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Latinoamérica

11 de junio de 2002

La poesía precolombina

Alejandro Lavquén

La extensa y profunda tradición poética que España ha dejado en Hispanoamérica quizá sea uno de los motivos que lleva -a no pocas personas- a pensar que en nuestro continente la práctica de la poesía comienza a desarrollarse con posterioridad a la invasión española tras la llegada de Colón a América. Pero la realidad es distinta, aunque lamentablemente poco conocida, incluso por el público lector habitual.
Habría que comenzar diciendo que el poblamiento de América se inicia 35.000 años antes de nuestra era, aproximadamente, causado por hordas que cruzaron el estrecho de Bering. En Centroamérica las primeras civilizaciones datan de cerca del 1.500 a.n.e y los pueblos más representativos de éstas fueron los que conformaron los imperios Maya y Azteca. Civilizaciones de gran complejidad social y sentido religioso que practicaron una escritura jeroglífica. En cuanto a su alimentación, el cultivo del maíz fue de vital importancia. Más al sur, en la zona andina, destacó el imperio Inca cuyo régimen político era una especie de comunismo de Estado. Estos llegaron a extender sus dominios hasta el río Maule donde fueron detenidos por los Mapuche, pueblo que resistió la presencia de los españoles durante tres siglos. La historia de esta epopeya quedó testimoniada en el poema épico de Don Alonso de Ercilla y Zúñiga: "La Araucana".
En cuanto a la cultura, los pueblos precolombinos llegaron a alcanzar un gran desarrollo en áreas como la arquitectura, aritmética y astronomía. Esto principalmente en los imperios Maya, Azteca e Inca, pues a pesar de ser muchos los pueblos que poblaron la América Prehispánica, fueron éstos los que lograron hegemonizar a sus vecinos y someterlos, llegando a conformar grandes civilizaciones. Aunque no se puede desconocer el profundo aporte de los Olmecas (quienes fueron los primeros en crear una escritura jeroglífica en América), Zapotecas, Teotihuacanes, Toltecas, etc. En la América del sur los Chibchas y Quembayas dieron gestación a las culturas de la región de Colombia y los Quichuas formaron el imperio del Tahuantimsuyo (incaico) desde Quito -en el actual Ecuador- hasta el río Maule en lo que hoy se denomina Chile. Respecto a Norteamérica, es donde se han encontrado los vestigios más antiguos de cultura precolombina, especialmente en Arizona, Nuevo México y Nevada, pero que no alcanzaron el grado de civilización de sus vecinos de más al sur. De la poesía oral india de Norteamérica se ha podido tener conocimiento de, por ejemplo, la de los pueblos sioux, pawnee, y pápago, entre otros. Dice un poema de estos últimos: "¿Cómo empezaré mis cantos/ en la noche azul que está llegando?/ En la gran noche mi corazón saldrá afuera,/ las sombras vienen hacia mí sonando./ En la gran noche mi corazón saldrá afuera".
En cuanto a los textos precolombinos de los pueblos más desarrollados socialmente, no es mucho tampoco lo que ha quedado, aunque sí lo suficiente para hacerse una idea del concepto poético de estos pueblos. Esta poesía posee, principalmente, un fuerte sentido religioso de comunicación colectiva entre los hombres y sus divinidades, también encontramos, además de los textos sagrados, una cantidad de poemas educativos, líricos, épicos y eróticos, muchos de los cuales fueron transmitidos en forma oral y luego llevados a la simbología escrita. Los habitantes precolombinos dieron una importancia superlativa al cosmos, sacralizándolo incluso en sus manifestaciones orgiásticas y festivas, que no eran menores dentro de su cultura. La conservación de los textos se debe principalmente a los códices o libros en lengua autóctona escritos por los amanuenses más letrados. Muchas de las creaciones precolombinas, sobre todo las dramáticas, se cantaban y bailaban en las ceremonias rituales, eventos esenciales en el desarrollo cotidiano de estas sociedades.
Para este breve recorrido por la poesía precolombina nos basaremos fundamentalmente en las culturas azteca, maya, e inca, siendo la idea resaltar aspectos que, si bien pueden resultar generales, acerquen al lector, de algún modo, a la literatura practicada por nuestros antepasados más cercanos, permitiéndonos, a la vez, una especie de reencuentro con nuestras raíces prehispánicas.
