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Latinoamérica

16 de diciembre del 2002

Venezuela: las tareas de la revolución

Escribe Fernando Ramón Bossi

Si el gobierno sandinista de Nicaragua fue en gran parte corroído por la guerra que le impusieron los "contras" respaldados desde los Estados Unidos -generando un proceso de desgaste, destrucción, intranquilidad e incertidumbre-, el gobierno bolivariano de Venezuela de hoy, sufre una embestida similar en lo que respecta a la estrategia de las fuerzas contrarrevolucionarias.
Los "contras" venezolanos, desde el primer momento en que asumió Hugo Chávez la presidencia de la Nación, no han cesado un minuto en dificultar la gestión del gobierno. En un trabajo de pinzas bien calibrado, tanto la derecha como la ultraizquierda -ambas antidemocráticas y vendepatrias-, coinciden en un mismo objetivo: apretar al gobierno popular hasta terminar con él.
Las acciones contrarrevolucionarias
Cabe analizar detenidamente cuáles son los lineamientos tácticos de la contrarrevolución para lograr su objetivo. Lo que distingue en la hora actual el accionar de las fuerzas reaccionarias es el despliegue de todo un abanico de maniobras, acentuando el carácter dominante de cada una de ellas en relación al desarrollo de las circunstancias y al análisis de la correlación de fuerzas. Entre esas líneas de acción en marcha podemos mencionar:

1) El Golpe de Estado liso y llano.
2) El magnicidio.
3) La intervención extranjera (ya sea a través de los Cascos Azules o forzando otro tipo de maniobras). Las últimas declaraciones desde la Casa Blanca implican una injerencia concreta en los asuntos internos venezolanos, desenmascarando el apoyo norteamericano a los golpistas y anunciando una intromisión cada vez más descarada.
4) El permanente estado de alerta general, que conlleva al desgaste de las fuerzas populares y la imposibilidad de llevar adelante las medidas impulsadas desde el gobierno bolivariano: impedir gobernar a fin de plantear luego el estado de "ingobernabilidad" que legitime el pedido de renuncia de Chávez.
5) Socavar el frente popular incentivando la crítica ligera de los sectores más vulnerables que integran las fuerzas democráticas. A unos planteando que el gobierno es inepto por lo que hace y a otros por lo que no hace (crítica por "izquierda"). Buscar forma de hacer enfrentar a los sectores más radicalizados con los sectores más moderados, dividiendo el campo popular.
6) Para los mismos fines del punto cinco, "dividir el campo popular", la configuración de un nuevo espacio, una suerte de "bolivarianismo sin Chávez", para que cumpla el similar papel que cumplió en la Argentina la fórmula del "peronismo sin Perón", que permitió a los sectores claudicantes del peronismo realizar un pacto con la contrarrevolución. Esto es, garantizar una cobertura a todos aquellos que se dispongan a abandonar las filas revolucionarias, dándole un barniz menos indigno a su deserción, que realmente implica una traición al campo popular.
7) Imprimir una fuerte ofensiva hacia el Tribunal Supremo de Justicia y el Consejo Nacional Electoral, dificultando la implementación de leyes y resolviendo cuestiones a favor de los sectores antidemocráticos. Hay que considerar que el TSJ y el CNE han pasado a ser los recintos donde la oposición ha encontrado cierto respaldo legal para desarrollar su programa desestabilizador.
8) La constante tarea de operar sobre la matriz de opinión de la ciudadanía, a través de un aluvión de mensajes antigubernamentales y golpistas que parten de los medios de comunicación masiva.
El método goebbeliano se aplica con perspectivas de corto y mediano plazo. No sólo se miente y se generan climas de violencia, además se impone "qué se discute en la sociedad", a fin de minimizar otras cuestiones seguramente más importantes y de anular los logros de la revolución. Esto es permanente. Los medios de comunicación son el instrumento esencial en la tarea de "inventar situaciones" e incentivar a la oposición para que cada vez asuma posiciones más extremas.
9) Las operaciones internacionales, a partir de los medios de comunicación y de las organizaciones controladas por los gobiernos hostiles a Chávez, a fin de aislar, satanizar y asfixiar la Revolución Bolivariana.
