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Latinoamérica

7 de mayo del 2002

Chile: El gran motor del desarrollo

Patricio Malatrassi. Taller de Economía ICAL

Hay una gran verdad en la percepción de que los empresarios, la burguesía, nunca está satisfecha con lo que gana. Esto por una razón económica muy clara, viven bajo la férrea tiranía de la "Ley del Valor" que somete a proletarios y burgueses a su imperio. Los unos en su condición de explotados y los otros en su condición de explotadores. Es la regulación espontánea de la producción social, que se desarrolla a través del mecanismo de los precios y las leyes de la oferta y la demanda. Es el gran proceso ordenador, para que impere el orden capitalista y no simplemente el caos. Orden que tiende a imponerse como tendencias que atenúan las manifestaciones de esta gran lucha que soterrada a veces, declarada y sanguinaria otras, va marcando la marcha de la historia de nuestros tiempos.
Congruentes con la realidad que hemos bosquejado anteriormente son las declaraciones soberbias y prepotentes del Presidente de la Empresa Sigdo Koppers, Ramón Aboitz de la cual era, o es, socio el ex -presidente Eduardo Frei hijo, sobre que : "El gran motor del desarrollo es la empresa privada" y, aunque no lo dice en forma explícita, nos está entregando el mensaje de que los empresarios son el gran motor de la historia, que sin sus luces indispensables, el caos y la anarquía nos haría naufragar en el mar del espanto.
Para esta persona los trabajadores no existen, o en definitiva, da lo mismo que existan o no. Para ellos los científicos, los artistas, en general la cultura con su gigantesco aporte al desarrollo de la humanidad tampoco cuentan.
Ramón Aboitz y los suyos son los grandes capitanes del desarrollo, por lo tanto, cualquier elemento que perturbe su titánica tarea los saca de quicio. Husmean el aire y perciben ya " que el ambiente no es bueno", que la ley laboral "mete demasiado ruido".
Ignorante de la historia, por lo menos de la historia económica de este país, que nos muestra que la burguesía, es decir, los dueños de los medios de producción, los que viven y se enriquecen con el trabajo ajeno conducen cada cierto tiempo al país al desaguadero.
Que históricamente han sido como vampiros del aparato estatal al cual han succionado implacablemente y los continúan haciendo hoy con un ministro que declara al diario de los norteamericanos en Chile, que las medidas de ciencia económica que toma, no tienen un componente ético. Es decir una ciencia social como la economía, que estudia las relaciones sociales que se establecen entre los hombres en el proceso de producción y distribución, está más allá de la opinión de esos mismos hombres. Los seres humanos que consignarán en sus vidas las consecuencias de las medidas económicas deben ser meros observadores de titánicos seres que están más allá del bien y del mal.
Chile, contrariamente a lo ocurrido en los países capitalistas, tuvo a partir de 1875 unos de los más rápidos procesos de urbanización, que no se tradujo en un proceso de industrialización.
Los empresarios ya entonces optaron por el camino fácil de ganancias más rápida que da el comercio y los servicios. "Surge así un mercado consumidor de productos industriales que carece de su complemento lógico: la producción industrial doméstica ( Cademartori.La economía chilena p.117.Edit. Universitaria.). Bajo este esquema, la industria salitrera, primer eje del desarrollo nacional fue dejada en su nacimiento al control del capital inglés. Por consiguiente las utilidades fundamentales que allí se generaron contribuyeron en lo principal a los procesos de industrialización británicos: La otra parte de las utilidades que quedaron en Chile también fue exportada en la adquisición de productos manufacturados industriales y suntuarios, suntuarios a la que es tan proclive la burguesía nacional.
En 1929, cuando se difunde la gran crisis capitalista desde los Estados Unidos, la industrialización que se genera por sustitución de importaciones no es el resultado de un proceso normal de crecimiento, como lo consigna Cademartori en el libro ya citado (p. 118). Fundamentalmente incidieron la crisis, y las dos guerras mundiales, determinando la creación de procesos de manufactura en las ramas textiles, cuero, papel, vidrio, la creación a partir de 1938 de La Empresa Nacional de Electricidad (ENDESA); La Empresa Nacional del Petróleo (ENAP); La Empresa Nacional de Minería (ENAMI); la Industria Azucarera Nacional (IANSA) y La Compañía de Acero del Pacífico ( CAP). Estas empresas ahorraron ingentes sumas de divisas al erario nacional. Contra ellas se alzó el apetito privado, que a partir de 1956 iniciaron un proceso de privatización que se exacerbó con la dictadura en la década del 70 y que se mantiene hasta hoy.
La burguesía que se formó en torno al comercio internacional siempre se opuso al proceso de industrialización nacional porque ello afectaba sus negocios de importación y exportación de materias primas. Acepta naturalmente la creación de nuevas industrias siempre que éstas continúen dependiendo de abastecimientos importados.
Si de los empresarios se hubiese tratado jamás se habría llevado a cabo un proceso de industrialización. La construcción de Ferrocarriles producto de un enorme esfuerzo colectivo encauzado a través del gobierno les pareció ineficiente. La gran minería del cobre, si de los empresarios chilenos hubiese dependido, jamás se habría nacionalizado : ellos lanzaban a los cuatro vientos la especie de que sin los estadounidenses, la producción cuprífera se sumergiría en el caos. No seríamos capaces de manejar una industria tan compleja. Ahora, al ver las importantes sumas que entrega al país, tratan de apoderarse de ella por todos los medios, presentándose como compendios de la eficiencia nacional. Es un hecho estadístico, no conocido suficientemente, el que una proporción superior al 50 % de las empresas privadas que se crean fracasan antes de cumplir los dos años de vida. Esto muestra la realidad de la tan autoproclamada eficiencia privada. Para no recordar la quiebra del sistema bancario y productivo del año 82. La utópica anarquía derechista del mercado machaca todos los días la superioridad del interés privado frente a los procesos científicos de distribución, planificación y control de la producción en la economía.
Los chilenos históricamente han demostrado ser capaces de adaptarse rápidamente a todas las tareas industriales y tecnológicas y no puede haber mejor prueba de ello que el proceso de industrialización desarrollado en el país al alero de la Corporación de Fomento de la Producción (CORFO) entre los años 1930 y 1950 en que el país organizó su vida económica con un desarrollo industrial en manos del colectivo social, sin empresas privadas.
Se necesitan ingenieros, técnicos, profesionales y obreros especializados, sin duda...pero no necesariamente empresarios ni empresa privada. Son los primeros los motores indispensables del desarrollo, los segundos sólo son indispensables en un modelo capitalista de desarrollo, que centra su accionar en la explotación de unos hombres por otros hombres y que está llevando a la humanidad al borde del colapso. La empresa privada no es el lo esencial en el desarrollo económico, si lo es el trabajo que al ejercer su práctica en la naturaleza, perfecciona al propio ser humano, y en cierto sentido lo crea. Ellos, los trabajadores son la principal fuerza productiva de la sociedad y de la humanidad. Sin la labor de los hombres, poseedores de hábitos de trabajo, así como de experiencia y conocimientos profesionales, no es posible el proceso de producción. La propiedad privada sobre los medios de producción divide a los hombres y los pone en poder de las fuerzas ciegas del azar. .Es esto lo que está en la raíz de las crisis y del despilfarro brutal en la economía. Es esto lo que impone la empresa privada y la burguesía que es la clase social que la sustenta.