VOLVER A LA PAGINA  PRINCIPAL
Latinoamérica

13 de junio de 2002
Preguntas y respuestas: Josefina Aldecoa

Elena F. Vispo
Revista Fusión

Gran defensora de la cultura, Josefina Aldecoa es una escritora vital y comprometida. En su última novela plantea un debate sobre las relaciones humanas.

"La mujer, siendo la más débil socialmente, tiene una capacidad de rebeldía y de decisión hasta arriesgada"

"Para mí la educación ha sido siempre y sigue siendo el principal problema de un país"

Tres personajes: Berta, Daniel y Teresa. Dos modelos de mujer: la tradicional y la mujer nueva. Y una pregunta: cómo alguien, pudiendo tener esto último, escoge lo primero. Ése es el núcleo de El Enigma, la última novela de Josefina Aldecoa, que encontramos en la lista de libros más vendidos en España. La escritora está también de actualidad por otro libro, un estudio sobre el Colegio Estilo, que ella misma fundó y aún dirige. La enseñanza es su otra gran pasión, y por ello creó una escuela que sigue los pasos de la Institución de Libre Enseñanza. Una referencia diferente en tiempos de debate educativo.

-En ?El Enigma? se enfrentan dos modelos de mujer: por un lado el ama de casa tradicional, y por otro la mujer independiente. ¿Cómo es posible que aún convivan ambos?
-Aunque la gama de seres humanos es muy amplia, cuando se hace un libro así hay que sacar a relucir un prototipo. Pensando en nuestro país y en las características de la familia tradicional española, la figura de Berta es el prototipo de una serie de mujeres que todavía existen: la mujer que ve el matrimonio como un contrato beneficioso, que le va a resolver su vida y la de sus hijos. El hombre tiene la obligación de cumplir con eso, pero ella no tiene la obligación ni la necesidad de enterarse de qué problemas tiene él ni de llegar a conversaciones en las que los dos muestren sus ideas, su posición ante la vida, etc.
Pero hay otro tipo de mujer. No es sólo la que trabaja y la que no, porque hay mujeres que se dedican al hogar y son compañeras espléndidas y llenas de inquietudes.

-¿Y cómo, entre esos dos modelos, se puede preferir el más arcaico?
-Ahí me interesaba el protagonista masculino, el hombre que acepta un matrimonio convencional y cuando en su vida se cruza la que podría ser la compañera ideal vive un gran amor, pero se mantiene unido a esa otra postura, que le resulta cómoda.
Es el misterio de las relaciones humanas, que hace que se quede en una relación no satisfactoria, pero, rutinaria, convencional. Porque él hasta ese momento no le ha dado una importancia terrible a su fracaso con su mujer, pero cuando encuentra otra persona con la que la vida podría ser mucho más equilibrada y estimulante, una mujer que además de una relación muy satisfactoria le puede abrir horizontes profesionales y vitales... ¿Por qué no da el paso? Ése es el enigma. Es un caso que se repite, con muchos matices. Sólo que yo he elegido éste.


-¿Y cuál es la respuesta? ¿Por qué el ser humano opta por lo malo conocido?
-Pues hablando de seres humanos masculinos, que es la indagación que yo trato de hacer, en mi opinión hay varios factores. Por una parte está la comodidad. Hay un momento en el que él dice que Berta es incómoda, pero él se aísla fácilmente. Pero de algún modo la otra también le resulta incómoda con su permanente e inevitable crítica intelectual y vital, porque es una mujer que no se calla, que quiere tener las cosas claras. En general, al hombre no le gusta tener al lado a alguien muy crítico, por su papel tradicionalmente superior. Y si además la mujer tiene motivos para criticar porque sabe tanto como él, pues la cosa se vuelve aún más incómoda. Otro factor es la culpa, herencia de una tradición religiosa, a lo mejor más de costumbre que de sentimiento. También los hijos, que tampoco es verdad del todo, puesto que él no se ocupa de ellos gran cosa. También está la cobardía de romper vínculos ya establecidos, en fin, una serie de factores, pero el enigma sigue sin resolverse.

-¿Si el protagonista fuera una mujer el resultado hubiera sido diferente?
-Si Daniel fuera mujer la novela sería otra. Que también podría escribirse, porque la mujer, siendo la más débil socialmente, tiene una capacidad de rebeldía y de decisión hasta arriesgada. Hay mujeres que se separan y llevan las de perder, porque generalmente se quedan con los hijos, o el marido no les da bastante dinero en la separación. Una mujer sensata tiene el valor de romper un vínculo que parece inamovible, sin necesidad de que haya otra persona.

-Usted es hija de maestra, fundó un colegio atípico del que ahora también es directora su hija. ¿Qué tiene la docencia en su familia?
-Más que la docencia en el sentido de enseñar, es la pasión por la educación. La he tenido siempre, por la misma razón por la que me apasiona la literatura, como contacto con el ser humano. Y también por tratar de ayudar en los problemas, en el caso de los niños y sus padres. Y, hablando del colegio, con un programa avanzado. Aunque no tanto, porque está muy basado en la revolución que supuso la Institución de Libre Enseñanza, a finales del XIX, y que todavía no se ha llevado a cabo.

-Este colegio se creó como alternativa a la escuela franquista, pero ¿por qué es necesario ahora?
-No he visto aún la necesidad de dejarlo. Si no fuera necesario no tendríamos niños, y los tenemos. Si la pública fuese, como debería, excelente, la gente tendría su salida natural educativa. Pero no es así, por razones de las cuales no tenemos la culpa ni nosotros ni la escuela pública, sino la sociedad y la política.

-La educación es un tema candente ahora mismo.
-Sí, en otros momentos quizá no es tan evidente, ahora hay un desconcierto generalizado que hace que todo el mundo esté preocupado por la educación. Para mí ha sido siempre y sigue siendo el principal problema de un país.

-Con la reciente Ley de Ordenación Universitaria salieron a la calle los estudiantes, en manifestaciones que hacía años que no se veían. ¿Se está recuperando la rebeldía de los jóvenes?
-Es verdad que en la época anterior había muchos más movimientos sociopolíticos. Ahora parecía que estaban apáticos, pero se ve que están reaccionando. No digo que tengan razón al cien por cien, nadie la tiene, pero notan que llegan a la universidad con una mala preparación y hay que buscar la responsabilidad de eso.

-Quizá la diferencia es que son los propios jóvenes los que están proponiendo sus soluciones. Usted hablaba en Confesiones de una abuela de un proceso de aprendizaje mutuo con su nieto, ¿qué hay que aprender de los jóvenes?
-Para mí los jóvenes son muy atractivos porque, con todos los defectos y virtudes que individualmente puedan tener, son más capaces de reaccionar, son más puros en el verdadero sentido de la palabra, se interesan por temas menos contaminados. Instintivamente, un joven es pacifista, se preocupa por la situación de la gente miserable, tiene unos instintos aún no contaminados por intereses de tipo práctico que a veces los adultos han desarrollado. No entiendo ese miedo a los jóvenes, que son lo renovador de un país, lo que puede transformarlo y cambiarlo. Además creo que los adultos somos responsables de cómo son los niños y los jóvenes de hoy, porque los hemos hecho, como padres y como sociedad.