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Latinoamérica

20 de febrero del 2002
El gobierno de Bush hostiga a Chávez


Emilio Marín

Resumen Latinoamericano
Al cumplir los tres años de su llegada al palacio de Miraflores, el presidente de Venezuela se ha encontrado con una oposición más activa que antes, que le organiza cacerolazos, paros empresarios, denuncias periodísticas y de un par de militares. Ese encrespamiento de la oposición tiene que ver con la indignada respuesta empresaria a algunas leyes del gobierno que rozan sus privilegios corporativos. Pero también con los estímulos que aplica a esa oposición el Departamento de Estado norteamericano, para el que Hugo Chávez no respondería a los patrones "democráticos" estipulados por el general retirado que antes bombardeó a Irak y el jefe de la CIA. El mandatario venezolano no se amilanó y respondió políticamente a unos y otros.

TIRAN CONTRA CHÁVEZ

En la primera semana de febrero varios funcionarios de la administración Bush tiraron con munición gruesa contra el jefe del Ejecutivo venezolano. Lo hicieron al declarar por separado y en días sucesivos ante comisiones del Senado norteamericano, ante las cuales trataron de justificar los abultados presupuestos para el ejercicio fiscal 2003 que comenzará a regir el próximo 1 de octubre y que habían sido presentados por la Casa Blanca.
Primero fue el turno de Colin Powell, quien en 1991 se desempeñaba como jefe de la Junta de Estado Mayor de las Fuerzas Armadas que condujo los bombardeos contra Irak y que desde el año pasado pasó a reemplazar a la inefable Madeleine Albright. El secretario de Estado deploró "la poca ortodoxia democrática de Chávez" y reconoció que Washington consideraba que su relación con Caracas estaba afectada por un "factor irritante".
El militar precisó que esa tensión en el vínculo bilateral tenía que ver con algunas acciones chavistas como sus críticas a la campaña estadounidense "contra el terrorismo" y sus visitas a los llamados "estados parias", tales como Irán, Irak y Libia.
Al día siguiente llegó al Capitolio el jefe de la CIA con un discurso muy similar. George Tenet, tras despacharse a gusto contra la guerrilla colombiana de las FARC-EP, manifestó que le preocupaba muchísimo la situación de Venezuela por ser el tercer abastecedor de petróleo de EE.UU. El jefe de los espías metió en la misma bolsa los sucesos tercermundistas de Caracas, la guerra civil colombiana y el estallido social en Argentina. "América Latina se está volviendo cada vez más volátil", dijo para tratar de justificar el mayor presupuesto de su agencia.

LA RESPUESTA

El líder venezolano no se quedó atrás a la hora de responder a tamañas acusaciones, rematadas por la apreciación de Tenet de que "la atmósfera de la crisis tiende a agravarse". Chávez replicó con que su gobierno es "soberano, independiente y autónomo" por lo que no tenía que solicitar autorización a ningún otro país para desarrollar una "política exterior coherente".
Profundizando ese curso de oposición a la hegemonía norteamericana en la región, el mandatario aprovechó el juramento de su nueva ministra de Producción y Comercio, Adina Bastidas. Allí volvió a rechazar el ALCA para 2005, tal como fue planteado por George W. Bush y los presidentes americanos en la cumbre de Quebec de abril del año pasado.
El ex teniente de paracaidistas dijo que el Area de Libre Comercio para esa fecha "sería suicida para nosotros, porque el desempleo llegaría aquí al 90 por ciento y van a quebrar todas nuestras pequeñas y medianas empresas y agricultores". Como dejando una puerta abierta, que parece ser también una táctica para empalmar con los reclamos de Brasil y otros países que no están plenamente identificados con la política del ALCA, dijo que "un acuerdo para 2015, me gusta más".
Y no es que el venezolano sea un revolucionario como lo pintan ciertas declaraciones de los funcionarios del Departamento de Estado, furiosos por una política tercermundista de forcejeos diferente a las subordinaciones automáticas de otros mandatarios de la región. En esa misma ceremonia en Miraflores se dedicó a molestar a los norteamericanos con referencias elogiosas a Alemania y los 40 años que los europeos tardaron en ultimar los detalles de la Unión Europea, así como un par de meses atrás se fue en elogios al francés Jacques Chirac y sus promesas de invertir en Venezuela. Esos devaneos europeístas lo ponen a Powell tan o más furioso que los viajes chavistas a La Habana, Bagdad o Teherán.