En síntesis; desgastar, desunir, congelar, crear el caos, quitar iniciativa y desprestigiar al gobierno venezolano es la tarea en que están empeñadas las fuerzas contrarrevolucionarias. La experiencia del 11 de abril y la contraofensiva popular del 13, han dado lecciones a ambos bandos; ingenuo sería creer que sólo desde el pueblo se acumuló experiencia. Por lo tanto es plausible suponer que la oposición ha recapacitado (pese a su impaciencia y descontrol) sobre la necesidad de ampliar su base social de sustentación, lo mismo que operar más inteligentemente tanto en las Fuerzas Armadas como en el plano internacional.
Se puede sintetizar la hipótesis de la reacción de la siguiente manera: "si jaqueamos permanentemente al gobierno éste no podrá volcar toda su atención en la labor gubernativa; a través de marchas, paros, contramarchas, pronunciamientos y todo lo que esté a nuestro alcance, debemos mantener al oficialismo en constante estado de emergencia; así, un sector de la ciudadanía, que hoy sigue apoyando al gobierno, se puede ir decepcionando e impacientando al no ver cambios concretos. Si a esto le sumamos acciones de boicot, atentados y actos de violencia que pongan en peligro la integridad física de los ciudadanos, se acelerará el descontento de los sectores menos politizados. Si encima, nos presentamos como víctimas constantes del accionar oficialista -fundamentalmente a través de los medios de comunicación- ganaremos consenso internacional al denunciar el autoritarismo gubernamental y la falta de libertad en Venezuela. Las cartas están echadas y los medios de comunicación actuando como artillería pesada nos aportarán en confusión y enajenamiento. La constancia dará sus frutos, las circunstancias críticas se irán produciendo y, llegado el momento, habrá que acelerar la definición: golpe de Estado, magnicidio, caos total, intervención extranjera." El paro patronal que sirve de excusa para sabotear a PDVSA les permite desarrollar intensamente varias de estas líneas de acción, tanto en lo que hace a la imagen internacional, como en el plano interno.
¿Con qué cuenta la reacción?
Aunque para muchos pueda sonar redundante, es importante recordarlo a nuevos lectores. En principio con mucho dinero y poder económico, provenientes de las clases altas de la sociedad que desde la primera hora se pronunciaron contra el bolivarismo, Fedecámaras por ejemplo. Sin duda que los sectores golpistas cuentan con apoyo externo, y para nadie es complicado deducir de dónde proviene ese respaldo. Los medios de comunicación, que ejercen una presión constante no tanto porque crean poder convencer al pueblo bolivariano, sino más bien para mantener alta la moral de las fuerzas opositoras e incidir internacionalmente. Asimismo hay que contar entre sus filas a una capa de la burocracia estatal, heredada de la partidocracia derrotada el 6 de diciembre de 1998, que aun mantiene un peso específico a la hora de trabar las medidas revolucionarias que adopta el gobierno popular. Una franja, mínima, de altos oficiales de las Fuerzas Armadas se ha sumado a la contrarrevolución, como también la elitista dirigencia sindical de la corrupta Central de Trabajadores de Venezuela (CTV), y sectores del alto clero. Como ariete de choque, cuentan con las fuerzas de seguridad de las alcaldías y gobernaciones ganadas oportunamente por la oposición y como fuerzas irregulares, propensas a la provocación y al despliegue de acciones terroristas, a grupos ultraizquierdistas como Bandera Roja. Lamentablemente la franja democrática opositora al gobierno, queda arrastrada y utilizada por este conglomerado de sectores antidemocráticos Si a esto le agregamos los tradicionales partidos de la IV República (AD, Copei y otros no tan tradicionales pero igual de corruptos como Primero Justicia), el cuadro contrarrevolucionario queda armado. La mal llamada Coordinadora Democrática entonces, no es otra cosa que este conglomerado de fuerzas reaccionarias, fascistoides y elitistas.
Revolución y contrarrevolución
¿Cómo derrotar a estos cuerpos delincuenciales, antisociales y subversivos? La tarea no es sencilla, pero sí insoslayable.
