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Latinoamérica

28 de junio del 2002

Cuba: Un pueblo entero en pie de lucha

Cuauhtémoc Amezcua Dromundo
Diario Excelsior

Más de ocho millones de cubanos, mujeres y hombres de todas edades suscribieron la iniciativa de reforma a la Constitución. Un 99% del total. Antes, más de siete millones salieron a la calle a manifestarse en el mismo sentido. Estos son hechos excepcionales en el mundo. Lo común es que se manifiesten contingentes chicos o grandes, pero nunca de esta magnitud. Lo común es que lo hagan en protesta, en rechazo, no en apoyo. Lo común es que en un referéndum como en una elección se exprese una parte de la población nada más, y que un alto porcentaje se abstenga. Y lo común es que de entre quienes se expresan, la parte mayoritaria no lo sea tan abrumadora como aquí. ¿Qué pasa en Cuba? ¿Qué significa esta movilización? ¿Por qué se da? ¿Qué es lo que la impulsa?
El momento geopolítico.
Lo primero a observar es el momento en que se produce el hecho. Luego del 20 de septiembre, fecha histórica, sin duda. Es aquélla en la que George W. Bush dijo su famoso discurso ante el Congreso, en Washington. Cuando declaró la guerra contra el "mal". Cuando sentenció como culpable de terrorismo a todo el que su dedo señalara, sin necesidad de prueba más allá de su dicho. Como dicen que hacían aquellos emperadores de la Roma decadente, perseguidores de los cristianos. Igual. Cuando Bush dejó sin autoridad y sin función real a la ONU, a su Asamblea General; vamos hasta al Consejo de Seguridad, y vaya que le está sometido. Cuando derogó de un plumazo todas las normas del derecho internacional. Cuando exigió a todos los países del mundo alinearse bajo su mando sin derecho de pensar, y menos de decidir, y con ello canceló los principios de la soberanía y de la igualdad entre los Estados. Cuando desconoció el derecho a la independencia y la libertad de los pueblos del mundo, todos, pues de ahora en adelante le estarían sometidos. Cuando canceló los derechos civiles de los ciudadanos de su país, con leyes persecutorias, y exigió a otros países que las impusieran también. En fin, cuando impuso al mundo la ley de la selva sin que nadie se atreviera a protestar, a hacerle ver su locura, su atropello sin parangón. Nadie, excepto Cuba.
George W. Bush usó entonces de pretexto el asunto del 11 de septiembre. Le vino a pedir de boca. Le urgía uno así para rehacer su imagen gastada por el fraude electoral. Para forzar al Congreso de mayoría demócrata a que dejara de rechazar sus propuestas contrarias al interés de su pueblo. Para dar curso a su pretensión de apoderarse del gas y el petróleo del mundo, dado que las reservas internas se extinguen ya, sin remedio. Para dar prisa a su propósito de someter a su completo dominio a todo el Continente, como forma de ampliar su competencia frente a la Unión Europea y Japón, que le disputan el dominio del mundo. Poco antes le había puesto fecha perentoria al ALCA, para el año 2005, luego de que fracasó en su intento de concluirlo para el 2003.
Washington frente a Cuba.
Fuerzas internas en Estados Unidos venían objetando la política frente a Cuba, impuesta por los círculos imperialistas más retrógrados. Tampoco se puede perder de vista este otro hecho. La agresión y el bloqueo constante no sólo es una política criminal; además está desgastada. Ahora muchos empresarios quieren hacer negocios con Cuba y les estorba el bloqueo. Ven a colegas de otras regiones que los hacen y les va bien. Algunos participaron en la venta de productos agrícolas, no hace mucho. Quieren que esa posibilidad no sea excepcional. Muchos ciudadanos que quieren viajar a Cuba protestan porque se les niega la libertad de hacerlo. Un momento culminante de todo esto fue la visita de Jimmy Carter, apenas en mayo. Sus pronunciamientos también fueron injerencistas, es cierto, aunque moderados. Pero lo más relevante es que fueron severa y razonadamente críticos frente al bloqueo y las agresiones. Y eso Bush no lo pudo tolerar. Lo tomó como un desafío a su autoproclamado poder omnímodo. Su réplica fue tronante: un ultimátum, una declaración de guerra contra Cuba El bloqueo seguirá y se reforzará, anunció. Las agresiones también. Y serán más violentas cada vez, hasta en tanto se hagan los cambios que Bush exige. Y de inmediato las calumnias llegaron a nuevos niveles de cinismo. Como en eso del terrorismo biológico.
