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Internacional

África

Esclavos en el siglo XXI
Crece el tráfico de niños
Por: ROBERTO CORREA WILSON


En los últimos años, el tráfico de personas, sobre todo de niños, se ha agravado en África, y es por eso que no pocos gobiernos intentan frenar ese flagelo.
Luego del descubrimiento del caso de contrabando de menores en un barco atracado en el puerto de Cotonou, Benin, en abril del pasado año, estados de África Occidental expresaron su decisión de atacar este mal y, en consecuencia, han aumentado la cooperación en el enfrentamiento a semejante delito. El caso del buque Etireno conmocionó no solo a la sociedad africana, sino a la casi totalidad de las naciones del mundo. Fue como un fuerte aldabonazo a las conciencias de todos los que habitan este planeta y tienen la responsabilidad de velar por el bienestar y la seguridad de los infantes.
El tráfico de niños para ser vendidos como esclavos quedó al descubierto tras una investigación organizada por el gobierno de Benin y el Fondo de Naciones Unidas para la Infancia (UNICEF). El Etireno llegó a puerto beninés después de un periplo infortunado por varios países que le negaron la entrada. En un primer momento, los tripulantes rechazaron los vínculos con la denunciada transportación de niños esclavos, comprados a los padres bajo promesas de mejores condiciones de trabajo y educación en otros países del continente. Las entrevistas sostenidas con los menores revelaron que las denuncias tenían fundamento y que el peligro de esa práctica inhumana es una amenaza para los pueblos africanos.


La pobreza generalizada
los convierte en presa fácil
de los nuevos esclavistas.

En la misma fecha, la policía de Burkina Faso informó del arresto de siete traficantes que intentaban transportar a 23 niños en autobús al vecino Benin. Los infantes de entre 11 y 14 años se dirigían a plantaciones de algodón de este último país, afirmó el informe policial, y agregó que la mayoría de los niños son vendidos a inescrupulosos propietarios de latifundios de café, cacao y algodón en naciones con mejores condiciones económicas como Gabón, Camerún, Nigeria y Costa de Marfil, para trabajar largas jornadas por pagos muy bajos o sin sueldo.
Durante el mes posterior a ese incidente, los cuerpos policiales de Benin, Costa de Marfil y Togo llevaron a cabo conjuntamente operaciones en las cuales desarticularon varias bandas de traficantes, detuvieron a una decena de contrabandistas y pusieron en libertad a un centenar de niños procedentes de Benin, Mali y Togo.
Los delincuentes prefieren operar en los Estados más atrasados. En los lugares remotos engañan a las familias que se encuentran en extrema pobreza atrayendo a los niños con el pretexto de ayudarles a buscar trabajo y estudios. Estos traficantes compran a los menores a precios de entre 10 y 15 dólares cada uno, y luego los trasladan a países relativamente más desarrollados donde cobran centenares de dólares por cada uno. Generalmente, los varones son vendidos a los agricultores, mientras que las hembras se venden a familias ricas para hacer labores domésticas como criadas e incluso son explotadas sexualmente. Buscando el bienestar para sus hijos estas familias ceden a sus vástagos sin conocer a ciencia cierta que serán utilizados como mano de obra barata o sometidos a degradantes actos de sevicia.
Difícil de erradicar
Los expertos reconocen que es muy difícil la eliminación del contrabando de seres humanos y el tráfico de niños. Las hambrunas, la pobreza extrema, los desastres naturales, la falta de empleos y oportunidades, generadoras de enfermedades; la violencia, la prostitución y otros males como las guerras, con su enorme éxodo de desplazados y refugiados, empujan a los ciudadanos de los países involucrados a situaciones desesperadas. Son las fuentes de las que se nutre fundamentalmente ese flagelo. "La situación de miseria -aseguran los estudiosos- persiste a pesar de que las condiciones humanas, la riqueza mundial y la capacidad tecnológica han mejorado más en el último siglo que en todo el resto de la historia de la humanidad."
En la Primera Conferencia Panafricana sobre la Lucha Contra el Contrabando de Personas y el Tráfico de Niños, celebrada a principios de año en Lomé, Togo, los estadistas del continente señalaron que cada año unas 500 mil personas son vendidas a Europa, Asia y América, o entre países africanos. Noventa y cinco por ciento de ellas son niños y mujeres. Subrayaron que ahora en el mundo el contrabando de seres humanos se ha convertido en el tercer negocio ilegal más grande después del narcotráfico y el trasiego ilegal de armas.
Los Estados africanos son las principales víctimas, afirmaron los delegados. Si se permite continuar este fenómeno, se repetirá algo así como la trata negrera de los siglos XVIII y XIX en África, de donde se calcula fueron sacadas a viva fuerza más de 30 millones de personas y llevadas a América en uno de los actos más crueles e inhumanos realizados contra una raza a lo largo de la historia de la humanidad.
Futuro hipotecado
Si el tráfico de menores es calificado de muy grave, igualmente son actos deleznables obligarlos a trabajar y la existencia de los niños vagabundos. De acuerdo con estadísticas publicadas por la UNICEF, en África Occidental cada año al menos 200 mil niños son vendidos y obligados a laborar. Estos infantes se encargan de pesados quehaceres desde muy pequeños y sufren hambre y enfermedades y hasta se convierten en niños de la calle. En la Tercera Conferencia Africana sobre Abuso y Descuido de Niños realizada en Nairobi, Kenia, organismos sindicales indicaron que 80 millones de infantes trabajan regularmente en la región en condiciones difíciles: no tienen acceso a alimentos, amparo, educación, tratamiento médico y seguridad. Las labores a que son forzados van desde la agricultura o el trabajo doméstico hasta el empleo en fábricas y minas, e incluso la prostitución.
Organizaciones no gubernamentales denunciaron que unos 15 mil niños mendigan por las calles de Dakar, la capital de Senegal, uno de los Estados más prósperos del oeste africano. Estos pequeños viven de robos y raterías, y frecuentemente son sometidos a abusos sexuales a cambio de unas pocas monedas, lo que les pone en grave peligro de contagiarse de enfermedades como el SIDA. Su salud se ve amenazada por el uso de las drogas, que son de muy fácil acceso y de venta libre: "Estamos hartos de ver llegar a los hospitales niños, algunos de muy corta edad, con graves daños cerebrales, que a veces provocan lesiones irreversibles". Según esas ONG, los "niños de la calle" solo afectaban a las grandes urbes continentales -Abiyán (Costa de Marfil), Kinshasa (República Democrática del Congo), Johannesburgo (Sudáfrica)- pero el empobrecimiento y éxodo rural han expandido el fenómeno hasta hipotecar el futuro de toda una generación de africanos.