VOLVER A LA PAGINA  PRINCIPAL
Internacional

25 de marzo del 2002

Barcelona: Somos millones y el planeta no es vuestro

Iñaki García

Colectivo de Solidaridad con la Rebelión Zapatista de Barcelona

Medio millón de personas se manifestaron en Barcelona en contra de la Europa del Capital y la Guerra, en las jornadas de protesta contra la Cumbre de la Unión Europea que se celebraron en nuestra ciudad. Miles de personas se movilizaron los días anteriores en las jornadas descentralizadas de acción directa no violenta en contra de esta cumbre, otras tantas miles asistieron a los debates y proyecciones de filmes que se hicieron toda la semana y durante los cuales se exhibió la película Caminantes, de Fernando León, rodada durante la Marcha por la Dignidad Indígena.
Todo un espacio social se puso en movimiento en las jornadas previas, así como durante el fin de semana: debates, reflexiones, acciones y reuniones culminaron en las jornadas sobre las alternativas, la manifestación multitudinaria y el concierto que cerró los actos. Es imposible contar en números toda la movilización realizada, es imposible contabilizar las esperanzas e ilusiones desplegadas en estos días en nuestra ciudad en espacios de luchas y resistencias que sumaron gentes de muchos lugares y culturas diferentes sin dejar de ser cada quien quien era.
Nunca en la historia de nuestro país se había producido una movilización de esta magnitud que pusiera en cuestión los ritmos y las formas de la construcción europea, por eso fue inesperada. El gobierno español utilizó la arrogancia y la prepotencia que le caracterizan para poner en estado de sitio la ciudad en colaboración con el resto de las aministraciones. Miles de policías tomaron la ciudad alterando la vida normal de las personas justificándolo con el peligro de los movimientos antiglobalizadores; fuimos colocados bajo sospecha desde el principio distrayendo la atención sobre los contenidos de la cumbre.
Sabíamos que sobre Barcelona estaban colocados los ojos de todo el mundo, sabíamos que nos jugábamos mucho en estos días y entendimos que a pesar de todo había que responder y había que intentarlo superando todas las dificultades que se nos presentaban. Hoy podemos hablar de la gran satisfacción que nos embarga por la respuesta de todo el mundo, que hizo suyos nuestros deseos y que supo ocupar el lugar que estaba abierto para todos, a pesar de los miedos, inseguridades y dudas. Valió la pena el esfuerzo y pudimos decir bien alto que somos millones y que el planeta no es de ellos.
Faltó tiempo a muchos para valorar antes que entender lo que había ocurrido; son muchos los intereses que anteponen su visión del mundo antes que ver lo que está ocurriendo, y muchos ojos ciegos aún hoy no ven que miles de personas dijeron en alto no a las formas y a los contenidos de los poderes europeos y mundiales, dijeron no al doble lenguaje de la mentira y del dinero. Ellos reunidos en su fortín a gastos pagados decidiendo la vida de la gente y nosotros en la calle reapropiándonos del derecho a decidir sobre nuestras vidas y las de todos.
Un movimiento generoso que nació desde abajo, desde las luchas y resistencias, y que entendió, a pesar de nosotros mismos, que la llamada tenía que ser de todos y de ninguno, que tenía que ser clara y sincera, de verdad, y que así lo recibió la sociedad civil. Una manifestación en la que la cabecera mostraba a los sin voz y sin palabra, y que en su mayor parte no llevaba siglas ni banderas, sino reivindicaciones y otra forma de hacer la política, y en la que también tuvieron su espacio las organizaciones del tipo que fueran, pero que respetaron nuestra palabra. Que demostramos en los hechos y dando la cara que hacemos lo que decimos y decimos lo que hacemos, que rechazamos ser plataforma y escalera para liderazgos y rentabilidades ajenas, y que rompimos el terreno del juego que nos preparaban.
Tuvimos mucha suerte, igual es algo irrepetible, pero a todos nos rompió el corazón saber que, con humildad, habíamos acertado, que la población estaba enfadada con el poder por su desprecio y que deseaba y buscaba ese espacio que entre todos construimos. La interpelación estaba hecha y ya nada será igual. El poder ya sabe que tiene una sociedad civil dispuesta a controlarlo y a exigirle con dignidad que cumpla lo que dice. A las organizaciones y movimientos que seamos sensibles a este sentir común, que sumemos con verdad y que evitemos que las estrategias se impongan a la necesidad de luchar juntos contra la barbarie. Supimos que no estamos solos en esa lucha y eso nos dio esperanzas para seguir caminando y nos dimos las gracias por todo ello. Ojalá que esos espacios abiertos nos den aire a todos para buscar ese mundo donde quepan todos los mundos. Salud y suerte.
(*) Integrante del Colectivo de Solidaridad con la Rebelión Zapatista de Barcelona. Campaña contra la Europa del Capital y la Guerra