¿Quién decide sobre el régimen político de Cuba, sobre su sistema económico y social? Desde fuera quieren imponerlos, Bush, en primer término. Exige para la Isla una "democracia" como las de por acá, igual de falsa. Exige una economía de mercado, y "derechos humanos", en la concepción que conviene a los poderosos, vacía de humanismo y de contenido social. Amenaza. Si no se acatan sus deseos, el bloqueo se reforzará. Y las agresiones serán más violentas aun. La mafia de Miami compuesta por traficantes y terroristas es cómplice de Bush. Y tiene a su mando a quienes en lo formal son gobernantes de la región, pero en los hechos están agachados ante Washington. Quienes se asumen sirvientes sumisos y hasta se disputan el título de capataz del "patio trasero". Los Battle, los Duhalde, los Toledo, los Fox...
Qué le quieren cambiar a Cuba, y para qué.
Cuba es en muchos sentidos un caso de excepción. A Cuba no le imponen sus políticas económicas y sociales el FMI ni el Banco Mundial. Las deciden sus instituciones. A Cuba no la obligan, por tanto, a poner en marcha políticas que concentran los beneficios en un puñado y condenan a los más a la miseria. Todo lo reparte con equidad. A Cuba no la obligan a callar ante los atropellos de Washington al derecho internacional. No se doblega. Al pueblo de Cuba no lo engañan con la falsa democracia. No le imponen gobernantes con el artificio de la supuesta elección entre dos o varios partidos, pero sin alternativa real, como pasa por acá: más de lo mismo, sea cual fuere que gane. El pueblo de Cuba elige a sus representantes de entre todos los cubanos en pie de igualdad y sin que intervenga ningún partido, ¿para qué pueden servir partidos así, como los que acá proliferan? Desde el punto de vista social son inútiles. En Cuba ni siquiera interviene el Partido Comunista, que no es un partido electoral. No propone candidatos. No dice por quien votar o no votar. Los electos no tienen que ser sus miembros. El Partido Comunista de Cuba no hace propaganda, ni los candidatos. No se gastan recursos en eso. No se malversa el dinero público. Tampoco se echa mano de dinero ilícito del exterior. Nada parecido a las prácticas corruptas del PRI, del PAN y, sobre todo, de los "amigos de Fox". Nunca se ha dado el caso de que rellenen las urnas, alteren las boletas o voten los muertos, como aquí es lo usual. Y como fue también en el caso de George W. Bush. ¿Quién manda en Cuba? Los cubanos todos, en pie de igualdad. Deciden todo cuanto les concierne. Este es un pueblo culto e informado en alto grado. Por eso, nadie lo puede manipular. No permiten que nadie les imponga algo. Ejercen la autodeterminación; y una democracia que sí lo es, no sólo la fachada. El pueblo elige y también puede revocar. La soberanía popular existe y funciona. Por eso es que también existe y funciona la soberanía nacional. Todo eso es lo que quiere cambiar Washington. Y lo quiere cambiar por la fuerza, en contra de la voluntad de los cubanos, porque sabe que de otra forma no podría.
