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Latinoamérica

14 de junio de 2002
Mario Benedetti, escritor
'La infancia es un privilegio de la vejez'

El País

JESÚS RUIZ MANTILLA | Madrid

Antes de que se le pregunte sobre cualquier cosa, Mario Benedetti habla de la muerte. 'A los 81 años y medio hay que acostumbrarse a la idea', dice. Se lo toma como un exorcismo, porque acaba de vencerla tras padecer un problema de corazón. Como trofeo, el escritor uruguayo exhibe una sonrisa más amplia, muy constante, y un nuevo libro de poemas tejido entre los miedos de la noche y el placer de haber recuperado las cosas pequeñas. Se titula Insomnios y duermevelas (Visor), y Benedetti alardea de él sin autocomplacencia; simplemente, abriéndolo y leyéndole al visitante sus versos preferidos.
'La muerte está muy presente en este nuevo libro', asegura . 'Pero también otras cosas: el amor y el paisaje, por ejemplo. Es algo que no estaba en mi poesía y que por primera vez me ha inspirado', afirma Benedetti, contento por esa nueva gasolina creativa que ha descubierto en los pájaros, en el sol, en la luna o en la noche. Y es que Insomnios y duermevelas es un compendio de miedos y alivios zurcidos con el lenguaje claro y combativo de su autor. Porque esto último, el compromiso, es cosa genética en él; por eso, después de hablar de la muerte, enzarza con los desastres del mundo en que vivimos.
'No me preocupa tanto mi muerte, una idea que he asumido y que antes veía lejana y no mía, sino la de los demás, como la muerte de la humanidad', argumenta. 'Si seguimos por este camino, el de la globalización, el de la barbarie, el que marca la única potencia, asistiremos al suicidio del hombre'. Pero inmediatamente se asusta de lo que dice, y recula un poco. 'Tengo esperanza en que no ocurra. A veces, la humanidad ha estado en el fondo de un pozo y se ha sabido salvar tirándose de los pelos hacia arriba'.
Hace un hueco para el discurso antiimperialista: 'Todos los imperios han acabado mal. Y, en el caso de éste, el final vendrá desde dentro'. La clave, para él, es el abstencionismo. 'Es una crítica al capitalismo. No votan porque no creen en el sistema. Se llama democracia, pero tiene poco de tal. Ya hemos visto cómo fue elegido Bush. Un fraude'. También manda piropos a Carlos Menem. 'Él es uno de los máximos culpables de lo que ha pasado en Argentina'.
Son tesis que están en el alma de poemas como 'Futuro', 'Mientras el tiempo diga todavía', 'Ojalá'... Pero también ha creado páginas optimistas. E ironía, esa sustancia con la que Benedetti siempre ha espolvoreado sus obras. 'La ironía que no es amarga, que no hace daño, no me gusta, porque ésta debe ser una tabla de salvación'. La ironía que no se pudre en el sarcasmo, apunta. 'La ironía criminal, como la llamo yo. La diferencia entre una cosa y otra es que la primera sirve para la reflexión y la segunda, para el ataque'
Él la utiliza con frecuencia, cuando relaja el gesto y habla de las cosas que más le gustan, como el amor, por ejemplo, o sus poetas de referencia. 'Mis maestros fueron Vallejo, Neruda, Pessoa, Borges, a quien se le admira por sus cuentos pero se le quiere más por sus poemas, porque se muestra como era, un ser desvalido y frágil'.
Y también Valdomero Fernández Moreno. Con él descubrió la poesía clara. 'Cuando yo era joven, los poetas escribían de forma enigmática, misteriosa. Cayó en mis manos un libro suyo, que era sencillo y de auténtico poeta a la vez, y pensé que así era cómo yo quería escribir'. De éste publicó un libro, y su hijo César le prestó poemas inéditos, entre ellos algunos dedicados a mujeres que no eran su esposa, con la condición de que los publicara tras la muerte de ella. Es la manera que tienen algunos poetas de ser infieles. Benedetti sonríe con la anécdota. Se le agrandan ese bigote que le da aspecto de buena persona y los ojos oscuros que endurecen un poco el aspecto de anfitrión tierno, y habla de Luz, su esposa desde hace 56 años: 'Yo siempre digo que soy fiel, pero no fanático en el amor'.
A ella están dedicados todos sus libros de poemas. Y con ella comparte todavía sus días de ahora, en los que el pasado, los recuerdos y la infancia se avivan en su memoria. 'La infancia es un privilegio de la vejez. No sé por qué la recuerdo actualmente con más claridad que nunca', asegura. En los días y en las noches, cuando le sorprende un insomnio al que saca partido. 'El insomnio es muy creativo, se me han ocurrido muchos cuentos por la noche', asegura.
Lo mismo que el fútbol, que para Benedetti ha sido fuente de creación y al que ha dedicado varios cuentos. 'Del fútbol he aprendido pocas cosas, la verdad, pero solía ir cada domingo. Ahora, con toda la violencia que se genera alrededor, ya no voy; no estoy como para caer rodando por las escaleras', afirma. Sin embargo, ha estado atento al Mundial. 'De Uruguay, el mejor ha sido Recoba, que juega en Italia. Sigue habiendo buenos futbolistas uruguayos. ¿Usted sabe que hay cien profesionales de mi país por todo el mundo?'.
La poesía y el fútbol están unidos quizá por los sistemas y las reglas. Benedetti respeta las clásicas, y las prefiere frente a la libertad total. 'Adoro el soneto; es difícil, pero, cuando sale bien, es perfecto. Y mi medida es el endecasílabo'. No sabe si al respetar los cánones su arte se vuelve más claro. Lo que sí sabe es que es más accesible para sus lectores, y eso le convence: 'Cuando alguien viene y me recita un poema, es de los que respetan las reglas. Se aprenden con más facilidad'.