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Internacional

3 de mayo del 2002

Henry Kissinger: Buscado

Christopher Reilly
Traducido para Rebelión por Tatiana de la O

El oscuro pasado de Henry Kissinger parece estar encerrándolo a medida que varios países de América del Sur y Europa intentan interrogarle acerca de acciones llevadas a cabo por los gobiernos de Nixon y Ford, en los que Kissinger fue Asesor Nacional de Seguridad y Secretario de Estado respectivamente.

La última maniobra para inquirir a Kissinger fue la realizada por Peter Tatchell, activista de derechos humanos. Mientras Kissinger daba un discurso en Inglaterra en la conferencia anual del Instituto Británico de Directores el 24 de abril, Tatchell intentó su arresto por cometer crímenes de guerra bajo la Convención de Ginebra.
El juez Nicholas Evans de la corte de Bow Street rechazó el pedido de Tatchell a causa de que no presentó evidencia suficiente para implicar a Kissinger en crímenes de guerra. De todos modos, de acuerdo a Tatchell, el juez dejó la puerta abierta para futuros intentos de arresto al ex funcionario de EE.UU. si se le presenta la evidencia adecuada.
De acuerdo con su reciente contribución al Guardian de Londres, si logra "recabar una mayor evidencia de la culpabilidad de Kissinger en la matanza, mutilación, tortura y desplazamiento forzoso de poblaciones civiles en Vietnam, Laos y Camboya a fines de los sesenta y principios de los setenta", existen grandes posibilidades de que se decrete una orden de arresto contra Kissinger en el futuro.
Tatchell cree que Kissinger es responsable de decenas de miles de muertes en Indochina. Cuenta cómo el gobierno de Nixon arrojó "casi 4,5 millones de toneladas de altos explosivos en Vietnam, Laos y Camboya"; el doble de la cantidad arrojada durante toda la Segunda Guerra Mundial.
Tatchell explica que mucha de la evidencia contra Kissinger y su papel en Indochina se encuentra en el libro The Trial of Henry Kissinger (El Juicio de Henry Kissinger), de Christopher Hitchens. Según Hitchens, Kissinger aprobó bombardeos que acarrearon bajas civiles enormes.
También fue responsable de la "destrucción premeditada y generalizada del medio ambiente utilizando defoliantes químicos como el Agente Naranja", como Tatchell escribió en el Guardian. "Estos son crímenes de guerra según la Convención de Ginebra de 1957".
Tatchell menciona también los comentarios realizados por el General de EE.UU. Telford Taylor, ex jefe de los fiscales de los juicios de Nuremberg, que afirmó que los ataques de Kissinger y Nixon contra las aldeas que supuestamente escondían a las guerrillas vietnamitas fueron "flagrantes violaciones de la Convención de Ginebra en cuanto a protección civil".
Tatchell señala también al investigador independiente Fred Branfman, que "grabó en secreto a los pilotos estadounidenses en las misiones de bombardeo sobre Camboya a principios de los setenta". Los pilotos no chequearon en ningún momento antes o durante las salidas si estaban bombardeando civiles o no. Su denuncia de que no se tomaron precauciones para proteger a los civiles fue publicada después en el New York Times por Sydney Schanberg, brindando evidencia convincente de la naturaleza indiscriminada de los ataques aéreos de EE.UU.".
Kissinger, que estaba al tanto de todas estas acciones, se defendió diciendo que "Nadie puede decir que haya servido a un gobierno que no cometió errores".
Kissinger parece haber olvidado que la mayoría de los gobiernos no son responsables de decenas de miles de muertos inocentes. De acuerdo con Tatchell, durante los bombardeos de EE.UU. murieron 350.000 civiles en Laos y 600.000 en Camboya. Esto sin contar el número de civiles mutilados o heridos a causa de los bombardeos, y la amenaza de las bombas racimo que no han explotado aún (sí, este gobierno también las usa en combate).
Kissinger también olvidó mencionar el uso de defoliantes químicos o pesticidas, incluyendo el Agente Naranja, que según Tatchell "provocan malformaciones de nacimiento, y volvieron áreas significativas de Vietnam, Laos y Camboya demasiado tóxicas para que la gente viviese o construyese granjas, ocasionando un desastre medioambiental que continuará afectando a muchas generaciones en el futuro".
