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Internacional

12 de septiembre del 2002

¡Guerra ahora!

Uri Avnery
Gush-Shalom
Traducido para Rebelión por Germán Leyens

El plan de guerra del Presidente Bush está emergiendo lentamente de la densa niebla. Al principio parecía una colección de confusas consignas, pero gradualmente está quedando en claro que tiene objetivos definidos, aunque permanezcan ocultos.
El plan no está relacionado con la famosa "guerra contra el terrorismo", con la personalidad de Sadam Hussein o con las armas de destrucción masiva que Irak está produciendo, como todos los demás estados de la región, de Pakistán a Israel y Egipto.
Los críticos de los planes de guerra (incluyéndome a mí) han subrayado los desastrosos resultados políticos que son de esperar: Irak se desintegraría en tres partes (kurdos en el norte, sunitas en el centro, chiítas en el sur), el Oriente Próximo quedaría expuesto a la arremetida del fanatismo iranio, regímenes pro-occidentales se derrumbarían. Israel quedaría rodeado por el agresivo fundamentalismo islámico, como el reino de los cruzados con la llegada de Saladino.
Esta evaluación se basa en una suposición que ha tenido su validez durante un cierto tiempo: que EE.UU. no está dispuesto a mantener grandes cantidades de soldados en países lejanos. Esto significaría que después de la conquista de Irak las tropas retornarían a casa, dejando Irak abandonado a su suerte. Pero es bastante probable que esta suposición haya perdido vigencia.
El plan de guerra de los Bushies sólo tiene sentido si la dirigencia de EE.UU. está dispuesta –más que eso, que esté realmente ansiosa – a la ocupación de Irak para permanecer allí durante muchos, muchos, años.
Una tal ocupación requeriría una gran inversión en tropas y recursos. Involucraría grandes fuerzas militares durante mucho tiempo. Por este motivo se oponen al plan los generales estadounidenses (incluyendo al Secretario de Estado, el general Colin Powell). Pero desde el punto de vista de Bush y sus consejeros, es una inversión que bien vale la pena ya que produciría inmensos beneficios. Entre otros:
· El principal objetivo de la economía estadounidense (y por lo tanto de la política de EE.UU.) es el petróleo del Mar Caspio. La explotación de esa gigantesca reserva, la mayor del mundo, no ha comenzado todavía. Su control asegurará que EE.UU. tenga combustible barato durante décadas. Bush, un típico magnate del petróleo que desprecia fuentes de energía alternativas "respetuosas con el medio ambiente," considera que éste es un objetivo primordial.
· En su camino al mercado, el petróleo debe llegar al mar. Hay varias rutas posibles –por Afganistán y Pakistán o Turquía. Irak está cerca de todos, y las fuerzas aéreas y terrestres de EE.UU. estacionadas allí garantizarán la dominación de EE.UU. en toda la región.
· La existencia de una base segura de EE.UU. en el corazón del mundo árabe también permitirá a EE.UU. intimidar a todos los regímenes árabes, no sea que se aparten del buen camino. La presión sobre Arabia Saudí será inmensa. No sólo las bases de EE.UU. en Arabia Saudí serán superfluas, sino que, manipulando los precios del petróleo, EE.UU. podría llevar al reino al borde de la bancarrota.
· La nueva situación terminaría por destruir a la OPEC. Washington decidirá el precio del petróleo y cómo es distribuido.
· La nueva situación terminará por destruir los últimos residuos de independencia árabe. Incluso hoy en día, casi todos los países árabes dependen de EE.UU. Una masiva presencia física de EE.UU. en su medio pondrá fin a cualquier pretensión de poder y unidad árabe.
· El vecino Irán, asimismo, perderá sus ganas de oponerse al Gran Satán EE.UU. Irán será amenazado por ambos lados por las bases de EE.UU. en Afganistán e Irán.
· El total control de EE.UU. sobre todos los recursos petrolíferos, de Kazajstán en el norte a Arabia Saudí en el sur, pondrá fin a toda esperanza europea de competir con el poder económico y político de Estados Unidos. El que controla el petróleo controla la economía. Un aumento de los precios del petróleo dejaría en la calle a millones de trabajadores en Europa y Asia del Este.
¿Cómo funcionaría la ocupación? Cuando los estadounidenses piensan en una ocupación, se basan en su experiencia en Japón. Allí, después de la capitulación, un general estadounidense, Douglas McArthur, reinó sin limitaciones. Los japoneses obedecieron diligentemente porque así lo había ordenado su venerado emperador, el Mikado.
Ahora hay gente en Washington que sueña con instalar a un Mikado iraquí, alguno de la dinastía Hachemita que gobernó Irak hasta 1958, cuando fue asesinado el último rey. ¿Por qué no poner a otro miembro de la familia en el trono, algún pariente del rey de Jordania –o, pensándolo bien, ¿por qué no unir a Irak y Jordania bajo una misma corona?
Un plan grandioso, a escala mundial, pero simple y lógico. ¿Qué me recuerda? Por cierto, el estilo suena vagamente familiar. A principios de los 80, escuché varios planes parecidos de Ariel Sharon (que publiqué en su momento). Su cabeza estaba repleta de grandes planes para reestructurar el Oriente Próximo, crear una "zona de seguridad" israelí desde Pakistán a África Central, derrocar regímenes e instalar a otros en su sitio, trasladar a todo un pueblo (los palestinos), etc.
No lo puedo evitar, pero los vientos que soplan ahora en Washington me recuerdan a Sharon. No tengo absolutamente ninguna prueba de que los Bushies hayan recibido sus ideas de su persona, aun cuando todos ellos parecen haber sido fascinados por él. Pero el estilo es el mismo –una mezcla de megalomanía, creatividad, arrogancia, ignorancia y superficialidad. Una mezcla explosiva.
Como sabemos, el gran plan de Sharon se empantanó. Las audaces fantasías imaginativas y la superficial lógica no sirvieron para nada – Sharon simplemente no comprendió las verdaderas corrientes de la historia. Temo que la banda de Bush, Cheney, Rumsfeld, Rice, Wolfowitz, Perle y todos los demás mini-Sharones están sufriendo del mismo síndrome.
Irak no es Japón, y los iraquíes no obedecerán a un Mikado impuesto por los estadounidenses de la misma manera como obedecen ahora a un dictador nacionalista local. El fundamentalismo islámico no es un animal que pueda ser domesticado fácilmente. Cientos de millones de seres humanos enfurecidos en todo el mundo árabe y musulmán constituyen un gran peligro, incluso para una poderosa potencia militar.
Sharon podrá pensar que él será el gran beneficiario de una tal acción de EE.UU., aunque la historia podrá mostrar que nos condujo a un desastre histórico. Podrá tener éxito aprovechando la anarquía resultante para expulsar a los palestinos del país. Pero dentro de unos pocos años Israel podría encontrarse rodeado por un nuevo Oriente Próximo –y no aquel sobre el que Simón Peres anda hablando estupideces. Una región llena de odio, soñando con la venganza, motivada por el fanatismo religioso y nacionalista. Y después de todo, los estadounidenses volverán a casa. Nos dejarán aquí, solos.
Pero gente como Bush y Sharon no marcha al ritmo de la historia. Escucha otro redoble. 7 de septiembre de 2002