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Latinoamérica

La chambelona de Bush


Luis Luque Alvarez / Juventud Rebelde

Al parecer, Bush, el hijo, ignora el refrán castellano que recomienda no tirar piedras al vecino si el tejado propio es de vidrio. Sucede que a hablar de democracia, de elecciones limpias y libres, se fue el presidente a Miami, nada menos que a festejar el 20 de mayo y a hacer retórica con el tema de Cuba.
Detalles de lo acontecido en la ciudad floridana, los brindó ayer la Mesa Redonda Informativa, en la que el presidente de la Asamblea Nacional, Ricardo Alarcón de Quesada, en compañía de un grupo de panelistas habituales del foro televisivo, desenmascararon las verdaderas intenciones del mandatario norteamericano, expresadas en sus dos intervenciones —una en Washington y otra en Miami— con motivo de la infausta efemérides.
Como un verdadero acto de audacia calificó Alarcón el hecho de que Bush haya escogido la ciudad floridana para defender el derecho a unos sufragios limpios y honestos en Cuba, toda vez que fue en esos predios donde —según reconoció la Comisión de Derechos Civiles de Estados Unidos— se impidió a decenas de miles de ciudadanos negros que llegaran a las urnas durante las elecciones presidenciales del año 2000, mientras que a otros tantos se les anulaba su voto, simplemente por no avalar la opción del partido del elefante.
"Si lo que valiera en Estados Unidos fueran los votos, añadió, con toda seguridad Bush no estuviera hoy tomando ‘cubalibres’ en la residencia de un casateniente cubano, sino visitando los barrios donde viven los negros en Miami. Pero a él no le interesan sus votos, pues tiene a sus amigos que se encargan de que esos votos no se cuenten o de que esas personas no lleguen a las urnas."
Auténtico émulo de los "chambeloneros" de aquella parodia republicana que él insiste en conmemorar, Bush anunció sin disfraces el verdadero propósito de su estancia en la Florida: "mi hermanito Jeb", el actual gobernador del estado sureño, a quien los votos de los "patriotas del exilio" le hacen tanta falta como el agua al pez, en los próximos comicios de noviembre, y por el que W. ha asegurado que hará "todo lo que me pida" para su reelección.
Al referirse al selecto grupo de "defensores de la democracia" que acompañaron al presidente en ambos conciliábulos, Alarcón señaló la presencia entre ellos de estrechos colaboradores de Orlando Bosch y Luis Posada Carriles, firmantes de una declaración que estipula el derecho de emplear contra Cuba todo tipo de métodos de lucha. Hijos amados de la FNCA, la misma que financia la defensa en el proceso que se sigue en Panamá contra el confeso autor de la voladura de un avión civil cubano en 1976.
Sin embargo, como colofón de la jornada, Bush asistió a una cena ofrecida por la Fundación con el objetivo de recaudar fondos para la campaña de su "hermanito", a razón de 25 000 dólares por persona. "¿Cómo explicarán entonces, que ellos reciben dinero de la misma bolsa que ampara a los terroristas?", se preguntó Alarcón.
Actitudes escandalosas a un lado, lo cierto es que el discurso de Bush, nominado bajo el engañoso apelativo de "Iniciativa para una nueva Cuba", no pasa de ser más de lo mismo: el mantenimiento de una política cavernícola basada en el intento de estrangulamiento económico y comercial.
Hoy, cuando 167 países piden en la Asamblea General de la ONU el cese de las sanciones unilaterales contra Cuba; cuando se alzan voces en el Congreso norteamericano para poner fin a una política retrógrada; cuando la mayor parte del pueblo norteamericano exige se le respete el derecho de venir a conocer con sus propios ojos la Isla prohibida, los designios del emperador tienen el sabor de la intolerancia y atan con desprecio las iniciativas de los que no comparten sus ilógicos caprichos.
Queda por ver hasta qué punto se puede tensar la cuerda.