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Internacional

13 de mayo de 2002

Reseña del libro La Cia y la guerra fria cultural de Frances Stonor Saunders

El Imperio y sus intelectuales

Revista Koeyú Latinoamericano
Ernesto Carmona

Monumental investigacion sobre un plan secreto para controlar el campo intelectual.

Editorial Debate, 635 páginas.

El libro es una bomba atómica. Tras años de una rigurosa investigación histórica, Frances Stonor Saunders reduce a polvo la mitología de la libertad de expresión al demostrar la existencia de campañas secretas de la CIA en el campo de la cultura. Su trabajo desenmascara la retórica de la sociedad abierta detrás de la cual comprueba la estafa moral, el engaño, la manipulación y el control informativos, la neutralización de toda disidencia y la compra sistemática de intelectuales, de sus plumas, sus voces y sus conciencias.

En los años 30 fue Antonio Gramsci quien profetizó que las nuevas guerras se ganarían en el campo intelectual, en la cultura y las ideas.

Corroborando aquella profecía, Stonor Saunders desnuda el papel de la CIA en la fabricación industrial del consenso basado en la propaganda encubierta y en la organización de frentes culturales. Todas sus revelaciones se apoyan en entrevistas exclusivas, en correspondencia y documentos secretos recientemente desclasificados.

El texto, apasionante, aporta una cantidad enorme de datos (incluyendo nombres de agentes infiltrados y fotografías) sobre los millones de dólares que la CIA invirtió en sobornos, pensiones políticas, becas y subsidios a congresos, editoriales y revistas "independientes", destinados a cooptar, neutralizar o inducir quiebres en los intelectuales críticos. La finalidad de este gigantesco arsenal político y financiero la definió C.D. Jackson (consejero en guerra psicológica de Eisenhower y la CIA): "nos proponemos ganar la tercera guerra mundial sin combatir".

Lo lograron. La autora incursiona en lo que Arthur Koestler denominaba "el circuito internacional de putas por teléfono", es decir, los intelectuales nucleados en torno al Congreso por la Libertad de la Cultura, institución formada, dirigida y financiada por la CIA. Allí aparecen nombres célebres que "recién se enteraron" de la presencia de la CIA cuando el New York Times lo denunció públicamente en 1966. Entre otros, Saunders recorre los pasos sinuosos de Isaiah Berlin, Freddie Ayer, André Malraux, Nicolás Nabokov (primo del autor de Lolita), André Gide, Jacques Maritain, T.S. Elliot, Benedetto Croce, Arthur Koestler, Raymond Aron, Salvador de Madariaga y Karl Jaspers. Al adherir en sus manifiestos anticomunistas de manera "ingenua" o abierta a las direcciones ideológicas de los agentes de la CIA Michael Josselson, Tom Braden, John Hunt o Melvin Lasky estos intelectuales se ganaban automáticamente un pasaporte oficial de la cultura. También obtenían viajes en cruceros, estadías en hoteles cinco estrellas de Europa y New York donde se codeaban con el jet set y los atendía una legión de sirvientes. Ninguno de ellos se preguntaba,afirma Stonor Saunders, quién pagaba todo ese lujo ni de dónde salía el dinero.

Y si alguien preguntaba había una respuesta preparada: fundaciones "filantrópicas y humanitarias": Ford, Farfield, Kaplan, Rockefeller o Carnegie, auténticas "tapaderas" de la CIA que el crítico uruguayo Angel Rama denominó "fachadas culturales".

Aunque en este libro el lector latinoamericano notará la ausencia de un capítulo sobre la región, hubo quienes investigaron el tema local. Un excelente complemento de esta investigación es el libro Mundo Nuevo, Cultura y Guerra fría en la década del '60 de María Eugenia Mudrovcic, actual profesora de la Universidad de Michigan.

Mudrovcic analizó cómo la CIA y la Fundación Ford impulsaron y financiaron al mundo literario latinoamericano de los años 60. Contrapuso la revista Mundo Nuevo, dirigida por Emir Rodríguez Monegal con la cubana Casa de las Américas, a cargo de Roberto Fernández Retamar. "En París se habla en toda partes de las últimas revelaciones referentes a los fondos de la CIA, que sin duda conoces, y que no hacen más que confirmar lo que todos sabíamos", escribió Julio Cortázar a Retamar el 17 de febrero de 1967 aludiendo a Rodríguez Monegal.

La CIA decía promover la libertad de expresión. Para ello reclutaron nazis, manipularon elecciones democráticas, proporcionaron LSD a personas inocentes, abrieron el correo de miles de ciudadanos americanos, derrocaron gobiernos, apoyaron dictaduras, tramaron asesinatos y compraron conciencias. żEn nombre de qué? No de la virtud cívica, sino del imperio.

Así finaliza sus más de 600 páginas Stonor Saunders.

Lo más inquietante de esta rigurosísima investigación reside en que no relata algo ya fenecido, perteneciente a un pasado de juego sucio y siniestro pero definitivamente clausurado. No. ĦLa fascinante historia relatada tiene final abierto! La "defensa de la libertad" continúa. La compañía sigue operando.