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Internacional


20 de marzo del 2002

Globalización y represión


Alfredo Infantes
El País

La policía ensaya, se prepara. Con caballos, con perros, con botes de humo y toda la parafernalia (infiltrados provocadores incluidos) propia de la represión contra las manifestaciones. En Linares (este fin de semana pasado lo hemos podido ver en prensa y televisión), como tiempo ha, unos 150 policías 'se forman' con el propósito de disolver eficazmente a quienes osen concentrarse y manifestarse contra la globalización neoliberal aprovechando las diversas cumbres que se celebrarán en este semestre coincidiendo con la presidencia española de la Unión Europea.
La espiral represiva contra el Movimiento Antiglobaliación capitalista continúa creciendo en estos días. A la campaña mediática de desacreditación del mismo (este movimiento ha aparecido casi como instigador de lo de las torres de Nueva York), siguió el abordaje y sabotaje piratas de sus redes de comunicación (la página web de Nodo50, por ejemplo), y se extiende ahora con la preparación de las fuerzas de choque y asalto.
En fin, quienes ya somos mayores nos sabemos muy bien el manual de estilo del poder represivo de un Estado al servicio de un determinado modelo económico y social, al servicio de quienes les pagan. Nada nuevo, pues.
Lo hemos vivido en los finales de los 60, en los últimos años de la dictadura, en los primeros de la transición, en el transcurrir de este modelo de democracia plana de pensamiento único. Y lo seguimos viviendo en los inicios del siglo XXI, en el tiempo de la expresión más brutal de los efectos más negativos del capitalismo. Y siempre por la misma razón: entonces no nos gustaba lo que había; ahora sigue sin gustarnos lo que hay.
Como todavía muchas personas seguimos pensando que 'otro mundo es posible', que puede haber otro modelo de globalización, que se puede dar otro modelo de sociedad, más justos todos, vamos a seguir saliendo a la calle a decirlo. E igual que lo hemos hecho últimamente desde Seattle a Génova, lo vamos a seguir haciendo ahora en estos meses en que España preside uno de los pilares de la injusticia en el mundo.
Se infiltrarán en nuestras filas, nos provocarán, nos asaltarán, nos pegarán, nos gasearán, nos echarán sus carros, sus perros y sus caballos, nos dispararán, incluso nos matarán. Pero, como el poeta diría: 'Nos seguirá quedando la palabra'.
Palabra que precisamente, en estos últimos días de enero y primeros de febrero, se convierte en arma cargada de futuro (otro poeta) en las reuniones del II Foro Social Mundial, en Porto Alegre (Brasil), donde los múltiples movimientos antiglobalización capitalista de todo el mundo se reúnen para tratar de forjar una nueva Internacional por otro mundo más justo, solidario, igualitario, ecológico y pacífico.
Por ello, a pesar de sus policías, de sus perros y de sus caballos; a pesar de sus infiltrados provocadores; a pesar de sus sabotajes; a pesar de sus medios de comunicación lacayos, a pesar de lo de siempre, muchas personas, cada vez más, vamos a salir a las calles a darle la 'cacerolada' a un sistema injusto y cruel que permite que una cuarta parte del planeta viva a costa de la miseria, enfermedad y muerte de las otras tres cuartas partes.