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Latinoamérica

28 de octubre del 2002

Lulazo, populismo y desarrollismo

Emilio J. Corbière

El lulazo brasileño, no por esperado, ha conmovido a la América del Sur. Desde Washington, los halcones bushistas miran con mucha desconfianza y se aprestan a endurecer el enfrentamiento contra Brasilia mediante las presiones del Fondo Monetario Internacional (FMI) y un eventual golpe de mercado.
A pesar de las banderas rojas, los símbolos del martillo y la hoz y las estrellas rojas, que se exhiben en los estandartes agitados en los actos del Partido de los Trabajadores (PT), Lula Da Silva no va a realizar un gobierno socialista o comunista. Lo de Lula será el populismo paulista, reafirmado con su fuerte carisma personal presidencial en relación a las masas irredentas, su alianza con la burguesía nacional paulista, el pacto social, la conciliación de clases y la integración a través del fortalecimiento del Mercosur con la Argentina, Paraguay, y como nuevos socios Venezuela, Bolivia y Perú. También será invitado Chile a unirse al relanzamiento de ese espacio geoeconómico, pero las 'pirañas' trasandinas, herederas del pinochetismo, persistirán en golpear las puertas de la Casa Blanca, mientras su economía comienza a dar signos de crisis y retroceso.
Hay aproximadamente unos veinte mil millones de reales para ser utilizados a fin de dar inicio a programas sociales. La revolución lulista se va a circunscribir en eso. Habrá dos fuerzas que competirán por debajo del gobierno, la derecha brasileña va a alentar a nuevos plumíferos del tipo Carlos Lacerda, aquel provocador, ex comunista, trasvestido en ultracapitalista, que llevó al suicidio a Getulio Vargas y posibilitó el golpe militar de los sesenta. Una especie de Bernardo Neustadt a la bossa nova. Por otro lado, las movilizaciones de masas campesinas, en el Nordeste, dirigidas por sacerdotes del tercer mundo, recordarán a Lula su origen proletario y que él no es el presidente de los magnates y de los ricos. Así están las cosas en Brasil.
Desarrollo y estabilidad
El gobierno de Lula, junto a sus aliados paulistas, intentarán desplegar las recetas del desarrollismo, el de Celso Furtado y Helio Jauraguibe, sobre la base no de capitales extranjeros volátiles, sino sobre la ampliación de la industria y el comercio, con el Mercxosur, Europa y China. Argentina es una pieza fundamental. Brasilia necesita de Buenos Aires y Buenos Aires de Brasilia. En la Argentina, Carlos Menem, Juan Carlos Romero, el Cema, Solanet, Pedro Pou, Alsogaray y otros lacayos de Washington, van a torpedear ese acuerdo. Bramarán contra el ilusorio 'peligro' izquierdista, denunciarán el 'populismo' y utilizarán todas las usinas de la provocación política.
Se puede esperar poco de la decadente clase política y empresaria argentina pero el gobierno de Lula necesita que Menem no sea reelegido, para la salud política, económica, social y moral de toda la región.
Argentina creía que un peso valía un dólar, en ambos países se deliraba sobre sus respectivas potencialidades, pero en ambos casos fueron bombardeados por el FMI. Ahora, maltrechos los dos países y con enormes masas hambreadas, podría abrirse el camino de una nueva integración sobre la base del replanteo del Mercosur, es decir, el relanzamiento de un Mercosur para los pueblos y no de los pequeños grupos de especuladores y falsos empresarios dedicados a las aventuras.
Uno de los más estrechos colaboradores de Lula, y que podría ser su futuro canciller, Marco Aurelio García ha expresado lo siguiente: 'La relación con el gobierno norteamericano puede o no pasar por el ALCA. Pero es bueno decir que no habrá ALCA sin Brasil. Y si nosotros decidimos que mejor es no ir al ALCA, no se terminarán de ninguna manera las relaciones con Estados Unidos. Perfectamente podemos realizar tratados bilaterales'.
García dijo también que antes del 2005 no habrá ALCA y agregó: 'Muchos dicen que nos pasará lo peor del mundo si quedamos afuera del ALCA. Nosotros decimos que lo peor del mundo nos puede pasar si entramos al ALCA en ciertas condiciones'.
Sobre la política que defenderá Lula dijo lo siguiente: 'Será una política donde defendamos mejor los intereses nacionales. Y que defenderá un mayor equilibrio internacional'. Para que no quedaran dudas sobre la política independiente del lulismo afirmó que 'trataremos de eliminar el bloqueo a Cuba. Las relaciones con Cuba y Venezuela actualmente son buenas. Henrique Cardoso ya formaba parte del 'eje del mal' de George W. Bush'.