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Internacional

17 de junio del 2002
"The Trial of Henry Kissinger", extractos en español de la edición en inglés, capítulo 6
El Juicio a Henry Kissinger

Christopher Hitchens
politicaconosur

CAPITULO 6: POS DATA SOBRE CHILE

Existe una regla en Washington que dice que cualquiera revelación oficial contendrá material peor de lo que aún los más cínicos comentaristas sospechan. En septiembre de 2000, la CIA entregó los resultados de una investigación interna sobre sus actividades en Chile, informe que había sido requerido por la Enmienda Hinchey. Y aún los más duros críticos e investigadores fueron sorprendidos. (Recibí el documento después de haber terminado este capítulo, y lo dejo así para preservar el orden en que se hizo la revelación). Reproduzco el título principal más abajo, para así preservar también la prosa de la Agencia:

Apoyo para el Golpe en 1970. Bajo el "Track II" de la estrategia, la CIA trató de instigar un golpe para prevenir que Allende asumiera la Presidencia después de haber ganado por pluralidad en la elección del 4 de septiembre, y antes de que el Congreso confirmara su triunfo, como lo requería la Constitución, ya que no había ganado por mayoría absoluta. La CIA estaba trabajando con tres grupos distintos de conspiradores. Los tres grupos dejaron en claro que cualquier golpe requeriría del secuestro del Comandante del Ejército, René Schneider, cuya firme actitud era que la Constitución requería que el ejército permitiera que Allende asumiera el poder. La CIA estuvo de acuerdo con la evaluación de los conspiradores. Aún cuando la CIA proporcionó armas a uno de los grupos, nosotros no hemos encontrado evidencia respecto de que los conspiradores o la CIA tuvieran la intención de matar al general. El contacto con uno de los grupos de conspiradores fue terminado tempranamente debido a sus tendencias extremistas. La CIA proporcionó gas lacrimógeno, subametralladoras, y municiones a un segundo grupo, que lo hirió mortalmente en el ataque. La CIA había alentado a este grupo previamente a iniciar un golpe, pero suspendió su apoyo cuatro días antes del atentado porque, según la evaluación de la CIA, el grupo no podría llevarlo a cabo con éxito.

Esto repite la vieja decepción que hace la supuesta distinción entre un secuestro y un asesinato, y nuevamente presenta la interesante incógnita: ¿Qué iba a hacer la CIA una vez que tuviera al General secuestrado? (Nótese también, la estudiada pasividad expresada en el informe que "no hemos encontrado evidencia respecto de que los conspiradores o la CIA tuvieran la intención de matar al general." ¿Qué satisfizo este extraño criterio?) Pero entonces, descubrimos que esta pandilla supuestamente indisciplinada, tomaba sus instrucciones seriamente:

"En Noviembre 1970, un miembro del grupo de Viaux que evadió captura retomó contacto con la Agencia (CIA) y requirió asistencia financiera en representación del grupo. Aún cuando la Agencia no tenía obligación hacia el grupo, porque había actuado por cuenta propia, en un esfuerzo para mantener el contacto anterior secreto, mantener la buena voluntad del grupo, y por razones humanitarias, se le pasaron US$35.000".

"Razones humanitarias." Uno tiene que admirar la absolutamente inventiva calidad de esta explicación. En la economía de 1970, 35.000 dólares en Chile eran una suma considerable que pagar. No era una cantidad del tamaño que un jefe local de CIA pudiera desembolsar por sí solo. Uno quisiera saber cómo el Comité 40 y su atento y cuidadoso Jefe ("chairman"), Henry Kissinger, decidió que la mejor manera de desasociarse de una pandilla supuestamente sin control era pagarle una pequeña fortuna después de que hubiera cometido un asesinato a sangre fría.

La misma pregunta se plantea en forma aún más aguda en otra revelación hecha por la Agencia en el curso del mismo informe. Esta es titulada "Relación con Contreras." Manuel Contreras encabezaba la policía militar secreta de Pinochet, y en esa capacidad organizó la muerte, tortura, y desaparición de innumerables chilenos como también el uso de bombas y técnicas de asesinato a grandes distancias como en el caso de Washington, DC. La CIA admite al comienzo del documento que "tenía relaciones de liaison en Chile con el propósito primario de obtener ayuda para recabar inteligencia sobre objetivos exteriores. La CIA ofreció estos servicios de asistencia en organización interna y entrenamiento para combatir la subversión y el terrorismo en el extranjero, no en combatir a opositores internos del gobierno."

Una prosa tan plana, basada en una distinción entre "amenaza externa" y el asunto más sórdido de la disciplina dictatorial interna, invita la pregunta- ¿qué amenaza externa? Chile no tenía enemigos externos fuera de Argentina...

