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Latinoamérica

El inquilino de la Casa Rosada va perdiendo el apoyo de los gobernadores justicialistas

Duhalde está demasiado solo
Si el objetivo era el de recrear la imagen de su gobierno, los cambios en el elenco de ministros que produjo Eduardo Duhalde agudizaron las sospechas de que el presidente está más aislado que nunca.

ISIDORO GILBERT - CORRESPONSAL EN ARGENTINA
Precisemos. Después del acuerdo con los gobernadores, quedó evidenciado que Duhalde no podía gobernar sin los caciques provinciales, esos que pugnan por heredar electoralmente, no por una decisión legislativa, la jefatura del Estado. Pero cuando el inquilino de la Casa Rosada les reclamó cuadros, hombres confiables para ellos para remozar el gabinete, las respuestas fueron invariablemente negativas.
Ni qué hablar que uno de los gobernadores bajara a ocupar la jefatura de gabinete, acaso como última rattio de que se llegará al año próximo sin tener que anticiparse los comicios, un tema que está instalándose en un primer plano. Apenas consiguió una no beligerancia para el conductor de la economía, Roberto Lavagna, quien busca anudar acuerdos con los parlamentarios y los gobernadores, que, sin ser apartarse de la orientación pro FMI, le hace sentir a sus aliados que hará algo diferente a la actitud genuflexa de su antecesor.
Los gobernadores ya no observan al caudillo peronista de la provincia de Buenos Aires como el hombre capaz de remontar la profunda crisis económica y social, aunque le desconfiaran en sus aspiraciones más recónditas. Actúan como si buscaran a precipitar un desenlace, en una suerte de canibalismo político que sorprende. Fueron los gobernadores los que impusieron la línea de no confrontar, ni un cachito siquiera con el FMI, esa plataforma de 14 puntos redactados a su gusto.
A la hora de la verdad no solamente le negaron ministros, sino que los caciques no convencen a los legisladores que voten leyes, como la reforma a la de quiebras o la derogación de la ley sobre subversión económica, claves para el acuerdo con el Fondo.
Esas dos y el ajuste para las provincias, un costoso mecanismo de acuerdos entre cada una de ellas y la Nación para reducir fuertemente el déficit, convenios bilaterales exigidos por el FMI y que han comenzado a concretarse lentamente, son, piensan en el gobierno, el pase para destrabar créditos que aunque tan sólo servirían para abonarle compromisos a los organismos financieros externos, quebrarían el aislamiento internacional del país.
En las dos cámaras se escuchó, mayoritariamente, la misma voz. No habrá reforma de la ley de quiebras como la reclaman desde afuera, norma francamente hostil con las empresas de capital nacional endeudadas que podrían ser compradas a precio vil por sus acreedores. Hay una gestión silenciosa del titular del Banco Central, Mario Blejer, para que el Fondo acepte una redacción menos feroz, y entonces sí habría número para aprobarla. Si la respuesta del Norte fuera negativa, Duhalde no tiene hoy la manera de alinear a los suyos y menos a los aliados del radicalismo y del Frepaso residual para un acatamiento incondicional.
Con la ley sobre subversión económica pasan cosas parecidas: Duhalde y Lavagna, han tenido que aceptar la realidad. Su derogación como reclamó originariamente el Fondo dejaría impunes a varios banqueros actualmente procesados, y a directivos de algunas empresas monopolistas, todos ellos encartados en figuras delictivas graves. Es bochornoso: la exigencia incluía anular retroactivamente sus efectos.
"Es la ley (para Carlos) Röhm", dicen los impugnadores de la derogación. El ex mandamás del Banco General de Negocios, esta procesado por defalco a sus propios socios, sin contar que se lo liga a resonantes casos dolosos y sospechoso de ser lavador de dinero en escala.
Es llamativo que el FMI haya puesto como condición para seguir conversando, derogar esa ley de vieja data, que encendió luces rojas cuando algunos banqueros fueron llevados a los tribunales no por infracciones de tránsito, precisamente. O el caso del ex ministro Domingo Cavallo con su socio David Mulford, ex subsecretario del Tesoro norteamericano y también ex socio de Röhm, incluidos en la causa por el manejo doloso supuestamente, de la deuda externa.
Duhalde pidió a su ministro de Justicia, Jorge Vanossi, que le encuentre una salida: no anular, ya se le comunicaron al FMI, por imposibilidad legislativa, sino modificar la norma para que no todos los hoy bajo proceso y presos, puedan ser liberados. Los jueces temen quedarse sin herramientas y le han dicho a los legisladores que los responsabilizarán si deben dejar libres a delincuentes de guante blanco.
Volvamos al gabinete "relanzado". Lavagna tuvo serias dificultades para armar su equipo económico, porque casi nadie cree no en el ministro, sino en la perdurabilidad de Duhalde. Sin cuadros confiables de los gobernadores, el presidente cortó por lo sano: recurrió otra vez a hombres de la provincia de Buenos Aires, su feudo, o como en el caso del nuevo ministro del Interior, Jorge Matzkin, un hombre multiuso, capaz, como lo hizo, de dar un discurso en la Cámara baja argumentando sobre las bondades de la convertibilidad y años más tarde fundamentar su derogación por inservible y dañina, sin el mínimo rubor.
