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Internacional

HACE 60 AÑOS, MORIA MIGUEL HERNANDEZ

Poeta y combatiente

Tuvo una corta, pero valiosa trayectoria poética. Miguel Hernández le cantó siempre, y antes que nada, a su tierra natal, a los labradores, a los pastores, a la existencia de un medio rural injusto y empobrecido.


Se le puede considerar como el último de los poetas llegados a lo que se denominó "la generación española del 27". Sus versos son representativos del tiempo que le tocó vivir, están cargados de patetismo y angustia, son el reflejo de una España trágica, amarga y dura.
La aventura de vivir para Miguel Hernández comienza en la tierra levantina de Alicante, en Orihuela, un 30 de octubre de 1910, en días difíciles para una familia campesina compuesta por el matrimonio Hernández Gilabert y sus cuatro pequeños hijos.
Se vive de poco, un rebaño de cabras y ovejas propiedad de su padre. El paisaje y la realidad cotidiana eran la grata colina, el sol desparramado, ovejas ariscas, cabras retozonas y mucha pobreza. Igual se impone aprender. Asiste al colegio de Santo Domingo, en el pueblo de Orihuela, pero lo hace por poco tiempo, lo suficiente para leer y escribir, no está bien visto tener un hijo estudiante y otros cuidando rebaños. Igualdad para todos, pero igualdad hacia abajo, abandona los estudios y se hace pastor de cabras.
La paz y el sosiego de la naturaleza, con su dominio de cielo, tierra y arroyos es un universo que sirve para la lectura. En esa vida pura y auténtica comienza a devorar los textos de Juan Ramón Jiménez, Góngora, Cervantes, Lope de Vega, Antonio Machado, Rubén Darío y a un autor levantino, el fino prosista Gabriel Miró. Con ellos recorre instancias fundamentales de la literatura y la creatividad poética hispana.
Años después confesaría que sus escritores preferidos eran Juan Ramón Jiménez y Gabriel Miró, señalando que ellos habían sido los que habían tenido mayor influencia en su formación de literato y poeta.

Nace el poeta

En Orihuela, en una casa-horno, la panadería de la familia Fenoll, se reúne casi todas las noches un grupo de jóvenes pueblerinos con ganas de crear, soñar, vivir y escribir.
Alentado por esos camaradas, encuentra la oportunidad de publicar sus primeros versos en la prensa local. Corren los años 1930 y 1931, son años de días y versos ardientes, pero siente que Orihuela es poco, que su meta y destino es Madrid.
Escribe a Juan Ramón Jiménez: "En provincias, bien pocos leen los versos y los que los leen no los entienden...", añadiendo a renglón seguido: "Soñador como tantos, pienso ir a Madrid, abandonaré las cabras".
En diciembre de 1931 toma el tren para Madrid. A pesar de relacionarse con gente del ambiente literario, las puertas no se le abren fácilmente, el invierno se le hace duro, se siente fracasado, sólo su gran amigo Ramón Sijé lo anima moralmente. Pero se ve superado y regresa a Orihuela.
La nueva etapa en su pueblo la dedica a escribir con fuerza y ánimo, la etapa de Madrid la olvida rápidamente, quiere publicar un libro de poemas y lo logra un tiempo después cuando edita "Perito en lunas".
Luego de esto Federico García Lorca le escribe una estupenda carta donde en uno de sus párrafos se lee: "Así aprendes a superarte, en ese terrible aprendizaje que te está dando la vida. Tu libro está en el silencio, como todos los primeros libros, como mi primer libro que tanto encanto y tanta fuerza tenía. Escribe, lee, estudia. ¡Lucha!". Palabras hermosas, cargadas de arranque, de fe, como una hermandad de iniciación en la poesía.

Consolidación de su obra

En 1934, empieza a colaborar en la revista El Gallo Crisis, de su amigo del alma, Ramón Sijé. Viaja nuevamente a Madrid, pero esta vez con otro prestigio y nuevas esperanzas. Se conecta con poetas y escritores como Pablo Neruda, Vicente Aleixandre, José Bergamín y Rafael Alberti, colaborando en "Revista de Occidente" y "Cruz y Raya".
A principios de 1936, publica su libro "El rayo que no cesa" y unos meses después, el 18 de julio, estalla la guerra civil. A fines de ese verano español, el poeta se hace voluntario en el 5º Regimiento de las Milicias de Madrid, interviniendo en trabajos de agitación y propaganda.
Neruda, que era un admirador de su obra, escribió sobre este compromiso asumido por Hernández: "Cuando luego de conocer otros aires y vincularse a Madrid, descubrió otros valores, una nueva etapa se abrió en la poética hernandina; y será principalmente el desencadenamiento de la guerra civil española el catalizador que ubicará al poeta en el bando republicano, combatiendo con su brazo, su voz y su pluma".
En esos años de febril actividad, se casa con Josefina Manresa, su compañera de siempre, participa en congresos antifascistas, edita en Valencia tres libros, "Viento del pueblo", "Teatro de guerra" y "El labrador de más aire". A fines de 1937 nace su primer hijo, que muere unos meses después.
Cuando en 1939 termina la guerra, en un intento de huida es detenido y encarcelado, estaba escribiendo "El hombre acecha". Había nacido su segundo hijo, a quien, luego, le cantaría desde la cárcel con entristecida voz las conocidas "Nanas de la cebolla".

Luego muere la esperanza

Llegó con tres heridas:
La del amor,
La de la muerte,
La de la vida.

Condenado a treinta años de reclusión, la cárcel franquista es lugar de represión, de tortura y desalientos varios. El cielo es oscuro y nace el miedo, en tiempo de crueles verdades se le declara una tuberculosis pulmonar aguda.
En los meses siguientes, tan desgarradores y lentos, va germinando en su mente y estampando en el papel su "Cancionero y romancero de ausencias", allí se encuentran los poemas de la realidad y de lo perdido, que forman lo más patético, lo más profundo de toda su obra. Allí le canta a su tierra con dolida herida, con desgarradora sensibilidad, con pureza y voz desbordante: "Ay España de mi vida/ ay España de mi muerte".
El 28 de marzo de 1942, se muere el poeta con 32 años. De su paso por la vida quedó su obra literaria y una lápida, en el cementerio alicantino de Nuestra Señora del Remedio, que dice con escalofriante sencillez: "Miguel Hernández, poeta". *

Menos tu vientre

Menos tu vientre
todo es confuso.

Menos tu vientre
todo es futuro
fugaz, pasado,
baldío y turbio.

Menos tu vientre
todo es oculto.

Menos tu vientre
todo inseguro,
todo postrero,
polvo sin mundo.

Menos tu vientre
todo es oscuro,
menos tu vientre
claro y profundo.