No; mientras Chile no tenía enemigos externos, la dictadura de Pinochet tenía muchos, muchos adversarios externos, se podría decir. Ellos eran los numerosos chilenos forzados a abandonar su país. Una de las funciones de Manuel Contreras era cazarlos. Como el informe señala:

"Durante el periodo entre 1974 y 1977, la CIA mantuvo contactos con Manuel Contreras, quien más adelante llegó a tener notoriedad por sus abusos a los derechos humanos. El núcleo que decidía las políticas del gobierno de EE.UU. aprobó los contactos de la CIA con Contreras, dada su posición como jefe de la principal organización de inteligencia en Chile, como necesaria para lograr la misión de la CIA, a pesar de las preocupaciones de que esta relación pudiera exponer a la CIA a acusaciones de ayudar en la represión política interna".

Después de algunas vacilaciones sobre distinguir sin diferencia (entre tácticas policiales externas e internas), el informe de la CIA dice con franqueza:

"Por abril 1975, los informes de inteligencia mostraban que Contreras era el principal obstáculo a una política razonable de derechos humanos dentro de la Junta, pero un comité inter-agencia ordenó que la CIA continuara su relación con él. El embajador de EE.UU. le solicitó al subdirector de la Central de Inteligencia [General Vernon] Walters que recibiera a Contreras en Washington con el propósito de mantener buenas relaciones con Pinochet. En agosto 1975, con la aprobación del comité inter-agencia, esta reunión tuvo lugar.

En mayo y junio de 1975, elementos de la CIA recomendaron establecer una relación pagada con Contreras para obtener inteligencia basada en su singular posición y acceso a Pinochet. Esta propuesta fue negada, citando la política del gobierno de EE.UU. sobre relaciones clandestinas con la cabeza de un servicio de inteligencia notorio por sus abusos a los derechos humanos. Sin embargo, debido a un error de horario en el intercambio de estas comunicaciones, un pago único (de una sola vez) fue dado a Contreras".

Esto no requiere mucho análisis gramatical. Un tiempo después de que la CIA hubiese concluido que Manuel Contreras era el "principal obstáculo a una razonable política de derechos humanos," se le da dinero de los contribuyentes norteamericanos y es recibido por autoridades de alto nivel en Washington. El memorándum de la CIA es muy cuidadoso al declarar que, donde hay dudas, éstas son acalladas por "la comunidad que dicta políticas del gobierno de EE.UU." y por "un comité inter-agencia." También trata de sugerir, con un humor inconsciente, que al cabecilla de un servicio de inteligencia foráneo que asesina, se le dio una enorme coima por error. Uno se pregunta quién fue castigado por este error, y cómo este error se le escapó al Comité 40. El informe se contradice también declarando por un lado que las actividades de Contreras eran opacas, y por otro: "A un año del golpe, la CIA y otras agencias del gobierno de EE.UU. estaban al tanto de la cooperación bilateral entre los servicio de inteligencia de la región para seguir la pista de las actividades, y en algunos casos matar a opositores políticos. Este fue el precursor de la Operación Cóndor, un acuerdo de compartir inteligencia entre Chile, Argentina, Brasil, Paraguay, y Uruguay, establecido en 1975".

Así que ahora sabemos: la internacionalización de los escuadrones de la muerte fue entendida y aprobada por la inteligencia norteamericana y sus amos políticos durante dos gobiernos. La persona de mayor antigüedad responsable en ambas administraciones era Henry Kissinger. Signifique lo que signifique el término "comité inter-agencia", y sea lo que sea el Comité 40, o el "Comité Interagencia para Chile," las huellas lo guían a uno a la misma fuente.

Al dejar el Departamento de Estado, Kissinger hizo un extraordinario arreglo, donando sus documentos a la Biblioteca del Congreso, con la sola condición de que permanecieran allí sellados hasta su muerte. Sin embargo, su amigo Manuel Contreras cometió un error cuando mató a la ciudadana norteamericana Ronni Karpen Moffitt con el auto bomba en Washington, donde también fue muerto Orlando Letelier en 1976. A fines de 2000, el FBI había obtenido una orden judicial para revisar los papeles en la Biblioteca del Congreso. Al respecto, Kissinger trató solamente a través de sus abogados. Era un comienzo, pero era patético si se le compara a los esfuerzos de las comisiones de verdad y justicia en "Chile, Argentina, Brasil, Paraguay y Uruguay," las naciones nombradas anteriormente, las cuales han emergido después de años de dictaduras a las cuales Kissinger les había ofrecido su amistad; estas naciones ahora buscan una contabilidad de esos hechos.

Ahora esperamos el momento cuando el Congreso de EE.UU. inaugure un proceso semejante, y finalmente, mediante orden judicial, obtenga todos los documentos escondidos que impiden la visión de crímenes impunes cometidos en nuestros nombres.

Verso, 2001 (Edición en Inglés)
Traducción no oficial por Juan Albornoz
Edición de la versión en español por Pascale Bonnefoy
NOTA DEL MODERADOR: El libro ha sido también publicado en español por la editorial Anagrama, Barcelona, 2002, bajo el título "Juicio a Kissinger".