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Latinoamérica

24 de febrero del 2002
Notas antes de la tormenta

Guillermo Almeyra La Jornada

Cualquiera que sea el desenlace de la actual situación, nadie le quitará "lo bailado" a la gente que se hace ciudadana caceroleando, que osa discutir, proponer, confrontar sus opiniones, que establece solidaridad.
1 Este miércoles 20 llueve. Quizá eso disminuya los cacerolazos generalizados y los cortes de rutas, que buscan hacer desaparecer el gobierno del presidente Eduardo Duhalde, acusado de ser un mero clon del anterior. Al gobierno sólo le queda confiar en el tiempo, en su sentido de clima (chubascos rompemanifestaciones, por ejemplo) y en su sentido de transcurso y desgaste (que la gente se canse de manifestarse sin obtener nada, y que las protestas disminuyan). Su táctica es la de la tortuga, y también la del muro de goma elástica.
2. El capitalismo se asfixia sin dinero circulante, sin una moneda estable que permita hacer planes e invertir con alguna posibilidad de retorno, sin un sistema financiero, sin crédito, con una desocupación masiva que no tiene ni siquiera el paliativo de la existencia de un sector informal, porque la gente no tiene dinero en efectivo. Sobre todo, se ahoga si nadie cree en los bancos, la justicia, la policía, el Parlamento, la presidencia, los partidos, el ejército, las instituciones en general, y sólo espera la salvación de su propia acción, de su protesta, de su autorganización. Como no hay nunca situaciones sin salida, ésta, marcada por las asambleas deliberativas, las resolutivas cotidianas y los cacerolazos diarios, requiere una solución rápida, por la derecha o por la izquierda. Duhalde y los del "justo medio" continuista, que se esfuerzan por recauchutar las instituciones, tienen los días contados.
3. El salto político que acaban de dar vastísimos sectores de las clases medias, que sin tener una conciencia anticapitalista rechazan los pilares mismos del sistema, tiene una importancia inmensa. Cualquiera que sea el desenlace de la actual situación (que no puede durar mucho), nadie le quitará "lo bailado" a la gente que se hace ciudadana caceroleando, que osa discutir, proponer, confrontar sus opiniones, que establece solidaridad, que le toma el gusto a la acción colectiva y adquiere seguridad. En esta crisis de dominación que sufre el régimen se está forjando un nuevo proyecto de país, un nuevo sentimiento nacional, y están apareciendo los futuros cuadros jóvenes del mal definido cambio que tantos quieren. Además, se está construyendo un frente de acción común entre vastos sectores de las clases medias y, sobre todo, de la baja intelectualidad (académicos, estudiantes, maestros), los trabajadores y los desocupados.
4. Sin embargo, sería erróneo hablar de insurrección ciudadana o de situación prerrevolucionaria. No hay ciudadanía (apenas se está construyendo en la protesta) en un país que votaba hasta ayer por caudillos peronistas o radicales, y delegaba a aparatos las decisiones políticas o sindicales. Menos aún hay insurrección (pues no existe ni un programa ni una organización que pretendan darle forma). Además, por importantes e históricas que sean las asambleas populares, están lejos de representar a la mayoría de la población y de tener las condiciones organizativas, culturales y técnicas para remplazar al poder estatal tambaleante. En cuanto a los piqueteros, son minoría, muy combativa pero reducida; los trabajadores, que aún no se han movido como tales, se han movilizado como los petroleros, acompañados por sus familias, y los trabajadores de las Pymes (pequeñas y medias industrias subcontratistas) en favor de las empresas imperialistas, creyendo defender su fuente de trabajo al pedir que las mismas no paguen impuestos.
5. Si Duhalde está en la mira de las trasnacionales y del imperialismo, que lo considera un peligroso populista que no reprime y cede a la presión, si está viviendo días prestados y contados, se presenta entonces en el horizonte la sombra de las urnas. Las opciones son pocas: A) Duhalde se presenta como candidato, para legitimarse electoralmente, movilizando el voto de los sectores más pobres y menos cultos, sobre todo en el interior, a los que aún influencia el símbolo peronista y, por lo tanto, el país va a la continuación de lo mismo, pero por poco tiempo y hasta otro estallido; B) la derecha unida, que asegura que jamás será vencida, presenta al radical López Murphy, hombre del FMI, del ejército, del capital extranjero, que espera rebajar a un tercio los salarios reales, lo cual, en caso de una victoria, dada la división y desorganización de las izquierdas varias, llevaría a un gobierno con métodos dictatoriales y apoyado por quienes dominan el sector castrense... hasta un estallido social generalizado, provocado por la represión y por el empeoramiento del nivel de vida; y C) las izquierdas logran superar las provocaciones que buscan fragmentarlas en candidaturas opuestas (Elisa Carrió y los socialistas, como polo centrista liberal; el diputado trotskista Zamora, como eje de un polo revolucionario), y venciendo los sectarismos llega a formular un programa común, creíble y un eje organizativo incluyente que luche por llevarlo a la práctica. La situación está abierta. "Quien sobreviva verá", dicen los franceses.