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Latinoamérica

27 de agosto del 2002

Recrear una unidad del Mercosur sin afectar los intereses del imperialismo

Gustavo Stillo
La verdad obrera

O Neill vino a intentar poner algo de orden en el "patio trasero" de los yanquis, mientras que en el centro imperialista se avizoran signos de recesión multiplicados por los escándalos financieros de las principales corporaciones. En su fugaz visita por Brasil, Uruguay y Argentina vino a imponer nuevas condiciones que, de concretarse, aumentarán la dominación del imperialismo sobre la región. La reciente ley sancionada que le permite a Bush hacer acuerdos comerciales bilaterales sin tener que pasar por el Congreso ("fast track"), va en ese sentido. El inédito crédito del Tesoro yanqui al gobierno uruguayo y la promesa de "apoyo" a Brasil es un intento de evitar que, en lo inmediato, se incendie el conjunto de la zona, no sin condiciones leoninas que reacaerán más temprano que tarde sobre los pueblos de estos países. Cardoso y Batlle se arrodillan. "O Neill está dispuesto a tensar la cuerda hasta el límite con tal de escarmentar al país que osó en festejar la cesación de pagos de la deuda", afirma un editorialista de La Nación (7/8). La máxima aspiración del ilegítimo gobierno de Duhalde es patear los pagos al FMI hasta el año que viene. De ser así, en 2003 habrá que pagar cerca de 20.000 millones de dólares que no podrán salir sino de un "mega-ajuste" que tendría que imponer el nuevo gobierno. Los pueblos del Cono Sur nos enfrentamos al mismo dilema: o derrotamos al imperialismo y sus gobierno cipayos, o las penurias se multiplicarán sin límites.
Las direcciones de la PIT-CNT uruguaya junto a sus pares de la CUT brasileña y la CTA, quieren recrear una unidad del Mercosur sin afectar los intereses del imperialismo y los grandes capitalistas, sin expropiar a los expropiadores y sin romper con el FMI. Una unidad basada en renovaciones electorales para que asuman partidos opositores centroizquierdistas, para evitar que los actuales gobiernos entreguistas sean barridos en las calles como sucedió con De la Rúa.
Por el contrario, sólo la unidad de los potentes movimientos obreros del Uruguay, Brasil y Argentina para expulsar al imperialismo y acabar con sus aliados nativos, podrán ser la base para sacar a nuestros pueblos de la postración y la miseria.
El lunes 5 el Tesoro norteamericano finalmente confirmó el desembolso de 1500 millones de dólares, un "blindaje" que será transferido al Banco Central uruguayo para capear la abismal crisis financiera que mantuvo en vilo al país. Según datos de la semana pasada, la pérdida de reservas en lo que va del año totalizaba casi 2.500 millones de dólares con respecto a los 3.100 millones en que se ubicaban al 31 de diciembre de 2001, y pese a que a fines de junio le fueron inyectados 460 millones por parte del FMI.
La crisis en Uruguay no es más que un emergente de la crisis monetaria y financiera que se extiende por América del Sur, acelerada a partir del default y la depresión de la economía Argentina que afectó las exportaciones uruguayas; y la amenaza de una recesión de la economía mundial.
Si bien el gobierno de blancos y colorados (los dos partidos tradicionales) ha podido "zafar" en la coyuntura del colapso total del sistema financiero con la ayuda de Bush y O Neill, lo cierto es que luego de esta "semana negra" nada volverá a ser igual en el país.
En primer lugar, la imposición de un "corralito" a la uruguaya en los bancos oficiales; las dudas y desconfianza que genera -a pesar de la ayuda norteamericana- el sistema financiero; la intervención estatal en algunos bancos "vaciados" por sus dueños y la reciente devaluación del peso y el aumento de la deuda externa muestran el fin del Uruguay de la "plaza financiera", proyecto al que apostó la burguesía oriental como refugio de capitales y movimientos financieros en la región.
En segundo lugar, una monumental crisis del estado que se encuentra en un virtual default interno ya que peligran las partidas presupuestarias para el pago de salarios, salud y educación. De hecho el tradicional Hospital universitario se encuentra a punto de cerrar por falta de presupuesto lo que ha llevado a las federaciones estudiantiles a plantearse para esta semana una huelga general en defensa del hospital y el presupuesto para la salud y la educación.
