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Latinoamérica

14 de diciembre del 2002
Un informe revelador
Radiografía del hambre en Uruguay


Pablo Alfano, Brecha

Casi el 13 por ciento de los niños menores de cinco años que se atienden en Salud Pública presenta retardos en el crecimiento debido a su pésima nutrición. Muchos tienen problemas de talla y de peso y otros una desnutrición aguda, irreversible. Un reciente informe, al que accedió BRECHA, revela que es en los estómagos de los pequeños donde el hambre pega más fuerte.

El niño, medio pecoso, tendría seis o siete años. Desperdiciaba todo su día saltando de un ómnibus a otro, repartiendo almanaques y marcadores de libros fotocopiados, esos cuyo precio lo pone "cada bolsillo, cada corazón". Tenía la picardía propia de su edad pero muchos de los vecinos y comerciantes coincidían en que, como todo niño, carecía de malicia. El periodista entabló conversación con él varias veces, se divertía con sus ocurrencias, pero un día no lo vio más. Cuando preguntó por su paradero la respuesta fue parca: "Creo que lo internaron porque se desmayaba, creo que no comía bien". Literalmente se estaba muriendo de hambre.
Esta historia no ocurrió en Etiopía, ni en Argentina, donde las imágenes de niños que mueren todos los días de hambre ya son una triste rutina informativa. Esta tragedia, aparentemente aislada, ocurrió en Uruguay, donde no se registró ninguna guerra ni desastre natural. El niño, que por suerte se recuperó (en estos casos comer es la mejor medicina), es el menor de tres hermanos que sobreviven en un asentamiento de Las Piedras.
En el año 2001 el 5,9 por ciento de los niños que fueron atendidos en centros asistenciales públicos presentaba un cuadro de desnutrición global (relación peso-edad), el 12,7 por ciento mostraba retardos de crecimiento (relación talla-edad) y un 1,2 por ciento padecía de desnutrición aguda (relación peso-talla), según un estudio del Sistema de Vigilancia del Estado Nutricional del Ministerio de Salud Pública (MSP).
En 1990 el Instituto Nacional del Menor (Iname) atendía a unos 7 mil niños. Actualmente la cifra se sextuplicó: el Iname tiene 383 convenios firmados con organizaciones sociales que en total brindan asistencia diaria a cerca de 44 mil pequeños. Además, otros 203 mil niños se alimentan o reciben un vaso de leche diario a través del Programa de Alimentación Escolar que se lleva adelante en las escuelas públicas del país.
Muchas veces el único alimento que reciben los niños en todo el día es el que le dan en la escuela o en esas asociaciones civiles que reciben el aporte del Instituto Nacional de Alimentación (inda), de vecinos y de empresas privadas.
LOS NIÑOS, LOS MAS CASTIGADOS
"La crisis alimentaria afecta particularmente a los grupos etarios en período reproductivo, es decir a los niños, a las embarazadas y a las madres durante la lactancia, dado que los requerimientos son mayores en estas etapas de enorme velocidad e intensidad de crecimiento y desarrollo", señala el estudio "Medidas urgentes frente a la situación social", presentado por la licenciada María Cecilia Severi en un seminario organizado en noviembre por el Centro Latinoamericano de Economía Humana (claeh) y el Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (pnud). Severi reveló que el problema es aun más grave entre los más pequeños, en particular en el segundo año de vida, donde el retardo en el crecimiento debido a la desnutrición llega al 16,84 por ciento (véase cuadro).
Para Severi, egresada de la Escuela de Nutrición y Dietética de la Universidad de la República y docente universitaria, esto "nos debe llamar la atención sobre el significado que el aumento está sugiriendo: los niños están siendo afectados por la crisis del país".
Las embarazadas también se ven perjudicadas por la crisis. El 24 por ciento de las mujeres tiene un peso insuficiente durante el embarazo, por lo que es previsible que los niños presenten problemas luego de nacer, según un estudio que realiza el Centro Latinoamericano de Perinatología, junto con la Escuela de Nutrición y que aún no culminó.
La situación es más grave aun en las adolescentes -que representan un 25 por ciento de los partos atendidos por el MSP- porque el 40 por ciento de estas jóvenes madres comienzan su gestación con peso insuficiente para enfrentar las altas exigencias propias del embarazo. Esto es muy grave también para la salud del niño.
UN LUJO PARA POCOS
El costo de la canasta mensual básica de alimentos definida por el Instituto Nacional de Estadística (ine), per cápita, en agosto de 2002, fue de 1.011 pesos para Montevideo y 718 para el Interior del país. Esto significa que una familia tipo necesita poco más de 3 mil pesos por mes sólo para comer en Montevideo y 2.154 pesos en el Interior.
