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Latinoamérica

2 de diciembre del 2002

Uruguay: sigue la polémica por el conflicto de los trabajadores municipales

El poder y sus límites
Carlos Revello
Rodelú

Como Adeom es "de izquierda" la cosa –supuestamente- iba a ser fácil. No fue fácil y el problema está ahí, porque los que inventaron la idea, erraron fiero el biscochazo. Es decir, entre su concepción manipuladora ellos -los dirigentes- y los otros -las bases- y, la realidad, había una distancia que no supieron salvar.
Si algo nos dice todo esto es, que las cabezas pensantes piensan mal, calculan mal. Se equivocan fiero. Bastaría esto para demostrar que no cumplen con el rol que les está encomendado que es administración correcta y relaciones humanas.
Para salir del paso, se han inventado, después, argumentos justificativos de las políticas fracasadas que intentaron instrumentar. Según una de esas interpretaciones hay "corporativismo", según otras "no puede pensarse el movimiento sindical como en la situación de crecimiento económico en que nació". De ahí ya arrancan otros, señalando que los "piquetes" no. La gente tiene que aguantarse que además de que les pongan a trabajar al personal de los empresarios descentralizados, les coloquen también, a la policía para quebrarles la huelga.
Producido después el enfrentamiento, todos dicen que hay demasiado dolidos, golpeados y que ahora hay que ver cómo se sale "para adelante". Todo muy bien, pero lo hubieran pensado antes. ¿Para qué nos sirven estos enfrentamientos innecesarios que han desencadenado los que están arriba, "dirigen" y mandan?
Nos sirven para señalar concretamente, que así no. Y esto no es cuestión de "boliche" ni de "cancha" como ha querido interpretarlo, livianamente, Mujica. Se trata de vicios profundos en la cultura de la izquierda uruguaya. Vicios que no son virtudes. Por esos vicios los que intrumentaban en el medio las políticas de las direcciones se ganaron el mote de "sectarios", "burócratas", "reformistas" y "maniobreros". Los sambenitos no les cayeron de la nada ni se los ganaron en la tómbola. Porque la gente que trabaja y su sector más conciente no andaban inventando fantasmas. Y de esa gente, que se auto-derrumbaron, en Europa del Este y la URSS no tenemos que aprender nada. En América se trata de innovar, abriendo caminos nuevos y tirando por la ventana al burocratismo y, si insisten, también, a los burócratas. A los viejos y a los nuevos –que desde posiciones antes de izquierda revolucionaria- hoy, los emulan.
Mujica que es un hombre del trabajo puede comprenderlo perfectamente. Aunque tenga las limitaciones que provienen del trabajo propio, que no es lo mismo que el trabajo asalariado.
Varios observadores (profesionales, sindicalistas activos y ex-sindicalistas) han hecho observaciones pertinentes, recientemente, en "Brecha". Casi todos coincidieron en señalar que hay un olvido del mundo "del trabajo" (una perífrasis) y que hay falta de profundización en la democratizacion y descentralización que se realizó en la Intendencia. Vale decir en la gestión primera se ganó apoyo popular que redundó en adquiecencia política, pero después vino la limitación y el freno. El tema es esa limitación que es cultural y esos frenos que son como reflejos condicionados.
Si del mundo del trabajo hablamos, entendamos que hay trabajo creativo y que hay trabajo mecánico, repetitivo. El último no desarrolla individualmente, pero es necesario para la reproducción de la vida social. El primero, permite desarrollo individual, creatividad, espacio temporal que da satisfación. La burocracia nació, de esa división del trabajo. Lo cual no quiere decir que todos los aspirantes a burócratas –en la sociedad moderna, industrial- hagan trabajo creativo. Un sector de la burocracia trabaja de intermediarios, controlando el trabajo de los demás, sobre los de abajo, pero debajo de los de arriba. ¿Porqué se autoderrumbó el denominado "socialismo real"? Porque llegó un momento que eran una plaga peor que la del capitalismo. No producian ni dejaban que nadie creara nada nuevo que ellos no reglamentaran, analizaran, contabilizaran, controlaran y... ahogaran en la grisura más espantosa. Ni un vidrio se podía cambiar, ni una jofaina rota. Para todo había "un comisario" que se trasmutaba en simple policía... y algunas "cositas" más.
