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Latinoamérica

La victoria del PT, lección para las izquierdas en general, dice el ex líder metalúrgico

Empezó el proceso de transición con un encuentro entre Cardoso y Lula

Designa el presidente electo a Antonio Palocci jefe del equipo de recepción del gobierno brasileño
El triunfo popular, sólo comparable con el término de la esclavitud: sociólogo Francisco de Oliveira

Stella Calloni enviada / La Jornada

Sao Paulo, 29 de octubre. El primer en-cuentro protocolar entre el presidente saliente, Fernando Henrique Cardoso, y quien será su sucesor, Luiz Inacio Lula da Silva, esta mañana, dio comienzo al proceso de transición en Brasil hacia el nuevo gobierno que quedará instalado el primero de enero.

Tras la reunión en el Palacio de Planalto, en Brasilia, frente al cual se congregaron simpatizantes del ex líder metalúrgico, Lula anunció que Antonio Palocci, quien fue el coordinador del programa de go-bierno durante la campaña electoral, será el jefe del equipo de transición por parte del Partido de los Trabajadores (PT) y sus aliados.

En sus años estudiantiles, Palocci, médico de profesión, fue miem-bro de Libertad y Lucha, un mo-vimiento de izquierda, y ahora es caracterizado como perteneciente al ala de izquierda más moderada del partido.

Palocci, quien muchos estiman podría ser designado ministro de Planificación, ha sido además la figura encargada de "calmar a los mercados", muy nerviosos ante el eventual gobierno.

Justamente hoy, adelantó que quizá en un par de días se conocerán algunos nombres de los encargados de la transición en la parte económica, pero destacó que el gabinete se conocerá en el "mo-mento debido".

Además, ha dicho a la prensa que los ministros serán designados para gobernar, no en respuesta a "algunas circunstancias".

Estas circunstancias son las presiones de sectores financieros para que Lula dé a conocer cuanto an-tes su equipo económico, al sostener que en caso contrario continuarán las turbulencias financieras y la depreciación del real.

Pero otra señal vino hoy de al-gunos empresarios, que llamaron a trabajar con el gobierno. Emilio Odebrecht, presidente de la corporación que lleva ese apellido, se dirigió incluso a las "elites", en un artículo publicado en el periódico Folha de Sao Paulo, para decirles que es el momento de apoyar la causa común, "Brasil".

Alianza correcta

En tanto, en una entrevista que pu-blica hoy la revista Carta Capital, Lula dijo que considera como lo más significativo de su llegada a la presidencia haber despertado en los sectores más pobres de la población, en los trabajadores, "la idea de que si hay voluntad política, si tienen fe, si se organizan, la gente puede llegar, como yo llegué. No me veo como alguien que llegó al poder solo, y creo que ésta es una lección no sólo para Brasil, si-no para las izquierdas en general".

Estimó que existe mucha gente progresista disputando elecciones en otros países, gente muy buena. Y esas personas, esos grupos, mu-chas veces pierden porque no ha-cen alianzas correctas.

"Nosotros hicimos una alianza correcta sobre la base social que ya teníamos. Fue muy importante escoger a Ze (José) Alencar (el empresario que resultó vicepresidente electo) para una alianza con nuestro partido", afirmó.

"Yo no soy resultado de mi inteligencia, yo soy resultado del gra-do de conciencia política de la so-ciedad brasileña y no tengo duda ninguna que voy a hacer un go-bierno mejor que los que me antecedieron", agregó Lula.

El presidente electo dijo que sabe lo que el pueblo espera de él, "pero nunca tuve miedo de las cosas difíciles y encuentro que va a ser muy bueno para Brasil pasar por la experiencia del PT. Nosotros vamos a cambiar a Brasil".

En tanto, siguen resonando las palabras de Cardoso cuando afirmó ayer que habría "continuidad" en el país y manifestó su orgullo de entregar el gobierno a un líder obrero, al que conoce desde hace 30 años, cuando aún estaba la dictadura militar (1964-1985).

Cardoso dijo esperar "ansiosamente el momento" en que el mundo vea algo distinto, ya que era habitual que una persona con formación académica como la que él tuvo llegara a la presidencia, "pero no es habitual que ahora sea transferida a un líder obrero".

Cambio de ruta

Cardoso destacó que el Partido de la Social Democracia Brasileña, al que pertenece, no se ha ido del poder aun cuando ahora pasará a actuar en la oposición, puesto que ha conquistado siete de los estados más importantes, entre ellos Sao Paulo y Minas Gerais.

"Planalto (la sede gubernamental) no apoyó a ningún candidato. Personalmente mi candidato fue José Serra, y una de las virtudes de la democracia es que el gobierno no debe entrar en la lucha electoral", destacó.