Pero Indochina no es la única zona en la que Kissinger puede haber estado envuelto en la muerte de miles de inocentes.
A principios del mes de abril, el juez Baltasar Garzón, de España, quiso interrogar la implicación de Kissinger en el apoyo al dictador chileno General Augusto Pinochet, un hombre responsable de abusos a los derechos humanos que resultaron en muchas muertes. El pedido de Garzón fue rechazado.
Y en el año 2001, el juez chileno Juan Guzmán remitió 30 preguntas a Kissinger acerca de su relación con el General Pinochet, pero no obtuvo respuesta.
Pinochet llegó al poder después de que la CIA, con el conocimiento de Kissinger, conspirase para derrocar al presidente democráticamente electo Salvador Allende. Un par de meses después que Allende llegara a la presidencia, Kissinger pronunció la famosa afirmación democrática: "No veo por qué tenemos que aguantar que un país se vuelva comunista por la irresponsabilidad de su propio pueblo". Sus observaciones fueron publicadas después en Newsweek y muchas otras publicaciones.
El intento de quitar a Allende del mando a causa de sus convicciones socialistas resultó en el asesinato de René Schneider, Comandante en Jefe de las Fuerzas Armadas. Según el Senado de EE.UU., la CIA "decidió apoyar y diseñar el asesinato del General Schneider con la intención de abrir camino para un golpe".
El informe continúa: "La CIA suministró armas "esterilizadas", sin marcas, junto con municiones a los conspiradores el 22 de octubre de 1970. Más tarde, ese mismo día, el General Schneider, Comandante en Jefe del Ejército Chileno, fue asesinado con las mismas armas que suministró la CIA, de acuerdo con la admisión de la misma CIA al Senado de EE.UU., publicada en abril de 1975.
Los miembros de la familia del General Schneider están presionando para interrogar a Kissinger acerca de su implicación en este asesinato. Iniciaron una demanda de tres millones de dólares contra Kissinger en Washington el año pasado; Richard Helms, ex- director de la CIA, también está implicado en el juicio.
Otro publicitado asesinato que Kissinger puede haber supervisado fue la muerte de Charles Horman, un periodista norteamericano que vivía en Santiago durante el golpe de estado contra Allende.
Como consta en el informe precedente: "Según The Execution of Charles Horman (La ejecución de Charles Horman), de Thomas Hauser, Horman estuvo con varios estadounidenses el día del golpe. Algunos de ellos estaban en el Ejército de EE.UU. y aparentemente le pasaron mucha información en una conversación sobre el golpe. Según con Hauser, un ingeniero naval retirado le dijo a Horman: 'Hemos venido a hacer un trabajo, y ya está hecho'"
El informe continúa: "Unos días después, la nueva junta militar arrestó a Horman en su casa de Santiago. Nunca fue vuelto a ver".
Los miembros de la familia de Horman han intentado repetidamente llevar a Kissinger y a otros funcionarios de Nixon ante un tribunal para averiguar qué pasó con el periodista desaparecido.
Los abogados de derechos humanos en Chile también presentaron querellas contra Kissinger por su participación en el programa secreto de represión conocido como Operación Cóndor.
Esta operación, de acuerdo con el Internacional Herald Tribune, incluyó acciones por medio del "trabajo coordinado de las dictaduras derechistas en Argentina, Bolivia, Brasil, Chile, Paraguay y Uruguay a lo largo de los setenta para secuestrar y matar a cientos de oponentes políticos exiliados", aparentemente con el apoyo de las administraciones Nixon y Ford.
Los partidarios de Kissinger han intentado justificar sus acciones explicando que deben ser juzgadas a la luz de la Guerra Fría. Es cierto, pero ni siquiera en el contexto de la Guerra Fría pueden excusarse la muerte y la destrucción en las que puede haber estado directamente implicado.
Christopher Reilly escribe para YellowTimes. Te anima a que le hagas tus comentarios a: creilly@YellowTimes.org