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Latinoamérica

18 de junio del 2002
México: El regreso de los escuadrones

Carlos Fazio
La Jornada

El pasado 7 de junio, cuando en México seguía resonando el eco de la matanza de 26 campesinos en Santiago Xochiltepec, en la Sierra Sur de Oaxaca, tal vez como recordatorio funesto de la masacre de El Charco ante la excarcelación de Ericka Zamora y Efrén Cortés, decididos a llevar ante la justicia a los generales Alfredo Oropeza Garnica y Luis Humberto Portillo, desde el sur del Suichate llegó la noticia del regreso de los escuadrones. Ese día 10 activistas de derechos humanos y periodistas guatemaltecos fueron amenazados de muerte por un grupo clandestino de ultraderecha. Un par de jornadas antes, el presidente de Guatemala, Alfonso Portillo, había reconocido ante los conductores del prestigioso programa radial En perspectiva que en el interior de las fuerzas policiales y militares de su país se mueven, "sin control", grupos de ultraderecha.
El texto de la amenaza está dirigido "a los enemigos de la patria" y lo firma una organización autodenominada Guatemaltecos de Verdad. En sus aspectos principales dice: "En los últimos meses, seudo organizaciones de derechos humanos y sus simpatizantes se han dedicado a desprestigiar la imagen del país y el triunfo de la democracia sobre el comunismo, ganado con sangre por nuestros heroicos soldados. Esas agrupaciones están lideradas por personajes cuyas ambiciones personales han sido puestas por encima de los intereses de la patria. Eso quedó en evidencia con la visita al país de (la relatora especial de derechos humanos de la ONU) Hina Jilani, a quien le besaron los pies y se pusieron de alfombra.
"Esos malditos personajes son una lacra para la sociedad. Son parásitos de los derechos humanos y deben ser exterminados como se erradica un cáncer. Las mentiras que contaron y la farsa de las amenazas provocó que nuestro país quedara como mierda en el fango. Por eso a esos personajes, a sus simpatizantes y a los periodistas huele-culos que publican nimiedades, les decimos que ya basta. No toleraremos más sus mentiras, y si de veras quieren hablar pajas, ahora tendrán qué decir. Por más que hemos evitado que el grupo que dirige el capitán Nova en el estado mayor de la Defensa Nacional actúe, esos malditos no aprenden. Ahora, él y su equipo de cuaces (camaradas en lengua maya) tendrán que echar punta. La lista de los enemigos de la patria es grande, y si las mentiras que contaron a la vieja Jilani tienen un efecto en el país, los pajeros deberán pagarlo con su sangre.
"Los primeros en sentir el sabor del acero de nuestras balas serán: Clara Arenas, Miguel Angel Albizurez, Miguel Angel Sandoval, Nery Rodenas, Frank La Rue, Mario Polanco, Abner Guoz, Marielos Monzón, Ronaldo Robles, Rosa Maria Bolaños, la china maldita de Helen Mack. La lista sigue. Las advertencias están de más. Ahora actuaremos de verdad para que estos traidores a la patria chillen por algo, a ver si es cierto que tanto pedo para cagar aguado.
"Activista visto, activista muerto"
Dos de los periodistas amenazados (Monzón y Robles) son los conductores de En perspectiva, en el cual Portillo reconoció la existencia de grupos armados que actúan sin control dentro de las fuerzas de seguridad del Estado. Grupos clandestinos de ultraderecha han sido acusados de estar vinculados con decenas de secuestros y ejecuciones extrajudiciales ocurridas en los últimos meses. Entre ellas el asesinato a balazos de un militante humanitario de la Fundación Rigoberta Menchú, que preside la Nobel de la Paz. Nery Rodenas es abogado de derechos humanos de la oficina de la Iglesia católica de Guatemala. Clara Arenas, Frank La Rue y Mario Polanco representan legalmente a sobrevivientes de la guerra sucia y del genocidio de los generales Lucas García y Efraín Ríos Montt en Guatemala. La activista Helen Mack intenta probar la participación del ejército en el asesinato de 17 puñaladas de su hermana, prestigiosa antropóloga.
No parece casual el contexto internacional en que resurgen los escuadrones de la muerte guatemaltecos. Asesorado por veteranos de la guerra sucia en Centroamérica -entre ellos los viejos conocidos John D. Negroponte, actual embajador en la ONU, y Otto Reich, secretario de Estado adjunto para el hemisferio occidental-, el presidente George W. Bush da los últimos retoques a su "supersecretaría antiterrorista" para lidiar contra las "fuerzas del mal". A ello se suman un fallido golpe de Estado en Venezuela, patrocinado por la Agencia Central de Inteligencia y el Pentágono; la victoria electoral de Alvaro Uribe (vinculado al narcotráfico y los grupos paramilitares) en Colombia, país bajo creciente control militar estadunidense, y los indicios de una reaparición del grupo paramilitar Triple A en Argentina.
En nuestro país la matanza de Agua Fría sirvió para identificar otros focos rojos en el México bronco y dio cobertura para la entrada del ejército a Los Chimalapas, al tiempo que recrudecía el asedio castrense y paramilitar sobre las comunidades indígenas de Montes Azules y los municipios autónomos zapatistas de Chiapas (volvieron los sobrevuelos militares en La Realidad), todo en la zona de aplicación del Plan Puebla-Panamá. Hay que agregar otros hechos sin aparente conexión, como las maquinaciones oficiales sobre el "suicidio" de la defensora de derechos humanos Digna Ochoa y una explosiva irrupción de "gatillos fáciles" en la llamada "hermandad" de la policía capitalina. Elementos todos que, como en Guatemala, parecen abonar el terreno del caos. Lo que facilitaría, a su vez, un pronto llamado a la mano dura y a "poner orden" de fuerzas derechistas y reaccionarias enquistadas en el régimen foxista.