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Latinoamérica

La supuesta voluntad de paz de los paramilitares

Otra patraña Negociación "para" la impunidad Por Carlos A. Lozano Guillén El anuncio de las llamadas AUC de decretar una tregua unilateral a partir del primero de diciembre y de estar dispuestas a adelantar un proceso de diálogo con el Gobierno Nacional, es el resultado de las negociaciones secretas, establecidas hace algunos meses, a través de obispos de la Iglesia Católica. Mientras el cardenal Pedro Rubiano llamaba con insistencia a la guerra contra la insurgencia, estaba mediando en las conversaciones con Castaño y Mancusso.
Parte de este proceso a espaldas del país fue la patraña que montó Carlos Castaño con el Departamento de Justicia de los Estados Unidos, con su ofrecimiento de entregarse a cambio de un "juicio justo", de colaboración con los gringos y de recibir beneficios por la entrega. El show publicitario quedó en nada, porque al final Castaño fue convencido por los mediadores oficiosos de adelantar un proceso que les de status político y los legalice a través de las redes de informantes, el DAS rural y de los llamados soldados campesinos, espacios precisamente creados para las "AUC", como se hizo en el pasado en el departamento de Antioquia con las "Convivir".
En el fondo, el pomposo anuncio es otra patraña de Carlos Castaño en lo cual es especialista, porque su sueño es ser reconocido como un actor político autónomo en las negociaciones de paz. Así lo pretende inclusive invitando de manera grosera a la "sociedad civil" a participar con sus propias iniciativas, cuando esta fue el blanco preferido de sus crímenes a mansalva.
Las "AUC" no tienen –y no lo pueden tener- el carácter político que persiguen. Son criaturas del Estado, que siempre han actuado en connivencia con las Fuerza Pública y las instituciones burguesas. Hacen el trabajo sucio y siempre están cubiertos con el manto de la impunidad. Por eso, el "proceso de paz" con los paramilitares es un escarnio para el Gobierno Nacional. El interés suyo es buscarle, dada su ilegitimidad y desprestigio, cómo meterlos en la política de "seguridad democrática" para que continúen haciendo lo mismo que han hecho hasta ahora, pero revestidos de autoridad.
No pueden llamarse a engaño los despistados que desde distintos puntos saludan el "gesto de paz de los paramilitares" y esperan uno igual de la insurgencia. No hay punto de comparación. A las "AUC", cuando mucho, se les pueden abrir políticas de sometimiento a la justicia, con precarios beneficios. Al fin y al cabo deben pagar por sus crímenes.