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Internacional

24 de agosto del 2002

EE.UU: La resurrección de Mani

Gary Leupp
Traducido para Rebelión por Germán Leyens

El discurso bélico es reconfortante porque hace que las opciones aparezcan escuetas y las alternativas superficialmente claras. La idea de que esta ["guerra contra el terrorismo,"] es una lucha maniquea entre nuestras fuerzas de la democracia y del bien, y sus fuerzas del fanatismo y del mal, es un consuelo y una inspiración.
London Observer, 16 de septiembre de 2001
La arrogancia que marcó la última exteriorización maniquea del Presidente de EE.UU., George W. Bush, pretextando un "eje del mal" en el escenario internacional ha provocado justificablemente una ola de reacciones adversas.
The Hindu, 4 de febrero de 2002
El Presidente Bush habla en serio en su formulación maniquea de la guerra contra el terror – "o están con nosotros, o están con los terroristas."
Wall Street Journal, 27 de marzo de 2002
El enfoque maniqueo de Bush ante la crisis posterior al 11 de septiembre tiene sus virtudes, pero queda por ver si servirá de una manera sensata para confrontar el problema internacional más complicado que EE.UU. haya jamás enfrentado.
New York Times, 6 de abril de 2002
La simpleza es una genuina virtud para, por ejemplo, movilizar a una nación para la guerra. Fue bastante efectiva por un momento, cuando Bush declaró, después del 11 de septiembre, que estábamos involucrados en una lucha maniquea con un solo enemigo global llamado terrorismo.
Michael Kinsley, 18 de abril de 2002

Gente en todo el mundo está calificando a la administración [de Bush] de "maniquea". Ya que no se enseña maniqueísmo en nuestras universidades, pensé que sería una buena idea colocar esas referencias en algún contexto.
Érase una vez en la tierra de Persia (Irán – un gran país que ha contribuido inmensamente a la civilización humana) –que vivió un hombre llamado Mani. Mani probablemente vivió de 215 a 276, en un complicado ambiente religioso. El zoroastrismo era la antigua religión del estado; el cristianismo, el judaísmo, y el budismo también competían por ganar influencia en el Imperio Sasánida de Irán. Mani trató de juntarlos a todos en una religión nueva, universal. (El sincretismo religioso era común en Irán, donde también se originó la fe Baha'i.) Se autoproclamó profeta, de una línea que incluía a Zoroastro, Buda y Jesús. Sus eclécticas enseñanzas se extendieron rápidamente como una hoguera hacia Siria, Europa (hasta España) y China. Fue la religión de estado en el Imperio Uigur en el siglo XII. La mayor parte de los católicos no lo saben, pero San Agustín (que vivió en África del Norte) fue maniqueo durante una década antes de abrazar el cristianismo en 386. La doctrina de Mani se convirtió en la tercera religión del mundo, después del budismo y del cristianismo, difundida por misionarios a lo largo de la Ruta de la Seda, hasta que fue frustrada por la represión en Europa, la oposición oficial en China, y el ascenso del Islam en Asia del sudoeste. Desapareció prácticamente en el siglo IX –una religión mundial que fracasó.
żY por qué fracasó? En parte, porque era tan simplista. Mani veía el mundo como un campo de batalla en el que el Bien / la Luz y el Mal / la Oscuridad existían en eterno conflicto. No conocía áreas grises. Desde el comienzo, había habido un Reino de la Luz (en el norte), gobernado por el Padre de la Grandeza; y el Reino de la Oscuridad (en el sur), gobernado por el Príncipe de la Oscuridad (representando el humo, el fuego, la tormenta, el lodo y la oscuridad.) (Algunos se darán cuenta que el término también puede aplicarse a una figura política contemporánea, pero no quiero salirme del tema.) Estos dos reinos existían en un estado de guerra perpetua, hasta que el Padre envió a Jesús el Radiante, que despertó a Adán, el primer hombre, y el primero en una larga lista de profetas, incluyendo a Zoroastro, Abraham, Buda, Jesús, Pablo y el propio Mani. Al final de los tiempos, iba a haber una gran guerra, después de la cual volvería Jesús. El mundo sufriría una implosión, provocando una conflagración la que, ardiendo durante 1468 años, constituiría la victoria final de la Luz.
Repito, esa doctrina cayó en desuso hace más de mil años, pero hay algunos adeptos de la Nueva Era, y algunos en Washington, que se inclinan hacia lo que el ministro francés de relaciones exteriores llamó simplismo, que parecen creer realmente en ella, realmente.
21 de agosto de 2002
Gary Leupp es profesor adjunto, Departamento de Historia, en la Universidad Tufts, y coordinador del Programa de Estudios Asiáticos. Su correo es: gleupp@tufts.edu