruce fronterizo de Carmen X’aan —un terreno montañoso y de espesa vegetación—, el Ejército pretendió establecer una Base de Operaciones Mixtas (mecanismo de vigilancia en el que toman parte corporaciones municipales, estatales y federales), pero fracasó porque la población rechazó su presencia y retuvo a un general, hasta que finalmente se logró un acuerdo.
Chiapas cuenta con tres cruces formales con puentes internacionales en Ciudad Hidalgo-Tecún Umán, Talismán-El Carmen y Ciudad Cuauhtémoc-La Mesilla (La Democracia). Los dos primeros tienen correspondencia con carreteras que llegan hasta la capital de Guatemala. Un estudio del gobierno del estado de Chiapas señala que la frontera chiapaneca carece de pasos formales a lo largo de 588 kilómetros.
Con una economía casi enteramente informal, en Ciudad Hidalgo abundan los bares, señalados en su mayoría como parte del negocio de tráfico ilegal de centroamericanas, de prostitución infantil y narcotráfico, según las autoridades estatales.
Datos oficiales y de investigaciones académicas indican que la mayor parte de las prostitutas son menores de edad, y alrededor de 90% centroamericanas. Estas mujeres son explotadas por polleros y tratantes de blancas que las obligan a trabajar en bares ubicados a lo largo de las rutas del tráfico de indocumentados, las cuales llegan hasta Tijuana, Ciudad Juárez, Matamoros o Reynosa.
En el bar Flamingo’s, a una calle de la vía del ferrocarril de Ciudad Hidalgo, hay una decena de jóvenes. Cuando menos la mitad parecen ser menores de edad, aun con sus atuendos y maquillajes. Todas son centroamericanas. La presencia de los reporteros alerta al personal de seguridad, uno de cuyos miembros pretendió sacar al fotógrafo.
La propietaria del bar es Ruth Abigaíl Ayala Hernández, una hondureña alta y obesa, que se pasea nerviosa celular en mano y cuya vestimenta desaliñada contrasta con la de las jovencitas, bien arregladas para atender a los clientes. Pudo comprobarse que la mujer tiene varios permisos municipales para operar el establecimiento.
La víspera, el 25 de julio, policías federales y estatales irrumpieron en el bar Éxtasis, también propiedad de Ayala Hernández, donde aseguraron a 17 indocumentadas, además de 14 grapas de cocaína y 100 pastillas psicotrópicas.
Las cosas no son distintas en Tapachula. En el bar El Rinconcito hay una veintena de jóvenes, algunas de las cuales se maquillan y usan zapatos de plataforma para aparentar mayor edad. Varias tienen cuerpo de niñas. "Nos ha tocado ver bailarinas que entre ellas juegan como lo que son, niñas", comenta un parroquiano.
En Frontera Comalapa, Chiapas, la gente ya está cansada del crecimiento de la "migración sexual", como la denomina el taxista Arturo Hernández: "No es posible que en un pueblo como el nuestro haya 40 bares llenos de prostitutas. Es demasiado".
La población se organizó y ha protestado ante las actuales autoridades municipales. Hernández cuenta que "cuando entró el actual alcalde, cerró casi todos los bares. Entonces todos lo vimos bien. Pero unos días después los reabrió. Todos concluimos: se arregló con ellos. La bronca es que ahora algunas prostitutas ya salieron de los bares; ahora las encuentras en las esquinas del pueblo".
Los representantes de la economía formal también están hartos de la situación de caos en esta frontera. El 5 de julio de 2001, el presidente de la Coparmex en la región Costa de Chiapas, Alfonso Navarro, denunció ante el presidente Vicente Fox y el gobernador del estado, Pablo Salazar Mendiguchía, el impacto que las actividades ilícitas tienen sobre la economía formal.
Salazar pidió al gobierno federal combatir la comisión de delitos de su competencia. El presidente Fox visitó posteriormente el puente de Hidalgo y Tecún Uman para observar de cerca la situación.