Además, se negó a hacer un juicio sobre si el PT había girado hacia el centro para conquistar el poder: "Yo no hago críticas a un eventual cambio de ruta porque creo que quien no cambia se convierte en piedra".

Durante el encuentro de hoy, Lula y Cardoso se abrazaron entre sonrisas, en una muestra del tono que asume la histórica transición.

Pero le espera a Lula un camino difícil. El PT sólo tiene apoyo en los tres estados donde ganó, y aún resiente la pérdida de Río Grande do Sul, donde algunas mezquindades internas hicieron perder un gobierno que fue elogiado incluso en el exterior.

Esto, según algunos analistas, di-ficultaría un acuerdo sobre una necesaria reforma tributaria, que varios gobernadores resisten.

De todos modos, nadie espera aquí un gobierno socialista y tampoco es lo que ha prometido el PT, que habla de cambios urgentes y posibles como dar de comer a 44 millones de hambrientos, en un complejo escenario político interno y externo.

El analista político Clovis Rossi, de Folha de Sao Paulo, escribió hoy que será interesante ver a un socialista lidiando con un país gi-gantesco con problemas gigantescos, en tiempos de globalización,



que "reducen el margen de maniobra de cualquier gobernante".

Por su parte, el destacado sociólogo Francisco de Oliveira señaló hoy, en entrevista con ese diario, que "la victoria de Lula significa una refundación de Brasil, sólo comparable con otros momentos como la abolición de la esclavitud y la proclamación de la república", y destacó que es la primera vez que "los dominados hacen la historia".

Pero este intelectual, uno de los más influyentes del PT, advirtió también que Lula "debe atender las demandas sociales que están ahí pendientes, y en eso él se puede frustrar un poco... todo indica que será un mandato muy difícil. Será exigido porque las demandas son fuertes. Muchas fueron reprimidas en el gobierno de Cardoso y otras son nuevas".

Agregó: "Si pensamos en un mandato que va a hacer frente a todas las demandas sociales, ciertamente él no lo va a conseguir, eso exigiría milagros, y lo peor que una sociedad puede pedir son milagros (...) Lula no es el líder de una revolución del tipo de las grandes revoluciones sociales del siglo XVIII al siglo XX. Es el líder de la formación de un consenso que requerirá mucho ingenio y arte".

También sostuvo que "hay que prestar atención a las medidas de integración social, de creación del Estado, de su capacidad de devolver a la sociedad normas de convivencia", mientras señaló los riesgos internacionales que sobrevendrán, "porque Estados Unidos es muy hostil a los cambios, y aunque ahora está emitiendo señales que son sorprendentes para el gobierno de George W. Bush, no hay que engañarse... Con algunas de las negociaciones que vienen la hostilidad puede volver rápidamente".

Consideró, por otro lado, que el PT tiene suficiente habilidad para estructurar un pacto social, pero que sólo se dará cuando haya "retornado el crecimiento económico", y en este sentido, subrayó: "No es verdad que no funciona el desarrollo orientado por el Estado. Desde los años 30 a los 80 éste tuvo una fuerte participación".

Afirmó que "el Estado invertía junto con el sector privado, indicaba caminos y armó un conjunto de empresas productivas que fueron eficaces para la industrialización... Aunque no se piensa en volver a la estatización algo es cierto: si no se recrea una capacidad reguladora del Estado de sustentar políticas de desarrollo, las posibilidades son pocas. La periferia en la cual se sitúa Brasil no se puede contentar con el mercado. Nuestros países no tienen moneda fuerte, por tanto no tienen otro recurso que usar la fuerza estatal".

A su vez, Joao Antonio Felicio, presidente de la Central Unica de Trabajadores (CUT), que apoya a Lula, sostuvo que solamente el presidente electo será capaz de establecer relaciones "más humanas" entre el capital y el trabajo.

"No queremos ser gobierno, pero deseamos participar. Queremos estar juntos para dar comienzo a la democratización del Estado brasileño. En un gobierno de Lula las relaciones no se darán en base a truculencias sino por medio de negociaciones que son un presupuesto de la democracia".

Al respecto, aseguró que la CUT no será "presa fácil de izquierdismo infantil ni de una derecha desvergonzada".

Entre tanto, dirigentes del Movimiento de Campesinos sin Tierra discuten si continúa la tregua que fue declarada en las tomas de tierras para no enturbiar la campaña electoral y perturbar las posibilidades de Lula.

Las voces que imperan hasta ahora llaman a participar más activamente en los proyectos para llevar adelante una reforma agraria -en un país donde apenas 2 por ciento de los propietarios posee la mitad de las tierras privadas- y los planes rurales del Partido de los Trabajadores.

Pero sólo el tiempo dirá cómo se irán estructurando y reacomodando las fuerzas políticas que contribuyeron a llevar al histórico triunfo de Lula.