AGITANDO CUARTELES

El 4 de febrero de este año, cuando se acercaba el décimo aniversario del levantamiento de Chávez contra el gobierno de Carlos Andrés Pérez -tomado como punto de arranque de la "revolución boliviariana"- el gobierno impulsó demostraciones callejeras. Según el presidente, fue "la más grande marcha que vez alguna se ha hecho en Venezuela", reuniendo a 2 millones de personas.
El oficialismo se quejó de que sólo el canal de la televisión estatal mostró imágenes de esa movilización, ignoradas por los canales privados de empresarios y la jerarquía eclesiástica. El discurso presidencial volvió a pegar duro sobre esta cúpula, calificada de "pequeño grupo de obispos que se la pasan difamando y mintiendo".
Por esos días la oposición necesitaba mostrar que si bien el gobierno mantenía cierta fuerza entre los sectores más humildes de la población -despreciada como "la chusma"-, en cambio habría perdido poder en ámbitos castrenses. De allí que con diferencia de 24 horas, dos oficiales -uno de la Fuerza Aérea y otro de la Guardia Nacional- se presentaron en eventos periodísticos opositores.
El primero fue el coronel del aire Pedro Soto, quien se llegó hasta el foro "Somos Voces de la Democracia" realizado por periodistas en el Hotel Caracas Hilton. Estos lo lo esperaban como al mesías y lo presentaron como tal a un público de clase media y clase alta en la zona del este de la Capital. Hasta las agencias de noticias dijeron que el primer acto donde habló el coronel fue concurrido pero que el segundo tuvo "un público modesto", tildado por el oficialismo de "escuálido".
El otro desertor, Pedro Flores, se hizo presente en el mismo hotel cinco estrellas cuando el relator especial de la OEA para los derechos humanos, Santiago Cantón, se aprestaba a dar una conferencia de prensa. Era la forma de tener a todos los micrófonos y cámaras delante. ¿Casualidad?. No, en este tipo de hechos políticos la casualidad no existe.

MISMA SINTONÍA

Por más que los opositores quieran tratar de demostrar su independencia de criterios entre sí y en particular su supuesta autonomía respecto a la embajadora norteamericana Hrinak, sus propias declaraciones muestran que están todos en una vasta conspiración contra el proceso de cambios.
En un reportaje concedido al periodista español José Antonio Marcos, el coronel Soto salió a defender el paro empresario-sindical del 10 de diciembre pasado cuando, según estimó, "no se movió un alma en el país durante dos horas". Como se recordará, ese día fue elegido por la empresarial Fedecámaras presidida por Pedro Carmona para hacer el lock-out porque el Ejecutivo firmaba la ley de Tierras, considerada poco menos que "comunista" por los grandes propietarios.
El sentido proestadounidense del disidente también se notó cuando, en ese reportaje al programa radial Hora 14 de la Cadena Ser, explicó que su pedido de dimisión de Chávez se fundó "en el clima tiránico que él trata de imponer a nuestro país". Tras cartón agregó que el presidente "intenta establecer una ideología en Venezuela con la que no estamos de acuerdo ni las Fuerzas Armadas ni la población civil organizada".
Cualquiera que analice ese maccartismo verá que Soto coincidió con la embajadora Hrinak, Colin Powell y George Tenet en que el ocupante del Palacio de Miraflores no respondería a "patrones democráticos". Para éstos es un nacionalista, dirigista, amigo de Fidel Castro, Muammar Kadhafy y Saddam Hussein que, para colmo, fogoneó las reuniones de la OPEP para que el precio del petróleo subiera el año pasado de 9 a 29 dólares el barril (ahora volvió a caer a 15-17).
Un dato que merece mayor análisis sobre la catadura política y moral del coronel Soto lo dio el comandante de la Fuerza Aérea, general Régulo Anselmi al afirmar que aquél hizo "una maestría de dos años en Argentina en seguridad y defensa". Sería interesante saber dónde y con qué profesores, civiles y/o militares, hizo tal maestría. Es que los mismos que afilaron al golpista Soto seguramente habrán doctorado a otros "masters" desestabilizadores para Argentina y otros países.