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Internacional


21 de marzo del 2002

La presencia estadounidense en Transcaucasia se expandirá rápidamente
Georgia es sólo el comienzo

Armen Khanbabyan
Counterpunch
Traducido para Rebelión por Germán Leyens

El ritmo sin precedentes de la expansión de EE.UU. y de la OTAN en el espacio postsoviético, preocupa tanto a la elite política rusa que está obstruyendo su capacidad de evaluar objetivamente el verdadero significado de lo que está sucediendo. Naturalmente, en Rusia la gente tiende a ver las cosas sólo « desde su propio campanario ». En realidad, sin embargo, el vector de esta expansión no es tanto « hacia el norte, » sino « hacia el sur ». Para decir de una manera más simple, ahora el objetivo de los estadounidenses no es Rusia. Tienen tareas más importantes y más urgentes.
El objetivo fundamental de Washington y de Occidente en su conjunto es establecer un control firme y a largo plazo sobre los recursos energéticos de Asia Central y Superior. Esto explica la aparición de sus bases alrededor del notorio « arco de inestabilidad, » que va desde Kirguizistán y Afganistán hasta Georgia. Están estableciendo un anillo alrededor de Irak y de Irán - países que obstruyen sus planes. Pero si una acción punitiva contra Bagdad puede ser considerada una acción decisiva, las cosas con Irán no son tan simples. El presidente Carter incluso organizó una vez un ataque de sus paracaidistas contra Teherán, y sus fuerzas especiales fueron capturadas sin mayor esfuerzo por los guardas de la Revolución Islámica. Hablando en general, no es fácil hacer frente a un país con un territorio tres veces más grande que el de Francia, con una población de setenta millones y un sistema económico y político suficientemente arraigado. Lo que es más, a diferencia de Irak, Teherán no tiene vecinos poderosos que estén interesados en desestabilizar el país y en cambiar el régimen existente.
Por ello, no sólo Asia Central, sino también Transcaucasia tendrían que convertirse en una zona de total influencia occidental. Para resolver esa tarea, no basta sólo con Georgia. Muy pronto aparecerán estadounidenses y turcos en Azerbaiyán, y en números mucho mayores que en Georgia, porque Washington ya ha firmado un acuerdo con Bakú para la modernización de las fuerzas armadas locales. También es importante que Azerbaiyán e Irán tienen una serie de mutuos motivos de queja, y en particular los temas relacionados con los territorios iraníes septentrionales, los que son poblados por pueblos turcomanos, y la división del Caspio.
Pero la transformación de Azerbaiyán en un área de preparación segura para la realización de los objetivos militares-políticos de EE.UU. es imposible mientras exista el conflicto de Karabaj y la cooperación mutuamente ventajosa entre Irán y Armenia.
Hay que recordar que las relaciones entre Ereván y Teherán representan un ejemplo envidiable de buena vecindad entre un estado cristiano y uno islámico. Esto, a propósito, confirma la tesis de la ausencia de una base confesional del conflicto armenio-azerbaiyaní. Sin embargo, la pragmática amistad entre los dos países vecinos ha molestado permanentemente a Washington. Hasta hace poco, Ereván pudo explicar que el peligro del fundamentalismo islámico no amenaza a Armenia por definición, y que los contactos con Irán sirven para fortalecer la estabilidad regional.
En la actualidad, el acelerado retiro de Rusia de la región y los esfuerzos de los factores estadounidense y turco están catalizando un futuro acercamiento entre Armenia e Irán. A principios de marzo, durante la visita del Ministro de Defensa de Irán, el almirante Ali Shamkhani, a Ereván, los dos países firmaron un memorando de cooperación en la esfera de la defensa y la seguridad, que propone una amplia gama de interacción, incluyendo la creación de empresas conjuntas. Es promisorio, si se considera que en el período soviético un 92 por ciento de la industria armenia estaba en el sector de la defensa.
Washington reaccionó rápida y con brusquedad. Literalmente una semana después de la visita de Shamkhani a Ereván, el Departamento de Estado de EE.UU. « descubrió » un nuevo « canal internacional » de tráfico de drogas : Irán-Nagorno-Karabaj-Armenia-Rusia-Europa. El secretario de prensa del Ministerio de Relaciones Exteriores de Armenia, Dsyunik Agadzhanyan, señaló que las conclusiones de la agencia de política exterior de EE.UU. se basaban exclusivamente en informaciones del lado azerbaiyaní, y contradecían totalmente las evaluaciones de una serie de organizaciones internacionales fidedignas. Esto indica que Bakú se esfuerza por « convertir el problema de Karabaj en el objeto de discusióin a todos los niveles concebibles ». Pero lo importante en el asunto no es el esfuerzo de Bakú, sino que los planes de Washington. Es curioso que en uno de los periódicos moscovitas haya aparecido un artículo en el que el movimiento de Karabaj es calificado de « tristemente notorio » (el mismo periódico lo había llamado antes un movimiento democrático y de liberación nacional) por sus presuntos enlaces con el comercio ilegal de armas, la mafia, y el terrorismo.
Considerado en su conjunto, todo esto es un elemento en la creciente preparación ideológica para una futura acción punitiva. Parece que esto se comprende en Ereván. En todo caso, el ministro armenio de defensa, Serzh Sarkisyan, (la segunda persona en importancia en la política de la República), visitará Washington. Lo más probable es que trate de convencer a sus colegas estadounidenses de que el cambio en la cooperación armenio-iraní en el área de la defensa, fue dictado estrictamente por exigencias de seguridad nacional y que no representa una amenaza para EE.UU. Pero es muy dudoso que esos tradicionales argumentos satisfagan a los estadoundinenses. En su apariencia exterior, Karabaj diverge demasiado del paradigma de sus conceptos para un futuro alineamiento de las fuerzas en la región. Por lo tanto, parece ser que para el lado armenio, habrá un elección difícil y exigua entre alternativas malas y peores para el desarrollo futuro de los eventos.
Armen Khanbabyan escribe para Nezavisimaya Gazeta. (Traducción al inglés de Timothy K. Blauvelt)