Los Aztecas
Los aztecas fueron un pueblo que tomó muchos elementos culturales de los Olmecas (mencionados anteriormente); de los Zapotecas, que poseían un sistema de escritura que grabaron en pergaminos y piedra. De los Mixtecas, de los cuales se conservan códices pintados sobre piel de animales y de los Teotihuacanes cuyo legado religioso fue profundo. Fueron politeístas con un marcado antropomorfismo. En el aspecto lingüístico no pronunciaban la b, g, r y s. Usaban mucho los sonidos p, c, l y x, predominando el tl. Los poetas en esta cultura poseían un elevado rango que los ponía a la par con sacerdotes, nobles y príncipes. Algunos nombres que se conservan son los de Netzahualcoyotl, Tlacahuepan, Tozcuatectli y Tlatecatzin, entre otros. La mayor parte de la poesía azteca o Náhualtl es anónima y priman los poemas de corte místico donde la relación con la divinidad prevalece, tal como se expresa en este fragmento: "Y decían que a los primeros hombres/ que dios los hizo, los forjó de ceniza./ Eso lo atribuían a Quetzalcóalt, cuyo signo es el viento" (...) "Se cimentó luego el tercer Sol. Su signo era lluvia" (...) "Y decían que en él llovieron las pedrezuelas que vemos,/ que hirvió la piedra tezontle/ y que entonces se enrojecieron los peñascos", perteneciente al texto "Rito de los cinco Soles". Otro poema importante se titula "Poema de Quetzalcóatl y el nacimiento de Huitzilopochtli". Vale destacar unos singulares concursos de poesía llamados Huehuetitlan donde participaban los caudillos y guerreros. Estos fueron recogidos luego en los Cantares Mexicanos.
En un poema festivo, "Canto de Chalco" donde se eleva la figura del vate, se canta: "¡Oh!, llegaron las flores,/ las flores en primavera:/ bañadas de sol están las múltiples flores;/ son tu corazón, tu cuerpo, ¡oh dador de la vida". Los aztecas practicaron los sacrificios humanos y mantuvieron un permanente estado de guerra con sus vecinos, lo que también quedó reflejado en su poesía: "¿Qué estáis pensando, príncipes de Huexotzinco?/ Fijad la vista en Acolhuacan,/ la tierra arrasada, como sementera de Huexotla/ de Itztapalocan./ ¡reina la noche en la ciudad!" (...) "¿Por qué motivo nos aborrece Tezozomoctzin?/ ¡Acaso muerte nos prepara y guerra quiere!/ ¡Ya está tendida la batalla en Acolhuacan!/ Aunque afligidos, damos placer/ al dador de vida". También sería importante destacar que el poeta cumplía además una función de educador, historiador, teólogo y filósofo, todas funciones donde se mezclaba lo real con lo mitológico.
Los Mayas
Los mayas fueron uno de los mayores imperios de la civilización precolombina, llegando a abarcar sus dominios Tabasco, Chiapas, el Yucatán, Guatemala, Honduras y una parte de El Salvador. Su imperio pasó por varias etapas: Antiguo Imperio Maya, período formativo (1500 a.n.e. al 150 d.n.e). Apogeo y fin del Antiguo Imperio (período clásico 300 al 800 d.n.e.) y el Nuevo Imperio Maya (cultura maya-tolteca), hacia el siglo X y sobreviviendo hasta 1250 gracias a la liga Mayapán que unió a todas las ciudades del Yucatán. Posteriores guerras y plagas acabaron con los últimos vestigios del esplendor de la civilización y ciudades mayas. Este pueblo destacó por su sistema numérico vigesimal con conocimiento del cero. Desarrolló un sistema de escritura y de grafismo numérico. Conocieron las fases de la luna y crearon un calendario basado en la observación de los astros. En su faceta literaria escribieron "libros" en tiras de piel de venado y la obra más importante de su literatura es el Popol Vuh, que está a la altura de grandes obras universales como la Biblia, la Teogonía o el Ramayana. De manera general podríamos decir que relata la lucha de los mellizos Hunahpú e Ixbalanqué (los gemelos civilizadores) contra los gigantes Vucub Caquix, Zipacná, Cabracán y los señores de Xibalbá. En 1542 fue transcrito a letras latinas por Fray Alonso del Portillo de Noreña y entre 1701 y 1703 Fray Francisco Ximénez lo tradujo al español. Junto al Popol Vuh está el Chilam Balam, un conjunto de libros que cuentan sobre el modo de vida de los mayas antes y después de la conquista, dejando de manifiesto sus aspectos religiosos y mitológicos.