El gobierno y el pueblo, para enfrentar la contrarrevolución cuentan con dos elementos contundentes: la nueva Constitución de la República Bolivariana de Venezuela y los fusiles en manos del ejército bolivariano. Esa combinación magistralmente amalgamada por el pueblo fue la clave del triunfo del 13 de abril, será necesario insistir en esa fórmula, darle permanencia y profundidad.
El respaldo popular al proceso revolucionario está intacto, tras el fallido golpe el pueblo ha reavivado su capacidad organizativa y movilizadora. Un sinfín de publicaciones, folletos, periódicos y materiales de divulgación denuncian a los golpistas y se pronuncian por la necesidad de ir profundizando la revolución; algunas criteriosamente y otras de manera temeraria. El estado permanente de debate, discusión y movilización se ha instalado en el seno del pueblo. Las actuales jornadas de lucha han encontrado a un pueblo unido, militante y ganando las calles permanentemente. La moral revolucionaria luce impecable y contra ella se están estrellando día a día las fuerzas antidemocráticas.
Una sucesión de derrotas viene sufriendo el campo golpista. Primero fue la intervención de la Policía Metropolitana en manos del alcalde Peña Tras idas y venidas, lo cierto es que esa poderosa arma en manos del enemigo quedó neutralizada. Ahora, luego del fuerte intento de paralizar PDVSA (la empresa petrolera estatal), la rápida reacción del pueblo y del presidente Chávez concluyó en la militarización de la empresa y la depuración de la dirección, medida tan justa como necesaria.
Tal vez la carencia más notable sigue siendo la falta de una organización unificada que direccione ese torrente de energías creadoras y transformadoras. Círculos Bolivarianos, Movimiento Quinta República, Movimiento Bolivariano Revolucionario 200, Comandos Tácticos, redes sociales, asambleas populares, coordinadoras, partidos políticos, frentes y movimientos diversos no terminan de ubicarse específicamente en roles precisos. Allí hay una debilidad, pero también una fortaleza si entendemos que esto es producto de la implementación de una democracia participativa que se expresa de las maneras más diferentes e imprevisibles.
La etapa actual se encuadra dentro de ese reacomodo de las fuerzas populares a los nuevos escenarios de lucha; no es aventurado afirmar que se está en un período de tránsito hacia un nuevo eje de reagrupamiento organizativo más eficiente y menos disperso.
La distancia entre Chávez y el pueblo venezolano todavía no ha sido mediatizada por una organización que, montándose en esa comunicación tan directa, asuma el rol de correa de transmisión ejecutiva y sistematizadora de ida y vuelta en la relación líder-masas. Desde las barriadas y desde los cuarteles -salvo las excepciones siempre existentes- la única voz directriz que se escucha es la de Hugo Chávez y, en menor medida, pero de manera significativa, la de algunos bolivarianos de lealtad comprobada y poder de decisión propia. Pese a esto, y marchando hacia la profundización del proceso, la revolución avanza, y es de esperar que las fuerzas populares sigan creando opciones organizativas que aporten cualitativamente y cuantitativamente.
Las tareas inmediatas de la Revolución
Como bien se desprende del discurso de Chávez ante más de dos millones de personas el pasado sábado 7, las fuerzas populares tendrán que tomar la ofensiva. La batalla se librará en diferentes frentes y será necesario consolidar los logros obtenidos y transitar decididamente por una etapa de plena movilización.
A la Constitución Bolivariana, como herramienta fundamental y programa popular, habrá que "sacarle el jugo" porque da para mucho más, como instrumento no sólo de defensa de la democracia, sino también para desarticular el campo contrarrevolucionario. Es en ese marco, y solo dentro de él, que se podrá profundizar el proceso. No casualmente los golpistas del 11 de abril, concientes de lo que significa el poder de esa Constitución Bolivariana, la suprimieron de un plumazo.
Es entonces que se hace urgente actuar con el texto de la ley y tomar la ofensiva:
1) Aprovechar la mayoría en la Asamblea Nacional para impulsar todas las leyes que se desprenden del espíritu revolucionario de la Constitución.
