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Latinoamérica

Los discapacitados cubanos

A las puertas de un desarrollo superior

Por MAGDA MARTINEZ
Trabajadores Digital, Cuba

Desde hace 40 años en Cuba se aplica una política social confirmada porque no hay nadie desamparado desde la más temprana edad hasta la ancianidad, y tampoco ningún ciego, ni sordo ni inválido abandonado a su destino. Ante un mundo agobiado por la pobreza económica y la miseria moral, abordar la situación cubana invita al análisis, pues el país no renuncia a seguir incrementando sus esfuerzos en programas en favor de estos ciudadanos y, sobre todo, de ese segmento poblacional que no dispone de toda la validez física y, no obstante, se buscan vías para sacarlo del encierro hogareño y mental, e integrarlo plenamente a la sociedad. El Gobierno cubano propicia un plan de acción que destaca la atención priorizada a los discapacitados como jamás conoció la Isla, en plena concordancia con su justa práctica social.
En la década de los 80 la ONU convocó a los estados que la integran a laborar en favor de estas personas, y proclamó un programa de acción mundial, dentro del rango de unos 10 años, que contemplara la prevención de la discapacidad, la rehabilitación y la realización plena de quienes la padecen. Estas propias personas abogaban por no ser una carga y el empleo fue el medio integrador y rehabilitador, en tanto ocupaban plazas en el sector productivo y en puestos de calificación.
También aparecieron los talleres especiales adecuados a las capacidades de los más limitados y con retribución salarial superior al mínimo establecido. Paralelo a ello la salud, la educación, el deporte y la cultura completaban el objetivo de insertarlos en igualdad de condiciones al resto de la sociedad en una vida laboral y social activa. Para 1993, Cuba pasó revista a lo realizado ante el llamado de la ONU y le llevaba un amplio trecho a muchas naciones. Coincidentemente, era el momento más difícil que la económica doméstica atravesaba, pero nada detuvo o frenó el programa que desde hacía 10 años venía desarrollando.
En ese preciso instante, la nación también declaró el principio de que nadie sería abandonado a su suerte y los discapacitados tuvieron prueba fehaciente de ello mientras duró la etapa más cruda del llamado período especial. La creación de un proyecto nacional para imbricar las acciones de varios ministerios e instituciones referidas al de la discapacidad, lo preside el Ministerio de Trabajo y Seguridad Social, que propone, coordina y controla la política integral del Estado en su atención y, además, funge como el vínculo de relaciones con las tres asociaciones que agrupan a estas personas.
Dentro del recrudecimiento de las dificultades económicas y sus efectos, nació precisamente el Plan de Acción Nacional para la Atención a las Personas con Discapacidad, el PANAPED, duradero hasta el 2000.

NECESIDADES VS. POSIBILIDADES

El PANAPED echó a andar plenamente en 1996, integrado por 13 áreas básicas estatales que cumplirían 36 programas de trabajo en el curso de un quinquenio, vinculado a los objetivos de prevenir, rehabilitar, educar, emplear, informar y de intercambio científico-técnico, en estrecha relación con las asociaciones de discapacitados.
Al mismo tiempo surgió un grupo nombrado Consejo Nacional para la Atención a las Personas con Discapacidad (CONAPED), presidido por el Ministerio de Trabajo y Seguridad Social, otros ministerios y organizaciones políticas y de masas que apoyan las tareas que precisan de su colaboración. Cuando el CONAPED pasó revista a su gestión demostró el cumplimiento del empeño.
El sector de la salud promovió campañas de prevención, realizó el tratamiento y la rehabilitación de este segmento poblacional, avanzó en la detección de limitaciones auditivas y visuales en menores, y sostuvo de manera continua el sistema de vacunación. También reanimó las ayudas técnicas de sillas de ruedas, bastones, muletas y otros artículos que suman millares gracias a los recursos financieros destinados por el Estado. En la educación se refleja la labor preventiva de los centros de diagnóstico y orientación -son 190 en todo el país-, mediante el censo de menores con necesidades educativas especiales.
Ello propició la escolarización temprana en 12 círculos infantiles y 40 salones especiales. Se rehabilitó el lenguaje de señas y ya 270 jóvenes sordos e hipoacúsicos cursan estudios con ese sistema de comunicación en centros ordinarios de la enseñanza secundaria. Son 59 mil los alumnos matriculados en la educación especial y la preparación laboral también se lleva a cabo en los talleres docentes que, en cifra de 550, adiestran en seis oficios básicos; ya el 92% de sus egresados están incorporados al trabajo.
El programa de empleo ha propiciado en cinco años la incorporación a la vida social útil de unos 20 mil trabajadores discapacitados ubicados en tareas productivas, tres veces más de los que trabajaban al inicio del plan de acción. En los 143 talleres especiales del país laboran 3 mil discapacitados que han demostrado interés y capacidad física para su desempeño.
El deporte y la recreación han sido vías para su inserción en la sociedad. En eventos y disciplinas nacionales e internacionales destacan la actuación de los discapacitados cubanos. Los juegos paralímpicos de Atlanta 1996 y Sydney 2000, en los Centroamericanos de sillas de ruedas, los mundiales de sordos, el Latinoamericano de ciegos, el Panamericano de limitados físico motores y muchos más, han contando con la presencia de los criollos, que se han alzado con medallas y títulos del orbe.
En el lustro, el trabajo cultural le abrió las puertas a estas personas e incrementó su presencia en la comunidad -activa en sus 261 instalaciones nacionales- con su participación en creaciones artístico-literarias para su satisfacción espiritual y social. En la etapa se reabrió el Centro de Capacitación de la ACLIFIM, remodelado para recibir a un centenar de limitados físico-motores que se preparan en computación y otras actividades laborales.
También la Asociación de Sordos proyecta un centro similar para sus miembros. Los ciegos cuentan con un centro para su rehabilitación, que de conjunto con los nacionales atiende a un grupo de extranjeros y, además, disponen de una sala especial en la Biblioteca Nacional José Martí, dotada con los medios más modernos de comunicación.

AL TANTO DE SU QUEHACER

La Secretaría del Comité Ejecutivo del Consejo de Ministros convoca cada año a los ministros con responsabilidades en la atención a estas personas para que informen acerca de cómo ha avanzado el compromiso y las nuevas proyecciones. Entre los aspectos siempre aparecen las orientaciones para la labor a acometer. Un lugar primordial ocupa el pleno empleo de todos los que lo soliciten; otorgarles el 2% de las viviendas que se construyan; diversificar la producción de los talleres especiales, e incrementar la disponibilidad de sillas de ruedas y su reparación.
Con la vista colocada en el 2005, el plan hasta esa fecha comprende 54 programas y cada uno define sus indicadores para medir su ejecución, con el empeño de promover medidas eficaces para la prevención de las discapacidades y su plena participación en la sociedad, así como su desarrollo integral.
El programa previsto para los próximos cinco años concibe las principales dificultades que atañen a los discapacitados, con un amplio espectro que busca equiparar oportunidades e insertarlos plenamente a la sociedad. Estamos ante de las puertas de un desarrollo superior que evidencia cómo el proyecto social cubano se consolida y fortalece.