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Latinoamérica

Murió Miria Contreras, "la Payita"

PRIMERA LINEA

La ex secretaria personal de Salvador Allende, Miria Contreras, más conocida como la "Payita", murió a las 12:30 horas de hoy aquejada por un cáncer.
Sus restos serán velados en el Museo de la Solidaridad Salvador Allende, ubicado en Herrera 360, desde las 20:00 horas de hoy y hasta las 11:30 de mañana. Los funerales se realizarán a las 12:30 horas en el crematorio del Cementerio General.
El día del golpe militar, "la Payita" se quedó en La Moneda hasta el bombardeo, y salió de palacio cuando Allende ordenó la evacuación de todas las mujeres.
Tuvo tres hijos y uno de ellos, Enrique Rupert, fue detenido en La Moneda junto a miembros de la escolta de Allende. Luego su cuerpo apareció en el Mapocho.

Viernes, 22 de Noviembre de 2002





La Payita el 11 de septiembre
(Parte del relato de lo sucedido el día del golpe militar)
Tras conocer la proclama militar, el presidente Allende, en abierto desafío a los golpistas, transmitió en su tercer mensaje radial -por las ondas de radio Magallanes- que no renunciaría. "No lo haré. Notifico ante el país la actitud increíble de soldados que faltan a su palabra y a su compromiso. Hago presente mi decisión irrevocable de seguir defendiendo a Chile en su prestigio, en su tradición, en su forma jurídica, en su Constitución".
Beatriz Allende botó una barrera policial -arremetiendo con su automóvil- para poder reunirse con su padre.
Cerca de las nueve de la mañana, Miria Contreras, la "Payita" llegó a La Moneda junto a su hijo, Enrique Ropert, y miembros del GAP. Por calle Morandé, los dos vehículos son interceptados por carabineros. La Payita forcejeó hasta liberarse y corrió por Morandé hasta el garaje presidencial. Se comunicó con el Presidente y después entró al Palacio por Morandé 80.
Allende pidió liberar a Ropert y a los hombres del GAP. Todas las acciones fueron nulas y Ropert junto con los 10 hombres que acompañaron a la Payita pasaron a integrar la nómina de los detenidos desaparecidos.
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A pesar de que en su último mensaje Allende llamó a no combatir, los francotiradores apostados alrededor de La Moneda dispararon a los efectivos del Ejército que entraron al perímetro de palacio.
El fuego más efectivo de los francotiradores, con ametralladoras punto 30, se verificó desde el Ministerio de Obras Públicas hacia el sector donde hoy está el monumento a O´Higgins.
Mediante una llamada, el director de Investigaciones, Alfredo Joignant, le comunicó al Presidente que ha entregado el mando. Allende perdió cualquier institución armada de su confianza.
Hubo un fuerte intercambio de disparos entre La Moneda y los militares apostados a su alrededor. Allende, tendido en el piso de la oficina vecina al despacho presidencial disparó sin cesar por el ventanal. La Payita estaba todavía con él.
Los que quedan se arrinconan. Caen brasas y comienzan a quemarse las alfombras.
Tencha de Allende sale de Tomás Moro ante el inminente ataque y decide refugiarse en la casa del economista Felipe Herrera, ex presidente del Banco Interamericano de Desarrollo (BID).
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En La Moneda, el Presidente decidió que sólo permanezcan los que quieran quedarse. Llamó a los generales Sepúlveda y Urrutia. Dejó en libertad de acción a la guardia presidencial de Carabineros.
Carabineros decidió abandonar el edificio y sólo el general José María Sepúlveda resistió, casi hasta el final, a abandonar al Presidente.
Allende les pidió, luego les ruega y por último les ordenó a sus dos hijas, Isabel y Beatriz, que salgan de La Moneda. Beatriz en ese momento tenía 7 meses de embarazo.
La aviación tiene 52 minutos de retraso en el bombardeo por la carga de combustible de los Hawker Hunter. El ruido era infernal... Cada uno de los dieciocho rockets da en el blanco. Precisión impecable la de los pilotos. El esqueleto del centenario edificio se convulsiona, se quiebra. Las columnas de humo comienzan a elevarse.
Humo, fuego. Gritos afuera. Gritos adentro. En el pasillo del ala oriente no hay bajas. Ningún proyectil dio en esa zona donde se guarecían el Presidente, la Payita y una veintena de colaboradores.
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Una hora se demoran las tropas del general Palacios en llegar a La Moneda. A las 13.30, en medio de llamas, los atacantes se introducen en la planta baja. Los GAP se defienden ferozmente. Mueren acribillados o presa del fuego.
