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Internacional

14 de junio del 2002
Bombas sucias y proyecciones imperiales

Fran Shor
Counterpunch
Traducido para Rebelión por Germán Leyens

En un esfuerzo por mantener su ofensiva mediática para aterrorizar a los ciudadanos de EE.UU. para que acepten su política de desarrollo de un estado policial y para enterrar toda evidencia emergente de su propia negligencia criminal en el 11-S, la administración Bush ha revelado a un supuesto agente de al-Qaeda que complotaba para lanzar una "bomba sucia" sobre suelo estadounidense. Aunque fue arrestado el 8 de mayo al volver a Chicago desde Pakistán, un ciudadano de EE.UU., José Padilla, alias Abdullah al-Mujahir, languidece ahora como "enemigo combatiente" en una prisión militar en Carolina del Sur. Aunque hay que probar aún las conexiones de Padilla/al- Mujahir con al-Qaeda y el complot de la "bomba sucia," el momento escogido y la historia sobre el complot y el conspirador, causan serias dudas sobre las verdaderas motivaciones de la administración Bush y las políticas del gobierno en el pasado y en el futuro.
No es la primera vez que la administración Bush ha hecho afirmaciones sobre las bombas sucias de al-Qaeda. Durante toda la campaña en Afganistán hubo anuncios periódicos de planes y materiales encontrados en las cuevas de al-Qaeda que podrían representar preparativos para armas radiológicas. Desde luego, al mismo tiempo que los militares de EE.UU. realizaban sus búsquedas subterráneas, estaban lanzando sus propias armas radiológicas contra esos búnkeres subterráneos. Por su parte, la administración Bush seguía con sus planes para desarrollar "destructores de búnkeres" nucleares de bajo rendimiento.
Para ubicar mejor el despliegue real de tales armas radiológicas sucias, uno tendría que volver a la primera administración Bush (la realmente elegida). Durante la Guerra del Golfo, el Pentágono lanzó masivas cantidades de uranio empobrecido [DU, en sus siglas en inglés]. Según el profesor Doug Rokke, ex-director del Proyecto de Uranio Empobrecido del Pentágono, "numerosos informes del Departamento de Defensa de EE.UU. han señalado que las consecuencias del DU son desconocidas. Es una mentira. Se habló al respecto. Fueron advertidos." Además, la evaluación de Rokke de las consecuencias del DU, las consecuencias que forman parte del aumento astronómico de las variedades de cánceres entre los niños iraquíes, suministran una evidencia espeluznante del impacto letal del uranio empobrecido: "DU es cosa de pesadilla. Es tóxico, radioactivo, y contamina durante 4.500 millones de años. Causa linfoma, desórdenes neuro-sicóticos y daños de la memoria a corto plazo. En el semen, causa defectos al nacer y afecta el sistema inmune."
Ahora, ante la horrenda diagnosis de los efectos de las auténticas armas radiológicas utilizadas una y otra vez por el Pentágono, tenemos las fantasías de un posible complot de lo que puede ser una "bomba sucia" en una ciudad de EE.UU. Si esta fantástica y paranoide proyección de una bomba de al-Qaeda no suena como un intento de John Ashcroft de aprovechar el éxito cinematográfico de otra proyección paranoica –"La suma de todos los temores" –no hemos estado prestando atención a cómo la vida imita el arte. O, en este caso, cómo las políticas imperiales producen proyecciones imperiales y paranoia.
Igual como ha habido un esfuerzo concertado para ocultar el uso y los efectos de las "bombas sucias" radiológicas del Pentágono, hay una negativa de la "repercusión" de las políticas imperiales de EE.UU., desde el apoyo original de la CIA para bin Laden, a las continuas tragedias causadas al pueblo afgano. Se ha informado sobre la continuación de tales tragedias que implican muertes de civiles en un artículo reciente en Los Angeles Times. Un afgano que había perdido a su mujer, a su madre, y a siete niños en un bombardeo estadounidense de su aldea, se lamentó: "Maldigo a los estadounidenses que hicieron esto. Rezo para que tengan una tragedia en sus vidas como la que he tenido en la mía." Un recuerdo aún más impresionante y amargo de lo que es la repercusión es, según Chalmers Johnson, autor de Blowback: The Costs and Consequences of American Empire, "otra manera de decir que un país cosecha lo que siembra. Aunque la gente generalmente sabe lo que ha sembrado, nuestra experiencia nacional de la repercusión es imaginada raramente en términos semejantes, porque tanto de lo que han sembrado los gerentes del imperio de EE.UU. ha sido mantenido en secreto (17)."