Además, está enfrentado con el gobernador peronista de su provincia, La Pampa. Por su larga permanencia en el Parlamento por sus íntimos conocimientos de esos acuerdos de toma y daca, es que se piensa que Matzkin puede acortar la brecha entre el gobierno y el Parlamento, destrabar las leyes que Duhalde necesita para avanzar en el acuerdo con el FMI, el sol inalcanzable. Y no solamente eso.
Matzkin ministro por descarte, aguanta la lógica del análisis. Pero no le cierra a casi nadie el convenio entre Duhalde con el senador nacional Luis Barrionuevo, ligado a lo más oscuro de la política y su financiamiento, de llevar a su esposa, Graciela Camaño al Ministerio de Trabajo. Explican en el duhaldismo que el dirigente gastronómico lo auxiliará en la Cámara alta, y que el entendimiento, le coloca a la CGT de Rodolfo Daer, en la órbita del oficialismo en días que se anuncian huelgas de envergadura tanto por el ala cegetista que comanda Hugo Moyano y la Central de Trabajadores Argentinos.
Pero ni Daer, ni otros popes del sindicalismo, y menos aún figuras relevantes de la frágil coalición oficial, quisieron estar en el juramento de los nuevos.
¿Cómo se explica este puzzle? Barrionuevo es nexo con el ala oscura de la Unión Cívica Radical, que firmó con Carlos Menem el Pacto de Olivos que le facilitó su reelección en 1994 y sobre todo, tiene manejo de "cajas negras" de plata y de fuerzas de choque, barras bravas del fútbol: el legislador es presidente de Chacarita Juniors.
Duhalde, elegido por la Asamblea Legislativa, no gobierna junto al Parlamento pese a que con la designación de ministros-legisladores, sugiere que vuelve a sus fuentes originales. Sugiere, nada más. Con este fugaz convenio de gobernabilidad, opta por recostarse en el sindicalismo tradicional y con fama de corrupto: ¿tiene este rumbo, destino?
Cuentan que al presidente lo obsesiona la idea del estallido social, pero ha fracasado en contener el alza de los precios, carrera que conduce a la hiperinflación, que provocará movimientos de protesta.
Al pactar con un sector de la burocracia sindical, dejó en banda al camionero Moyano, mucho más veloz en movilizar gente o paralizar el transporte. El camionero rompió lanzas con el presidente por haberse supeditado al FMI. Es él quien alentó una moratoria en las relaciones con el Fondo, jugada que abortaron los gobernadores.
Cuentan también que Duhalde teme que le organicen una pueblada a caballo de la bronca y que un baño de sangre lo saque del medio también a él. Pueden ser especulaciones, pero no gratuitas. El secretario del Tesoro, Paul O'Neill, con la dureza que lo caracteriza, dijo que habrá ayuda para la Argentina "cuando haya llegado al fondo de lo soportable". ¿No estarán tirando, norteamericanos y argentinos diligentes, demasiado la cuerda?
¿Cuál es el fondo de lo soportable? La desocupación ya muerde el 25% y a este ritmo en pocos meses, trepará al 30% y otro tanto, con trabajos de medio tiempo. ¿Esa es la meta del FMI? Ya no solamente despiden porque cierran empresas fabriles; hay cesantías en las empresas de servicios concesionadas. No debería extrañar que en las próximas semanas se replantee el futuro del gobierno, acaso con llamado a elecciones en setiembre, como se charla dentro y fuera de la Rosada.
El costo de vida, o la inflación, si se quiere, es el 'talón de Aquiles' del gobierno. Con 20% de incremento en el primer cuatrimestre, sin que los combustibles y tarifas se hayan movido mucho, será peor con autorizaciones para actualizarlas
Lavagna se opone al control de precios porque lo considera ineficaz: no hay Estado que la imponga, o crea mercado negro, dice. Pero el presidente pide "precios de referencia", los eternos cortocircuitos. Y sobre salarios, a merced de las negociaciones entre sindicatos por empresa con sus dueños, como si conversaran las hormigas con los elefantes. No es tan sencillo: los compromisos del presidente con un sector de la CGT pondrán a prueba al ministro de Economía, en materia de salarios
Se viene otra alquimia, papeles o bonos, al valor de los depósitos confiscados de hecho, para la "solución final" del corralito. Hace dos semanas hubo un proyecto que capotó y se deglutió al ministro de Economía, Jorge Remes Lenicov. Entonces, era el Estado el garante: no resistió el menor análisis.
Los bancos no quieren hacerse cargo de algún compromiso a futuro. El de Santander ya comunicó que "no pondrán pasta" si en tres meses, como calculan sus directivos ibéricos, se quedan sin liquidez. Son los que controlan el banco Río, el más extendido de los privados. ¿Por qué anuncian escenario convulsivo que obligó a Lavagna a protestar ante el embajador español? Acaso la respuesta esté en este punto: advertir que no se harán cargo de sus compromisos con los ahorristas.
Con ideas al tun tun, esas que vienen y van, se especula que si el dólar se va por las nubes, la dolarización será inevitable. Del mismo modo se habla en voz alta de que "esto ya no da más, hay que llamar a elecciones para legitimar el gobierno". En el peronismo no hay unidad de criterios para la inmediatez al menos. Hombres como Carlos Alberto Reutemann, uno de los postulantes con chances, sostiene que en medio de esta batahola, él no se presentará como candidato. *