Para liquidar la resistencia, Carabineros arroja bombas lacrimógenas al interior de La Moneda. El humo y los gases hacen irrespirable el aire.
Más o menos a la misma hora, en un baño del edificio, después de orinar melancólicamente en un lavatorio, Augusto Olivares se suicida descerrajándose un pistoletazo en la sien.
Allende dispone la rendición.
Los defensores de Allende y la Payita enarbolan una bandera blanca y caminan hacia la salida de palacio. Cierra la fila el Presidente que, al pasar ante el salón Independencia se aparta y -sin que nadie se dé cuenta- entra. Se sienta en un sofá, deja en el suelo su máscara antigás, su casco, sus anteojos. Tal como había amenazado, apoya en su barbilla el caño de la metralleta de Fidel. Le quedan dos tiros. Aprieta el gatillo.
Las dos balas le revientan la caja craneana: no hay sangre, sólo una masa encefálica proyectada en todas direcciones. El doctor Guijón oye los estampidos, entra al salón y trata de ayudar al madatario. Al hacerlo, cambia de posición la metralleta.
Momentos más tarde, el general Palacios encuentra a Guijón con el cadáver y por unos instantes no cree que se trate del Presidente. Lo identifica por su reloj, en el que se había fijado al estar con Allende en otras ocasiones. De inmediato envía un mensaje al general Nuño: "Misión cumplida. La Moneda tomada...".
Cuando se empieza a quemar el salón Carrera, se rompe una vitrina y alguien rescata el original de la Independencia de Chile, un pergamino firmado por O´Higgins, Zenteno y la pimera Junta de Gobierno. Se lo entregan a Allende, quien lo guarda hasta el final.
Augusto Olivares, asesor y amigo del Presidente, director de prensa de Televisión Nacional y más conocido como "El Perro" se dispara en la sien con una metralleta. Al conocer la noticia, el Presidente decide, sin sacar los ojos del cuerpo inerte, que todos los ocupantes de La Moneda salgan. Al menos eso quiso que creyeran.
Una máscara antigases pasa de mano en mano. El Presidente llama a Eduardo Paredes y le dice que le entregue el Acta de Independencia a la Payita.
Según los recuerdos de los presentes, al momento de la rendición final nadie vio cuando Allende se sentó en el sillón de terciopelo rojo del llamado salón Independencia.
El doctor Guijón rememora que alcanzó a ver cómo se movía el cuerpo, en un espasmo vertical. Subió y bajó. Jirón, en cambio, no escuchó el disparo, que se mezcló con la balacera que arreciaba en la calle.
"¡El Presidente ha muerto!". El mensaje se transmite de boca en boca hasta llegar a los oídos de la Payita. Ella sólo sabe que debe retroceder y subir, pero a punto de entrar al salón se le cruza enfrente un hombre del GAP. "¡No, no! No puede entrar. El doctor no hubiera querido que lo viera así", le dice en tono más de ruego que de mando.
El general Javier Palacios constata la destrucción del bombardeo. Se ordena rescatar la espada de O´Higgins. Momentos después le muestran un cuerpo sentado en un sillón rojo, con el cráneo despedazado. Transmite la noticia al general Nuño.
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Los sobrevivientes de la La Moneda salen por calle Morandé 80 y son empujados por los soldados. Uno de éstos le exige a la Payita sacarse la chaqueta que tenía puesta y rompe un papel que había en su interior sin escuchar a la Payita, quien le grita que no lo haga pues se trata del Acta de la Independencia.
Desde el puesto Nº1 en Peñalolén (Ejército) se ordena que a la brevedad los médicos jefes del Servicio de Sanidad del Ejército, de la Armada y de la FACh, el jefe del Servicio Médico de Carabineros y el médico legista de Santiago certifiquen la causa de la muerte de Allende. Ello con el objeto de que más adelante no se les pueda imputar -por parte de políticos- que las Fuerzas Armadas provocaron su fallecimiento.
Se llama a bomberos para que sofoquen el fuego y posteriormente a la Brigada de Homicidios para hacer un completo peritaje.
Los prisioneros de La Moneda se encuentran en la mitad de la lucha entre francotiradores y militares. Tendidos en la vereda, encogen sus cuerpos tratando de evitar ser alcanzados por una bala. Eduardo Paredes y Enrique Huerta deciden proteger a la Payita, cubriéndola con sus cuerpos. Al constatar este hecho, un soldado le indica a la mujer que se pegue a un edificio y se tape el rostro. Luego, alguien le pregunta su nombre. Es Jaime Puccio, dentista de La Moneda y del Ejército, y primo del secretario privado del Presidente. La reconoce y le indica a un soldado que está herida y que la lleve a la ambulancia. La Payita logra salvarse.
Fuente: Tercera Digital