Cuba es un país pobre. Es un país del tercer mundo, no una potencia. Es un país, por tanto, saqueado por las potencias, por siglos. Primero fue España, en tiempos de la Colonia, igual que en el caso de México. El régimen colonial allá se prolongó hasta fines del siglo XIX, noventa años más que aquí. Y luego, no bien se liberaba de ese yugo, caía en otro de inmediato, el dominio de Estados Unidos, igual que en nuestro caso. No es un país que explote ni haya explotado a nadie. No amenaza a nadie. Es un país que construye su propio camino, eso sí, por vías novedosas, sin copiarle a nadie. Como lo hizo, por cierto, en un tiempo, la Revolución Mexicana, que también innovó, para bien del pueblo y de la Nación. Cuba construye su camino en medio de un bloqueo criminal y enfrentando la brutal agresión de la potencia más poderosa del orbe. Sin embargo, su economía crece a un ritmo mayor que la del conjunto de los países de América Latina, incluido México. Y en lo social avanza como ningún otro país del orbe, en conquistas y beneficios para todos los cubanos.
El de Cuba es un pueblo hermano que avanza con dificultades, es cierto, pero con soberanía y dignidad. Construye un proyecto socialista que se diferencia en muchos aspectos del proyecto que se intentó en la Unión Soviética y del que se intenta hoy en otros países. El conflicto con Washington no se origina por cuanto al régimen socialista que Cuba construye, sin embargo. Es otra su causa. Está en el hecho de que Estados Unidos no admite la existencia de países independientes y soberanos, cualquiera que fuese su sistema económico, político y social. Y menos en América Latina, hoy. Ninguno. Porque eso es incompatible con las pretensiones de crecimiento económico de la potencia del norte y, por ende, de competencia con Japón y la Unión Europea, por el dominio del mundo.
Los motivos de la movilización.
La iniciativa consiste en incluir en la Constitución de la República tres aspectos que son consubstanciales al ejercicio de la soberanía y la autodeterminación en concreto del pueblo de Cuba. En el Capítulo I, que fija los Fundamentos Políticos, Sociales y Económicos, ya se dice actualmente que "Cuba es un estado socialista de trabajadores, independiente y soberano, organizado con todos y para el bien de todos, como República unitaria y democrática, para el disfrute de la libertad política, la justicia social, el bienestar individual y colectivo y la solidaridad humana." El primer aspecto de la iniciativa consiste en ratificar lo anterior e incorporarlo como parte del cuerpo normativo de la propia Constitución. El segundo aspecto, en "consignar expresamente la voluntad del pueblo de que el régimen económico, político y social consagrado en la Constitución de la República es intocable". Y el tercero, en "ratificar que las relaciones económicas, diplomáticas y políticas con cualquier otro Estado no podrán ser jamás negociadas bajo agresión, amenaza o presión de una potencia extranjera". Cuestiones medulares, de principio, como lo serían, en el caso de México, los mandatos contenidos en los artículos 3º, 27 y 123, por ejemplo.
En este caso la reforma a la Constitución que en su momento aprobará la Asamblea Nacional del Poder Popular en ejercicio de Poder Constituyente, que le reconoce la propia Carta Fundamental, será muy importante. Sin embargo, no lo será tanto por lo jurídico, como por lo político. Por la movilización sin precedentes en el mundo. Por su magnitud, por su sentido, por su convicción, por la libertad con que se dio. Por eso también el referéndum. El mensaje es claro. El pueblo de Cuba se puso en acción sin presiones de ningún tipo y lo hizo para mostrar al mundo, en primer término al gobierno de Estados Unidos, cuál es su voluntad. Y que ésta es inquebrantable. Que la sostendrá pase lo que pase y le pese a quien le pese. Para que nadie sueñe. Para que nadie se engañe. Para disuadir todo intento de intervención armada, locuras a las que ha demostrado ser proclive un cerebro tan limitado como prepotente, como el de George W. Bush. Para eso, el pueblo mostró su unidad y su decisión. ¡Más de ocho millones en el referéndum! ¡99% del padrón! Con eso queda en claro, aun ante la mentalidad más obtusa, como la de Bush, que a este pueblo de voluntad férrea nada ni nadie lo podrá doblegar.