Desde luego, mantener secretos es lo que es esencial para la administración Bush en su continuación de la guerra sin fin y de la represión incontrolada. Sin duda, la gerencia del imperio estadounidense bajo la administración Bush ha adoptado un tono más siniestro, y la arrogancia global y el unilateralismo, que durante las administraciones precedentes. Por otro lado, ha habido un hilo imperial a través de la historia de la nación. Se puede citar evidencia de esta operación imperial desde la guerra mexicano-estadounidense del siglo XIX, hasta la intervención de EE.UU. en las Filipinas al comenzar el siglo, pasando por todas las intervenciones de la CIA en el período de la guerra fría de Irán a Guatemala. No es por coincidencia que para la proposición del Departamento de Seguridad de la Patria, Bush haya recordado la aprobación de la Ley de Seguridad Nacional de 1947 y el establecimiento de la CIA.
Igual como la tarea de la CIA era prevenir mediante trucos sucios y maquinaciones políticas cualquier posible "amenaza" a la hegemonía económica y política del imperio de EE.UU., ahora la administración Bush busca caminos para lanzar una nueva letal CIA y un ejército para ataques preventivos contra los oscuros indicios de al-Qaeda y toda proyección causada por la repercusión de sus actos. La creación deliberada, por lo tanto, de miedo e inseguridad es tan central para esta administración como durante la era de McCarthy. Como lo señala incisivamente Mansour Farhang en su libro sobre el imperialismo de EE.UU.: "De la guerra hispano-estadounidense a la revolución iraní": "Parece formar parte de la naturaleza del imperialismo que tema todo lo que no está sometido a su influencia. Ese temor, que siempre ha estado presente en los países imperialistas, posee un valor funcional para el estado. Sin inseguridad y temor permanentes en el público, el imperialismo como forma de gobierno no puede ser mantenido y racionalizado (69)."
Así que volvemos a las amenazas de una "bomba sucia," producida por un antiguo miembro de una banda latina, convertido al fundamentalismo islámico en la prisión. żNo es una forma de repercusión interna: la continua falta de respeto y el abandono de los pobres en las zonas urbanas deprimidas de EE.UU., especialmente entre la gente de color? żNo constituyen una bomba de tiempo que espera estallar después de más deprivaciones y abusos, sea en la forma de brutalidad policial o del "abandono benigno"?
żY qué decir de todas las tácticas amenazantes que rodean el lanzamiento de una posible bomba sucia en una ciudad de EE.UU.? De nuevo, ante la auténtica devastación del uso de armas radiológicas por el Pentágono, tenemos las proyecciones paranoicas de la "bomba sucia". Aunque no deja de poder formar parte de las intenciones asesinas de los agentes de al-Qaeda, toda la operación es presentada de una manera que no guarda ninguna proporción con la realidad. Incluso el potencial daño masivo causado por una semejante bomba sucia de al-Qaeda es rechazado por Gary Milhollin, director del Proyecto Wisconsin de Control de Armas Nucleares: "Pienso que el riesgo de una bomba radiológica (à la al-Qaeda) es vastamente sobreestimado. Es un problema de física y hay que volver atrás a la condición que se está tratando de producir, que es contaminar un área sustancial con dosis altas de radiactividad."
Lo que es evidente de la lluvia radioactiva del complot de la bomba sucia es que las proyecciones imperiales de la administración para sus propios fines continúan contaminando el ambiente en casa y en el extranjero. Mientras los gerentes de Bush del imperio de EE.UU. conspiran para utilizar más bombas sucias en Irak y en cualesquiera de los 60 países que ahora están en su lista potencial de ataque, necesitan aumentar el nivel de miedo y paranoia para que se ajuste a sus grandiosos planes. Tenemos que estar alerta ante una semejante manipulación política y psicológica por parte de mentalidades tan enfermizas. Tal vez lo mejor sea recordar la diagnosis del psicólogo Joel Kovel en su libro, "Contra un estado del terror nuclear": "La paranoia crea enemigos por necesidad interior. Su tendencia a la sospecha provee un clima omnipresente de vulnerabilidad. No se trata de una auténtica defensa contra un agresor real. Es una defensa paranoide contra un agresor que hay que crear, porque la responsabilidad por la historia no puede ser confrontada (82-3)."

12 de junio de 2002
Fran Shor enseña en Wayne State University. Es un activista contra la guerra y miembro de la Coalición por los Derechos Humanos de Michigan. Su correo es: f.shor@wayne.edu