Sólo en los ocho primeros meses de este año la canasta familiar superó ampliamente el incremento de los cuatro años anteriores, según el estudio de Severi realizado en base a datos oficiales del ine (véase cuadro).
Pero el aumento de los precios de los alimentos no fue acompañado por un incremento en los ingresos, por lo que la mayor parte del presupuesto familiar se destina a comer. Esta situación se agrava entre los más pobres.
Entre el 20 por ciento de la población con menores ingresos -donde el número de integrantes de cada hogar aumenta- para comer se gasta el 75,7 por ciento de los ingresos en Montevideo y el 81 por ciento en el Interior, según el informe de Severi al que accedió BRECHA.
LAS CIFRAS OFICIALES
Desde el Estado la respuesta al hambre aparece con el inda, que desarrolla en forma estable varios programas de alimentación que se dividen en tres grupos: Red Alimentaria, Sistema Nacional de Comedores y Canasta Complemento.
En marzo de 2000 el Sistema Nacional de Comedores -todos los locales donde se brinda un almuerzo- realizaba 8.500 prestaciones alimentarias en 45 centros. Para setiembre de 2002 eran 19.500 personas y 51 centros, lo que significa un aumento del 23 por ciento.
El sistema de Canasta Complemento llegaba a 155 mil unidades en marzo de 2000, pero en setiembre de 2002 la cifra se elevó a 188.824, lo que también supone un incremento del 21 por ciento.
El instituto oficial también colabora con un programa llamado Apoyo a Instituciones Públicas y Privadas (aipp). En marzo de 2000 brindaba 39.519 prestaciones alimentarias en 651 centros y en setiembre de 2002 esta cantidad llegó a 45.536 beneficiarios distribuidos en 714 centros, lo que representa un aumento del 15 por ciento.
En marzo de 2000 los Centros de Asistencia para la Infancia y su Familia (caif) recibían del inda 11.269 prestaciones alimentarias, que en setiembre de este año llegaron a 13.565; hubo pues un aumento del 20 por ciento. Finalmente, el inda tuvo que aumentar su cobertura alimentaria un 9 por ciento a la Asociación de Protección a la Infancia (aupi). En conclusión, en todos estos planes el aumento de la asistencia ronda el 20 por ciento.
Este año, cuando llegó el invierno -y casi coincidiendo con los saqueos a supermercados ocurridos a fines de julio y principios de agosto- desde el gobierno pareció tomarse conciencia de que en Uruguay había hambre. O al menos de que había sectores que realmente la estaban padeciendo. Dos diputados quincistas, Daniel García Pintos y Wilmer Trivel, propusieron crear el Plan de Seguridad Alimentaria, conocido popularmente como "ensopado criollo".
Este plan le costó al Estado un millón 913.194 dólares desde su inicio a setiembre de 2002, tomando como base 120 días de prestaciones. En este cálculo no se incluye la locomoción, el combustible ni la mano de obra, ya que "estos gastos operativos pueden calcularse aproximadamente entre un 10 a un 15 por ciento sobre el valor de los alimentos", señala el informe de Severi. El resto de los programas de apoyo alimentario que lleva adelante el inda suponen 13.550.320,21 dólares por año, según cifras oficiales.
EL HAMBRE NO ESPERA
Debido a esta realidad cada día son más los niños, desocupados, jubilados, y hasta policías que se alimentan en comedores públicos y privados o en las ollas populares que proliferan en diferentes puntos del país.
Hace exactamente una semana, el viernes 29 de noviembre, centenares de personas que representan a 13 ollas populares de Montevideo y Canelones se instalaron frente al Palacio Legislativo para reclamar por la falta de apoyo estatal. La mayoría de estas ollas radican en barrios periféricos de la capital y de las ciudades canarias de Suárez, Toledo y Las Piedras.
Estas ollas, como muchos merenderos y comedores, dejaron de recibir el aporte del inda a cambio de que a las familias se les suministre una canasta de comestibles. Los organizadores de esta propuesta aseguran que día a día le quitan el hambre a más de 4 mil uruguayos y, sin proponérselo, evitan que se produzcan desbordes populares.
"Que coman lo que comemos nosotros", dijo uno de los organizadores al referirse a una invitación que la Coordinadora de Ollas Populares envió a todos los legisladores y al presidente Jorge Batlle para que prueben la comida que miles de uruguayos se llevan a la boca.
Por otra parte, decenas de organizaciones no gubernamentales también han denunciado, insistentemente, los atrasos en las entregas de alimentos por parte del inda. El 19 de noviembre último varios representantes de estas asociaciones enviaron una carta a cada uno de los diputados y senadores explicando esta situación. La respuesta oficial todavía no llegó y tanto los legisladores como el gobierno parecen no haber entendido que el hambre, sobre todo en los pequeños, no puede esperar.