Ahí escuchó que el cemento mexicano, irónicamente, se trafica de Guatemala a México, pues en aquél país cuesta 50 dólares la tonelada, frente a los 160 dólares en los que se vende aquí; supo que cada semana 60 tráileres pasan de contrabando cargamentos de plátano a México, por lo cual tuvo que tirarse el plátano producido en cerca de 7 mil hectáreas, lo que ocasionó la pérdida de 12 mil empleos. Los meses previos a la visita del presidente habían ingresado ilegalmente más de 5 mil cabezas de ganado, y se estima un permanente tráfico hormiga de café, a razón de 2 mil 400 sacos de 69 kilos por semana.
Documentos falsos
En el puente internacional Doctor Rodolfo Robles, que une a Hidalgo con Tecún Umán, Guatemala, mexicanos y centroamericanos tramitan sus pases de internación local; muchos de los extranjeros van a trabajar a fincas cafetaleras o plantaciones de plátano.
Pero al mismo tiempo se observa la continua actividad de los balseros en el Suchiate, que cruzan ilegalmente mercancía y personas en sus improvisadas balsas, elaboradas con llantas de tráiler y tablas amarradas. La actividad es mayor en el río que en el puente mismo.
En el lado guatemalteco se aspira un penetrante olor fétido. En las primeras calles de Tecún Umán —sin pavimento ni drenaje— deambulan marranos y jóvenes en bicicleta. En el horizonte sólo se ven techos de lámina. Las casas —muchas con anuncios de venta— tienen en sus fachadas pintas que delimitan el "territorio" de la MS13 o Salvatrucha Viva. Más hacia adentro, un circuito de calles pavimentadas conduce al centro de la población.
Un despintado letrero, Bienvenido a Guatemala, figura sobre el casi abandonado edificio oficial del puente, donde sobresale el antiguo puesto de Migración, que literalmente es un puesto... pero de tacos de pollo, el cual es atendido por una mujer que tira a la tierra un balde de agua turbia.
Un ejército de hombres con voluminosos fajos de quetzales en las manos ofrecen "cambio" de pesos mexicanos por la moneda guatemalteca. Todos traen un gafete que otorga la aduana de su país. "El mes bueno es diciembre", dice uno de ellos.
Otro ejército que espera en el puente es el de los tricicleteros. Uno de ellos, Marvin, conduce a los reporteros a la Casa del Migrante, que atiende el sacerdote Ademar Barili en el barrio del Rastro. "Es el barrio más peligroso de Tecún —explica—. La semana pasada mataron ahí a dos mexicanos que se resistieron a ser asaltados. Les metieron los balazos en medio de la frente. Y después a un compañero le dieron cinco balazos. Fue la Mara", dice sudando por efecto del calor húmedo.
El pueblo es señalado como el centro de venta de documentos mexicanos falsos. En la Casa del Migrante —que puede atender hasta 120 personas—, una veintena de jóvenes platica sus experiencias. Un "contacto" asegura que conoce a un miembro de la banda de falsificadores. "Se llama Fredy y es quien vende credenciales de elector y documentos mexicanos; a veces se le contacta en la plaza principal".
Agrega: "Te venden una credencial de elector en el equivalente a 2 mil pesos, un pasaporte en 6 mil pesos y actas de nacimiento en 500 o mil pesos". Y asegura que también hay quienes consiguen armas de fuego: "Ellos mismos te conectan con los que venden las armas. Una metralleta como la Uzi te puede costar de 5 a 7 mil pesos".
A finales de junio, la Policía Nacional Civil Guatemalteca cateó ocho viviendas, pertenecientes a una banda de narcotraficantes y polleros guatemaltecos, y aseguró 12 kilos de cocaína, dinero en efectivo, un arma larga y 30 mil formatos de credenciales de elector del IFE, presumiblemente usadas para ser vendidas a grupos de indocumentados.
Paso Quetzal y Paso Limón, del lado guatemalteco y mexicano, respectivamente, forman la zona donde se percibe mayor actividad en el Suchiate. A la orilla del río hay improvisados puestos de comida, tricicleteros y migrantes. El ambiente que priva, como en el barrio del Rastro, es de inseguridad. Aquí impera la ley de los balseros, de los coyotes. No se ve a un solo policía.
David es el balsero que ofrece su servicio a los reporteros. Hace 20 viajes diarios en promedio del lado guatemalteco al mexicano. Dice que algunos trabajan desde las 5:00 de la madrugada hasta altas horas de la noche. Tanto en Hidalgo como en Tecún, lugareños consultados afirman que no sólo pasan mercancías e indocumentados, sino también droga en tráfico hormiga. "Pues yo tengo cuatro años aquí, pero no me ha tocado ver nada de eso", sostiene David.
