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Latinoamérica

25 de mayo del 2002

28 de mayo Día Internacional de Acción por la Salud de las Mujeres

 
Argentina: Las mujeres de la salud
Andrea D'Atri [1]
 
En mayo de 1987, en el Vº Encuentro Internacional de Mujer y Salud en Costa Rica, se fijó el Día Internacional de Acción por la Salud de las Mujeres para denunciar las problemáticas específicas, sus causas y consecuencias.  
Quince años después, las condiciones de salud de las mujeres han empeorado, en la medida en que, por un lado, la salud se ha convertido cada vez más en un negocio privado y la salud pública –con un magro presupuesto y bajo la política de vaciamiento de los sucesivos gobiernos- se deteriora aceleradamente.  
En el marco de esta situación general, en la Argentina de hoy, las trabajadoras de la Clínica Privada Junín de Córdoba salen a la lucha después de estar diez meses sin cobrar su salario. Frente a la maniobra patronal de vaciamiento de la clínica, las mucamas, enfermeras, empleadas administrativas y médicas proponen ponerla a funcionar bajo su propio control y al servicio de las necesidades de la comunidad.  
Por eso, en este día por la salud de las mujeres, abrazamos solidariamente a estas mujeres de la salud que están peleando por mantener su fuente de trabajo.  
"De mis días normales, creo que perdí la cuenta..."  
Aída ya no recuerda cómo era un día "normal". Sabe que, en otra época, cumplía su horario, su turno de guardia y cobraba su salario.  
Pero eso no sucede desde hace diez meses, cuando al igual que sus más de 55 compañeras y poco más de 5 compañeros de la Clínica Privada Junín, empezó cobrando un sueldo básico que rondaba los trescientos pesos, que luego fueron doscientos, cincuenta, diez... hasta que llegaron a darle sólo una tira de cospeles para poder viajar. "Yo seguía viniendo pese a esto, para cumplir y para proteger mi fuente laboral. Para que no digan que estábamos haciendo abandono de trabajo", recuerda.  
En aquellos días "normales", Aída, que es enfermera, hacía turnos rotativos y guardias de 16 horas. Se levantaba a las cuatro de la mañana, cuando en la provincia serrana falta todavía mucho tiempo para ver salir el sol. Entraba a la clínica a las seis, de donde salía nuevamente a las diez de la noche, cuando el sol ya había caído hacía rato.  
Hoy está al frente de la lucha por la defensa de su fuente de trabajo, con el resto de sus compañeras, la mayoría de las cuales son jefas de hogar y a las que jamás se les ocurrió faltar a la clínica, aunque tuvieran que llegar caminando.  
Sin embargo, los que sí hicieron abandono fueron los dueños de la institución. De ellos no se saben ni los nombres: numerosos testaferros son los encargados de presentarse en las audiencias, de hablar con los administradores, de llevar adelante un plan de vaciamiento que dejó, a una clínica que tenía cuatro pisos con quirófanos, rayos, internación y la capacidad para brindar todos los servicios, convertida en un consultorio externo.  
La paciencia de las trabajadoras se acabó hace menos de dos meses, cuando decidieron cortar la calle reclamando los salarios, una deuda de aproximadamente 220 mil pesos.  
Sin embargo, ahora que se encuentran en paro con permanencia en el lugar de trabajo, igualmente mantienen las guardias mínimas porque, según sostienen, "no podemos seguir precarizando la salud de la población." Como si de ellas fuera la responsabilidad...  
"Nos hemos metido en la historia de la sociedad"  
Aída está convencida de que las mujeres "somos las que llevamos adelante las iniciativas, las decisiones. Al frente de un hogar, por más que haya un hombre, somos el sostén. Somos madres, esposas, compañeras y mujeres, por sobre todo, mujeres en toda la extensión de la palabra."  
Ella jamás se imaginó que iba a tener que participar de una lucha por la fuente de trabajo. Pero ahora, está decidida a hacerlo "por mis hijos, por mi trabajo, por mis compañeras y sobre todo por mí. Porque me tengo que fortalecer para dar de mí lo mejor."  
En una genealogía no convencional, de la que se siente parte, Aída evoca a Juana Azurduy[2] y a las obreras que murieron carbonizadas en una fábrica neoyorquina en 1909. Cree que las mujeres hemos hecho "que el mundo comience a girar de otra manera y nos hemos metido en la historia de la sociedad."  
Muy pronto, espera encontrarse con sus hermanas de Brukman, las otras trabajadoras que irrumpieron en la historia de nuestra sociedad a fuerza de lucha y que se han transformado en un ejemplo a seguir.  
En la Clínica Junín, análogamente a lo que sostienen las obreras de la textil de Buenos Aires, dicen que "si la empresa no se reactiva inmediatamente con el funcionamiento de todos sus servicios, sin despidos, suspensiones y salarios adeudados, exigiremos que el estado provincial se haga cargo de la clínica y nosotros la controlemos para que sea útil a las necesidades sanitarias del pueblo."[3]  
RECUADRO  
Las cifras de la discriminación[4]  
En Argentina, muere una mujer por día por causa de abortos clandestinos; hay 5500 nuevos casos de cáncer de cuello de útero por año; los embarazos adolescentes aumentan y la edad promedio de mujeres con HIV positivo descendió de los 35 a los 24 años, en el último tiempo.  
En Latinoamérica, mueren 6000 mujeres por año, como consecuencia de los más de 4 millones de abortos que se realizan en situación de clandestinidad. El número de mujeres hospitalizadas por consecuencias de estos procedimientos, asciende a 800 mil. Las complicaciones van desde hemorragias, infecciones, abortos incompletos, hasta infertilidad y esterilidad, enfermedad pélvica inflamatoria y perforación uterina.  
En el mundo, muere una mujer por minuto durante el embarazo o el parto. Pero mientras el número de mujeres que mueren en el parto es de 1 cada 4100, en los países centrales; este número es de 1 cada 13 en los países del "tercer mundo".  
Las mujeres, que vivimos más que los varones, lo hacemos con una peor calidad. Las enfermedades que más nos afectan son la diabetes, la osteoporosis, el cáncer de mama, la depresión, el mal de Alzheimer, los trastornos de la alimentación, la artritis y el sida. La gran mayoría de estas enfermadades está asociada, directa o indirectamente, a las condiciones de vida de las mujeres sujetas a los estereotipos sociales de la feminidad y a la opresión social y sexual.  
Notas  
[1] Con la colaboración de Gabriela Rawson (reportajes e información desde Córdoba).  
[2] Juana Azurduy (1781-1862) Heroína boliviana de la guerra de la Independencia. Fue honrada, por su actuación en las batallas de Alto Perú, con el cargo de teniente coronel.  
[3] Comunicado de Prensa de las trabajadoras y trabajadores de la Clínica Junín.  
[4] Los datos provienen de diversos artículos publicados en RIMA (Red Informativa de Mujeres de Argentina)  
andreadatri@ciudad.com.ar