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Internacional

1 de marzo del 2002

Bush remeda a Reagan y se refuerza el poder
corporativo sobre los medios en EE.UU

Tom Turnipspeed
Counterpunch
Traducido para Rebelión por Germán Leyens

Bush moviliza a EE.UU. en una guerra perpetua contra los "malos" y el "eje del mal". Ronald Reagan utilizó la guerra fría para arremeter contra el "imperio del mal" de la Unión Soviética. Sus administraciones son sorprendentemente similares, no sólo en su uso de adjetivos, sino también en su denuncia de Washington y del "gran gobierno" y en su promoción de la reducción de impuestos para los ricos y de la desregulación de los negocios. Es interesante comparar las conexiones corporativas de los años Reagan y de la administración de Bush. En la cúspide de ambas se encuentra General Electric.
Ronald Reagan nos fue aportado por General Electric. Reagan era un mediocre actor de cine cuando llegó a ser el presentador del Teatro de General Electric en NBC. General Electric lanzó su carrera política al auspiciar una gira de conferencia de su apuesto y saludable individuo típicamente estadounidense, especializado en la mirada de ojo a ojo, que promocionaba su filosofía conservadora de costa a costa. Reagan era el charlatán político ideal para la filosofía corporativa de codicia ilimitada de EE.UU. que pone los beneficios por sobre la gente. Era capaz de ponerle un rostro agradable a la miserable política de miedo y codicia, mientras acusaba a las "madres de la seguridad social," a "los programas sociales," a las "regulaciones gubernamentales" y al "imperio malvado de la Unión Soviética" de ser las causas de los problemas de EE.UU. Su divisiva búsqueda de culpables entre la gente pobre y sus invectivas contra los programas gubernamentales le posibilitó ofrecer una gigantesca ventaja fiscal a los ricos, reducir muchas regulaciones sanitarias y de seguridad, y propulsar un gigantesco aumento militar para los contratistas corporativos de la defensa como General Electric. Sus ataques impregnados de racismo contra la acción afirmativa no lograron nada bueno para las minorías raciales y las mujeres a pesar de las promesas del eslogan publicitario de General Electric a los que compraran sus productos. Como Reagan, George W. Bush fue apoyado por las grandes corporaciones, y aunque se le da mucho crédito a Enron, Bush también nos fue presentado por General Electric, un ejemplo más establecido del éxito corporativo estadounidense, del que también se rumorea que podría tener algunos problemas contables similares a los de Enron.
General Electric
y sus ejecutivos dieron más de un 70% de sus contribuciones a Bush y a los republicanos en el último ciclo electoral. Su presidente, recién retirado y altamente ensalzado, Jack Welch, fue un partidario de Bush, ganó su apodo de 'Neutrón Jack,' por haber despedido tantos empleados cuando llegó a ser Presidente y Director General de General Electric en 1981 y fue alabado por numerosos escritores de negocios como el principal gerente corporativo de EE.UU. A fin de cuentas Welch logró colocar los beneficios por sobre la importancia de la gente y también fue clarividente al adquirir un imperio mediático incluyendo a NBC, CNBC, y MSNBC donde todos esos bustos parlantes, escritores y productores que presentaban las noticias a EE.UU. sabían que estaban trabajando para Neutrón Jack y General Electric. Para recordarles quién y cuál EE.UU. es el "dueño" de las noticias, se muestra una foto aérea del letrero de GE sobre el edificio de GE cada miércoles por la noche cuando Tom Brockaw y el Tonight Show terminan su programa.
Una reciente decisión de una corte de apelaciones federal afirmará aún más el control abrumador de las corporaciones sobre lo que se presenta a los estadounidenses en la televisión y los canales de cable de propiedad de los gigantes mediáticos. La mayor consolidación corporativa en los medios seguirá aumentando la capacidad de la administración Bush de hipnotizar y manipular a los ciudadanos de EE.UU. con un perverso militarismo y un pernicioso patriotismo. Las corporaciones de EE.UU. suministraron a la Casa Blanca la mayor cantidad de dinero jamás contribuida a una campaña presidencial y los colaboradores de Bush son meros subalternos de los modernos magnates megamillonarios cuya avaricia excede la de sus predecesores especulativos. Los peces gordos se compraron un gobierno e instalaron a antiguos ejecutivos corporativos y gestores para que lo manejaran. La agitación frenética de banderas que inunda nuestras pantallas de televisión esconde una insensibilidad corporativa que coloca los beneficios bélicos por sobre las vidas de la gente. En el mundo maravilloso de la guerra de nunca acabar, la administración Bush extiende unilateralmente el conflicto y admite descaradamente su intención de mentir.
Ahora, los dólares de nuestros impuestos están siendo utilizados para matar a gente que no tiene nada que ver con el terrorismo contra EE.UU. y para diseminar mentiras y desinformación por todo el mundo. A pedido del gobierno provisorio de Karzai, EE.UU. ha abierto una nueva fase en la guerra en Afganistán, bombardeando a grupos de milicia que no son ni talibán ni de al- Qaeda y que no tienen conexión alguna con los ataques del 11 de septiembre de 2001 contra Estados Unidos. Fuentes del Pentágono dicen que parte del gigantesco aumento del presupuesto militar será utilizada para influenciar a la opinión pública tanto en países amigos como aquellos poco amistosos, utilizando métodos clandestinos y mentiras bautizados campañas "negras," mezcladas con verdades conocidas como campañas "blancas". Ante la crítica del New York Times por "administrar las noticias," y de los medios de comunicación del mundo por una admisión tan descarada de un engaño intencional, el Secretario de Defensa Rumsfeld dijo que la nueva Oficina de Influencia Estratégica "le diría la verdad al pueblo estadounidense y a los pueblos del mundo". A continuación, Rumsfeld defendió la necesidad del Pentágono de realizar actividades secretas con la intención de engañar a los adversarios durante estos tiempos de conflicto.
Hace un par de años, un veterano corresponsal en el extranjero de uno de los principales periódicos de EE.UU. me contó lo que sucedía en las reuniones informativas del Departamento de Estado a las que asistía antes de ir a ultramar. Se le decía que las embajadas de EE.UU. y sus adjuntos de la CIA le suministrarían "información confidencial" clasificada sobre lo que sucedía en la región. Dijo que tenía serias dudas sobre la veracidad de parte de esa información. Que el aparato de inteligencia de EE.UU. utilice a los reporteros para que realicen su trabajo sucio y para difundir desinformación no ayuda a la familia y a los amigos de alguien inocente como Danny Pearl. Me impresionaron las informaciones de escritores del Wall Street Journal sobre el conflicto en Afganistán y estoy de acuerdo con el editorial del New York Times que dijo que reporteros como Pearl "han estado tratando de presentar una visión detallada e informada del modo de pensar, los motivos, y los sentimientos de agravio de los fundamentalistas islámicos después del ataque terrorista en Nueva York". Supongo que, por el momento, la integridad periodística tendrá que ser relegada al segundo plano, ya que las mentiras y los asesinatos son esenciales para librar la guerra contra los "malos" y contra los "imperios del mal".
23 de febrero de 2002
Tom Turnipseed es abogado, escritor, y activista de los derechos humanos en Columbia, Carolina del Sur. http://turnipseed.net