2) Apoyar masivamente y con la movilización popular la implementación de las Leyes Habilitantes.
3) La creación de una Comisión Especial, en el marco del cumplimiento de la Constitución, integrada por legisladores, juristas, periodistas, representantes de organizaciones populares y de Derechos Humanos a fin de estudiar y hacer aplicar la ley a los medios de comunicación que la violan cotidianamente: analizando las sanciones hasta, de ser necesario, quitar las licencias a todos aquellos medios que han infligido las normas constitucionales.
4) Potenciar a los medios de comunicación alternativos (radiales, televisivos, gráficos y en Internet) a través del respaldo popular y del apoyo por parte de las entidades financieras estatales 5) Incentivar a los articuladores culturales y a los hombres y mujeres vinculados con el arte (músicos, actores, cineastas, teatristas, periodistas, animadores, documentalistas, comunicadores sociales, intelectuales, etcétera), para fortalecer esos medios de comunicación alternativos y estatales que deberán reemplazar paulatinamente a los medios de comunicación alienantes de hoy.
6) Realizar una campaña internacional que denuncie el carácter delincuencial, fascista y antidemocrático de los actuales medios de comunicación.
7) Profundizar el Plan Bolívar 2000, en el concepto de la unidad monolítica Pueblo-Ejército. Los soldados en la calle, junto a la sociedad civil trabajando para bienestar del pueblo y la Nación, son la mayor garantía para neutralizar las acciones subversivas. Todas las tareas de la revolución se verán potencializadas por este camino, tal como lo ha sido desde el inicio del gobierno de Chávez.
8) Convocar a una Asamblea General de las organizaciones populares a fin de ir asignando roles concretos y direcciones unificadas, democráticas y promotoras de nuevos liderazgos.
9) Realizar una campaña intensiva de firmas, con seguimiento y con publicidad -esto es muy importante-, para revocar todos los mandatos de aquellos que han estado comprometidos con las acciones golpistas (Peña, López, Mendoza, Salas Feo, Albarenga, Capriles Radonski, etcétera).
10) Fortalecer a los Círculos Bolivarianos como auténticas organizaciones de base de defensa de la revolución y garantes del cumplimiento de la ley.
11) Estructurar una campaña internacional de promoción y difusión de la Revolución Bolivariana.
Esto implicará, como primera medida, el desplazamiento de la totalidad de los representantes diplomáticos cómplices de los golpistas y trazar una estrategia de comunicación y coordinación.
12) Profundizar y difundir los principios doctrinarios, el árbol de las tres raíces, y todo aquello que siga fortaleciendo ideológicamente al pueblo y a los militantes revolucionarios. Este es un requisito para garantizar la solidez de todos los emprendimientos que mencionamos anteriormente.
Pueblo y organización revolucionaria
Como bien se desprende de esto y ya hemos adelantado en párrafos anteriores, la resolución de la herramienta organizativa que pueda asumir esta responsabilidad es trascendente. Si será el MVR, o el MBR 200, o los círculos bolivarianos, o una instancia nueva, o todas ellas en conjunto será decisión del pueblo, de Chávez y de todas y todos los revolucionarios. Pero urge resolver el tema para darle contundencia y operatividad al accionar del pueblo en las calles. América Latina y el Caribe atraviesa por tiempos de definiciones. El triunfo de Lula en Brasil, el de Lucio Gutiérrez en Ecuador, la permanencia de Fidel en Cuba, el ascenso de Evo Morales en Bolivia y las constantes y crecientes luchas de todo el pueblo latinoamericano caribeño, más el poderoso movimiento mundial de antiglobalización hacen que la Venezuela revolucionaria no esté sola. Los golpistas siguen actuando, más debilitados pero más desesperados también; derrotar a ese sector antidemocrático y depredador será la tarea fundamental de las fuerzas revolucionarias en la etapa actual y, de lograrlo, una vez más desde el pueblo venezolano se dará una lección al mundo entero de cómo se defiende con dignidad la voluntad popular. La Revolución sólo se salva con más Revolución.