A pesar de la dificultad idiomática y falta de estudios al respecto han llegado hasta nuestros días algunos textos a través de los cuales podemos conocer el concepto poético de esta cultura. Estos textos han sido conservados principalmente gracias a la tradición oral. De un poema llamado "Himno Solar" rescatamos estos versos: "Veo lo malo y lo bueno aquí en la tierra./ Dame tu luz, mi verdadero padre./ Pon en mí pensar y en mi inteligencia mucho entendimiento/ a fin de que pueda reverenciarte cada día". Dentro de la cultura maya también podemos encontrar escritos lacandones y tzotziles que nos hablan de adivinaciones, ofrendas, exorcismos y otros rituales. Curioso resulta un texto tzotzil titulado "Rezo para curar la epilepsia": "Fuego amarillo, te has convertido en epilepsia./ Viento del norte,/ te has convertido en epilepsia" (...) "¡Arréglate, pulso grande! ¡Arréglate pulso chico!/ Los dos pulsos en una hora, en media hora,/ así sea, Señor./ Así te acabas/ sobre trece montañas/ sobre trece lomas,/ ahí te acabas en medio de trece filas de rocas,/ ahí te acabas en medio de trece filas de árboles". En otras temáticas podemos encontrarnos con bellos poemas de amor, como por ejemplo uno llamado "Alabanza" al cual pertenecen los siguientes versos: "Es necesario que te veas como eres:/ la más bella de todas,/ aquí en el pueblo de Zibalche./ Te amo./ Quiero que luzcas de verdad muy hermosa,/ parecida a la estrella humeante,/ deseada hasta por la luna y las flores del campo". El legado de la literatura maya, si bien es todo un aporte a nuestra historia, aún está por desentrañarnos sus mejores páginas.
Los Incas
Al sur de América, en la región andina, floreció quizá el más poderoso de los imperios precolombinos, el Imperio Inca. En su mayor extensión el imperio alcanzó desde Quito hasta gran parte del actual territorio chileno, integrando a pueblos como los Aymaraés, Chinbúes y Diaguitas, entre otros. Importante fue la cultura Chavín, la más antigua de las altas mesetas andinas, la Mochica, la Pacaras y la Nazca. Sobre el origen de los Incas más que los hechos históricos abundan las leyendas. Su legado arquitectónico como el de Tiahuanaco, junto al Titicaca, que nos muestra imponentes construcciones y la "Puerta del Sol", refleja la grandeza de una civilización que también ha sido llamada por algunos como "El Imperio del Sol". Y qué decir de Machu Picchu, cuyas ruinas hablan por sí solas.
Si bien en el proceso de unificación del Imperio Inca la lengua quechua fue un elemento importantísimo, éstos no conocieron la escritura, por lo que su poesía sólo nos ha llegado de manera oral. Asunto extraño para un pueblo que política y socialmente poseyó una organización de primer nivel. También practicaron la pintura, la agricultura (cultivaron el maíz y la patata) y la cerámica. Lograron trabajar varios metales, siendo el oro uno de los principales y además el que más desgracias les traería tras la llegada de los españoles. Como no dejaron escritura, los sacerdotes amautas versificaban los hechos y los recitaban en las Fiestas del Sol. Estos además estaban encargados de la educación de la juventud nobiliaria. También tuvieron un destacado papel los harauec que practicaban la poesía narrativa mezclando historia y mito. Los Incas tenían un sistema llamado quipu o escritura de nudos que sirvió para recordar los acontecimientos mediante la cuelga de objetos en cada nudo que hacían en un cordel.
