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Latinoamérica

La miseria del mercado electoral

Mario Roberto Morales
Siglo Veintiuno. Guatemala

Si algo caracteriza hasta ahora la campaña electoral guatemalteca para las elecciones del 2003, es la radical ausencia de planteamientos para el ejercicio del poder y del gobierno. Los candidatos más fuertes (neoliberales todos) tienen el rasgo común de oponerse a Ríos Montt, y ofrecen viviendas, carreteras, fuerzas policiales todopoderosas y, sobre todo, empequeñecer el Estado (bajo el argumento de que es esencialmente corrupto e ineficiente), pero ninguno esboza un proyecto económico en el que tenga cabida el empleo asegurado para una población que anhela con desesperación trabajar para poder consumir lo que el Mercado le ofrece y al mismo tiempo le niega.
En una alegre danza de discursos vacuos, los candidatos dejan entrever un chato sentido común como base de sus aspiraciones presidenciales, una escasa cultura política (no se diga de la otra) y una ignorancia crasa sobre lo que es la democracia, así como un pobrísimo manejo del idioma castellano y, al mismo tiempo, una solícita y acrítica actitud de entrega a los mandatos de sus asesores de imagen, dedicados a proyectar en pantallas y carteles la sonrisa ancha o la mirada "inteligente" de quienes no pueden imaginar que la práctica política pueda ir más allá de la silla presidencial y de los placeres que otorga el poder. Después de todo, forman parte de una tradición de oportunismo político fundada por los Cabrera y los Cerezo, y continuada por los Serrano, los Portillo y los izquierdoderechistas que con bandera de defensores de "mayas", mujeres, gays, lesbianas, niños de la calle y una larga lista de víctimas victimizadas, entonan alargados cuanto solemnes mantras políticamente correctos ante las burocracias "progres" de la cooperación internacional, obteniendo de esta penosa manera su pan de cada día.
El potencial votante esperanzado quisiera que los candidatos le presentaran planes de desarrollo económico, de generación de empleo, de estrategias negociadoras del TLC y el ALCA, de objetivos a corto, mediano y largo plazo en lo referido al crecimiento de los índices de desarrollo humano y, en fin, de tácticas específicas para que los énfasis culturales que conforman nuestro ensamble de complejos mestizajes y nuestra conflictiva interculturalidad se ejerzan en igualdad de condiciones ante la ley, y no pueriles promesas de "cuotas étnicas y de género" en el gabinete.
Cuando a uno le preguntan en Estados Unidos si hay indígenas en el Congreso, uno tiene que responder que sí, y si le preguntan si hay mujeres indígenas en ministerios, curules y embajadas, también tiene uno que responder que sí, y cuando el gringo ingenuo que así nos interroga deduce de nuestras respuestas afirmativas que de hecho hay democracia en nuestro país, uno debe insistir en que no la hay. Y es entonces que la complicada explicación da inicio. Una explicación inalcanzable para los imbéciles que afirman que Guatemala es como Sudáfrica, que los ladinos les ganaron una guerra a los indígenas y que por esa razón ahora éstos son más perseguidos que nunca para impedirles practicar sus religiosidades. ¿De qué nos sirve que la "izquierda" riosmontista nos prometa que en el gabinete del General habrá tantos y cuántos "mayas" y tantas y cuántas mujeres, si este hecho no es sino un mecanismo más de manipulación de la democracia?
Empero, eso forma parte de la pobreza cultural de los candidatos de la izquierda riosmontista (incluida la URNG) en este sumidero del quinto mundo, en donde lo que les queda a los electores es: o votar por un neoliberal que abiertamente dice que quiere empequeñecer el Estado, o votar por otros que aún no han dicho ni siquiera eso, o bien votar por Ríos Montt o un ex comandante de la guerrilla a su servicio. Las encuestas amañadas y los favores de ciertos medios de comunicación respaldan al primero, ungiéndolo así como el escogido de la oligarquía y del fundamentalismo de mercado. Quedamos a la espera de que la oferta electoral mejore, de que los planteos por un equilibrio entre Estado y Mercado emerjan por fin remontando el estúpido discurso vacío, y de que los grupos de políticos improvisados y con buenas intenciones decidan unirse para realizar un congreso de convergencia y empezar a formar cuadros calificados (cultos) a fin de dignificar la lucha por el poder en el 2007.