Al desembarcar en Paso Limón hay una pequeña calle de terracería flanqueada por innumerables bodegones con los productos que pasan los balseros. Es en donde se abastece la mayoría de los 50 mil habitantes de Tecún Uman.
El helicóptero del gobierno del estado sobrevuela Benemérito de las Américas, ubicado frente al río Usumacinta y a la orilla de la Selva Lacandona, donde se alcanza a ver pequeñas casas con techos de lámina, aunque sobresale una residencia elaborada con materiales de construcción poco vistos en la zona.
La Procuraduría General de Justicia del Estado detectó tráfico de mariguana en pequeña escala a lo largo de esta zona y las regiones de Marqués de Comillas y Ocosingo. Según la dependencia, el enervante procede de El Petén. Además, la PGJE detectó operaciones de compra-venta de cocaína, así como de armas y municiones.
Luego de una hora de vuelo para poder pasar la enorme mancha de vegetación de Montes Azules y la laguna de Miramar se llega a Frontera Corazal, no muy lejos de la zona arqueológica de Bonampak. La población se encuentra en las márgenes del río Usumacinta. En una de sus calles de terracería hay un puesto militar con tres soldados armados y un enorme anuncio de la Armada de México que advierte contra el tráfico ilegal de productos entre ambos países. En el río se ven unas 30 canoas, en lugar de balsas, puesto que aquí las aguas son más profundas, aunque el costo por cruce es de sólo cinco pesos.
Este pueblo de 14 mil habitantes, que vive de la agricultura y del turismo, tiene reglas estrictas: la venta de licor está restringida y existe el "toque de queda" debido a los problemas relacionados con la actividad de bandas criminales.
"A las seis de la tarde ya nadie puede acercarse al río; puedes visitar a tus amigos en el pueblo, pero no en el río. Sin embargo, a las 10 de la noche ya nadie debe estar en la calle", dice Armando Tixh, un hombre mayor del pueblo.
—¿Qué sanción recibe quien viola la regla?
—Paga 3 mil pesos de multa, por eso todos obedecen.
Y es que, dicen los lugareños, "el pueblo no quiere meterse en broncas", porque en la noche "se escuchan los motores de lanchas ajenas que pasan por el río (Usumacinta)". Aquí se ubica uno de los puntos de cruce de droga y armas, así como de tráfico de aves, de productos agrícolas y de indocumentados.
La "Mara"
Otro azote de esta frontera del caos es la presencia de las pandillas de la Mara Salvatrucha, signo del deterioro social en la región, las cuales se han visto involucradas en homicidios y asaltos. El procurador del estado, Mariano Herrán Salvatti, asegura que se coordinan esfuerzos con autoridades municipales para redoblar la seguridad en las zonas donde estas pandillas han impuesto su ley.
Dos miembros de la banda, considerada la más sanguinaria, acceden a platicar con los reporteros en El Carmen, Guatemala, a unos metros del paso fronterizo con Talismán. No dan su nombre, pero muestran su identificación: tatuajes "MS13".
"Mira, nosotros somos la verdadera Mara Salvatrucha; somos la verdadera secta satánica de la Mara, el núcleo somos satánicos", dice uno de ellos, quien ingresó a la banda en Los Ángeles, California, y lleva cuatro años deportado.
"Por eso, yo por la MS13 doy todo. Si veo a cuatro de la (MS)18, o los mato o me matan, porque nos odiamos a muerte", dice el otro.
—¿Cómo se inician?
—Tienes que aguantar una madriza que te dan todos los miembros de la Mara o iniciarte matando a un hijo de puta de la 18. Nosotros iniciamos a la MS13 de Tapachula, pero están en la cárcel.
Se refiere a los mara salvatruchas que fueron detenidos por el homicidio de Yamile Estefani y de Brenda Concepción, la primera novia de un miembro de esa pandilla, que salía con el integrante de una pandilla enemiga.
—No, a ella no la violaron esos locos, porque era novia de un MS13. Sólo la mataron —dice uno.
—¿Por qué la mataron?
—No, pues la boca es peligrosa. Por la boca muere el pez.