En Uruguay la burocracia tiene además, historia por partida doble. Por un lado se desarrollan con el batllismo, por la otra vertiente nos llegan con cierta izquierda. De ese último burocratismo se nos integraron los razonamientos de "los frentes populares tipo 1930", la moda del "peruanismo" (que reverberó en ciertas ilusiones con respecto al 4 y que los milicos cortaron rente, con el 7) y ahora, últimamente, en la moda del "lulismo", el PT y ciertas prédicas "policlasistas". Los burocrátas por lo que se distinguen es justamento por la falta de imaginación. Andan siempre a remolque y de novedosos, tomando de prestado y eludiendo el trabajo intelectual elemental de pensar lo propio, cavilando en serio, los pro y los contra.
En la actual crisis uruguaya, el trabajo "vivo" es fundamental. La burguesía desarrollada cuando se pone "lírica" les da por pensar en que los "robots" serían la solución a este problema de los asalariados, sus organizaciones de defensa del trabajo, el derecho de reunión, los convenios y otras cuestiones molestas más. Pero como en Uruguay –y en el resto de América Latina- el trabajo vivo es fundamental, como de la crisis no se puede salir sin ese trabajo vivo, sin una colaboración de la clase obrera todos los proyectos de salvación nacional necesitan que el movimiento obrero los apoye. "Nadie puede salir solo de la crisis" dicen algunos voceros y, en parte, tienen razón. Pero el tema es que para un avance de la democracia es necesario olvidarnos de las viejas maneras y los antiguos modos de solucionar crisis nacionales. Por lo menos de aquellas que para el movimiento obrero se saldaron -después de la recuperación- en derrotas históricas.
Dentro de esto la "subalternidad" inducida en la clase trabajadora fue formulada genialmente por un burocráta duro, el Sr. Honnecker, autor entre otras cosas del concepto de "socialismo real". Decía Honnecker en un discurso público que hizo suceso que los trabajadores debian "trabajar bien" y que los mandamases se reservaban "el derecho de gobernar eficazmente".
Pero ese socialismo se auto-derrumbó, para bien de todos. Los antiguos burócratas que antes se contentaron con expropiar del poder político a los trabajadores, terminando tirando todas sus pretensiones "socialistas" y se dedicaron a enriquecerse como burgueses lisos y llanos. En Uruguay, hay ciertos riesgos de ir para ese lado, si ciertos voceros, ciertas ideas, determinados criterios triunfan.
Que no insinuen los compañeros dirigentes políticos que el pueblo trabajador uruguayo no es generoso, que es corporativista, que se deja llevar por algunos "radicales". El pueblo trabajador uruguayo, es la mejor parte de la sociedad nacional entera. Ese pueblo siguió la lucha cuando los dirigentes políticos estaban tras de los barrotes. Ese pueblo trabajador enfrentó la dictadura militar con una Huelga General que es la mejor parte de la historia democrática del pueblo uruguayo después de la "Redota". Ese pueblo volteó la tiranía militar en plesbicito y en manifestación. Ese pueblo forzó que a los presos, en el Penal de Libertad, los soltaran más que de apuro. Ese pueblo reconstruyó, con el PIT, el movimiento sindical cuando otros andaban de cabildeos de tanteo, direcciones superclandestinas, y otras yerbas. Pero a ese pueblo trabajador no lo arrean ni milicos ni aspirantes a burócratas.
Y entendámonos de una vez por todas. Cuando hay errores, problemas, la culpa está "arriba" y no "abajo". Y esto no es, demagogía barata y "de afuera". Bueno, pero todo esto ya pasó, dirá alguno. Ahora estamos en nuevos tiempos y antes nuevos problemas.
Sí, indudablemente, es cierto. Pero no nos olvidemos que todos observamos a la izquierda, a los compañeros dirigentes con aprensión y espectativa. Sabemos todos que hay muchos vicios y eso no se soluciona con palabras. Se soluciona cuando ante los problemas las direcciones políticas marcan caminos y rumbos y demuestran que son previsores. Uruguay, en toda su crisis es un país rico, que una burguesía cada mas ajena, fundió. Uruguay es una sociedad de clases donde algunos aspiran a sacarla barata cuando llegue el momento de los sacrificios. Hasta esos momentos, estamos con los que siempre estuvimos. Porque esos son verdaderamente los nuestros.
10 de noviembre de 2002
carlos.revello@chello.se