Su calidad de pueblo guerrero y sin misericordia con sus enemigos quedó grabada en el siguiente poema: "Beberemos en el cráneo del traidor,/ usaremos sus dientes como un collar,/ de sus huesos haremos flautas,/ de su piel haremos un tambor;/ después bailaremos". Su misticismo religioso lo reflejan, por ejemplo, estos versos del poema "Viracocha": "¡Dios que gobierna y provee,/ Que crea con sólo decir:/ Sea hombre, sea mujer,/ Que viva libre y en paz/ El ser que pusiste/ Y criaste". Pero la mayor fuerza espiritual de los Incas venía de su relación con el Sol y la importancia de éste en su vida cotidiana. En este hermoso poema aquello se expresa con altos matices líricos: "Una llama quisiera/ que de oro tuviera el pelo/ brillante como el Sol;/ como un amor fuerte,/ suave como la nube/ que la aurora deshace./ Para hacer un quipus/ en el que marcaría/ las lunas que pasan,/ las flores que mueren". Cabría resaltar que este pueblo también cultivo el arte dramático con obras teatrales sobre diferentes temas, representadas por grupos llamados pukiskulla. Los géneros teatrales claramente definidos fueron el wanka, de carácter histórico y el aránway que versaba sobre sucesos cotidianos. Su drama más famoso fue Ollantay, prohibido luego bajo pena de muerte tras la rebelión de Tupac Amaru en 1781.
Guaraníes y Mapuche
Si bien estos pueblos no alcanzaron grados superiores de civilización y tampoco dejaron textos escritos, se ha podido recoger algunos testimonios poéticos a través de la tradición oral, los que posteriormente fueron transcritos por estudiosos del tema como una manera de conservar parte de estas cultura sudamericanas. Los guaraníes habitaron gran parte del Río de la Plata, Paraguay y parte de Brasil, llegando incluso a penetrar, en ocasiones, hasta la cordillera de los Andes. Fueron monoteístas y llamaban al bien Tupá y al mal Añang. Un poema de ellos dice: "Detente, culebra, detente,/ para que mi hermana copie tus bellos colores/ como modelo de un lujoso cinturón/ que voy a dar a mi amada./ Tu belleza será así siempre preferida/ a la de todas las demás serpientes".
En cuanto a los Mapuche, habitaron al sur de lo que hoy es Chile y fueron el pueblo que más resistencia opuso a la conquista española. Creían en un Ser Supremo llamado "Guenupillán" y en la inmortalidad del alma: "pillán". Otras divinidades eran Meulen (benefactor), Huecub (el mal), Epunamun (dios de la fábula) y Antumalguen (esposa del sol). Respecto de su lengua podemos decir que es admirable por su armonía y espiritualidad, vivo reflejo de su sentido de mancomunión con la tierra. Respecto a una parte de su religiosidad, nos dice este "Canto a la Machi": "Serás machi, me dijo/ el rey de la tierra;/ sola me ha mandado;/ machi ¡ay! Me dijo/ el rey de la tierra: aproxímate,/ soy el rey médico/ y te digo seas médica./ Por eso con mi solo poder/ no he sido machi". Otro testimonio de esta poesía son estos versos pertenecientes a un texto llamado "Rezo de Nguillatún": "Tú, Rey Anciano, tú, Reina Anciana que reinas en la Casa de Oro del Cielo Azul o/ Negro, arriba en las alturas. Nos has olvidado a nosotros, los pobres, porque te va bien./ Nos olvidas a nosotros y a nuestros animales. Siempre te hemos agradecido/ por regalarnos el fuego, por habernos mandado el alma de un antepasado/ que nos enseñó a hacer una ruka y a usar el fuego para cocinar...".
Finalmente, tendríamos que mencionar que el encuentro entre dos culturas, como sucedió entre la precolombina y la de los conquistadores, no sólo trajo la imposición de una sobre otra en un momento histórico determinado, sino que influyó en la formación cultural y social de todo lo que sería el desarrollo posterior de los pueblos y países Hispanoamericanos de una manera más perjudicial que beneficiosa en cuanto a que rompió, por ejemplo, la intensa relación que los pueblos mantenían con la tierra que habitaban, no heredando esta característica a las nuevas sociedades. Hoy, cuando en el mundo se pretende imponer una cultura hegemónica impulsada desde el gobierno estadounidense, es más necesario que nunca buscar el reencuentro con nuestras raíces culturales para intentar recuperar con fuerza algo que nos fue arrebatado con la espada y la cruz. Una parte importante de nosotros se encuentra en lo que fueron las civilizaciones precolombinas, y recuperar parte de su poesía, en este caso, es una manera de recomenzar a rescatar y conocer una cosmogonía que tiene muchos elementos que aportar en la emancipación y lucha de los actuales pueblos Latinoamericanos.
Artículo publicado en Punto Final N° 521, mayo 31/ 2002