Y por último una profunda crisis en el régimen político. Aunque este fin de semana blancos y colorados votaron juntos la ley de Estabilidad del Sistema Bancario - condición del FMI para la ayuda externa y que aparte de reprogramar los depósitos significa un golpe mortal para la banca estatal- la coalición pende de un hilo, como se expresó en la casi ruptura hace dos semanas con la salida del anterior ministro de economía. A su vez, a cambio de los "favores recibidos", Batlle deberá avanzar no sólo con la reestructuración de la banca nacional (léase cierres y despidos) sino también en la privatización de las empresas estatales de combustibles (ANCAP), teléfonos (ANTEL) y electricidad (UTE). En medio de una recesión que ya lleva cuatro años, el aumento de la desocupación, el cierre de empresas y un creciente malestar social le será difícil a Batlle avanzar con este plan y no pueden descartarse nuevos tironeos con los socios blancos de la coalición.
El papel del Encuentro Progresista-Frente Amplio
El Encuentro Progresista Frente Amplio (EP-FA) es el principal sostén y estabilizador del régimen uruguayo. Se trata de un frente de colaboración de clases en torno al Partido Comunista, el Partido Socialista, los Tupamaros y figuras "progresistas" que provienen del tronco de los partidos tradicionales. Su máxima figura es el ex intendente de Montevideo Tabaré Vázquez. Desde sus orígenes, en los años setenta, tuvo una importante ligazón con los sindicatos y otros sectores populares, por eso siempre fue visto como una amenaza por la gran burguesía del Uruguay. Sin embargo, en los últimos años la dirección del EP-FA se ha esforzado por aparecer como una fuerza confiable para el régimen político y levanta un programa "antineoliberal" de humanizar el capitalismo y una política de presión sobre el régimen para obtener reformas mediante leyes y acuerdos parlamentarios. De hecho gobierna desde principios de la década del noventa la Intendencia Municipal de Montevideo manteniendo una "cohabitación" con los sucesivos gobiernos neoliberales de Blancos y Colorados.
En la reciente crisis financiera su rol se limitó a votar en contra de la ley de estabilidad bancaria pero al compás de la crisis política, se expresaron profundas diferencias en torno a como salvar el sistema financiero. El líder histórico, el General Seregni manifestó el "respaldo a las acciones del gobierno y que las medidas llevarán tranquilidad a la plaza financiera" (La República 3/8). Otro importante dirigente el Senador Danilo Astori apoyó verbalmente el proyecto del gobierno aunque por disciplina partidaria votó en contra. Los socialistas del Espacio 90, según el diario La República, propusieron "un gobierno de salvación nacional" y el Movimiento de Participación Popular (Tupamaros) "extender el congelamiento de los depósitos a toda la banca y no solo la oficial", es decir un corralito a la Argentina. El EP-FA finalmente cerró filas detrás del rechazo al proyecto del gobierno, sin embargo, este hecho no puede ocultar que su rol como garante de la "gobernabilidad" es el principal obstáculo que tienen los trabajadores y el pueblo para enfrentar y derrotar el plan de Batlle y el FMI. Es así que esta "coalición de izquierdas" apoyada en Argentina por la CTA y el Partido Comunista (IU)- cumple el mismo rol que el PT brasileño.
Como vemos, los trabajadores y el pueblo uruguayo necesitan una salida opuesta a la que propone el EP-FA. Al cierre de esta edición se iniciaba un paro nacional contra las medidas del gobierno y contra los despidos que se vienen en el sector bancario. Esta es una buena oportunidad para que los luchadores charrúas empiecen a discutir cómo derrotar al gobierno del "genuflexo" Batlle, que gobierna para los banqueros mientras el pueblo pobre se ve obligado a saquear supermercados. Es necesario un plan de lucha y levantar un programa que comience planteando la ruptura con el FMI, la nacionalización de la banca bajo control de los trabajadores y la nacionalización de toda empresa que cierre o despida trabajadores y que se oponga a las privatizaciones, hasta terminar con el gobierno hambreador de Batlle.